Fue figura de Pelito, su escena insultando se hizo viral 30 años después y hoy se dedica al negocio familiar: “¡Estaba re loco!”
Leandro Martínez integró el elenco infantil de la exitosa tira de 1983; en su adultez decidió alejarse del medio en busca de estabilidad, pero un fragmento de la ficción que no llegó a salir al aire lo puso en escena nuevamente
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“Mirá el video que me llegó, ¿no sos vos de chiquito?”, le mandó un día un mensaje un amigo. Efectivamente era él, casi cuarenta años atrás, con unos rulos castaños que le tapaban las orejas y cara de enojado. “¿Por qué no te vas un poquito a la p... que te parió”, le dice a Graciela Juárez, su mamá en la ficción. Leandro Martínez, “Leandrito de Pelito” para muchos, había hecho esa escena a modo de ensayo, pero ni sabía que se había grabado, cuenta aún sorprendido en diálogo con LA NACIÓN.
Actualmente algunos clientes del negocio familiar, la casa de pastas Irupé, Volver a empezar, sobre la calle Segurola, en el barrio porteño de Floresta, lo reconocen o le ven cara conocida. El exniño actor recuerda con cariño su paso por la exitosa tira que se emitía por Canal 13, en la que compartía elenco con Adrián Suar, Pepe Monje, Emiliano Kaczka y Julián Weich, entre otras figuras. Para él, ir a grabar todas las tardes después del colegio era normal y no sintió nunca el peso de la exposición, aunque sí reconoce que el día después de renunciar al oficio fue difícil.
Padre de dos hijos, asegura que si ellos le hubieran pedido de niños trabajar en tele él los hubiera apoyado y acompañado, ya que siempre lo trataron bien en el ambiente y solo tuvo problemas con una persona: Jorge Porcel.
—¿Cómo llegaste a Pelito?
—Fue lo primero que hice en tele. Después del casting y antes de debutar había hecho una prueba de cámara para Crecer con papá, con Lorena Paola, querían ver como respondía porque tenía seis o siete años nada más. Yo estudiaba teatro en un taller todos los sábados con una señora que era la hermana era Ana Pechmann, íbamos a castings para publicidades y nunca pasaba nada. Todo como hobby, a esa edad no sabés demasiado, bastante que respondí bien delante de una cámara. Nadie en mi familia se dedicaba a lo artístico.
—¿Y cómo fue cuando te enteraste que habías quedado?
—Era muy chico, no entendí nada. Fue pasando todo muy rápido desde el casting hasta los primeros capítulos y después estábamos arriba de un barco en el que todo parecía normal pero no lo era. En ese momento para mí era normal estar con gente muy grosa, con Mirtha Legrand, Juan Alberto Badía. Empezamos a grabar, el programa iba los sábados y a los seis meses, cuando se hizo un éxito, empezó a estar de lunes a viernes.
—¿Trabajabas todos los días entonces?
—Grabábamos todos los días a la tarde y a la mañana colegio, que no me gustaba demasiado. Para mí ir a grabar era como para cualquier chico ir a jugar a la pelota, solo que era algo remunerado. No ganaba lo que ganan ahora, pero era totalmente normal grabar o ensayar una obra de teatro para el verano. En ese momento era otra cosa, se trabajaba mucho, cuando era más grande a los 10 o 12 empezaron con que no podíamos trabajar tanto, yo hacía una obra con Thelma Biral y mi personaje lo hacíamos dos chicos por esto de las horas de trabajo. Pero no me costaba porque me divertía, era como una gran familia, incluso hoy tengo contacto con técnicos, camarógrafos.
—¿Y respecto a la exposición? ¿Cómo se manejaba eso?
—Se sentía por ejemplo cuando íbamos a hacer una obra en Mar del Plata, me acuerdo que iba a los jueguitos y los pibes me miraban jugar, pero el resto de mi vida era normal... Vivía en Versalles, era vago de estar en la calle, tenía amigos más grandes y en el colegio era raro al principio, pero después ya no. Me tuve que cambiar en segundo grado porque iba a una escuela doble escolaridad y no me daban los horarios, pero no me costó el cambio.
—¿Y cómo fue el día después de Pelito? Porque seguiste trabajando, aunque nunca nada superó esa tira, hasta que en un momento te alejaste del medio...
—Seguí y se me hizo cuesta arriba porque no estaba acostumbrado a golpear una puerta sino que se abrían solas y cuando te toca el momento de golpear se te hace más difícil. Trabajé en el medio hasta los 20 que terminé Mi Cuñado. Después de eso dije ‘ya está’, cerré el ciclo porque tengo una visión más de buscar la estabilidad, de vivir más tranquilo; la actuación es hoy la gloria y mañana no, y me empecé a inclinar por el negocio que teníamos en la familia.
—¿Fue un duelo dejar la actuación?
—No, se fue dando muy de a poco, siempre tuve claro que podía ser eso o no. Así como me tocó de repente ser un chico de siete años que estaba en todos los televisores. Pero nunca dejé de tener mi vida normal aparte de todo eso. Vivía con mi mamá, papá y hermanas más grandes. En las grabaciones tenían que estar mi mamá o mi papá, mis hermanas estaban en otra época, en la secundaria pero siempre cerca. Nunca estuve confundido, sí quería que se dieran más trabajos que después no se dieron. Pero el negocio familiar siempre fue una alternativa. Al terminar la escuela empecé a estudiar para guía de turismo en la facultad pero no prosperó, me preparé durante el último año de la secundaria para hacer locución y en el ISER no me fue bien y en el COSAL un profesor me dijo que no entraba porque tenía 17, que me preparara un año más.
—Hace un tiempo, sin esperarlo, volviste a estar en escena gracias a la viralización de un video de Pelito en el que insultás, ¿cómo fue?
—No sé de dónde salió. Yo no tenía registro de que eso había quedado grabado, pero se ve que alguien lo encontró y lo digitalizó. Lo primero que me acuerdo es que un amigo me lo mandó, que se estaba haciendo viral. Se reprodujo en Twitter y Beto Casella lo pasaba en su programa.
—No se emitió en el programa. Pero, ¿cómo surgió?
—Era una escena que como cualquier otra, mi mamá en la ficción me decía que si iba la novia de mi papá a cierto lugar a mí no me dejaba ir y yo me enojaba, me tenía que ir y dar un portazo. Entonces el director me pregunta si me animaba a cambiar el final, le dije que sí, y que la tenía que putear. “Ella hace una pausa y la puteás con lo que vos quieras”, me dijo. Sabían que era puteador, ¡para qué me llevan si saben cómo me pongo! [risas]. Y así salió. Fue un ensayo, no tenía recuerdo y me vino a la cabeza con la viralización. En la escena que salió al aire, en ese momento yo me iba.
—¿Qué pensaste cuando más de treinta años después se hizo viral?
—Que estaba re loco, cómo dije esa calidad de puteada...
—¿Te cambió en algo la viralización?
—Gracias a la viralización hice teatro de nuevo, con mi hijo. Surgió por una nota de Beto Casella que mi hijo la escuchó en la que yo decía que me gustaría hacer teatro de nuevo y él me dijo que me acompañaba. Se me ocurrió hablar con una autora de Pelito, María Teresa Forero, que nos escribió a pedido y empezamos ensayar, pero somos muy parecidos y peleábamos bastante así que me crucé con Pablo Maltese que nos dirigió y nos dio una ayuda con la producción, estuvimos en el 2022 en el teatro San Pedro.
—¿Tenés ganas de volver a la actuación?
—Le tomé el gustito, siempre estuvo latente en realidad y si sale algo, estoy. Siempre se puede volver a empezar. Todo lo que tiene que ver con el medio siempre me gustó.
—Volviendo al día después, cuando decís que te dedicaste al negocio familiar, ¿estamos hablando de la casa de pastas y restaurante?
—Sí, la casa de pastas la compró mi abuelo en el ‘52, después siguió mi papá y nos criamos en la fábrica. Me acuerdo que de chico los domingos íbamos a la caja, mismo estando en Pelito iba, la gente venía y era normal verme ahí porque era el chico de la fábrica de pastas que me conocían desde siempre, que trabajaba en tele. Nosotros vivíamos arriba.
—Y más adelante sumaron un restaurante que se llama Volver a empezar...
—Fue idea de mi papá post 2001, una época difícil para todos y había un local al lado libre y siempre tuvo la idea de poner un restaurante, empezó alquilando para poner el negocio y después se pudo comprar. Hoy mi mamá y mi señora también trabajan ahí. Yo hago repartos a algunos clientes de otros restaurantes, compras al mercado central, estoy más en la administración, pero me gusta la cocina. La semana a pasada estuve de camarero y ayudaba a los chicos llevando cartas, también en la cocina porque faltó uno de los empleados. Está lleno casi todos los días producto del servicio que damos, desde el esfuerzo y estar mucho. Además tenemos algunas combinaciones de salsas y pastas difíciles de encontrar.
—¿Seguiste en contacto con alguien del elenco de Pelito?
—El año pasado lo vi a Adrián (Suar) y me preguntó por mis padres, porque nos relacionábamos entre todos como una gran familia; él era uno de los más apegados. Y con Damián (Canavezzio, Luis en la ficción) nos íbamos a comer seguido, hablamos por mensaje. Con Adrián estábamos juntos, era como un hermano más porque tenía la edad de mis hermanas, se quedaba a comer en casa, tengo familiares en Roldán y él ha venido a pasar el día. Y con Damián peleábamos mucho porque era terrible, bravo y con mi edad...
—Conectémoslo con tu presente y juguemos... ¿Qué le cocinarías a Adrián?
—Un plato que se llama Francia, son ravioles de langostinos con crema de camarones, le puede gustar.
—¿A Damián?
—Unos sorrentinos.
—¿A Graciela? Pensalo bien, a esa madre que insultaste...
—Unos ravioles de cordero con salsa de hongos de pino seco.
—Bueno, ¡con ese plato seguro te perdona!
—(Risas). Eso espero...
—¿Sos papá de dos varones?
—Sí, Tomi de 22 que está por recibirse de ingeniero en sistemas y Felipe, de 15, que es el que actuó, estuvo bárbaro, es bueno pero no quiere estudiar.
—Tus hijos son grandes ya, pero si te hubieran dicho a los cinco años que querían actuar, ¿qué les decías?
—Los hubiera dejado y apoyado, es un medio muy lindo. Como todo tiene sus pro y sus contras, tenés que tener siempre los pies sobre la tierra y saber que hoy es una cosa y que mañana puede cambiar y ser otra.
—¿Tuviste un buen recuerdo?¿Era bueno el trato de los adultos hacia vos?
—Sí, siempre fue bueno. Una sola persona me dejó un mal recuerdo, Jorge Porcel. Pero trabajé con gente muy grande que me trataba con amor, como si fuera un nieto.
—¿Qué pasó con Porcel?
—Trabajé en un programa. No lo dije en su momento, pero mucha gente que sabía de sus formas me dio su apoyo. A él le gustaba la adulación constante y yo no era así y no se dio una buena relación, me sacó letra y escenas. Mis papás sabían, pero había un contrato que cumplir, la experiencia no fue buena.
—¿La gente te reconoce?
—Sí, se acuerda y asocia mi cara y se me queda mirando y me pregunta si iba a tal colegio y ahí le digo que no, que era el de Pelito. Otros directamente me dicen ‘Leandrito’ y que estoy igual. Es lindo el reconocimiento.
—¿La viralización del video te gustó? ¿Tus hijos se enteraron en ese momento de tu pasado como actor?
—Me encantó que se viralizara. Mis hijos ya lo sabían porque se los había comentado alguna maestra.
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