El 2 de marzo murió Franco Macri . Había llegado al país proveniente de Roma el 7 de enero de 1949 junto a sus hermanos Pía y Tonino y, desde ese día, trabajó (empezó de obrero) para convertirse en uno de los hombres más poderosos del país. Aunque su nombre era Francisco, siempre lo llamaron Franco. Tuvo cinco hijos y quince nietos y su pasión por el trabajo lo mantuvo en actividad hasta bien pasados los 80 años. En enero de 2014 recibió a ¡Hola! Argentina en su refugio esteño y habló sin condiciones sobre todos los temas. Fue la última entrevista en ¡Hola! Distendido, Franco posó como nunca antes en su dúplex de Manantiales, el desarrollo inmobiliario que fundó hace cuarenta años ("un oasis en medio de la costa", como lo describía él mismo), y se mostró sereno, paciente y sincero. Acá reproducimos algunas partes de la entrevista.
–¿Qué se siente ser un empresario tan reconocido y también tan cuestionado?
–Siempre estuve expuesto y, lejos de los negocios, se me ha vinculado en muchas oportunidades con la política y el jet set, pero yo siempre estuve enfocado en mi trabajo, mis empresas, mi casa o mi familia. Aunque no lo crean, siempre estoy un poco encerrado en mi mundo, por más que me hayan asignado fantasías de todo tipo y especie, no fueron tantas.
–Pero sí ha vivido según sus propias reglas.
–Digamos que trabajé mucho y el trabajo me dio plata, comodidad, la posibilidad de hacer grandes fiestas... Con un poco de modestia, siempre digo que fui un visionario y he hecho cosas buenas, como por ejemplo este complejo en Manantiales, un lugar que adoro porque mis hijos crecieron aquí. Cuando nadie salía del centro de Punta del Este, aposté a este lugar. Siempre intenté abrir la apuesta, en todos los ámbitos. Soy inquieto y me gusta hacer algo más de lo que ya está hecho. No por nada, durante casi treinta años fui el máximo empleador de Latinoamérica y el encargado de traer la telefonía celular a Argentina. Esta inquietud ahora me llevó a China, un país que conocí hace veintiocho años, donde invierto hace veinte y llevo diez trabajando intensamente.
–¿Cree que alguna vez dejará de trabajar?
–Cambiar es muy difícil y soy un hombre feliz. Tal vez en los últimos años soy más filósofo que empresario. La plata ya no es un objetivo para mí: yo hago sin pensar si voy a ganar o no, y eso me permite estar tranquilo.
Con mis hijos siempre mantuve la misma postura, aunque ellos tengan sus momentos de distanciamiento. Un hijo es un hijo, el afecto está intacto
La plata ya no me interesa, no es un objetivo para mí: tengo lo suficiente para vivir bien y no tengo la fantasía de ir a la luna
"UN LEÓN ENJAULADO"
Considerado un auténtico heartbreaker, Franco siempre tuvo a su lado mujeres bellísimas. Junto a Alicia Blanco Villegas tuvo cuatro hijos: Mauricio, Sandra, Gianfranco y Mariano. Mientras que de su relación con la psicóloga Cristina Grieffer atesora a la más mimada de la familia, Florencia. Tuvo conquistas cuestionadas, principalmente por la diferencia de edad.
–¿Tiene buena relación con todas sus ex parejas?
–Hablo maravillas de pocas. Evangelina [Bomparola] es una de ellas, una mujer espectacular. Esa separación para mí fue muy dura. Terminamos porque, obviamente, ella quería tener un hijo y para mí era una etapa concluida. Sigue siendo una de las mujeres más importantes de mi vida, pero tuve que dejarla ir porque yo sentía que ella tenía que ser madre y no podía darle eso.
–¿Sólo de ella tiene buenos recuerdos?
–[Se ríe]. ¿Esta parte de la entrevista sería la parte de "política" o de "negocios"?
–De amor.
–Vuelvo a responder que mi libido está puesta en el trabajo y en la familia.
–¿Qué puede decir de Nuria Quintela? Ella sigue estando a su lado y es su mano derecha en China.
–Mi relación íntima con Nuria fue casi nula. Realmente es una mujer excepcional y ella –sin ser mi pareja ni nada– se instaló en China como mi asistente y "corresponsal" durante casi siete años. Fueron momentos duros para ella y sufrió mucho el desarraigo, estaba sola, con gente que no hablaba ni inglés. Pero es una mujer que no les teme a los desafíos. Incluso cerró sola negocios importantes en China y lo hizo brillantemente. ¿Cómo no voy a confiar en ella?
–¿Siempre estuvo rodeado de mujeres con mucho carácter?
–Más o menos, siempre tuve mujeres muy dulces. Creo que donde hubo amor, no hubo problemas.
–¿Le resulta difícil estar soltero?
–Es una decisión personal, nadie me obliga. Digamos que me encierro… Soy un león, pero enjaulado. [Se ríe].
Con un poco de modestia, siempre digo que fui un visionario. Hace años, cuando nadie salía de Punta del Este, construí este complejo en Manantiales
Mis nietos me dan poca pelota. Pero cada vez que tienen que hacer una fiesta, la hacen en casa y hasta tuve una nieta viviendo conmigo
PADRE DE FAMILIA
–¿Cómo es hoy en día su relación con su hijo Mauricio?
–Óptima. Sólo nos decimos barbaridades cuando jugamos a las cartas. Ahí es cuando saca lo peor de él porque somos todos muy jugadores. Yo sé que si logra ser presidente va a ser uno de los buenos.
–¿Cree que él cambió mucho desde que nació Antonia?
–Antonia sumó mucho a su vida. Los chicos de hoy en día son increíbles, ¡terribles! Cuando Antonia tenía 1 año y algo, que apenas caminaba, un día fui a su casa para verla. Hacía un mes me había hecho una foto con ella y Juliana [Awada] le dijo: "Antonia, buscá la foto con el abuelo". La pequeña fue gateando hasta la otra punta de la casa y volvió con la foto en la mano. No lo podía creer, ¡era un bebé!
–Tiene nietos de todas las generaciones. ¿Cómo es su relación con ellos?
–Me dan poca pelota. Pero cada vez que tienen que hacer una fiesta, la hacen en casa. También vienen a estudiar a casa y hasta tuve una nieta viviendo conmigo. Pero no soy de los que dicen "Te quiero". Hace poco les escribí un mail a todos, incluidas Antonia y Valentina –la hija de Juliana–, diciéndoles que estaba en un tramo de mi vida en el que no los iba a visitar más, pero que estaba siempre a disposición de ellos, en mi casa de Buenos Aires, en Punta del Este o en mi quinta. No me contestó nadie, pero me visitan.
–¿Es muy distinto en su rol de padre y abuelo?
–Trato a todos por igual y eso es importante. Nunca fui permisivo y siempre estuve preocupado por que todos hicieran las cosas bien.
MACRI, REFLEXIVO
–Con los años, ¿se siente más sensible?
–No, estoy más resignado. Hace un par de años tomé conciencia de que cada uno es como es y es imposible pretender cambiarlos. A eso sumale que la plata ya no me interesa: tengo lo suficiente para vivir bien y no quiero ir a la luna ni nada por el estilo.
–¿Qué pasatiempos tiene?
–Trabajar.
–¿Sólo eso?
–Escribir. Recientemente publiqué mi quinto libro. También me gusta jugar a las cartas. Lo hago tres veces por semana, es una actividad obligada. En mi casa tengo un piso de juego preparado para esos encuentros.
–¿Le gusta el mar?
–No sé nadar. Nunca tuve tiempo de aprender. Una vez estaba en Copacabana con mis hijos y Gianfranco se metió al mar, que estaba muy agitado. En un momento pidió ayuda, no podía salir. Yo, inconsciente, me tiré a rescatarlo pero terminaron sacándome a mí cinco guardavidas y Gianfranco salió solo.
–¿Se arrepiente de algo en su vida?
–Sí, de no haber aprendido a nadar. [Se ríe].
–¿De qué está orgulloso?
–De mi familia, de mis empresas… Tengo recuerdos fantásticos de mi vida.
–¿En algún momento dejó a su familia de lado por el trabajo?
–Cada minuto libre que tuve se los dediqué a mis hijos o a la mujer que tenía a mi lado. Les he dado todo mi amor y puedo enorgullecerme de que estuve con ellos en todos los momentos importantes de sus vidas. Esta es mi opinión, habría que ver qué piensan ellos.
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