Gloria Fichera: "Pasaron más de 30 años y todavía me recuerdan de Clave de sol"
Hija de dos bailarines de tango, Antonio Fichera y Beatriz Castillón, Gloria Fichera debutó a los 7 años, en una serie infantil de ATC. Nunca paró de trabajar y fue parte de programas que quedaron en la memoria colectiva de muchos televidentes, entre ellos Por siempre amigos, Pelito, 5ºB turno tarde, Así son los míos, Chiquilina mía y tantos más. Pero todos la recuerdan especialmente por Giselle, su personaje en Clave de sol.
Ejerce como psicóloga desde hace muchos años y también es docente de una universidad. Mamá de Malena y Renzo, reparte su vida entre las clases, sus pacientes, la crianza de los hijos, la cocina y las grabaciones de Elegidos, una serie que nació en plena cuarentena y que puede verse por YouTube. "Elegidos es una manera de reinventarnos. Nos convocó Héctor Pazos, junto con Miguel Habud, que decidieron no quedarse quietos. Y a Héctor se le ocurrió que cada uno se grabara con sus celulares desde sus casas, tarea nada fácil. Es un desafío, sobre todo porque tuve escenas jugadas ya", le cuenta a LA NACION. "Primero fue improvisación, a partir de una consigna, y luego se fue armando esta ficción en la que también participan Cutzarida, Gustavo Conti, Erika de Sautu Riestra, Gonzalo Rocca, Pablo Heredia, Frida Z, con dirección de Tomás Moro y Lucas Arecco y edición de Matías Manes. Y Roly Serrano nos honró con una participación", se entusiasma.
"Como mis padres, también bailo el tango. Tengo recuerdos de una infancia súper feliz porque crecí en el arte. Lo llevo en la sangre. Pero además soy 'Susanita' y me gusta estar en mi casa y cocinar y criar a mis hijos. Todos los sábados, en la casa de mi abuela materna se armaban guitarreadas, cantábamos, comíamos. Mi tío Osvaldo Castillón era un gran historiador de tango y trabajaba en radio. Mis padres también hicieron radio. Arranqué en televisión a los 7 años porque me vieron cantando tangos en un show que hacía mi papá. Salté hasta el techo de la alegría porque era chica pero lo llevaba en el alma. Y debuté en ATC con Historias con pequeños intérpretes", rememora Gloria, que hoy combina la actuación con sus pacientes y sus clases de psicología.
"Es todo un desafío porque durante 13 años fui a la facultad y ahora tuve que aprender a dar clases virtuales, en nuevas plataformas. Pero soy de las que piensan que la mejor manera de aprender es no resistirse sino amigarse. Di clases en la UBA también, en la cátedra de salud mental de la carrera de medicina, no pude seguir porque mis hijos eran bebés y eran mi prioridad. Hoy Malena tiene 9 años y Renzo, 11", explica.
-En los últimos años te dedicaste más a la psicología que a la actuación, ¿por qué?
-Me dediqué bastante a la psicología porque me gusta mucho dar clases. La vida me fue llevando por ese camino. Después de Poliladron, en Canal 13, tuve un impasse laboral y decidí estudiar. También me animé a generar una obra de teatro que escribí y dirigí: Neurosis compartida. Era teatro under pero nos fue muy bien. Me preocupaba cómo iba ser mi futuro si no surgían trabajos como actriz. La psicología me gustó toda la vida y decidí estudiar. En realidad empecé abogacía, y en la cátedra de mediación me di cuenta que me gustaba más la conciliación que el litigio y me cambié de carrera. Amo ayudar a los demás.
-Se convirtió en tu principal de trabajo...
-Claro, pero también tuve pacientes que no me podían pagar y yo los atendía igual porque no los iba a dejar en banda. Después empecé a dar clases porque me gusta la docencia, el ida y vuelta con mis alumnos: yo aprendo de ellos y ellos de mí, como en toda relación sana. Además mis hijos están más grandes y pasan bastante tiempo con su papá. Estoy separada desde hace unos años pero tenemos muy buena relación con el padre de mis hijos, que es súper presente. En los espacios que me deja la maternidad, aprovecho para leer un libro, ver una película, preparar mis clases y filmar.
-Hace unos meses Pablo Rago fue acusado y denunciado por abuso sexual y fuiste una de las pocas que dio la cara y salió a defenderlo. ¿Tienen una amistad que data de largo tiempo?
-A Pablo lo conozco de chicos: él tenía 4 años. Nos representaba a los dos la señora Ana Pechman e íbamos a muchos castings juntos, él con su mamá y yo con la mía. Las familias se hicieron muy amigas, nos frecuentábamos mucho y nosotros teníamos una relación casi de hermanos. Compartíamos mucho. La amistad creció y somos muy amigos. Cuando nos vemos me dice: 'hola, hermanita'. Cuando pasó esto de la acusación tan injusta tuve mucha gente en mi contra. Siempre voy a escuchar a una mujer, y a un hombre también porque no es una cuestión de géneros. Salí a hablar porque me crié con él, prácticamente, y no tiene un perfil psicopático. Es verdad que no lo conozco en la intimidad, pero solamente un psicópata puede manejarse de esa manera simpática y divina socialmente, y en la intimidad ser un abusador.
-¿Te agradeció?
-Sí, y la mamá también. Está apareciendo de a poco porque fue fuerte lo que pasó, perdió muchos trabajos.
-Alguna vez contaste que fuiste novia de Adrián Suar, ¿qué recuerdos te quedan de esa relación?
-Fuimos novios durante tres años y hasta vivió en mi casa, con mis padres. Fue hace treinta años y prescribió. Fue una relación de adolescentes y tengo un recuerdo muy lindo. Yo no le guardo rencor a nadie, ni me quedo con espinas. Todo sirve como aprendizaje y las cosas pasan porque tienen que pasar. A los 20 años él estaba en otra situación, las chicas lo buscaban y él respondía y yo no quise mirar para otro lado, se lo planteé y preferí que siguiera haciendo lo que estaba haciendo, que tampoco era nada malo. Cosa de chicos. Años después nos vimos porque me llamó para hacer Poliladron y después El sodero de mi vida y nunca más.
-Cuando se volvieron a ver, ¿hablaron de ese noviazgo?
-No, preferí no sacar el tema y él tampoco lo hizo [risas]. Sería revolver cosas del pasado y lo que pasó, pasó. Cuando nos vimos, estuvo todo bien, buena onda. Nos quisimos mucho y nuestras familias se quisieron mucho también. En mi vida no existe la palabra odio. No le tengo rencor ni bronca a nadie. Tengo defectos, claro, pero mis sentimientos siempre son el amor. Y si alguien no me quiere, le digo: 'yo te amo, veo a Dios en ti'. Soy muy espiritual. Ahora me hago monja [risas]. Bueno, cuando iba a la primaria quería ser monja. Mi primera maestra era monja y yo la imitaba y me ponía toallas y túnicas en la cabeza. Siempre digo que en mi corazón hay amor. Volviendo a Adrián, se fue quedando en casa casi sin querer. Nadie le dijo que se quedara a vivir y menos yo a esa edad, pero él se fue metiendo. Empezó con las milanesas napolitanas hasta que un día era tarde y mi papá le dijo que se quedara a dormir y así fue.
-Era uno más de la familia...
-Es que se quedaba tanto en casa que la mamá quería saber quiénes eran los Fichera. Hasta el día de hoy que la mamá, Lilian Keller, me llama por teléfono para ver cómo estoy, dos veces por semana. Sus padres y los míos se hicieron muy amigos. Y la nuestra llegó a ser una relación muy seria, en un momento. Me amaban sus padres. El padre, Leiballe Schwartz, era un amor, y un gran cantante que falleció el día del cumpleaños de mi papá. Estábamos en pleno festejo, estaban invitados y llamó la mamá para avisarnos. Obviamente suspendimos todo y los acompañamos.
-Todos te recuerdan como Giselle, de Clave de sol, ¿fue el personaje que más te marcó?
-Es increíble porque para muchos sigo siendo Giselle, la rubia de rulitos de Clave de sol. Soy morocha pero en ese momento tenía claritos, les gustó cómo me quedaba y terminé rubia. Además, yo era la rubia y Pía [Galiano], la morocha. Clave de sol marcó una época fuerte en la vida de muchos adolescentes. Pasaron más de treinta años y me recuerdan por ese personaje, me cuentan historias que ni yo recuerdo. Algunos me dicen que me reconocen por el tono de voz [risas]. Mi personaje quedó en la memoria de la gente porque muchas chicas se identificaban. Giselle era rebelde, caprichosa y muy buena, y la engañaban siempre: la prima que le quería sacar al novio, la lucha con Diego [Leo Sbaraglia]. En la ficción, Leo me dio el primer beso y en la vida ya me habían besado porque yo tenía 18 años. En ese momento nadie lo sabía pero ya estaba de novia con Adrián. Nos conocimos en la novela de Menudo, Por siempre amigos.
-¡Todos hablaban del romance de Giselle y Diego!
-Giselle es el personaje que más me quedó en el corazón. Las fans de Leo me quisieron cortar el pelo en la puerta del teatro, con una tijera. Mi papá lo agarró de la mano y le dijo que él era mi seguro de vida. Durante muchos años me amenazaron y hasta tuve que cambiar el número de teléfono de mi casa porque nos volvían locos a cualquier hora. Yo ya no atendía el teléfono. Fue tan tremendo, porque cambiar el número y en ese momento era todo un trámite. Cuando salía de mi casa tenía que mirar para todos lados, casi siempre acompañada de mi viejo. Estaban las fans que me querían y las que me detestaban porque querían a Leo y no dividían ficción de realidad.
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