Gachi Ferrari: empresaria, reparte su vida entre Suiza y la Argentina y se codea con la realeza británica
Los chicos de los 70 y los 80 la recuerdan por El Libro Gordo de Petete y el Club de Anteojito y Antifaz, pero ella hace 40 años que tomó otro rumbo: creó con su marido la marca La Martina, con la que desembarcó en todo el mundo
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“Gracias por acordarte. En este momento estoy en un remís yéndome para Ezeiza. Estoy llegando mañana a Suiza y nos volvemos a hablar si querés. ¿Te parece bien?, responde Gachi Ferrari vía WhatsApp a una consulta de LA NACION para concertar esta entrevista.
Ícono de los programas infantiles de los 70 y los 80, muchos la recordarán por Telejuegos, el ciclo que en los 80 conducía por la pantalla de ATC junto a la titiritera Cecile Charré; otros por El Club de Anteojito y Antifaz, por la señal de Canal 9 junto a Berugo Carámbula; o como la bella presentadora del inolvidable micro El Libro Gordo de Petete, donde junto al personaje de Manuel García Ferré presentaban cada noche información de una gran enciclopedia antes de irse a dormir.
“El libro gordo te enseña, el libro gordo entretiene, y yo te digo contenta, hasta la clase que viene”. Con estas palabras cerraban cada emisión a dúo con su pequeño compañero, el pingüino de gorro de lana con pompón y un chupete colgando del cuello.
Ferrari había empezado su carrera como modelo. Fue elegido Chica Para Ti y luego inició su trabajo como actriz en telenovelas como Pobre diabla (1973) y la versión original de Mi cuñado, protagonizado por Osvaldo Miranda y Ernesto Bianco (1976). En la pantalla grande participó en Una mujer (1975), con Federico Luppi y Cipe Lincovsky; Los superagentes biónicos (1977) y en Cantaniño cuenta un cuento (1979). También condujo Jardincito, Supershow Infantil y participó en La noticia rebelde.
En medio de una carrera exitosa, Gachi Ferrari se despidió joven de los medios. En 1985 se casó con el empresario textil italiano Lando Simonetti y decidió abandonar su carrera para dedicarse al diseño de ropa. Hoy es empresaria y está al frente de la marca de polo La Martina, mientras reparte su tiempo entre Buenos Aires y Suiza.
“Desde hace 40 años estamos con la marca La Martina, una creación que nació con el conocimiento de nuestra pareja. En ese momento conocí a mi actual marido, Lando Simonetti, que es un divino, muy creativo, muy intuitivo, muy piola, y me entusiasmó tanto que de alguna forma hizo que dejara lo que yo estaba haciendo. Realmente disfrutaba muchísimo de mi trabajo en televisión y como modelo, pero teníamos que viajar mucho y finalmente lo dejé”.
La exconductora cuenta que la marca la creó con su marido, “aunque el 80 por ciento es mérito de él”, afirma y suma: “Es la única marca de indumentaria internacional que sale de un país tan remoto como la Argentina, tan lejano y con tanta problemática, donde no tenés moneda, no tenés reglas de juego claras, y así y todo lo logramos. Hoy estamos en Europa, en América, en India, en China, en Dubai, en Qatar, en Singapur, en Marruecos, en todos lados. Gracias a La Martina pudimos estar presentes con un negocio exclusivo en el Club de Polo de la reina de Inglaterra y compartir partidos de polo, entregas de premios y fotos con Harry, con William, con Charles, algo impensado”.
-¿A qué te dedicás en La Martina?
-Desde un principio me dediqué al producto, a diseñar, buscar cosas, adaptarlas, copiarlas, seguir la tendencia, aunque no somos moda, sino una marca muy clásica en hombre y en mujer, y hasta el día de hoy sigo haciendo eso. Nuestras oficinas para todo lo que no es América están en Suiza. Claro que yo no soy la única persona que está en producto. Tenemos una empresa que trabaja con un montón de diseñadores, un team muy importante, y viajamos mucho. Hoy, con 68 años y mi marido, casi 80, seguimos trabajando a full, porque estamos tratando de hacer la empresa totalmente digital, algo muy importante. Estamos muy contentos porque entramos en China con 15 negocios exclusivos y en tantos lugares que nunca nos hubiésemos imaginado.
-¿Se contacta con vos el público que te veía a fines de los 70 y los 80?
-Que el público de aquella época todavía me recuerde me da una sensación tan linda que no puedo dejar de sentirme totalmente agradecida, porque ellos ayudaron a que esa época mía fuera una etapa de mi vida que recuerdo con muchísimo, muchísimo cariño. Siempre disfruté de los chicos, me encantaba hacer lo que hacía, a pesar de que antes trabajé mucho como modelo publicitaria y luego como actriz. Todas las cosas que hacía me gustaban y me resultaban fáciles, todo me entretenía y creo que me salía bien. Entonces, de cada época tengo comentarios en las redes sociales que son maravillosos, personas que con tanto cariño se acuerdan de esa época. Sólo tengo agradecimiento para ellos, porque ese público me hizo muy feliz.
¿Cómo ves a los chicos de hoy respecto a los de entonces?
-Bueno, los chicos de aquella época no tenían contacto con las redes sociales, los teléfonos, las computadoras, con los iPads, entonces la gran distracción era el programa infantil de la tarde, cuando volvían del colegio a tomar la leche, como se decía entonces. Tenían otro tipo de diversión, eran más ingenuos, tenían esa ternura al ver los programas, al vernos a nosotros, al ver a los personajes, que era lindísima. Los chicos de hoy dirían que es aburrido porque no tiene botones, no tiene tiros para hacer una batalla, no tiene gente que corra con esas armaduras alucinantes, con esos monstruos. La inocencia de un chico de diez o doce años de entonces es la que hoy tienen los chicos de cinco, no más que eso. Era otra época. Todo ha evolucionado de una manera increíble.
-¿Qué te gustaría decirles a aquellos chicos que te veían a la hora de la merienda y hoy peinan canas?
-Agradecerles muchísimo, porque me hicieron compartir y vivir una época que era un placer. Realmente estoy tremendamente agradecida. Apenas llegaba venían, corrían, que la foto, que el abrazo, que el autógrafo. Nunca me molestaron, nunca,; era muy lindo que me reconocieran como su amiga de todas las tardes. Por el contrario, les agradezco muchísimo porque tuve el honor y el placer de haber compartido con ellos parte de la vida. Gracias por recordarme y gracias por haberme hecho vivir esa linda época de mi vida, todo se lo debo a ellos.
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