Georgina Barbarossa: sus cábalas para ganar el Martín Fierro, los motivos por los que aceptó conducir La Peña de Morfi y la felicidad por convertirse en abuela
La actriz y conductora charló con LA NACION horas antes de la entrega de los premios más importantes de la TV, contó cómo será su look para la gran gala, el desafío que significa conducir dos programas y el recuerdo de Gerardo Rozín
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No hay persona que no la ame. Divertida, espontánea y carismática, Georgina Barbarossa es de esas figuras del ambiente que se sienten cercanas, que no entienden de divismos y que contagian energía positiva a cada paso. Ya sea sobre un escenario o en la pantalla -actuando en una novela, participando de un reality o conduciendo un magazine- la actriz y conductora ha creado un estilo, ese que la hace tan única y querida entre el público.
“Para mí ir a trabajar es ir a jugar. Si no me divierto, por más que esté haciendo una tragedia, no puedo”, advierte Barbarossa en una íntima charla con LA NACIÓN, mientras agradece su gran presente profesional y personal. Es que, en el plano laboral, está viviendo su revancha como conductora con su magazine A la Barbarossa y, desde hace un tiempo, con La Peña de Morfi, ciclo al que se unió tras la repentina desvinculación de Jey Mammon. En el terreno sentimental, está por estrenar uno de los títulos más lindos de la vida: ser abuela. “Estoy muy feliz, plena, esperando que nazca Julia. Pienso todo el tiempo en cómo será, si será parecida a Juan o a Lucy (mi nuera). Lo que lloré cuando escuché el corazoncito por primera vez en una ecografía”, confiesa emocionada quién espera su llegada para el mes de octubre.
Feliz y agradecida por estar doblemente nominada a los premios Martín Fierro este domingo -competirá en labor en conducción femenina y, con su matutino, en la categoría magazine- Georgina nos cuenta sus preparativos para esta gran fiesta de la televisión, sus cábalas y qué es lo que más le gusta de este tipo de ceremonias. A su vez, revela los motivos que la llevaron a aceptar la conducción de La Peña de Morfi y cómo el recuerdo de Gerardo Rozín influyó en su decisión.
-¿Cómo te preparás para la gala de los Martín Fierro?
-¡Estoy feliz! Es todo un acontecimiento, parece un casamiento. Lo vivo como un agradecimiento, más en este momento de mi vida que lo siento como una revancha. Después de tantos años que quería conducir que, de repente, me llamen para hacer A la Barbarossa fue como una bendición.
-Además del programa, estás nominada como conductora… ¿Te ves ganadora?
-Te juro que nunca tuve tantas ganas de ganarlo porque como conductora no tengo ninguno. Más allá del reconocimiento (porque yo soy muy apasionada de mi trabajo), mis hijos eran chiquitos cuando yo me gané el Martín Fierro entonces tengo ganas que vean a su mamá ganarlo y dedicárselo a ellos, que son mis compañeros de ruta.
-¿Ya preparaste el discurso?
-No, porque cuando armo discurso no me gano nada, así que esta vez voy sin nada (risas).
-O sea que la cábala es esa…
-Sí, además de entrar con el pie derecho e invocar a todos los que me acompañan desde arriba. Mi mamá, mi papá, el Vasco, Aida y Jorge Luz, Nini Marshall, Ana María Campoy y Beatriz Bonet, porque ellos han sido mis maestros; los amo.
-¿Sos de hablar mucho con los que ya no están?
-Sí, mucho. Cuando me despierto, rezo y le pido a Vasco que cuide a sus hijos y ahora a su nieta que viene en camino. ¡Pobre, lo tengo harto! Dicen que no podés nombrar a los muertos pero bueno, cuando me muera ya subirá conmigo. Lo mismo con mi vieja; para mí fue ella la que me mandó la bendición de tanto trabajo.
-Volviendo al domingo, ¿con quién vas a ir?
-Este año me acompaña Alejandra Benevento, que es mi representante pero también es mi compañera de ruta porque hace 20 o 30 años que trabajamos juntas. Somos como madre e hija, nos peleamos y todo. ¡La amo!
-¿Qué es lo que más te gusta de este tipo de premiaciones?
-Verme con mis compañeros, porque hay tan poca ficción que ya casi uno se ve. Cuando hacés un proyecto, te ves todos los días pero después termina y por ahí no te ves más. Tenemos una vida tan de locos, corremos tanto que hoy no te podés ver con todos los que uno quiere, así que estas fiestas son una gran oportunidad para reencontrarse.
-¿Con quién tenés muchas ganas de reencontrarte?
-De los que van a ir, con todos. Para mí, ir a trabajar es ir a jugar. Esto es lo que tenemos los actores, somos como niños grandes que vamos a jugar. Si no me divierto, por más que esté haciendo una tragedia, no puedo. Necesito la previa de los camarines, el post; es lo que más me gusta. Se arman familias porque estás trabajando durante un año entero y después, de repente, te dejás de ver y te querés muchísimo. Por ejemplo, estoy ansiosa por encontrarme con la gente de MasterChef que me han hecho tan feliz.
-¿Quién te va a vestir?
-Elegí un vestido negro clásico de Rocío Rivero, una diseñadora joven que adoro. Por lo general le hace cosas divinas a todas las modelos, y ahora a mí (risas). El peinado no sé porque hice una encuesta en mis redes para ver si pelo recogido o suelto pero salió 49 a 51, así que no me ayudaron en nada. No sé, tendré que decidir en el momento. Los zapatos divinos color peltre son de Luz Príncipe y las joyas de Jean Pierre, que me van a poner un custodio como en las películas. Termina la fiesta y te arrancan todo como la Cenicienta (risas).
-¿Vas a ir a la fiesta post ceremonia?
-Me invitaron pero voy a ir dos minutos, tiro bomba de humo y me voy porque al otro día tengo que hacer el programa. Voy a dormir apurada porque el lunes tengo que estar brillante chimenteando todo lo del Martín Fierro.
-Finalmente Jey Mammon confirmó que va a ir, pero en caso de que no sea así… ¿Vas a subir si gana La Peña de Morfi?
-No, porque se premia a La Peña del año pasado; yo no tengo nada que ver. Voy a estar en la mesa con los panelistas de mi programa (Analía Franchín, Noelia Antonelli, Pía Shaw, Nancy Pazos, Paulo Kablan y Lío Pecoraro) y la producción, que es una mezcla de Kuarzo y Telefe y la amo. Va a ser una mesaza, así que estoy feliz.
-¿Cómo fue tu reacción cuando te llamaron para conducir La Peña?
-Al toque dije que sí, pero primero lo llamé a Jey para avisarle que iba a conducir. Por una cuestión de ética le dije ‘te voy a cuidar el rancho’, pensando que era una cosa pasajera. Después bueno, fue una especie de bomba que cayó en el canal. Él lo tomó bien.
-¿Cómo viviste todo el caso?
-Fue muy triste. Ese día yo no podía ni hablar de lo que lloraba. No me imaginé nunca que iba a ser todo tan terrible. Al principio pensás que es una pesadilla que no está pasando. Yo compartí una obra de teatro con él -Los Grimaldi-, la gira y todo un año de Tu cara me suena. Por eso es un tema muy doloroso y triste para mí. Nunca pensé que tendría que hacerme cargo de un programa en estas condiciones. Además, sentía la responsabilidad de cuidar el programa de Gerardo (Rozín) y no fallarle.
-¿Sentís que es algo que le debías a Rozín?
-Sí. Yo quiero mucho al programa porque él le puso tanto amor... Gerardo amaba la música, los artistas; era un enfermo a la hora de producir. Creo que dejó marcado el camino. De hecho, para mí está ahí dando vueltas en el estudio; yo lo siento. Así que cuando el canal me lo pidió, no lo dudé. Aparte era un programa que veía porque no hay lugares así donde puedas escuchar distintas disciplinas de la música y la danza, además de que te acompaña siempre. Te despertás, desayunás y está La Peña; vas a sacar al perro, volvés y está La Peña; preparás la comida, almorzás y está La Peña…
-¿En qué quedó ese rumor de que se iban a alternar con La Sole Pastorutti?
-La Sole nunca dijo que sí. Hizo el reemplazo cuando Rozín estaba enfermo, pero tiene un montón de shows, de giras y de compromisos. Hasta diciembre estoy yo. Después, el año que viene si el programa sigue buscarán a alguien.
-¿A qué cantante o grupo del que eras fan pudiste conocer?
-A todos los cantantes nuevos o raperos no conocía a ninguno. Quedé fascinada con el trío Dos más uno, que es la banda del programa y lo descubrió Rozín. El domingo pasado también me encantó reencontrarme con Gerónimo Rauch, que lo conozco de chiquito porque es el hijo de mi obstetra y lo adoro. Para mí es un orgullo porque es como si fuese mi hijo; tiene un talento descomunal. También fue muy lindo cuando vinieron Alejandro Lerner o el “Negro” Lavié. Además de los shows, me encanta hacer los mano a mano, me preparo mucho.
-Hablando de Rozín, él también fue muy importante en la reconciliación con tu hermana Mercedes…
-Ay sí, gracias a él nos amigamos. Nos habíamos peleado; esas cosas que pasan cuando sos más chica porque ahora discutir me parece una estupidez; la vida es tan corta… Y más con un hermano. Pero bueno, estábamos peleadas y hacía como un año que no nos hablábamos, encima ella vivía en España. Cuando Gerardo me invita a su programa Gracias por venir, me pone el video de ella con sus dos hijas y te juro que lloré con ruido. Fue muy emocionante. Después de eso obvio que la llamé y nos amigamos.
-¿Cómo está el vínculo hoy?
-Está perfecto. Mamá murió en mitad de la pandemia (en agosto 2020) entonces ella no pudo viajar y vino después. Se quedó como tres meses. Así que fue muy emotivo el reencuentro, revisar la ropa de mamá juntas, sus cosas. Mi hermano también vino de Córdoba y fue muy lindo; nos debíamos eso de reencontrarnos los tres.
-Y ahora se agranda la familia… ¿Cómo estás viviendo la noticia de que vas a ser abuela?
-¡Estoy feliz! Pienso todo el tiempo en cómo será, si será parecida a Juan o a Lucy, me van mostrando las ecografías. Lo que lloré cuando escuché el corazoncito por primera vez… Ya le compré un jean para cuando tenga un año, estoy un poco ansiosa (risas). A veces me ato los dedos para no torturarlos por teléfono, pero mi tiempo de revancha va a ser cuando estén cansados y no puedan dormir, ahí me la voy a disfrutar a pleno.
-Al principio te tenían amordazada…
-Sí, recién cuando cumplieron los cuatro meses de embarazo me dejaron contarlo. Me acuerdo que lo conté en el programa y al día siguiente Juan me dice: “Pero vieja, contaste todo… Que va a ser una nena, que se va a llamar Julia. ¡Cómo sos, eh!”. Ellos son re bajo perfil, no les gustan las cámaras y mantienen su vida muy intima. El año pasado cuando se casaron, mi hijo me dijo: “Llega a aparecer algún fotógrafo o periodista y te mato”, así que me mordí la lengua.
-O sea que ni chances de que te acompañen al Martín Fierro…
-¡No! Es más, fui yo la que les dije que ni vengan porque sé que la van a pasar mal. Este año los liberé (risas). Cuando eran chicos, era una tortura salir conmigo. Un día se me ocurrió llevarlos a Alto Palermo a ver a Papá Noel; casi nos matan y me los aplastan. No podíamos ni ir al zoológico, ni al botánico, ni a la plaza, entonces muchas salidas las hacían con el padre. Se divertían muchísimo y yo me moría de celos. Y después, cuando fue lo de Vasco, fueron muy agobiados por la prensa, entonces no quieren saber nada.
-Hablemos de A la Barbarossa… ¿Cómo se logra un equilibrio entre informar y divertir cuando la realidad diaria es tan dura?
-Yo estoy feliz porque siento que encontramos un equilibrio entre la actualidad y la alegría. Tenemos la tarea de visibilizar cosas que de otra manera la gente no se enteraría. Ayudamos a que el político, el gobernador o el intendente se enteren que hay un problema; sino la gente está sola. La gente ya no le cree a sus gobernantes ni a la justicia, así que visibilizando sus problemáticas y colaborando con lo que necesiten me siento útil. A veces uno siente impotencia porque quiere ayudar a todo el mundo y no se puede. Pero lo que más me gusta es que le hacemos un seguimiento a cada caso; es un trabajo social.
-¿Cómo estás viviendo lo de Silvina Luna?
-Es muy duro, pobrecita. Yo lo que no quiero es que sufra, hace mucho tiempo la está pasando mal. Creo que con esto todos tenemos que aprender y darnos cuenta. Primero, de la impunidad con la que trabaja este tipo que no puedo creer que siga ejerciendo. Yo tuve la suerte de hacerle a ella uno de los últimos reportajes en La Peña; tenía toda la ilusión de tener hijos, unas ganas de vivir… Ella siempre habló de su inseguridad, de la falta de cariño y afecto, del bullying que le hacían en el colegio, de los problemas con sus padres; todo eso más el querer sentirse mejor la llevaron a esto. Yo a veces me miro al espejo y pienso: “¿Y si me opero la papada?” pero después inmediatamente digo: “¡Georgina, dejate de hinchar!” porque uno tiene que quererse y aceptarse tal como es.
-Te escuché decir que rezás por ella ni bien te levantás…
-Sí, ya parezco una monja, pero yo creo mucho en la energía, la meditación y la oración; el poder de la energía y de elevar un buen pensamiento es maravilloso. Así que hoy me desperté a las 5 de la mañana y empecé a rezar por ella. Por suerte tiene al hermano, todo el amor de sus amigos y del pueblo argentino.
-En las últimas horas se rumoreó que Mirtha Legrand estaría arreglando su pase a Telefe… ¿Te gustaría?
-No sé nada, pero me encantaría. Por empezar, me encantaría llegar a su edad con esa lucidez. Es tan memoriosa, está siempre tan informada. El otro día me la encontré en la cena de la Fundación del Hospital Rivadavia y le dije que quería verla en la tele, ya sea en Telefe, en América, en eltrece, donde fuera. A ella no le importa otra cosa que ir a trabajar, es lo que más le gusta. Obvio que si viene a Telefe, bienvenida, es un referente que adoro.
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