El actor de 51 años se prepara para el estreno de Lennons, un film ambientado en 1980 que lo tiene como protagonista; en una conversación extensa y profunda con LA NACION, analiza la situación del país y explica por qué le da tanta importancia al juego en su vida
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Gastón Pauls percibe el buen momento que está transitando. Se siente en eje. Al momento de recibir a LA NACION se excusa y chequea el celular: “Me agarra la paternitis y necesito estar atento a todo lo que hacen Muna y Nilo”, se sincera. Está focalizado en sus hijos como nunca antes y cada vez que los nombra se le ilumina el rostro. Lo sabe. Es el primero en definirse con orgullo como “padre baboso”. Hoy, lejos de las adicciones, divide su tiempo entre su familia, la conducción de Seres Libres y la actuación.
El 5 de octubre se estrena una película que lo entusiasma. El protagónico de Lennons -un largometraje ambientado en 1980 y dirigido por José María Cicala- lo envolvió en un mundo de fantasía, delirio y comedia. En el film, el actor encarna a Canelón, un excéntrico buscavidas que logra convencer a un famoso productor discográfico de financiar un show de Lennon en Argentina, argumentando ser íntimo amigo del artista. Con ilusión y desfachatez, Canelón conducirá una memorable estafa de la mano de un doble del ícono del rock inglés. En una charla extensa con este medio, Pauls revela detalles sobre su personaje, profundiza sobre el vínculo con sus hijos, analiza el contexto social del país y adelanta uno de sus grandes proyectos a futuro.
-¿Qué es lo que te entusiasmó de Lennons y del personaje que te toca interpretar? Se ve mucho juego entre el mundo de la fantasía y el de la realidad...
-Cuando leí el guion, vi que era un delirio muy difícil de hacer. Algo corrido de la realidad pero que estaba en la cabeza del director José Cicala y de Griselda Sánchez. Nadie habla como mi personaje, no conozco a nadie en el mundo que hable así. Me tuve que poner a crear, y eso ya me ubicaba adentro del mundo de su fantasía específica. Creo que es una película para chicos o para “grandes chicos”. Mi personaje busca la forma de salvarse la vida, dentro de su propio mundo, pero es súper sano y puro. Es genuino. Sabía que me subía a una historia bizarra, a un delirio, pero me preocupe por no emitir ningún juicio y me entusiasmó porque justamente el delirio es lo que más te permite jugar. Todo está permitido. Después me dijeron que iba a estar David Lebón tocando una canción y no lo podía creer (risas).
-¿Te considerás un “grande chico”, un niño en un cuerpo adulto?
-Para un niño no hay nada más atractivo que jugar, y en eso los niños y los actores somos parecidos. Solo que los niños encuadran sus juegos dentro de ciertas particularidades del sistema educativo, donde les dejan el juego solo para el recreo. Creo que más allá de las cosas teóricas y técnicas, la mejor manera en que los niños aprenden cosas es jugando. Lo mismo los actores, aprendemos actuando, y actuar es jugar. Eso es muy claro en inglés, donde actuar se dice “play”, es decir que actuar y jugar son sinónimos. Yo no me quiero olvidar nunca de jugar en la vida. Juego con mis hijos, con los hijos de Agustina (Cherri) y no quiero dejar de jugar en cada expresión artística que emprendo. Si no puedo jugar, no me interesa. Vengo de dos trabajos actorales completamente distintos: por un lado, en Barrabrava tenía un personaje pesado que tomaba cocaína, y en Lennons interpreto un personaje que nada que ver. En ese sentido, siento que sigo siendo un niño sorprendiéndome con un montón de cosas cada día.
-¿Qué pasaría si nos gobernaran los niños?
-Hace miles de años que el mundo es gobernado por adultos y hay guerras, hay hambre... No sé qué podría pasar si por dos años dejamos que nos gobiernen los niños. No sé si va a ser mejor, pero seguro es más divertido. Mi viejo siempre me decía: “Uno de los grandes problemas del mundo adulto es que no jugamos más”, hoy a mis 51 años lo entiendo. Porque los adultos, si jugamos, jugamos a juegos con alto nivel de perversión, jugamos a estrategias de guerras. Los juegos dicen muchas cosas: cuando éramos chicos, hacíamos al juego de la silla y ahí siempre uno queda afuera; es un juego que llama a excluir, a expulsar, a competir. Eso está muy presente en la sociedad. Por eso creo que tenemos que hacer un laburo a largo plazo desde los cimientos: desde el jardín de infantes, dejar atrás los juegos de competencia e inclinarnos por los de inclusión ¿Por qué no hacemos un juego donde la consigna sea ver cómo compartimos la silla?
-¿Eso mismo lo ves en la política? ¿Considerás que los políticos son como niños jugando y compitiendo entre ellos?
-El partido gobernante se llama oficialismo y el otro se llama oposición. Entonces no hay manera de avanzar porque oponerse a algo es no dejarlo que avance. No veo una predisposición entre ellos para llamarse y decir: “Vayamos de la mano, estemos del mismo lado”. Lo que más me preocupa es el tema de las adicciones. Está ocurriendo en Capital, pero también hay pueblos de dos mil habitantes en donde ya entró el paco. En la Puna y en Ushuaia. Recorrí muchísimo el país con ese tema, no me lo contaron, lo veo. Hay pibes de 8, 12, 14 años que consumen y que dentro de diez años son los que votan y construyen el país. Es una situación muy complicada. Estamos atrasados con la prevención. Creo que como los resultados de la prevención no son veloces, no venden en el mundo de la política, entonces no se hace. Es muy complejo... Hoy en día, la cerveza es sponsor de la selección de fútbol y de rugby; ese es el mensaje que le llega a los pibes de 8 años.
-¿Qué pensás sobre una posible desfinanciación del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) propuesta en la plataforma del candidato a presidente Javier Milei? ¿Cómo intuís el futuro cercano de la cultura y del arte en la Argentina?
-No quiero entrar tanto en el tema preelectoral por una cuestión de sanidad mental familiar. Lo que sí creo es que el arte como expresión de comunicación siempre va a encontrar la manera de canalizarse, con más, con menos o sin fondos. Eso ocurrió hasta en los momentos más críticos de la historia de la humanidad. A veces -tristemente- en los momentos de mayor agobio, ahogo y desesperación surgieron grandes expresiones artísticas. Siempre van a aparecer nuevos caminos y en esta última etapa de la humanidad hay un montón de nuevos espacios de proyección y de exhibición. Estamos en un momento muy crítico no sólo por los actores políticos, sino por una sociedad que se siente muy gastada, cansada, abandonada y desilusionada en un montón de cosas y el arte tiene que ser ilusión.
-Empezaste muy chico en el mundo artístico y venís de familia de artistas. Tu hija Muna Pauls Cherri ya se lanzó como cantante, ¿cómo llevás ese tema con tus hijos?
-Muna tiene 14 y ya compone sus canciones. A los 12 fue a estudiar a Nueva York, yo la acompañé. Todo lo que tiene que ver con la exposición y la fama lo llevamos desde un lugar súper respetuoso. Agustina (Cherri) trabaja desde los 6 años, así que estamos muy encima de ese tema. Muna tuvo ofertas de todo tipo, pero escuchamos mucho qué es lo que ella quiere hacer y ella quiere profundizar en la composición. La admiro mucho como artista y me gusta muchísimo lo que hace. La respeto porque está buscando su momento sin dejarse llevar por estos tiempos fugaces que apuntan al éxito repentino. Hoy muchos jóvenes miden el éxito con el click, entonces tienen dos millones de seguidores y necesitan hacer todo el tiempo cosas para no perderlos y entran en una maquinaria que para mí es destructiva, algo que va en contra de arte que es creación y construcción. No sólo un negocio. Muna por suerte vive el arte sin una percepción de negocio y Nilo, que tiene 11 años, acaba de grabar en la serie Margarita, la de Cris Morena. La propuesta llegó de forma inesperada y él quiso probarse en el mundo de la actuación. Pero siempre nos encargamos que lo vivan desde el juego y que ninguno de los dos pierda el sentido del arte como creación. No quiero que nada les quite el brillo.
-Te llevás muy bien con tu ex y madre de tus hijos Agustina Cherri, ¿tienen pensado algún proyecto artístico juntos los cuatro?
-Sí. Estamos armando, dando los primeros pasos de algo donde estamos los cuatro.
-¿Algo musical o actoral?
-De todo un poco. No puedo adelantar mucho porque estamos recién arrancando, pero a mis 51 estoy seguro que no hay nada más lindo que hacer las cosas que a uno le gustan con la gente que ama.
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