Gino Bogani, del éxito por los looks de Juana Viale a la inesperada guerra de diseñadores: "Voy a pedir disculpas"
Las opiniones sobre el trabajo de sus colegas que Gino Bogani hizo en este medio semanas atrás, aún resuenan en el mundo de la moda. En un nuevo diálogo con LA NACION, el diseñador expresó: "Me duele terriblemente y me afecta, no me gusta tener un enfrentamiento con colegas, ni con nadie". Sus críticas se habían centrado en Benito Fernández, Gabriel Lage y Pablo Ramírez, sobre quienes admite que cometió un error y desea disculparse para poner paños fríos a esta inesperada guerra de tijeras. "No estoy contento conmigo mismo", confiesa el creador que viste a Juana Viale en sus almuerzos y cenas televisivas.
-¿Cómo te sentiste con la repercusión que tuvieron tus declaraciones?
-Me sentí muy mal, me acordé mucho de mi madre que me decía "se aprende hasta el último día de vida".
-¿Qué aprendiste?
-Aprendí que tengo que ser menos impulsivo, que tengo que pensar más lo que digo. Tengo que analizar si las cosas que me llegan son realmente así, al margen de mis declaraciones, porque me han llegado ciertos comentarios que quizás provocaron esta reacción en mí. No estoy contento conmigo mismo. Debería haber sido un año redondo con el éxito que tuvimos con Juana [Viale] y esto fue un punto negro que me duele terriblemente y me afecta, porque no me gusta tener un enfrentamiento con la gente de la moda, ni con colegas, ni con nadie. No me gusta estar enfrentado con nadie. Esto me enseñó muchísimo. Me llega en un momento en el que debo hacer una revisión. En 60 años de trayectoria nunca tuve ni un sí ni un no con nadie. Creo que Dios te manda ciertas cosas para que aprendas.
-¿Qué pensás hacer al respecto?
-Siento la necesidad de hablar con Benito [Fernández], Gabriel Lage y Pablo Ramírez, los voy a llamar, lo necesito. No me hizo bien, fue algo impulsivo. Soy humano y los seres humanos nos equivocamos y, además, al margen de todo, creo que hay un ave negra que da vueltas, que lleva y trae comentarios que produce confusión. He oído cosas que jamás pensé, ni dije. Necesito sacarlo afuera y saber qué sienten del otro lado. Yo soy muy vanidoso de mi trabajo, pero no soy una persona soberbia, soy humano, trabajo y respeto a todos los que trabajan muchísimo. Muchas veces no me han respetado y nunca dije nada, pero eso no importa. Espero hablar con los que siento que tengo que hablar. Si hice algo que no debía, yo voy a pedir disculpas. Es humano, si uno no sabe pedir disculpas no puede superarse a sí mismo y ese es mi objetivo siempre.
-¿Siempre fuiste muy exigente con vos mismo?
-Con quien más exigente soy es conmigo. No me alegra cuando veo las cosas que no salen como quiero, me pasa todo el tiempo. Pero los errores más maravillosos son los errores en el corte, no corto con patrón, corto como viene y se me puede ir la tijera, ahí digo: "De esto tiene que salir una maravilla".
-¿Qué es la alta costura?
-Hay dos tipos de alta costura: la realización de alta costura y la alta costura de los creativos.
-¿Cuál es la diferencia?
-La creatividad es hacer un vestido que tenga espíritu. Es un don que tenés y lo ponés en esa creación. Yo pienso un vestido y lo imagino con muchas cosas, y después cuando lo voy haciendo finalmente no tiene ninguna de esas cosas que pensé en el comienzo porque a medida que lo voy creando lo vivo de otras formas.
Algunos dicen que la alta costura pasa de moda y que no se puede parar esa transformación, que hay un cambio muy grande. ¿Cómo recibís ese cambio?
-Hay un cambio porque el mundo ha cambiado, las mujeres han cambiado. No hacés más cierto tipo de vestidos. Uno para salir a la mañana, otro para la tarde, con guantes, sombrero. Eso ha evolucionado. Pero, siempre el prêt-à-porter, las tendencias, salen de la alta costura. Ahora, hoy, la alta costura sale de la calle. Se inspira en la calle. Ya no podés quedarte en el vestidito de hace 20 años.
Siento la necesidad de hablar con Benito [Fernández], Gabriel Lage y Pablo Ramírez, los voy a llamar, lo necesito. No me hizo bien, fue algo impulsivo
-¿Cómo fue trabajar durante casi todo el año con Juan Viale?
-Cuando nos encontramos por primera vez hubo un feeling inmediato. Esto me hace pensar nuevas posibilidades. Tuve que aprender mucho y estoy aprendiendo. Pensar en otros factores, en las luces, en que tiene que ser cómodo para caminar. Esencialmente, Juana es muy inspiradora.
-Decís siempre: "Uno puede ver cómo se le ilumina la cara a una mujer cuando creás un diseño sobre ella".
-Inmediatamente. La mujer se siente feliz. Hay algo que la hace sentir plena.
-¿Tiene que ver con tu manera de mirar a la mujer y con tu forma de respetarla, escucharla, conocer su personalidad?
-Absolutamente. Cuando no tenía mannequins y tenía que probar con mamá, ella se quedaba horas para que yo le hiciera cada vestido, no era solo porque era una mamá que ayudaba a su hijo. Yo la veía cómo disfrutaba. Cuando ves a una mujer que se siente cómoda en un vestido le cambia la expresión, puede estar despeinada y la ves perfecta, es lo que le pasa, lo que emana.
-¿Cuántas horas lleva hacer un vestido de alta costura?
-Una vez, en 1970, tardé dos semanas en cortar un tapado que era al bies. Hoy tardaría lo mismo con ese material de cuadros irregulares. Hay cosas que uno puede estar días dando vueltas y otras que hacés tac y salen. Es mágico. Los más simples quizás te pueden llevar una semana de tiempo. Un vestido de novia, desde una semana a tres meses.
-¿Qué esperás para el año próximo?
-Lo primero, que se acabe este virus. A pesar de todo lo que ha pasado en el mundo siento que mi creatividad está intacta. Cuando ya no lo sienta dejaré de trabajar, pero aún mi espíritu creativo está vivo.
El Alma de un creador
Un día de 1984 toqué timbre en Rodríguez Peña 1044, la Maison de Gino Bogani. Me temblaban las piernas, iba a ver al diseñador más importante de alta costura en la Argentina. Ser una de sus musas era, en aquel momento, un sueño. Me encontré con un hombre cálido, cercano, que me miró e inmediatamente conectó conmigo. Fue el comienzo de una relación creativa que luego se convirtió en una entrañable amistad. Ahora vuelvo al mismo lugar, desde otro rol. Acaba de morir uno de sus colaboradores más cercanos, quien trabajó más de 20 años a su lado. Está triste. Pero a este diseñador que nació en Libia, en el norte de África y que vivió en Mar del Plata antes de radicarse en Buenos Aires, se le ilumina el rostro cuando recuerda a su madre, Alma, la primera y más importante de sus musas. Con ella siempre presente, emprende un diálogo sincero, lleno de autocrítica y revisión.
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