El miércoles 5 de abril se estrena Viaje al centro de la Tierra, la serie de Disney+ que grabó en México en plena pandemia; la experiencia de trabajar en el exterior y la felicidad por volver al teatro e interpretar al personaje que lo inspiró a ser actor
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“Me encanta la composición de personajes históricos y además usé un peluquín que no me quería sacar, porque ustedes no me conocían pero yo tenía un jopo castaño hermoso”, dice entre risas Gabriel Puma Goity sobre Julio Verne, el personaje que interpreta en la nueva serie de Disney, Viaje al centro de la Tierra. El actor bromea durante toda la charla con LA NACION y cuenta que en su viaje a México para grabar esta serie de 8 episodios que se estrena el 5 de abril por Disney + conoció a Harrison Ford y compartió cafés con Anthony Hopkins, porque ambos trabajaban en el mismo estudio. Además, adelanta que en agosto estrenará Cyrano de Bergerac en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín, el mismo lugar en el que empezó a soñar con ser actor, viendo a Ernesto Bianco en esa misma obra. “Es una casualidad increíble”, comenta.
-¿Qué pensaste cuando te llamaron para interpretar a Julio Verne?
-Que hicieron una muy buena elección. Soy yo la persona indicada, sin lugar a dudas. Nadie mejor que yo. Verne fue quien me estímulo a leer ciencia ficción y gracias él conocí a otros autores como Ray Bradbury e Isaac Asimov. Muy agradecido. Es un autor que estimula la imaginación. Esta versión libre de su libro Viaje al centro de la Tierra me pareció maravillosa.
-¿Cómo encaraste la composición de un personaje tan mítico como el suyo?
-Llevaba su tiempo la transformación. Usaba un peluquín divino que no me quería sacar. Me lo quise traer, pero no me dejaron. Aunque hago teatro desde los 20 años, empezaron a conocerme a los 30 y nunca vieron mi jopo castaño. Ya me conocieron calvo, pero tuve un pelo hermoso (risas). De verdad fue un honor participar de este proyecto maravilloso. En plena pandemia estábamos todos encerrados, así que la posibilidad oficial de salir de casa fue espectacular y mucho más ir a México. Laburé mucho, pero tuve pocos viajes de trabajo. Todos viajan menos yo. Participé en proyectos en los que decía: “uh… mirá, es en España”. Y en la producción me respondían: “Si, pero tu personaje graba acá”. Incluso me ha pasado que mi personaje estaba en París y me puse feliz, y al día siguiente me llamaron de la producción para hacerme la citación en Avenida Alvear y Parera, símil París. ¡No lo podía creer! Muy triste (risas). Varias veces pregunté si esta serie se hacía en México de verdad. Me fui corriendo a Ezeiza de la alegría que tenía. Fueron diez días alucinantes. Tengo el privilegio de ser actor y no siempre tengo la oportunidad de encarnar a un personaje histórico. Y mucho menos participar en proyectos que involucran viajes. Ojalá vuelva a tocarme viajar por trabajo, pero en general a mí me toca símil París (risas).
-Decís que viajaste poco por trabajo, ¿te gusta viajar por placer?
-Me encanta viajar con proyectos, pero en la vida real no me gusta tanto. En las vacaciones prefiero quedarme en mi casa. Salgo de viaje por mi familia, pero si fuera por mí me quedo en casa porque es el mejor lugar, la mejor cama, el mejor mate. Hay que hacer valijas... me da fiaca. Dejame en casa, feliz. Soy muy agradecido de mi profesión, no tengo asignaturas pendientes y me jacto de trabajar ininterrumpidamente. El año pasado fue la primera vez que no hice teatro en 40 años. Las funciones son de miércoles a domingos y es difícil congeniar eso con proyectos que requieran filmar en el exterior. Inclusive filmar cerca es engorroso porque tenés que hacer muchos kilómetros tal vez, y a la noche estar fresco para el teatro. Eso no me ayuda mucho. No hay nada que agradecerle a la pandemia, pero si busco una parte positiva fue que me permitió irme diez días a México. Cuando empezó la cuarentena yo estaba haciendo Lo escucho en teatro, pero se cerró todo y al poco tiempo llegó el glorioso llamado de Disney. Fue maravilloso poder trabajar en el medio de ese caos que vivimos.
-¿Cómo fue la experiencia de trabajar en otro país, entonces?
-Divina, sin dudas. Estaba eufórico, ese es el término. Fueron diez días en el DF en los que trabajé muchísimo y contento. Estábamos en los famosísimos Estudios Churubusco, en los que filman los actores de Hollywood. Cuando tenía un ratito libre salía a tomar aire y me encontraba con Anthony Hopkins, con Harrison Ford. Maravilloso. Muchas producciones norteamericanas se filman en México. Realmente, me sentía en Disney (risas).
-¿Pudiste conversar con ellos?
-¡Si! Tomábamos café y me comunicaba con mis tres palabras en inglés. Siempre el argentino es un bicho raro y te preguntan, te escuchan. Todo fue a favor. Hopkins me contó que había venido a la Argentina a hacer una producción en la que interpretó al Papa y que no tuvo tiempo de conocer el país, así que me ofrecí y la próxima le hago de guía y vamos a ver a Boca. Re macanudo.
-¡Sos un cholulo!
-¡Claro! Yo me hice actor por Ernesto Bianco, cuando lo vi en Cyrano de Bergerac. Me gustó mucho y fue inspirador. Así nació mi vocación. Me hice actor por él, quedé fascinado con su trabajo. Yo lo conocía de la televisión, y mi abuelo me dijo que podíamos ir a verlo al teatro. Me llevó al San Martín, a la sala Martin Coronado, en el 77. Salí diciéndole a mi abuelo que quería hacer el Cyrano, y él me dijo que para eso tenía que estudiar. Y le hice caso. Éste año yo voy a hacer Cyrano.
-El sueño del pibe...
-¡Sí! Las vueltas de la vida. Voy a hacerlo en la sala Martín Coronado, del San Martín, justo donde me inspiré. Estoy muy feliz. Estrenamos a finales de agosto.
-Sos uno de los pocos actores que tiene trabajo con continuidad, ¿por qué?
-Nunca esperé nada, me formé como actor de teatro y me sigue sorprendiendo que me llamen para trabajar en un audiovisual. De verdad. Siempre traté de ‘usted’ a esto, y nunca me lo creí. Agradezco el trabajo en televisión, voy con entusiasmo y me gusta participar, pero mi lugar es el teatro. No espero que me llamen para hacer series, ni espero que la televisión me confirme que soy actor.
-¿La casualidad te llevó a la tele?
-Estudié en la Escuela Nacional de Arte Dramático, debuté en teatro, me vio una productora, Susana Rudni, en el Centro Cultural Rojas y me convocó para hacer televisión. No me conocía nadie.
-¿Ganabas dinero los primeros años haciendo teatro independiente?
-Por supuesto, no ganaba nada (risas). Yo trabajaba de otra cosa. Durante años fui vendedor de lo que sea, y mi sueño era actuar pero ni pensaba en vivir de eso. Es una profesión difícil. Estaba feliz y después la vida me dio mucho más.
-¿Te interesa la autogestión? Sos uno de los dueños del Teatro Chacarerean.
-No tanto. Tenemos el Chacarerean con Mauricio Dayub y otros dos socios. Mauricio es el alma del teatro y quien se ocupa de todo, y yo voy y pregunto: “Hola, ¿qué necesitás?”.
-Algo le pondrás...
-Optimismo (risas).
-¿Tenés otros proyectos?
-En breve empiezo a filmar una película para Netflix que se llama Que en paz descanse y dirige Sebastián Borenzstein.
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