Glen Powell: de la premonición de Jamie Lee Curtis al padrinazgo de Tom Cruise, cómo nació la nueva estrella de cine “como las de antes”
Al actor de Tornados, Hit Man y Top Gun: Maverick le llevó dos décadas encontrar un lugar en Hollywood; los elogios de los consagrados, el supuesto romance que tuvo con Sydney Sweeney y la decisión que tomó para mantener los pies sobre la tierra
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Fue Jamie Lee Curtis quien le comentó que sería una “gran, gran estrella de cine”. Pero, durante casi dos décadas, a Glen Powell le negaron la posibilidad de intentar convertirse en una. Tan cruel e implacable se mostró la industria cinematográfica con él que su primera agencia prefirió dejar de representarlo, asegurando que “tendría suerte si lo elegían para hacer de cadáver en una serie de crímenes”. Se equivocaron.
En el último medio año, ese “muerto” ha insuflado nueva vida al género de la comedia romántica gracias a Con todos menos contigo, ha copado el primer puesto global en Netflix interpretando a un improbable sicario en Hit Man y se ha destacado en Tornados, la secuela del thriller que en los 90 protagonizaron Bill Paxton y Helen Hunt. Tras años de búsqueda infatigable por parte de los grandes estudios para coronar a la gran cara masculina del nuevo Hollywood, quizá la respuesta estaba justo delante de sus narices.
“Es talentoso, es guapo, es inteligente y ha trabajado como nadie”. Así resume el cineasta Richard Linklater, que lo ha dirigido en Con todos menos contigo y Hit Man, las claves del éxito actual de este carismático tejano de 35 años de sonrisa nívea de millón de dólares y abdominales de acero. Otro de sus padrinos profesionales, Tom Cruise, apareció por sorpresa en la premiere londinense de Tornados para apoyar —y promocionar en su propia cuenta de Instagram— a quien se ha convertido en su pupilo predilecto dentro y fuera de la gran pantalla. Tras compartir planos en Top Gun: Maverick, Cruise envió a Powell a un cine de Los Ángeles para proyectarle un vídeo didáctico, reservado “solo para amigos íntimos”, en el que el actor desglosa directamente a la cámara todo el conocimiento acumulado sobre el séptimo arte durante seis horas. “Hacer Top Gun juntos lo cambió todo. Tom es el mejor. Es un gran amigo y mentor y se ha convertido en una parte muy especial de mi vida”, ratifica Powell.
A pesar de que debutó en el cine con apenas 13 años, con un pequeño papel en la película infantil Spy Kids 3-D, no fue hasta los 19 cuando Powell decidió dejar su Austin natal y sus estudios universitarios para conquistar las colinas de Los Ángeles. Lo acogió el mítico representante Ed Limato, que antes había moldeado a otras estrellas como Denzel Washington, Kevin Costner o Mel Gibson. Fue él quien le enseñó el camino que debía recorrer si quería emular a sus referentes noventeros: “Ed siempre me decía, una y otra vez, que la definición de una estrella de cine es la de alguien con quien los hombres quieren irse a tomar una cerveza -alguien divertido, no amenazante- y con quien las mujeres quieren tener una cita y llevárselo a casa para presentarle a sus padres”, confesó en The New York Times.
Pero la temprana muerte de Limato le dejó huérfano en la profesión y tuvo que ganarse la vida como lector de guiones para la célebre productora Lynda Obst (Interstellar). Powell ha reconocido que se sentaba cada día a leer en la terraza de la cafetería de los estudios de Sony esperando, como si de una película se tratase, que algún pez gordo se topara accidentalmente con él y le diera la oportunidad anhelada.
No la consiguió. Pasó más de una década conciliando pequeños papeles en cine y televisión con oportunidades fallidas en castings con potencial para darle un giro radical a su vida, con Capitán América o Han Solo como flagrantes ejemplos. Su primer protagónico, en la comedia romántica de Netflix Cómo deshacerte de tu jefe, llegó solo porque había ejercido como actor de apoyo para los castings de Emilia Clarke y, al renunciar la actriz conocida por dar vida a Daenerys Targaryen en Game of Thrones, decidieron darle la oportunidad al meritorio antes de que todo el proyecto tuviera que ser cancelado.
El éxito del film le hizo apostar por el renacimiento de un género que parecía amortizado, pero se negó a que Cualquiera menos tú, protagonizada junto a la estrella de Euphoria, Sydney Sweeney, se estrenara exclusivamente en una plataforma de streaming. En palabras a The Hollywood Reporter, Powell admite que tenían ofertas de todas las compañías, “con nóminas y presupuestos ostensiblemente mayores”, pero prefirieron apostar por el “impacto cultural” que solo ofrecen las salas de cine. Lo tuvieron. Tras estrenarse con una recaudación decepcionante en su primer fin de semana, el boca a boca y la estrategia de marketing seguida por Powell y Sweeney -que falsearon un posible romance entre ellos- convirtió Cualquiera menos tú en un inesperado éxito de taquilla, superando los 200 millones de dólares de recaudación en todo el mundo.
“Si buscás la definición de estrella de cine, ese es Glen”, apunta el actor Jon Hamm (Don Draper en Mad Men): “la sonrisa, el pelo, el bronceado, los músculos... y lo quiere, lo ama y es bueno en ello”. Acostumbrados los últimos años a estrellas jóvenes que se mostraban atormentadas, nihilistas e inapetentes ante todo lo relacionado con la fama y el glamour, deseosas de que el Cronenberg de turno los mirara con ojos de festival y alejara los alienantes blockbusters de su camino, el caso de Powell resuena porque se muestra inequívocamente feliz y orgulloso de querer mucho y muy fuerte ser una estrella como las de antes: popular, querida, comercial y poderosa. De anteponer, al menos por el momento, la complicidad de los espectadores y los exhibidores a la de los críticos y académicos. “Para tener un éxito duradero en Hollywood tenés que hacer que la gente gane dinero con vos”, reflexiona. “Me parece lamentable cuando los actores dicen: ‘Solo quiero actuar en la película. No quiero promocionarla’. Si querés esta carrera, parte de tu trabajo, una gran parte, es hacer todo lo posible para ayudar a vender tus películas. Hacer publicidad importa. Tenes que darle a la gente una razón para interesarse”.
Él se esfuerza en ser esa razón. Ha convertido a su perro Brisket en un actor más de sus giras promocionales e ícono de Instagram; sus padres desfilaron por la alfombra roja con carteles que rezaban: “Dejá de intentar que Glen Powell triunfe” y hasta se atreve con bailes virales de TikTok. Tan frenética es su agenda -también escribe y produce-, que manifiesta ser incapaz de poder prestar atención a su vida amorosa después de haber roto con la modelo Gigi Paris hace más de un año.
A pesar de estar en la cima de su carrera, acaba de construirse una casa en Austin para resguardarse junto a sus padres y sus dos hermanas del ruido de Hollywood.
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