El actor, que se sube al escenario todos los lunes y martes por la obra Las cosas maravillosas, está feliz de poder trabajar en el país, pero también reconoce que salir de su zona de confort lo llevó a aceptar interesantes propuestas en el exterior; además habló con LA NACION sobre su noviazgo de tres años con Juana Farrell
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En los últimos dos años apenas estuvo unos meses en nuestro país porque a Franco Masini lo sorprendió una carrera internacional que no imaginaba y no dudó en aprovecharla. Filmó Riviera, en Francia; Rebelde, en México, y Todas las veces que nos enamoramos, en España. En el medio hizo un musical en la Argentina, Regreso a Patagonia, y ahora vuelve a la avenida Corrientes con el unipersonal Las cosas maravillosas, todos los lunes y martes a las 20, en el Multiteatro. En una charla con LA NACION, el actor habló sobre el riesgo de estar solo en el escenario, de sus ansias de salir de su zona de confort para seguir creciendo y contó cómo es la convivencia con su novia, Juana Farrell.
-Es la primera vez que estas varios meses en nuestro país, después de bastante tiempo, ¿extrañabas?
-Mucho. Está buenísimo poder volver a conectar con mi gente, mis amigos, con mi país. Soy muy familiero, disfruto mucho de compartir. Estoy feliz de hacer un proyecto que me permite estar acá, acompañado de la gente que quiero. A finales del años pasado estuve en México filmando una película con Alejandro Speitzer, que se llama Straight y fue un rodaje bastante rápido, de siete semanas; y después me fui a España para hacer el estreno de Todas las veces que nos enamoramos. Cuando uno viaja crece en todo sentido, y mis últimos trabajos me permitieron crecer profesional y personalmente porque hicieron que me arriesgara a salir de la zona de confort.
-Aunque te vas con un proyecto y tenés fecha de regreso, ¿se siente el desarraigo?
-Sí. A pesar de que voy con un proyecto que sé que termina, igual extraño un montón siempre que viajo. Cada vez que elegís irte para cumplir un objetivo, dejás algo; porque todo no se puede. Todo movimiento implica un riesgo: dejar algo atrás para tener algo nuevo. Intento no quedarme en un mismo lugar, soy inquieto, todo el tiempo busco la manera de incomodarme para que eso me genere movimientos. Me hace estar despierto.
-¿Buscaste mucho esta proyección internacional?
-Se fue dando, simplemente. Con Riviera se me abrió una puerta enorme porque fue una serie en inglés y con estrellas internacionales. Y después de vivir esa experiencia se fueron acomodando otras cosas como Rebelde, la serie en México, y luego la película, y después la serie en España. Pero siempre era el visitante, de alguna manera, porque era el único argentino en el elenco, con productores de otros países también y necesitaba adaptarme rápidamente al país, a la cultura, a la forma de trabajo. Fue un crecimiento enorme, pero estaba en constante adaptación. Todas fueron oportunidades muy lindas que se fueron dando y agradezco mucho porque me hicieron crecer, en todo sentido. Y si bien conocía gente, un domingo capaz que estaba solo.
-Ahora imagino que los domingos son de asados. ¿Qué otras actividades retomaste con este regreso?
-Es verdad, volvimos a los asados, los domingos familiares, el deporte con amigos, tenis, paddle, salidas entre semana. Pero insisto, una particularidad que intento seguir siempre es animarme porque puede llegar a ser bueno. Animarte te da riesgos, cosas nuevas, aprendizajes. Eso fue lo que viví los últimos años.
-Estás de novio con Juana Farrel, hace unos años, ¿cómo se sostiene la pareja a la distancia?
-La distancia es complicada, pero en mi caso es con fecha de caducidad. Ella pudo viajar, me visitaba. Una vez nos juntamos en España, yo desde México y ella desde la Argentina. Encontramos la forma para que la distancia no fuera tan dura. Ahora sé que hasta septiembre me voy a quedar acá, y en algún punto es la vida del actor. Para alguien controlador como yo no es fácil viajar y no saber cuánto tiempo te vas a quedar en tal o cual lugar. La profesión es así, no podés armarte un año entero por ejemplo, sino por proyectos. Nunca hay certezas.
-¿Conviven?
-Sí, convivimos hace un tiempo. Se fue dando, estamos juntos hace tres años. Estamos contentos.
-¿Cómo se conocieron?
-Por un amigo en común hace mucho tiempo y después nació el amor, en plena pandemia.
-¿Y en casa quién cocina?
-Hago asados y muy bien, pero asados. El resto te la debo.
-Es el primer unipersonal que hacés, ¿te provoca un poco de temor estar solo en escena?
-Me animé a salir de mi zona de confort y eso está bueno. Estás solo en el escenario, no hay nadie que te salve sino que tenés que autosalvarte. Creo que es una obra tan maravillosa que ni bien leí el guion, me enamoró, me encandiló y me dieron ganas de hacerla. Es una historia muy profunda y además quería hacer algo en la Argentina que llene al Franco artista que quiere seguir corriendo riesgos. Y este es un gran desafío, de un riesgo enorme porque estoy solo durante más de una hora y son muchas páginas de texto. Siento que los proyectos llegan en el momento justo y es este. El público sale transformado y me genera una pasión inigualable.
-¿Tenías ganas de volver al teatro?
-Muchas. Fue un proceso muy lindo y largo, con muchos ensayos con Mey Scappola, la directora. Los dos pudimos pulir muchas cosas y llegar cómodos al estreno. Empezamos a ensayar en abril y eso me permitió probar e investigar. Hay una parte en la que toco el piano y aprendí a hacerlo. Porque yo toco guitarra y saxo, pero no piano. Mey me ayudó muchísimo y desde el principio se generó una linda sinergia. Hizo un trabajo enorme conmigo, son muy correctas todas sus observaciones y las decisiones de dirección; se nota el trabajo, el compromiso y la empatía para que pueda sacar lo mejor de mí. Es meticulosa, obsesiva, como yo.
-La obra propone hacer una lista de cosas maravillosas que permitan seguir adelante, ¿tenés tu propia lista?
-Claro. La familia, el amor, el enamorarse, ver películas, comer lo que te gusta, que alguien te cocine lo que te guste, el olor de los libros. Hay millones de cosas y está bueno que cada uno arme su propia lista. Es una obra muy profunda que habla de la depresión y de cómo alivianar toda esa densidad. Es un texto muy inteligente e inspirador para todos porque es la historia de un chico que hace una lista de cosas maravillosas por las que vale la pena seguir adelante. Y cada vez que hago la obra agrego algo más a esa lista. Hay que valorar lo sencillo, lo que uno tiene, un abrazo, un nuevo día para vivir. Hay muchas cosas que en la vorágine del día a día no mirás. Cuando te detenés a pensar en esto, es muy lindo y esperanzador.
-¿Hay otros proyectos?
-Hay un proyecto muy importante para un largometraje para filmar este año, es una coproducción con otros países y estamos ajustando detalles. Y mientras tanto disfruto de este proyecto teatral maravilloso. Es una obra única.
-¿Dejaste la música de lado por el momento?
-Estoy en una pausa. Durante la pandemia hice algunos temas, pero después tuve muchos proyectos actorales y estoy con el foco en eso. No tengo tiempo de escribir y me gusta tomarme el tiempo para desarrollar las letras, el video y todo el proceso. De todas maneras, me estoy armando un espacio para poder hacerlo porque me gusta cantar y quiero seguir haciéndolo. En el arte todo es complemento y una cosa genera la otra.
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