Gloria Carrá: "Tenía ganas de investigar sobre el sexo y las fantasías"
Lánguida al extremo. Se la percibe endeble. Frágil. Aún más ante el frío intenso y la garúa inclemente en la costa de San Isidro. Allí, a metros del Río de la Plata, Gloria Carrá fundó su refugio hace dieciocho años. Rincón agreste. Como ella. Aura especial. "Tantas criaturas ávidas en mi silencio y esta pequeña lluvia que me acompaña", escribió alguna vez Alejandra Pizarnik. La voz de la poetisa parece hacerse carne en ella. Emula etérea.
A cara lavada. Jeans Oxford, remera con la tipografía de Kiss estampando su pecho y zapatillas de lona. Un abrigo de lana, que la cubre desde el cuello hasta los tobillos, le sirve para jugar ante la lente del fotógrafo. Pide un té bien caliente. Confiesa que desea irse pronto a dormir la siesta antes de partir rumbo al Gorriti Art Center donde protagoniza Sex, viví tu experiencia, la nueva propuesta escénica, con mucho de performance, de José María Muscari . "Me pareció interesante cuando él me lo contó por teléfono. ¿Se dice por teléfono?".
-Sí…
Lejos del prototipo de la femme fatale, la líder de la banda Coronados de Gloria se atreve al erotismo teatral. Rompe con el paradigma. Bucea en su propio modelo de seducción. Y en las honduras emocionales de su libido. "Me pareció que estaba en el momento justo para hacer esta obra. Tenía ganas de investigar sobre el sexo y las fantasías. Está bueno hacerlo desde un espectáculo", confiesa. En Sex... un escenario principal, y diversos sectores del amplio espacio, se convierten en lugares de expresividad, en signos semánticos para ser organizados por la gente. "El público tiene que seguir a los actores o presenciar lo que sucede en el escenario principal. Lo interesante es que el espectador accede a diversas situaciones vinculadas con el sexo". Teatro inmersivo. Muscari en estado puro.
–¿Cuánto de Gloria y cuánto de personaje le aportás a Sex?
–No hay un personaje. Me encuentran a mí en diversas situaciones y desde un perfil más sexual.
–¿Dónde ancla esa cuestión "más sexual"?
–En lo que hago, por lo que digo, por lo que muestro.
–Hablabas del deseo de investigación sobre el sexo. ¿Se podría decir que la obra te llegó en un tiempo justo, de empatía personal con la indagación en esas cuestiones?
–Supe que lo tenía que hacer. Además surge en un momento donde las mujeres nos mostramos "deseantes", abrimos una puerta y decimos: "Sí, nos masturbamos, tenemos deseos". Me pareció bueno, en este período social, meterme por ese lado.
–Sin dudas se trata de abordar asuntos que eran vedados para la mujer, al menos desde la expresión pública.
–Eran tabú. El hombre tiene vía libre para lo que quiere. La mujer, en cambio, si hace determinada cosa, es catalogada de puta. Por eso me pareció buenísimo aceptar la propuesta de Sex… Me da mucha alegría.
–En la escena, ¿cómo trabajás los propios pudores?
–No tengo pudor ni por el cuerpo, dado que salgo con poca ropa, ni por lo que tengo que decir. Al contrario. Cuando tomo la palabra es como un empoderamiento.
–En tu historial personal, ¿cómo te has llevado con el deseo y el poder ejercer libremente la práctica de tu sexualidad?
–De diferentes maneras, transitando de acuerdo a las edades. En algunos momentos, con más prejuicio y tabú; en otros, mucho más suelta.
–¿Cómo juega el amor en esa conjunción de deseo, placer, erotismo, sexo?
–Es maravilloso y sagrado cuando se une pasión, sexo y amor. Es un momento sublime que no siempre ocurre.
–¿Te permitís la disociación de la pasión, el sexo y el amor?
–Creo que nunca me pasó. Cada vez que me enamoré fue porque, también, la parte sexual funcionaba.
–Hace un momento hablabas del hoy tan transitado concepto de empoderamiento. ¿Cómo evaluás a la sociedad actual y el rol de la mujer en un Siglo XXl donde, por ejemplo, Nora, el personaje ibseniano de Casa de muñecas, sigue siendo, para muchos, perturbador? ¿Sentís que aún falta un largo trecho por recorrer?
–Me parece que tenemos que deconstruirnos y eso es buenísimo. Es una puerta enorme que se abre mundialmente, y tiene que ver mucho con el rol de las redes. Hoy, todo movimiento desde las redes se replica. Un cambio siempre va a traer algo bueno. Obviamente, la balanza ya se va a equilibrar, pero sucede que estuvo mucho tiempo inclinada hacia un solo lado.
–El equilibrio se dará cuando se naturalicen determinados derechos y libertades.
–Antes tenemos que entender un montón de cosas. Incluso las mujeres, no hablo solo de los hombres.
–El machismo en las mujeres también es plausible de deconstrucción.
–Totalmente. Tiene mucho que ver cómo una educa a sus "hijes".
–Hijos más libres que los de las generaciones anteriores.
–Seguramente, porque tienen un modelo nuevo para mirarse.
-En este proceso histórico de transformación de paradigmas, no falta quien cuestiona por qué la mujer habla y denuncia ahora situaciones de acoso y abuso del pasado, y no lo hizo antes. Desde ya, ese tipo de comentarios no toma en cuenta el cambio de libertades. ¿Qué te despierta escuchar eso?
–Antes no se hablaba por diversas razones, no solo porque no se podía: cuando ocurre algo, se trata de un trauma en la vida de una mujer. Y los traumas, muchas veces, se tapan, los dejás relegados en un rincón por miedo, porque te asustó tanto que lo vas a decir cuando lo puedas decir, por el dolor que le causa a la propia mujer. ¿Por qué no lo dijo antes? ¡Porque no podía!
Nos hablaban del sátiro, pero no nos decían que el sátiro podía ser nuestro padre, nuestro abuelo, nuestro primo, nuestro tío
–En muchos casos, por la cercanía de la persona que cometió el acoso o el abuso.
–Son infinitas las razones. Y, además, y sigue sucediendo, porque la mujer denuncia un abuso y no se le cree. Pasaba en las familias. A veces, ni la madre de la mujer creía. Ese es el dolor más grande, un desamparo absoluto. Me parece que, ahora, que nos estamos animando y moviéndonos, la cosa va a cambiar. Lo observo en mis hijas. Ángela está empoderada y lo veo en Amelia, que tiene nueve años. A Amelia la llevé a marchas, va escuchando de qué se trata. Ella tendrá herramientas para poder defenderse. Antes no nos hablaban sobre esto.
–El "de eso no se habla" ha sido el peor de los silencios.
–Nos hablaban del sátiro, pero no nos decían que el sátiro podía ser nuestro padre, nuestro abuelo, nuestro primo, nuestro tío. El sátiro era como el cuco, y, sin embargo, estaba más cerca de lo que pensábamos. Te lo digo y me da piel de gallina.
–Hace poco declaraste que ya llegará el momento de hacer una denuncia formal sobre un acontecimiento traumático vivido por vos y de ponerle nombre y apellido. Ese suceso lamentable, ¿tuvo que ver con un acoso o con un abuso?
–Hablábamos del cuándo. En tu caso, recién ahora pudiste animarte, empezar a contarlo.
–Sí. Lo hablé mucho en terapia. En algún momento lo diré. No tengo la necesidad ahora porque sé que se me vendrían muchas cosas que no quiero afrontar. Además, una, siendo una persona pública, tiene que estar dispuesta a responder a las preguntas de los medios. Hay que estar muy armada para poder sostener esa situación de contar. De todos modos, muchísima gente sabe quién es porque a todos los que me preguntan se los digo. No lo digo públicamente, pero toda mi familia, todos mis amigos, todas las actrices que conozco saben quién es la persona.
–¿Estás hablando de una persona pública?
–Sí.
–¿Sucedió en el ambiente laboral?
–Sí, fue en el ámbito laboral.
–Hablamos de la mujer en general, pero en el ámbito de trabajo de las actrices, ¿creés que sucederán revelaciones cada vez más numerosas?
–Ya está pasando.
–¿Cómo se construye la vida luego de sufrir un abuso? ¿Cómo se sale?
–No se sale de eso, me parece. Uno lo libera y vive con eso, no permanentemente, pero es una cicatriz que queda.
–Luego de transitar una experiencia de ese tipo, ¿aparece el miedo al otro, una estigmatización del hombre?
–A mí no me sucedió. No solo no estigmaticé sino que, durante mucho tiempo, borré la escena.
–Sos madre de dos hijas. Conviviste con los padres de ambas. ¿Cómo te atravesó aquella experiencia horrorosa a la hora de construir una pareja y formar una familia?
–En ningún momento aquello me afectó en el vínculo con mis parejas. Disfruté el hecho de estar en pareja. No tocó esa parte mía, por suerte.
La actriz, que maneja con saludable equilibrio el umbral de su privacidad permitiéndose contar lo que intuye puede servirle a otros y otras, es madre de la actriz y cantante Angela Torres, fruto de su relación con Marcelo Torres, hijo de la recordada Lolita. Luego de aquella experiencia, Gloria formó pareja con el actor Luciano Cáceres, padre de su hija Amelia. Con el actor la cosa no terminó bien y se llegó a instancias judiciales para la definición de la cuota alimentaria correspondiente. "Mis hijas son hermosas. Amelia aún no mostró signos de inclinarse por la actuación. Angela está grande, es mi hija y es mi amiga. Vivo su crecimiento laboral y, sobre todo, como persona, con mucha alegría. Se involucra con las causas, va entendiendo, toma partido".
-En Simona, Angela compartió el elenco con Juan Darthés. ¿Cómo vivió esa experiencia?
-Con incomodidad. Ella era muy feliz con su primer protagónico, pero tuvo que convivir con esta situación y callarse por un tiempo. Aún no había hablado Thelma (Fardin).
–¿Ella tenía conocimiento de la denuncia que iba a realizar Thelma Fardín?
–No. Muy poca gente conocía eso. Ángela sabía lo de Calu Rivero porque ella ya había realizado la denuncia. De hecho, de lo de Thelma yo misma me enteré casi cuando habló y yo también había estado en Patito Feo.
–¿Nunca viste ni supiste nada al respecto?
–No. Además, a esas giras yo no iba.
Has recorrido un largo camino
Corrían los años 80 cuando Gloria, que ya venía trabajando en televisión, conoció su primer gran éxito. La primera experiencia de popularidad grande. Aún su apellido era Curra, como figura en su documento original, pero los constantes llamados a su casa, tiempos en los que la guía telefónica burlaba intimidades, hicieron que, a sugerencia del comediante Darío Víttori, se lo modificara.
El personaje de Meche, aquella niña con anteojos alumna de Jacinta Pichimahuida, se ganaba el corazón de los chicos de su edad. Señorita Maestra, la tira diaria de Abel Santa Cruz protagonizada por Cristina Lemercier y emitida por Argentina Televisora Color, lideraba el rating a la hora de la merienda: "Esos cuatro años fueron un juego para mí. Los chicos del elenco eran más mis compañeros que los del colegio real. Estuve hasta los 12 con ellos. Sabía que era un trabajo, pero lo disfrutaba. Entre escena y escena jugaba al elástico. Ese era el clima que se vivía".
–¿Qué sucedía en tu escuela, con los verdaderos compañeros de aula?
–Lógicamente, me cargaban.
–Ahora se diría bullying.
–Algo de eso había...
–Hay un mito con respecto al destino de los niños prodigios. De hecho, casi ninguno de los que integraba aquel mítico elenco continuó su carrera. Incluso, hasta hubo algún caso policial protagonizado por un par de ellos. ¿Cómo lograste trascender esa suerte de sino trágico que se dice acompaña, en todo el mundo, a los actores precoces?
–No creo que haya que trascender nada. Hay casos como Gabriela Toscano, Celeste Cid, y muchos otros que empezaron de niños, que les fue genial.
–Quizás tiene que ver con que se comienza a trabajar a una edad donde aún no está afirmada la vocación real.
–En la vida te pasa de todo. Es muy probable que no sigas con la carrera porque, quizás, deja de gustarte. Hay un morbo con el tema.
–Si te obligaran a elegir entre tu rol de actriz y el de cantante de tu banda Coronados de Gloria, ¿qué elegirías?
–Prefiero hacer música, ahí soy yo sin personaje. Me gusta más que actuar.
Llama su ex Luciano Cáceres para organizar la actividad de Amelia durante esa tarde. El rol de madre gana la partida. Restan cuatro horas para el comienzo de la función de Sex… momento en el cual mostrará su otra faceta. Aparecerá la Gloria audaz que, desde el arte, volverá a indagar en esos deseos sublimes del erotismo y el sexo. Quizás para bucear en su propio universo, más allá de la ficción. Para entender y entenderse. Garúa intensa sobre la costa de San Isidro. La mujer agreste se pierde entre la naturaleza que rodea a su casa. Refugio mimético. La chica lánguida, de convicciones firmes, se desdibuja en el verde agrisado como un personaje de Alejandra Pizarnik. Hora de siesta. Ya dijo lo que tenía para decir.
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