Gastón Salas: su cambio de vida luego de ganar Bake Off, la torta más difícil que le tocó preparar y qué hizo con el premio del reality
Entrevistado por LA NACION, el repostero chubutense que se consagró en la primera edición de la competencia de Telefe explicó por qué volvió a trabajar a su ciudad natal y dio a conocer cuál es su gran sueño
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Fue el primer ganador de Bake Off Argentina, en 2018, y su vida dio un vuelco inesperado. Gastón Salas tenía apenas 20 años, sus conocimientos de pastelería eran los de un autodidacta y su vida transcurría en la tranquilidad de Comodoro Rivadavia, en Chubut. La repentina fama le permitió estudiar, vivir de los pedidos que les hacen los clientes, desafiarse y seguir soñando. Pronto va a editar su primer libro y sueña con tener su propia pastelería.
En charla con LA NACION, Salas hace un repaso de sus inicios, cuando apenas era un nene y horneaba tortas con sus abuelas, habla de los cambios en su vida, de por qué no se muda a Buenos Aires y de cuáles son las tortas que más lo desafían. “A principios de año estuve en la Expo Cupcakes y Repostería haciendo una pequeña acción y ahora, en la segunda edición [que se llevará a cabo el 3 y 4 de septiembre en La Rural], estoy convocado para dar una clase de una hora y media y compartir con los mejores pasteleros y decoradores de tortas de todo el país. Estoy feliz”, cuenta entusiasmado.
-Hiciste tus primeras tortas como autodidacta... ¿Pudiste estudiar en estos años?
-Pude estudiar pastelería profesional en estos años, pero no decoración de tortas porque en nuestro país no está avalada como profesión. Aquí es solamente un hobby y estamos luchando para que se reconozca como una profesión, tal como sucede en otros lugares del mundo. Ojalá se dé, porque el trabajo que hacemos lleva muchísimas horas y le damos nuestra impronta. Aprendo a decorar tortas a medida que me van haciendo más pedidos y a veces puedo tomar un curso con algún profesor que viene de a afuera y así voy adquiriendo técnicas.
-Querías usar los 500 mil pesos del premio para ir a estudiar a Europa, ¿qué pasó con ese sueño?
-Fue tanta la locura luego de que terminó el programa que lo dejé para más adelante. Mi vida cambió de la noche a la mañana. Con ese dinero pude estudiar, viajar, comprar materiales y lo utilicé para todo lo que fui necesitando. También viví durante seis meses en Buenos Aires, y aunque tenía el respaldo de mis padres, el dinero ese ayudó.
-¿Cómo cambió tu vida?
-Soy una persona común y corriente, con una vida normal, y fue impresionante ser el ganador del reality más visto de ese momento. Fue una locura, sobre todo en Comodoro Rivadavia, porque desde acá todo cuesta más. Por otra parte, yo sabía que llegaba a la final y veía la propaganda en la tele promocionando el inicio del programa. Aprendí muchas cosas de pastelería, pero también a hablar en cámara, a expresar una idea. Salir a la calle y que todos me conocieron fue lo más loco. Además, pude mantener mi imagen en todos estos años. Tenía miedo de que se olvidaran de mí, y sin embargo todos se acercan muy cálidos; puedo comprobarlo todo el tiempo. Es un orgullo que me pidan una foto, una receta, que me saluden. Escribí mi libro, que seguramente salga a la venta en septiembre, y que habla de mi historia, mis inicios y anécdotas con recetas. Voy a presentarlo en el marco de la expo, y estoy realmente muy contento.
-¿Te mudaste a Buenos Aires?
-No, estuve seis meses, pero me volví. Me costó adaptarme porque, encima, había muerto mi abuelo hacía poco y no pude hacer el duelo, y fue difícil. Tenía amigos y compañeros, pero me faltaba mi familia. De todas maneras, viajo constantemente, Tengo muchos proyectos y decidí ir de a poco, quiero dejar que la vida se encargue de mis sueños, ya que ha cumplido muchos y no me puedo quejar. Durante la pandemia empecé a escribir el libro porque no sabía qué hacer. Plasmé ideas y más ideas y un día me di cuenta que tenía un libro. Por otra parte, quiero abrir una pastelería, pero no quiero que sea solamente un ingreso monetario sino un producto bueno y para que eso suceda tengo que estar detrás de cada detalle. Soy joven y tengo tiempo para hacerlo, ya se dará.
-¿Podés vivir de hacer tortas por encargo?
-Sí, yo vivo con mi familia y la verdad es que tengo muchos encargos. Me piden muchas tortas con formas de autos y de personajes, y aprendo mucho porque cada proyecto se complica más y más. Vivir y trabajar de lo que me gusta es una bendición. A veces me frustro porque en pastelería te corren los tiempos y me estreso y pienso en dejar todo. Pero sé que no lo dejaría jamás porque me encanta. Entré al reality para ganar la competencia y ser pastelero, y no para ser mediático. Logré mi objetivo.
-¿Te gustaron las otras ediciones de Bake off?
-Sí, me enganché mucho con la segunda temporada porque fue justo en pandemia, y además fui de invitado. Ya en la tercera no tanto porque era toda la semana y no tenía tiempo.
-¿Seguís en contacto con tus compañeros y los jurados?
-Si, con algunos compañeros y principalmente con Julia, que nos hicimos muy amigos y cada vez que voy a Buenos Aires nos vemos y parece que no pasó el tiempo. Ahora Julia está trabajando con Damián Betular y también lo vi a él, que es muy cálido. Siempre hay intercambios de mensajes.
-¿Cuándo fue la primera vez que te interesó hornear una torta?
-Cuando era chico no había tanto decorador de tortas, y aprendías mirando fotos en revistas, libros o cuentos, porque tampoco había internet. Cuando mis abuelas, Cristina y Mabel, cocinaban, yo las miraba y las ayudaba. Y en todos los cumpleaños de mis amigos yo estaba al lado de la torta, porque me interesaba apreciar los detalles. Ahora veo fotos y me causa gracia estar siempre al lado del cumpleañero a la hora de soplar las velitas. Miraba los colores y hasta le prestaba atención a los sabores, porque también recuerdo perfectamente el olor a vainilla de la torta de casamiento de mi madrina. Mi conexión con la pastelería fue de muy chico y mis abuelas me fueron enseñando lo que sabían. Y también tuvo mucho que ver mi bisabuela Irene, que es la de la torta de café que hice en Bake Off y tuvo tanta repercusión.
-¿Seguís horneando con ellas?
-Ya no tanto porque me pasaron el legado y no suelen hacer dulces. Pero mi abuela Mabel viene a casa y me ayuda, me ceba mate, me hace una linda compañía. Sé que están muy orgullosas.
-Decís que muchas veces te estresás, ¿qué haces para correrte de esa situación?
-Voy al gimnasio (ríe). Voy dos horas todos los días para despejar la cabeza y hacer otra cosa que no sea tortas. Y cuando no tengo pedidos, aprovecho para modelar algún muñeco. Me frustra no llegar y me di cuenta que trabajo mejor bajo presión y no cuando me sobra el tiempo: soy hijo del rigor (ríe). Una vez tuve que hacer una torta con motivo de sillón, muy grande, y eran las 5 de la mañana y todavía me faltaba. Estaba cansado, me tiré a dormir dos horas y después casi no llego. El fin de semana tuve que hacer cuatro tortas, más una más de 15 kilos y cuatro pisos y aprendí a ordenarme, a ir despacio; compro todos los materiales y el martes hago los bizcochuelos, el miércoles los relleno y voy tranquilo, me acuesto y me levanto temprano y no me estreso. Ahora me organizo. Mientras cocino sintonizo series o películas que escucho y miro de reojo, me acompañan. Y aunque no parezca, soy malísimo para dibujar y no hago los diseños en lápiz y papel, pero sí digitales. Siempre miro, busco ideas, tendencias nuevas.
-¿Cuál es la torta más difícil que hiciste?
-La del personaje Sonic, de la nueva versión. Fue complicado el tema del pelo, recuerdo. También una torta de siete pisos para un cumpleaños de 15, que tenía 600 rosas hechas a mano, en pasta de azúcar. Trabajé durante tres semanas en las rosas y en los detalles, y tres o cuatro días en los pisos, y después fui al salón, la ensamblé y todo salió bien. Cuando todo sale bien siento un reconocimiento personal. Y lo más lindo es ver la expresión de la cara de la gente cuando queda satisfecha con la torta, y si después te dicen que estaba riquísima, se completa el círculo. Porque además de ser linda, la torta tiene que ser rica (ríe).
-¿Y la torta que más disfrutaste hacer?
-Son las de los personajes que me gustan. Por ejemplo, hice una torta de Mickey Mouse y no podía fallar porque tiene un rostro muy conocido y cualquier detalle se nota. Creo que hoy no hay ninguna torta que no pueda hacer, y no lo digo de agrandado. Tengo mucha facilidad y me las ingenio.
-Hiciste una torta especial para Betiana Blum, ¿en qué circunstancias y qué te dijo ella?
-Vino a Comodoro a presentar la obra La pipa de la paz y yo estoy trabajando con la producción. Pensé en hacerle una torta con el personaje icónico de Esperando la carroza, Nora Musicardi; tardé entre 8 y 12 horas, es completamente comestible. Y cuando se la llevé le encantó, quedó fascinada y al principio no entendió que la muñeca era la torta.
-¿Qué tortas te hacés para tu cumpleaños?
-Me hago la torta más fea del mundo porque soy muy pesado con los detalles y estoy en todo, bebidas, comida y cuando llega el momento de la torta estoy cansadísimo. Siempre tengo la torta más fea en mi cumple. Pero el año pasado decidí hacerme una linda torta de mi personaje preferido, Homero Simpson. Son fanático total de la serie. Quedó buenísima y muy rica, y estaban todos enloquecidos. Y para mis 25, el 28 de enero del 2023, voy a hacer una torta con temática espacial, porque de chiquito quería ser astronauta, pero qué iba a hacer un astronauta en Comodoro Rivadavia, si en Argentina no hay una agencia espacial. Entonces fui por la pastelería.
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