Franco Masini, protagonista de la serie española que es un éxito en Netflix: “La vida me fue indicando el camino”
El actor, de 28 años, conversó con LA NACIÓN acerca de la trayectoria que lo llevó hasta Todas las veces que nos enamoramos, la ficción que se encuentra entre lo más visto de la plataforma de streaming
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Franco Masini está feliz y satisfecho con Todas las veces que nos enamoramos, la serie española de ocho capítulos que es una de las más vistas en Netflix y que protagoniza junto a Georgina Amorós. En charla con LA NACION, el actor habla de su experiencia rodando en España, de la oportunidad de trabajar para un mercado internacional y también de lo difícil que es vivir muchos meses lejos de su familia, sus amigos y su novia, Juana Farrell.
“Son días muy lindos y estoy agradecido por esta oportunidad de mostrar mi trabajo y ampliarlo a otros países que nunca había imaginado, como Alemania, Francia. Hace unos años eso era impensado, así que lo disfruto mucho”, cuenta el actor recién llegado de Madrid, adonde fue a promocionar la serie.
-Si bien trabajás desde chico, hace unos años se te abrieron las puertas al mercado internacional, ¿fue algo buscado?
-Fue un crecimiento enorme en todo sentido, profesional y personal, porque constantemente tenés que adaptarte a nuevas culturas, nuevas maneras de vivir, nuevas temperaturas y formas de trabajar. Es un esfuerzo doble que tenés que hacer cuando viajás. Y salir de la zona de confort en la que estás cómodo, está bueno. Hay que adaptarse. Siempre intento estar en movimiento y lograr esas cosas y no quedarme en un lugar seguro. Desde que hice la serie Riviera, una serie británica, se me abrieron muchas más puertas y con proyectos en diferentes países. Después hice Rebelde, en México, y enseguida surgió Todas las veces que nos enamoramos, en España.
-En el caso de la serie española, ¿cómo fue la convocatoria?
-Estuve diez meses filmando en México y, a las dos semanas de estar en la Argentina, me llamó mi representante para decir que había un personaje, que lo había contactado Diego Betancourt, productor ejecutivo de la serie y también de Elite, porque querían verme. Al día siguiente hicimos un self-tape y al otro día pidieron que volara a Madrid para verme. Ahí conocí a Carlos Montero, creador de esta serie, hicimos algunas escenas y finalmente probaron la química que teníamos con Georgina. Por suerte gustó, y acá estamos.
-¿Y cómo fue el rodaje?
-Fue un proyecto de nueve meses de trabajo que disfruté muchísimo. Ensayamos en noviembre y diciembre del 2021, conversamos mucho con Georgina, creamos juntos y encontramos un buen magnetismo entre ella y yo. Así que llegamos al primer día de rodaje conociéndonos mucho, sabiendo cómo funcionaban los personajes. Fue un proceso muy lindo. Y las directoras sacaron lo mejor de nosotros. Todos dejaron pasión y pusieron esfuerzo. Una de las premisas de Carlos era que el código fuera naturalista y que se respetara, que no fuera pretencioso. Y se logró bien porque hasta hicimos las escenas de sexo tal cual y como son en la vida. La serie habla del amor en lo bueno y en lo malo, en lo que duele y en lo que sana, el amor histérico, el que no entendés. Y es así, con sus altibajos. Y también habla del éxito y el fracaso, de las frustraciones y está muy bien tratado.
-¿Te sentiste identificado con tu propio personaje? Habrás tenido momentos de inseguridad…
-Tengo mis diferencias y similitudes con el personaje. Pero la gran diferencia que me permitió jugar es que él nunca pensó en ser actor sino que se le dio, y con sus características se le vinieron cambios para lo que quizá no estaba preparado. En eso difiero, porque siempre quise ser actor y me formé para eso. Él no disfrutaba nada, no había nada que le hiciera bien y eso genera impotencia que es con lo que vive el personaje constantemente. Le cuesta lidiar con la fama, la exposición, y no es fácil.
-¿Y vos cómo supiste manejarlo?
-Lo fundamental es saber que va a haber muchos éxitos y fracasos, que todo cambia y en esta profesión todo es rápido: hoy sos popular por un determinado proyecto, mañana no y pasado vuelve a suceder. No hay que centrarse en eso sino en actuar, que es lo que amo. Lo demás son consecuencias, y tenés que ir surfeando la ola mientras disfrutás de lo que hacés y sin esperar resultados. En los últimos años me di cuenta que es importante disfrutar del proceso, enriquecerse... Y después está el resultado, y si está bien, genial, y sino también es parte de la vida. Cuando disfrutás lo que hacés, ya ganaste y el resto viene de yapa.
-En tu caso, eras el único argentino de la serie y tenías que lograr empatía con todo el mundo, ¿cómo lo viviste?
-Todos los personajes son muy queribles y podés empatizar con todos. Por eso mirar la serie da una sensación de liviandad. Era el único argentino de la serie y desde el primer día me sentí parte del equipo.
-En una parte de la serie hablás con acento español, ¿te costó?
-Hay palabras que mezclás, en vez de ‘vos’, decís tú. Pero siempre desde el argentino. No fue para imitar. Fue una decisión artística, de equipo. Porque si vivís en España seis meses, a veces te puede salir un ‘guay’ o ‘me mola’, pero con acento argentino. No se forzó nada. Por ahí en una escena hablaba de tú y en otra de vos. Fue muy natural.
-En lo personal, ¿estás enamorado?
-Sí. Hace tres años que estoy con Juana, que no tiene que ver con el medio pero trabaja en moda. La idea es que pueda acompañarme un tiempo, que me visite. Cuesta la distancia también con la familia, porque estás muchos meses fuera de casa y los domingos son más difíciles cuando se junta la familia. Eso es lo que más cuesta cuando estás afuera, aunque estoy haciendo lo que amo y elijo hacerlo. En todo crecimiento hay que dejar de lado algunas cosas. Y yo dejé por un rato a mi familia, a mis amigos, a la gente que me cuida y quiere, para ir a otro país en el que me recibieron muy bien y me integraron rápidamente. Fue increíble rodar con ellos.
-¿Qué pasa con el Franco músico?
-El Franco músico sigue, porque lo tengo adentro. En pandemia lancé algunas canciones porque tuve tiempo y pude componer, escribir y trabajarlas. Fue el momento exacto, pero después se fueron juntando compromisos que tienen que ver con lo actoral, que es mi prioridad absoluta. Intento conjugarlo con la música, siempre tengo mi libreta, mi guitarra y cuando me hago un espacio, lo aprovecho. Pero no quiero hacer nada a medias.
-¿Tenés proyectos para este año?
-Estoy armando el año, hay películas, obras de teatro. En el 2022 casi no estuve en Buenos Aires. Cuando aterricé desde Madrid, estrenamos Regreso en Patagonia y después de la última función me tomé un avión a México para rodar una película y volví el día que salimos campeones. Fue un año intenso, de mucho trabajo y estoy agradecido y contento de seguir creciendo y absorbiendo todo lo que pueda.
-Trabajás desde los 12, ¿a veces pensás que pudiste haber tomado otro camino?
-De chiquito quería actuar porque nada me daba tanta felicidad. De todas maneras, me recibí de Licenciado en Relaciones Públicas e Institucionales. Nunca estudié con la idea de ejercer, porque cuando empecé ya hacía unos años que trabajaba como actor. Sin embargo, era algo personal porque me di cuenta que tenía la edad y era el momento de poder hacer todo: tenía ganas de levantarme a las 6 de la mañana y volver a casa a la medianoche. Grababa, estudiaba y fue un esfuerzo grande, sobre todo porque pensaba: “¿Para qué estudio si ya estoy actuando?”. Hoy miro para atrás y me siento contento de haber tomado esa decisión porque el estudio nunca te resta. El título está guardado en un cajón, pero lo que aprendí lo tengo incorporado y me sirve mucho para lo que es el lado B de todo lo que hago.
-¿Y cuál es ese lado B?
-En la actuación tengo mi manager, pero el resto lo manejo yo. En ese sentido me ayudó mucho lo que estudié, porque me para en otro lugar.
-¿Recordás cuándo tomaste la decisión de ser actor?
-Lo primero que hice una adaptación de Ricardo III, de Shakespeare, en el British Arts Center. Tenía solo dos escenas en una obra que duraba dos horas, pero era algo nuevo estar con actores con experiencia. Mi profesor de teatro del colegio me dijo que necesitaba a un chico para una obra y me interesó. Lo de la tele también fue casualidad. Estábamos de viaje con mi tío y un amigo que trabajaba en una productora, en la parte de sistemas, y no recuerdo si dije o hice algo gracioso. Dos semanas después, colgaron un cartel de búsqueda de chicos en esa productora y el amigo le dijo a mi tío que me llevara al casting. Fuimos con mi mamá, y quedamos para el piloto con mi hermana Mili, también. Después vino una etapa de castings de tres meses: quedamos seleccionados seis chicos pero, finalmente, mi hermana y yo dijimos que no a ese primer proyecto porque se nos complicaba y nos teníamos que cambiar de colegio. Fue un aprendizaje, de todas maneras.
-¿Y qué pasó después?
-Al año y medio llamaron a mi mamá diciendo que tenían un personaje para mí. Me acuerdo que era pleno verano y me costó pero fui, y a las tres semanas me incorporé a la nueva serie de Disney, Peter Punk. Ahí sí sentí que era el momento. Siempre me gustó actuar, era el pibe que estaba en todas las obras de la escuela. Y la vida me fue indicando el camino.
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