Geraldine Chaplin: "Mi padre era severo, pero se babeaba por mí"
Aquel fue el día más trágico de su vida. Tenía ocho años y su hermano, seis. Se escaparon de casa, donde el amor y los cuidados abundaban, para vivir una aventura. En las cálidas colinas de Los Ángeles una gélida vecina se cruzó con los niños. "Somos hijos de Charles Chaplin , de Charles Chaplin, de Chaplin", le cantaron como escudo a esa mirada impía de adulto. "No sé quién es ese hombre. No lo conozco". Sin un látigo en la palma de la mano, aquella respuesta golpeó a la mayor de los hermanos y regresó de inmediato a su casa junto con su hermanito. Ya había conocido la crueldad del mundo. Geraldine Chaplin se planteó por primera vez el concepto de ficción: ¿La habían criado en una mentira? ¿Era su papá realmente el genio que exaltaban en su hogar? Los adultos pueden causar mucho daño a los niños, pueden torcer su destino de modo radical. Es precisamente en Camino sinuoso, la película que se estrenó el jueves, donde la actriz de 73 años interpreta a una abuela con la facultad de cambiar la suerte de su nieta.
"He interpretado abuelas buenas, putas, carnívoras, pero esta es una serpiente", dice en una conversación telefónica desde su casa en Suiza.
Camino sinuoso es la ópera primera de Juan Pablo Kolodziej, una historia donde una exatleta olímpica, interpretada por Juana Viale, viaja a su pasado para reencontrarse con sus raíces en aquel pueblito de la Patagonia, filmado en los escenarios naturales de Villa La Angostura. Arturo Puig, Gustavo Pardi, Antonio Birabent, Javier Drolas, María Marull, Hugo Arana y Carolina Barbosa completan este elenco de un relato, como su título lo indica, lleno de curvas y abismos al son de las partituras de Fito Páez. Su personaje, Mimi, aparenta una dulzura en un inicio... "pero es una serpiente. Me enamoré de Gustavo Pardi. ¡Qué pareja que hicimos! Fue una experiencia maravillosa trabajar con un director tan joven como Juan Pablo Kolodziej. Había leído el guion y me parecía una historia muy de serie negra, retorcida, extraña. Y hacer esta vieja tan horrible, me encantó", afirma contundente.
¿Qué le pasa cuando ve las escenas violentas en las que participa?
-Me trastornan totalmente. Hacerlas no me importa, pero verlas sí. Es lo que hay. Teníamos unos dobles que eran muy buenos, muy perfeccionistas, y yo podía hacer esas escenas, pero era peligroso.
-La violencia machista es un tema central de la película. ¿Cómo vive este momento de empoderamiento femenino y #MeToo?
-Ya era hora. De verdad. Lo vivo apartada, no porque no me toque, pero lo aplaudo. Como todo movimiento a veces puede pasarse, como dijo Catherine Deneuve: "Oye, ¿vamos a poder flirtear o no?". Me parece que ya estamos cansadas.
-Dijo que no le sorprendió el escándalo de Harvey Weinstein.
-No, no me sorprende. Tengo muchas amigas y familia que han pasado por ahí y siempre con él era el masajito, esas cosas... Ha pasado siempre. Es un cerdo bastante horrible. Y no dio los papeles a esas actrices. Este cerdo les prometía papeles a las chicas, y ni siquiera se los daba.
-¿Es machista el mundo del cine?
-Machista ha sido siempre. Los hombres tienen más papeles que las mujeres, pero está cambiando.
-Trabaja mucho a pesar, como usted dice, de la edad.
-Sí, y gracias a mis arrugas, porque no me he hecho cirugías. Como soy muy vieja y cuando quieren viejas de verdad, sobre todo de tiempos antiguos, estoy primera en la lista. Cuando ya no tenga trabajo me voy a estirar toda, voy a donar kilómetros de piel.
¿Se imagina alguna vez dejar la actuación?
-No, pero quizá no tenga más trabajo porque me dejen de llamar.
¿Vuelve a ver las películas donde actuó?
-No suelo hacerlo a menudo, pero sí la veo. A veces cuando cumplen años y hay retrospectivas y me invitan. Quizá la que haya visto más veces es Doctor Zhivago.
¿Qué recuerdos tiene de esa película?
-Recuerdo el calor porque era pleno verano en Madrid y la nieve artificial era de polvo de mármol. Teníamos vestidos muy gordos de invierno y actuábamos como si tuviéramos frío.
-¿Qué diferencia hay entre la actriz de aquel tiempo y la de hoy? ¿Cómo evalúa su técnica con el transcurso de los años?
-Espero que hoy sea mejor actriz que hace tiempo. El mío es un trabajo de adaptabilidad, tengo que ser muy camaleónica con cada director con el que trabajo. Por ejemplo, un director quiere muchas sugerencias; otro, quiere que siga el guion. Tengo que ser de barro para que el director haga conmigo la escultura que él quiera.
-Ha participado de grandes producciones de acción, como Jurassic World, el reino caído, dirigida por su amigo J. A Bayona. ¿Cómo se lleva con este género?
-Cada película es terriblemente difícil, casi al punto de ser imposible. Cuando la película se acaba, la ves y es una porquería, es terrible; cuando está bien, es maravilloso. Pero nunca sé cómo quedará hasta que la veo. Fue difícil actuar con todas esas pantallas y esa tecnología en Jurassic World, pero yo solo obedezco.
-¿Cómo fue su experiencia con Pedro Almodóvar?
-Es un hombre cuyo cerebro galopa a una velocidad increíble, pero su corazón lo hace al mismo ritmo. Los directores son o muy intelectuales o puro corazón. Él tiene ambas virtudes. En Hable con ella me reconcilió con la danza.
Geraldine Chaplin, ecléctica, desenfadada, políglota y diminuta acepta participar en producciones millonarias y también se pone a las órdenes de directores debutantes, en dramas familiares (Tierra firme, junto a su hija Oona Chaplin, la actriz que tuvo con su pareja el fotógrafo chileno Patricio Castilla), en series de ciencia ficción (Electric Dreams, basada en los cuentos de Philip K. Dick), en historias controvertidas (Dólares de arena) o en reconstrucciones históricas (Red Land). La hija mayor de Charlot, como llama a su célebre padre, y de Oona O'Neill -hija del dramaturgo Eugene O'Neill-, tuvo una pequeña participación en Candilejas cuando tenía 5 años y antes de querer continuar los pasos de su padre, imaginó una carrera en la danza. A los 22 años tuvo su primer papel junto a Jean-Paul Belmondo y, sin escalas, fue seleccionada para interpretar a Tonya en Doctor Zhivago. Fue pareja de Carlos Saura, con quien tuvo un hijo, hoy reconocido psicoanalista, y musa del realizador español en Cría cuervos, Elisa, vida mía, Los ojos vendados -una película de 1978 donde denunciaba las desapariciones y torturas que ocurrían en la Argentina- y la alegórica Ana y los lobos, que sorteaba la censura de 1973 con una crítica, aún en pleno régimen franquista, al Ejército, a la Iglesia y a la aristocracia.
-En Los ojos vendados su personaje dice: "Quiero ser actriz". ¿Cuándo expresó este deseo en la vida real?
-Cuando me iba mal en todo lo demás. "Tengo un apellido muy famoso, va a ser fácil, voy a ganar dinero, a ser libre", pensé. Fue fácil al principio porque enseguida tuve un agente, pero luego me enamoré del trabajo.
-¿Eso es malo?
-Hace que todo sea mucho más difícil, como en el amor siempre. A veces te entregas y te olvidas de todo.
-¿Qué decía su padre de su trabajo? ¿Qué dijo, por ejemplo, de su papel en Doctor Zhivago?
-Le gustó mucho. Me dijo: "Tú eres lo mejor de la película".
-¿Su padre le daba consejos?
-No, siempre le pedía una crítica constructiva y nunca la he tenido. O quizá pensaba que era tan mala que no valía la pena que comentara lo que hacía. Me protegía y adoraba. De él he aprendido, porque era lo que veía, su autodisciplina por el trabajo.
-Hablemos de su madre. ¿Vio Rebel in the Rye, la última película de Kevin Spacey, donde aparece la relación que su madre tuvo con J.D. Salinger? ¿Leyó la novela de Frédéric Beigbeder, también sobre este vínculo?
-No he visto la película. Sí he leído la novela y me parece genial. Me encanta ese libro, magnífico, un verdadero tour de force. Tuvieron un romance cuando eran los dos muy pequeños. Qué bonito tomar una historia de verdad y luego imaginar otro final, cuando Salinger vuelve de la guerra, ese reencuentro... Me merece toda la admiración del mundo. Me tocó mucho ese libro. Los hijos de Salinger decían que él nunca había querido a su madre.
-El vínculo entre sus padres fue muy distinto y un escándalo en su época por la diferencia de edad [ella 17; él 53].
-La historia de amor entre mis padres fue tan fuerte que duró hasta su muerte. A mi madre le costó una pelea con su padre, que no quiso conocer a sus nietos.
-Usted cuenta que estuvo peleada con su padre cuando era adolescente. ¿Fue una hija rebelde?
-Fue sano estar peleados. Siempre he sido la que abre caminos, pero nadie de nosotros ha sido rebelde. Nacimos todos con una cuchara de oro en la boca y un pan debajo del brazo. Era severo, pero se le caía la baba por mí.
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