Gianni Lunadei, el genial cómico que no pudo esquivar la tragedia
Amado por el público, respetado por sus compañeros y mimado por la crítica. Su versatilidad lo llevó a transitar con soltura todos los géneros y su genialidad hizo que algunas de sus creaciones trascendieran para siempre. La noticia de su muerte fue tan triste como sorpresiva, y dejó a todos con una sensación amarga: el 17 de junio de 1998, Gianni Lunadei se quitó la vida, pegándose un tiro en la boca.
Había nacido en Roma, en 1938, en la antesala de la Segunda Guerra Mundial. Durante su infancia, su padre albañil y su madre costurera hacían lo posible por sobrevivir y, a pesar de la hambruna que devino a la caída del fascismo, procuraban que su hijo conociera y disfrutara de la belleza del arte. Por eso, porque pensaban que era un bálsamo para el pequeño Gianni o tal vez porque también para ellos era un momento de disfrute entre tanta desdicha, los dos solían llevarlo al teatro La Ópera. Y así, sembraron la semilla que años más tarde echaría raíces en un suelo muy lejano.
Mi Buenos Aires querido
Como muchos europeos de aquella época, los Lunadei consideraron que la Argentina, un país por entonces pujante, podría brindarles esa posibilidad de progreso que Italia les negaba. Por eso, el 11 de junio de 1950 Gianni llegó, solo, a este lejano y prometedor país del Cono Sur para reencontrarse con su madre, que había viajado unos meses antes. Poco tiempo después, se les sumaría su padre. "Allí terminó una odisea. Y comenzó otra", resumía el actor, que nunca quiso volver a pisar suelo romano.
"Me encontré con una Argentina hermosa, que parecía salida de un cuento. Un lugar en el que hasta el cine valía 20 centavos, el tranvía valía 5 centavos y había días en los que ni siquiera se pagaba. Un lugar en donde las confiterías ponían las facturas del día anterior en la calle para que la gente comiera. Era una cosa maravillosa", explicaba.
La adaptación a este nuevo mundo no le costó demasiado: "Aprendí a hablar castellano en quince días de la necesidad de comunicarme y de la felicidad que tenía de estar acá", contó en una entrevista realizada por Teté Coustarot en Siglo XX Cambalache.
Aquí, a los 16 años, Gianni decidió una tarde hacerse "la rata" en el colegio. Y mientras jugaba solo al billar, se le acercó un muchacho que lo invitó a ir al teatro. Acostumbrado a las óperas de su niñez, se sorprendió al ver que los textos eran completamente en prosa. Y eso le fascinó. Por primera vez, sintió que, con mucho trabajo y otro poco de suerte, podría convertirse en actor, como aquellos que habían llenado de color y alegría su complicada infancia y, a la vez, lo habían invitado a soñar y reflexionar.
Con esa idea en mente, al día siguiente se anotó en la Escuela de Teatro de Morón. Aquella decisión que lo llenó de paz, no fue bien recibida por su padre albañil, que había soñado con un hijo arquitecto.
Los comienzos
Pero las cartas ya estaban echadas y no hubo tiempo para reproches. A los meses de haber comenzados sus estudios, debutó en una puesta de Todos eran mis hijos. Y, gracias a su histrionismo y a su increíble facilidad tanto para la comedia como por la tragedia, al tiempo ya se lucía como parte del grupo Los Independientes. En 1955 pisó por primera vez el escenario del Teatro Cervantes, como parte del elenco de la ópera de Mozart El Empresario, bajo las órdenes de Alejandro Casona.
Luego formó parte de la Comedia Provincial, de la Comedia Nacional durante once años, y del elenco estable del Teatro San Martín. Allí se metería de lleno en el teatro clásico, donde encontraría los roles que lo llevarían a la consagración. Don Juan, La dama boba y Drácula fueron algunas de las puestas que en aquella época lo tuvieron como protagonista. Con su composición en Marat-Sade, dirigido por Marcos Madanes, terminaría por conquistar al público y a la crítica.
China Zorrilla fue quien lo introdujo en el mundo de la comedia, luego de haberlo observado en un bar del microcentro, hablando y haciendo lo que más disfrutaba: entretener a sus compañeros. Su composición de Pantaleón, en Arlequín, servidor de dos patrones, estrenada en 1974, hizo que la crítica volviera a posar sus ojos en él, esta vez por su don para el humor. Aquella obra se mantuvo en cartelera por varias temporadas y gracias a ella obtuvo el premio Molière, que incluía un viaje a Francia. Sin embargo, Lunadei decidió no hacer uso del pasaje y la estadía. Luego de su llegada a la Argentina, Gianni saldría en contadas ocasiones del país, en todas ellas a Uruguay, y solo por cuestiones de trabajo.
La televisión
A pesar de que consideraba que "el teatro es elitista" y "sólo la televisión mantiene vigente a un actor", su desembarco en la pantalla chica no fue fácil. Y, aunque parezca increíble, su enorme versatilidad fue lo que le jugó en contra. Mientras otros actores de su época se lucían en versiones televisivas de grandes clásicos y otros se imponían como los reyes del humor, a Gianni le costó dar con personajes con los que lograr su lucimiento.
Debutó en una adaptación para la pantalla chica de Navegantes del génesis, para el ciclo Teatro como en el teatro, de Canal 13. Ese mismo año, 1966, formó parte del staff de galanes de la telenovela de Canal 9 Cuarto hombres para Eva.
La dupla que conformó con Juan Carlos Mesa fue, quizá, la más recordada. Comenzaron a trabajar juntos en Mesa de Noticias (1983-1985), donde Lunadei personificó a Gianni De La Nata, un maquiavélico, desleal y obsecuente empleado que popularizó la frase "Le pertenezco". Volverían a encontrarse una década más tarde en El Gordo y el Flaco, dándole vida nuevamente a los mismos personajes que entretuvieron a toda una generación.
Otra de sus grandes plataformas fue Matrimonios y algo más, el emblemático programa de Hugo Moser en el que Lunadei supo destacarse en varios papeles a lo largo de sus innumerables temporadas. Entre muchas otras criaturas, supo ser "Cartucho", el compañero del taller mecánico de "El Groncho", y también un divertido abuelo italiano que pemanecía en un segundo plano de las situaciones familiares, aunque siempre conseguía hacerse notar.
Sus últimos roles televisivos fueron un ejemplo de lo ecléctica que fue su carrera: participó de la miniserie policial Archivo Negro junto a su compatriota Rodolfo Ranni, del unitario Señoras y Señores y de la comedia semanal Locas por ellos, con Graciela Dufau y Moria Casán.
La tristeza
A pesar de que era una de las caras más conocidas de la televisión, nunca dejó de brillar sobre el escenario -hizo teatro durante 37 años, sin descanso- y fue convocado para filmar más de 15 películas (Plata dulce, La clínica del doctor Cureta, Juan que reía, Las puertitas del Señor López, entre otras), Gianni tenía un profundo miedo a quedarse sin trabajo. Cada vez que eso ocurría, los fantasmas de la tristeza comenzaban a rondarlo.
Cinco años antes de su muerte, el actor había sido internado debido a una descompensación física. Algunas crónicas de aquel momento daban por cierta la versión de que había intentado suicidarse, hecho que fue categóricamente negado tanto por Lunadei como por su entorno más cercano. Al año siguiente, otra descompensación obligó a una nueva internación, esta vez en el área de Psicopatología del Hospital Italiano.
La salud del gran actor italo-argentino ya había sido motivo de alarma varios años antes. En 1983, un rumor generó desazón en las redacciones: Gianni Lunadei se había suicidado. "No sé de dónde salió esa versión. Hace unas semanas tuve una descompensación de presión. Mezclé dos medicamentos que hicieron efecto rebote y me tuvieron que internar de urgencia. Nada más. Estuve mal, sí, en un estado que yo llamaría más depresivo que otra cosa. Pero no creo en los intentos de suicidio. Si alguien quiere suicidarse, se suicida. ¡Qué se yo...! Es tan fácil", contaba sobre aquel episodio, en una entrevista.
En varias ocasiones Lunadei confesó que estar sin trabajo lo deprimía. Actuando era feliz. Y entonces, cuando surgía otro proyecto, aquellos fantasmas parecían abandonarlo. "No me puedo quejar; no sé que es la desocupación, pero le tengo miedo como cualquier hijo de vecino, sea plomero o concertista de piano. No solamente implica la falta de tu actividad, que cuando tiene que ver con la vocación es un placer; después está lo más importante, que es lo económico. Porque las cuentas llegan puntualmente como la muerte. He tenido épocas donde he trabajado menos, pero siempre me alcanzó para pagar las cuentas", contó unos meses antes de su muerte.
Padre de tres hijos y una hija, Alejandro, Valeriano, Ignacio y Magdalena, Gianni pasó por el altar en varias oportunidades, pero encontraría en su amiga Perla Caron a la compañera ideal. Tras 24 años de camaradería, los actores decidieron dar un paso más allá. Y luego de 10 años de noviazgo, probaron la convivencia. "Ella se casó cuatro veces y yo seis. Somos cancheros en el asunto. Estamos un poco los dos con miedo, porque uno se siente, o puede llegar a sentirse, un poco privado de su libertad. Uno está comiendo con el amigo y pensando que si Perla vuelve del Viejo Almacén a la una, uno tiene que llegar un poco antes", afirmó en una entrevista, en 1997.
Con respecto a sus anteriores experiencias matrimoniales, explicó: "Esas cosas se toman en broma, pero todavía me resultan un poco urticantes, porque yo no asumí que tengo 59 años. Hay amor, hay afecto, hay de todo, pero... En algunos aspectos... Pero tenemos una cosa que es la compañía, que es el amor, que es la pareja, que es esa dualidad que se convierte en una unidad, eso es el amor y eso no tiene precio. Vivimos para ayudarnos. Compartimos el bien y los tiempos malos".
En 1997, Lunadei había decidido abandonar su casa en Berazategui para volver a la Ciudad de Buenos Aires y estar así más cerca de su familia. Por eso, se instaló en el departamento de Caron; el mismo en el que fue encontrado sin vida. "Me mudé 14 veces, era casi un hobby. Ahora quiero estar tranquilo, entonces, me fui a vivir con Perla a su casa. Yo vivía en el campo... Cuando uno ya se pone un poquito mayor comienza a trabajar la soledad, el silencio ya no es el mismo de antes; de pronto se convierte en algo triste. Antes era apreciable por el reposo, pero cuando estás lejos de los que querés, de tus hijos, de tu trabajo, empieza a hacerse sentir la soledad. Con Perla vivimos juntos desde hace 2 meses", contaba el actor, seis meses antes de acabar con su vida.
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