Con insistencia, tuvo su primera oportunidad junto a Andrea del Boca y no la desaprovechó; el recuerdo de algunos de los éxitos en los que participó y el futuro
- 7 minutos de lectura'
“A veces miro para atrás y me pregunto, ¿era yo ese? En 40 años tuve muchos cambios personales y me di cuenta de cosas que tienen que ver con algo que llamo ‘errores de nacimiento’. Por suerte los seres humanos tenemos capacidad evolutiva y eso hace que vayamos corrigiéndolas y cada vez seamos mejores, si ponemos voluntad”, reflexiona Gabriel Lenn.
Actor de raza, a los 14 años vino a Buenos Aires desde Bariloche para cumplir su sueño. Y no le fue nada mal: en cine, debutó en la adaptación de la novela Gracias por el fuego que dirigió Sergio Renán, en 1984. Poco después, personificó a Pablo Schoklender en el film Pasajeros de una pesadilla, y protagonizó la película Sobredosis, de Fernando Ayala. También trabajó en populares ficciones televisivas como Grande Pa!, Los Libonati, Dibu, mi familia es un dibujo, La hermana mayor, Alta comedia, Hombres de ley, Nosotros y los otros, y en incontables obras de teatro. “Todo me sucedió de la forma más bella y trabajosa”, le confiesa a LA NACION, al hacer un repaso por su carrera.
-¿Cómo descubriste que querías ser actor?
-Toda mi vida quise ser actor. Nací en Buenos Aires, pero crecí en Bariloche, donde estaban instalados mis padres. Mi mamá era muy jovencita, apenas 17 años. Me gustaba recitar y cantar, participaba de todos los actos escolares y peñas. Había un teatro vocacional y me llevaban a ver las obras, pero no tenía la posibilidad de estar en esos elencos porque eran para adultos. A los 14 años decidí ser actor, me vine a Buenos Aires y empecé a trabajar profesionalmente.
-¿Cómo se dio?
-De la forma más bella y trabajosa, como todo lo que me sucedió en esta carrera. Pateaba los canales y tenía la rutina de ir a Canal 9 y a ATC, y a Canal 11 y Canal 13. Al ser tan chico, la gente de seguridad me preguntaba qué quería, les decía que estudiaba teatro y que venía de Bariloche, y eso me daba un pase automático porque en ese entonces ir a Bariloche era como ir a la Luna. A la semana, ya tomaba mate con ellos, que me ayudaban y me decían: “A tal hora viene tal productor, tal director, o tal actor es piola y te puede hacer pasar a una grabación”. Y en ATC me conecté con Hugo Ares, que era el productor de Andrea del Boca.
-¿Esa fue tu primera puerta?
-Sí. En el ciclo de ella Ofelia y sus muñecas necesitaban un actor para un personaje muy chiquito, pero era una escena con ella. Y ahí debuté. El sueño del pibe, porque Andrea es de mi generación y veía todas sus novelas y sus películas. Después trabajé en Canal 9 en un ciclo de Irma Roy, donde hacía de su hijo. Y en cine me recomendó Agustina Alezzo a Sergio Renán para hacer Gracias por el fuego, la primera película que se estrenó en democracia, con libro de Mario Benedetti, a quien tuve la satisfacción de conocer y tener charlas imborrables. De cada trabajo guardo hermosos recuerdos.
-¿Qué recuerdo tenés de Pasajeros de una pesadilla, la polémica película sobre el caso Schoklender?
-Fue mi primer protagónico en cine, dirigido por Fernando Ayala, y eso me marcó un derrotero para toda la vida porque me di cuenta que no me había equivocado y que esto era lo mío. A veces miran mi currículum y me piden que lo acorte porque tiene 16 páginas, pero para mí es un sacerdocio. Recuerdo que fue un trabajo que hicimos con mucha altura de parte de la producción, la dirección, los autores y actores, y con mucho compromiso y seriedad, sabiendo que estábamos hablando de personas que tuvieron un episodio catastrófico en su vida. El autor Jorge Goldemberg visitó durante meses a Pablo Schoklender en la cárcel, y el guion está basado en su libro.
-¿Tuviste la posibilidad de conocer a Pablo Schoklender, a quien interpretaste en el film?
-Tuve la posibilidad de conocer a Pablo, vino a buscarme a mi casa cuando salió de la cárcel en el ’84, después de haberse estrenado la película. Por invitación de la productora Aries, fuimos juntos a verla, al microcine. Me dijo que era como haber recorrido un álbum de fotos de su vida, le pareció genuina. Hablamos de arte también, todo con mucho respeto.
-También fuiste parte del suceso de Grande Pa!. ¿Cómo viviste semejante popularidad?
-Fue maravilloso. La calidez que nos ha brindado el público fue extraordinaria. Nos mostraban mucho cariño, admiración, y hermosas devoluciones de lo que brindábamos. Fui muy feliz haciendo Grande Pa!. Vivimos momentos de alegría, sabíamos que estábamos haciendo un éxito y trabajando para toda la familia, porque todos se reunían a mirar el programa, desde los chicos de jardín de infantes hasta los abuelos. Fue un momento muy rimbombante, y recuerdo que tenía a mis hijas chiquitas, las llevaba a la plaza y terminaba rodeado de chicos, firmando autógrafos y sacándome fotos. Fue de una popularidad enorme. Pero lo asumí con mucha gratitud porque el encuentro con el público es fabuloso.
-¿Cómo se aprende a vivir momentos de tanta popularidad y otros en los que falta el trabajo?
-La profesión es parte de mi vida y la sé muy bien. La del artista es una vida muy grata y uno tiene que ser equilibrado y saber que es como cualquier otra profesión, que tenés que ser austero siempre. Elegí ese camino, sabía que podía tener momentos buenos y otros no, de falta trabajo. No podés estar siempre en el candelero.
-¿Alguna vez tuviste que hacer otros trabajos para ganar un sueldo?
-Nunca laburé de otra cosa, soy bastante inútil, pero por falta de práctica porque todo mi tiempo lo he dedicado a la actuación y si no trabajo, estudio, hago seminarios, cursos de entrenamiento actoral. Esta profesión siempre te da la posibilidad de trabajar, aunque a veces hacés trabajos que no se ven, que son más independientes. Pero crié a mis tres hijas así y son profesionales.
-¿Qué hacen tus hijas?
-Mailén es empresaria y cantante y profesora de canto. Ornella es realizadora y tiene a cargo un centro cultural; en este momento está en Estados Unidos, haciendo un documental sobre un rapero famoso allá. Y Danila es la gurrumina y me ha dado dos nietas hermosas; es abogada y productora de seguros y actriz vocacional: voy a verla orgulloso porque es una actriz de aquellas.
-¿Estás en pareja?
-No, estoy separado de la madre de mis hijas, Mónica Luparelli Prado, autora de ciclos de televisión y presentó su libro, Separada a los 50. Además es directora de teatro, fue actriz y se dedicó a la docencia teatral.
-Antes del cierre de los teatros estabas haciendo una obra en El Tinglado, ¿vuelven?
-¡Sí! La idea es volver apenas se pueda. La obra se llama No la vamos a embocar nunca, con libro y dirección de Pablo Viollaz. La hacemos con dos actores fabulosos, Miguel Ferrería y Fabio Herrera. Es la historia de tres hombres que pasan sus días en una estación de servicio agonizante, en ruinas, y que se resisten a perder la esperanza. Habla sobre las ilusiones de la gente que sabe que nunca va a poder cumplirlas. Hicimos temporada en Mar del Plata, en El séptimo fuego, y estrenamos en El tinglado, pero apenas hicimos 5 funciones porque cerraron los teatros. Además filmamos la versión cinematográfica, No la ven. La hicimos con todos los protocolos, cerca de Luján, y ya está enviada a cinco festivales internacionales. Es el papel soñado de mi vida, y por eso lo trabajo con tanta fuerza.
-¿Hay más proyectos?
-Sí, estamos ensayando otra obra que también dirijo. Se llama Monstruos y estrenaremos para octubre, también en El tinglado.
Más notas de ¿Qué es de la vida de...?
Más leídas de Personajes
La salud del periodista. El motivo por el que Jorge Lanata aún no pudo ser trasladado a la clínica de rehabilitación
"Tengo una nueva reunión". Massaccesi define su futuro, tras la salida de Lapegüe de TN, y Nelson Castro le pone un punto final a los rumores
El fallido viaje de Wanda. De la interna de Zaira con Paula Chaves a la reacción de Jimena Barón al sentirse un “plan B”
“Deberías quedarte ahí”. Matthew McConaughey explicó cómo Hollywood lo “obligó” a mudarse a un rancho en Texas