Dicen que se fue en paz, mientras dormía. Eugenia "Geni" Laprida, la hija mayor de la Trilliza de Oro María Eugenia Fernández Rousse (58) y Horacio Laprida, murió ayer tras batallar durante más de dos años contra un cáncer de mama que en el último tiempo se había complicado mucho. La artista plástica, que estaba casada con el arquitecto César Bustos (39) y era mamá de César (11) y Cala (5), estuvo internada hasta el último momento en el Hospital Alemán. Con mucha reserva, su familia decidió que no hubiera velorio y darle el adiós definitivo con una ceremonia íntima durante su entierro en el cementerio Memorial de Pilar. Con el apoyo incondicional de sus hermanas, María Laura Trotz y María Emilia Zavaleta, María Eugenia le hizo frente al momento más doloroso de su vida y procuró con estoicismo contener al resto de sus hijos, Horacio, Laura y Pilar.
Sus primeros pasos
Geni terminó de cursar la secundaria en el colegio St. Hildas y ya entonces sabía que su vocación tenía que ver con convertirse en artista plástica. "El polo y la pintura forman parte de mi vida desde que nací. Mientras mis hermanas pedían muñecas de regalo, yo sólo quería lápices para seguir pintando servilletas o cualquier cosa que tuviese a mi alcance", reveló en 2011 en exclusiva a ¡Hola! Argentina cuando ya preparaba una nueva muestra de arte ecuestre en el Abierto Argentino de Polo. "Gran parte de mi camino se lo debo al apoyo de mi familia. De papá heredé esa filosofía de esforzarme duro para conseguir las cosas. El trabajo, la honestidad y ser consistente en lo que uno quiere, son valores que me enseñó él. El lado sensible y artístico lo heredé de mamá. Ella siempre me apoyó, nunca dejó de guiarme y entender que lo mío era esto... incluso me regaló mi primera caja de lápices", confió.
De Dubái a Buenos Aires
Tras casarse con el arquitecto César Bustos, Geni armó las valijas y junto a su primogénito se mudaron los tres a Dubái. "Quise acompañar a mi marido en una propuesta laboral que le ofrecieron y de a poco nos fuimos adaptando. Es un lugar multicultural, todos son expatriados y en ese sentido, te sentís una más. No sos ‘la extranjera’", reveló en aquella nota.
Sin embargo, después de vivir tres años en los Emiratos Árabes, la artista regresó a Buenos Aires para agrandar la familia y dar a luz a su segunda hija, Cala. El deseo de vivir junto los suyos fue más fuerte. "Nos volvimos porque ninguno de los dos quería que nuestros hijos se perdiera ese vínculo tan especial que te une a la familia. Nadie te va a querer ni malcriar más que un abuelo. Y yo quería que César y Cala vivieran lo que yo viví de chica. En ese sentido, las Trillizas son más que hermanas, son íntimas amigas, siempre hicieron y vivieron todo juntas. Yo la miro a mamá y me encanta ver cómo malcría a mis hijos", le contó a ¡Hola! en 2013 durante una tierna producción que protagonizó junto a su madre y la pequeña Cala. Allí, la Trilliza compartió su presente como madre y abuela. "Sé que en algún punto hay que cortar el cordón umbilical... aunque también es cierto que nuestros hijos nos hacen partícipes de sus vidas cada día más. Y por eso a veces pareciera que estamos viviendo la vida de ellos…siempre tratando de que no les pase nada. Hoy, con el nacimiento de mi nieta finalmente, me relajé y me volví verdaderamente una abuela. Estoy chocha".
En pleno proceso de construcción de su nueva casa en Pilar, Geni no dudó en definir el entrañable lazo que la une al clan familiar armado por las Trillizas. "Las mujeres somos muy atentas con la gente que más queremos. Venís a casa y enseguida podés ver cómo las madres cuidan a sus maridos y a sus hijos, e incluso entre los mismos primos nos cuidamos. La típica pregunta que siempre me hacen desde chica es si alguna vez confundí a mamá con mis tías y la verdad es que no. Si justo las tres estaban de espaldas, yo sólo tenía que gritar ‘mamá’ y una de las tres se daba vuelta y me respondía. ‘No, no soy tu mamá, pero decime qué necesitás’. Así son las Trillizas y así nos enseñaron a nosotras: a ser generosas y a acompañarnos entre nosotros".
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