La actriz, que brilla todas las noches con Mamma mía! en el Teatro Coliseo, asegura estar atravesando su mejor momento; qué es lo que prioriza ahora, la conexión con su padre tras su muerte y por qué ya no se expone tanto al opinar
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A meses de cumplir los 50, Florencia Peña asegura estar en el mejor momento de su vida. Mientras que en el terreno profesional se luce sobre las tablas con el musical Mamma mía!, en el plano personal disfruta de su familia y de ese amor que supo construir con Ramiro Ponce de León, el abogado salteño que la enamoró por completo cuando menos lo esperaba. “Mi familia es el éxito más grande de mi vida, de mi historia personal. Esa fuerza que me dan es un poco lo que me hace estar y sentirme en este lugar de solidez”, reconoce la actriz sobre este núcleo íntimo que formó junto a Toto, de 21, Juan, de 15, Felipe, de 6, y su marido.
Así como diariamente intenta ser la mejor madre para sus hijos, esta actriz, humorista y conductora asegura tener varias versiones; esas que la hacen crecer y animarse a nuevos desafíos constantemente. “Yo tengo muchas facetas. En esta cuestión curiosa que tengo de siempre estar buscando más y cómo superar mi marca, siento que es infinito todo lo que me va a pasar siempre porque estoy muy abierta a que todo el tiempo mi vida se mueva”, advierte quien desde el verano se dejó tentar por el personaje de Donna y está haciendo un éxito en el teatro Coliseo.
-Esa energía que ponés todas las noches sobre el escenario, ese personaje...
-Mamma mía! tiene algo muy especial para mí. Es un personaje que llega en un momento de mi historia personal, en donde puedo abarcar todo lo que hago en el escenario. Yo siempre digo que soy una actriz de teatro, siempre me sentí una actriz de teatro. Es en el lugar donde más me despliego y donde siento que revalido todo el tiempo los votos de elegir esta profesión. Pero a veces llegan algunos personajes que son más importantes que otros, más decisivos que otros o que son un punto de inflexión. Me acuerdo que en su momento fue Sweet Charity, el primer musical grande que protagonicé donde estaba tres horas arriba del escenario y con el que me gané muchos premios. Cabaret fue algo que quise mucho también. Pero Mamma mía! vuelve a ser ese punto de inflexión en el que yo digo: “Acá hay algo más. Acá el personaje tiene mucho que ver con cómo estoy yo en este momento”.
-¿Y cómo estás en este momento?
-Estoy por cumplir 50 y siento que estoy en un momento muy alucinante de mi vida. No por las certezas, sino por las cosas que sé que ya no quiero. En esta cuestión curiosa que tengo de siempre estar buscando más y cómo superar mi marca, siento que es infinito todo lo que me va a pasar siempre, porque estoy muy abierta a que todo el tiempo mi vida se mueva. Pero lo que sí tengo muy claro es que ya hay muchas cosas que sé que no quiero y en ese punto, creo que es interesante como yo llego a los 50.
-¿Y qué no querés más?
-No quiero no ser feliz. No quiero estar en lugares que no sienta que tengo algo para dar o que ese lugar no tenga algo para darme a mí. Yo me voy de los lugares en donde siento que tengo que dar explicaciones. Yo siempre sentí que tuve que dar muchas explicaciones, sigo dando explicaciones. El punto es: mientras uno sea libre y no afecte la vida de los demás, uno tiene el derecho de hacer y decidir sobre su propia historia.
-Cuando hablás de dar explicaciones, ¿tiene que ver con la prensa, con la pareja, con la familia?
-Con los medios en general. Como que siempre se me demanda la explicación de por qué hice tal cosa o por qué dije tal otra, o por qué vivo así, o por qué mis hijos asá, o por qué el 15 del nene. Como hablo siempre de todo, de repente me encuentro después de casi 45 años de profesión explicando nuevamente... Entonces si voy a tener que seguir dando explicaciones toda la vida (porque así me pasa), por lo menos quiero estar en los lugares que me hagan bien, que me hagan feliz.
-¿Y eso tiene que ver con el escenario?
-Sí, y con los contextos, con la gente, con los grupos, con el nivel humano que yo encuentro cuando trabajo en algún lugar. Me parece que ya a esta altura encontrarse con personas que te hagan bien es tan importante y tan estimulante como el trabajo en sí mismo.
-La tele fue un gran paso para vos, ¿te gustó lo último que hiciste en América?
-A mí me gusta mucho conducir. Es una faceta de mi historia que me encanta y que tengo ganas de seguir profundizando. Yo me siento una comunicadora. La conducción tiene que ver con esa faceta mía, en donde yo vuelco quién soy. Esta Florencia, sin un personaje detrás. LPA fue un programa que yo quise mucho, pero que al medio le costó entender. Entonces, en un momento sentí esto de las explicaciones. Fueron muy lapidarios, no dejaron que el programa tuviera su maceración, su encontrarse... Algo te puede gustar o no, pero hubo mucha falta de respeto (que suele pasarme). Hay mucha falta de respeto a veces conmigo, como si tuvieran que criticarme mucho, pero yo siempre voy a hacer la mía… Yo no vivo la vida en términos de éxito o fracaso porque lo que por ahí al medio le puede parecer un fracaso para mí es un éxito total porque aprendí, porque trabajé con alguien que me encantaba. Yo trato de estar en lugares que me van a hacer bien y que me van a hacer crecer. Después eso puede convertirse en que el resultado final sea maravilloso o puede no ser tan bueno, pero ya no nos pertenece. Vos pensá que yo estaba haciendo LPA y a la vez estaba haciendo en el Gran Rex, Casados con hijos, con reventa de entradas. Entonces, yo en América no matcheé y lo entendí rápidamente. Rápidamente entendí que no era ahí, no era por ahí. Me llevé gente re linda que quiero mucho, pero algunas personas no me querían y entendí que tenía que irme de ahí.
-Pero si volverías a la tele como conductora...
-¡Sí, obvio! Fue un aprendizaje re lindo para mí. No me llevo nada malo, pero es como que siempre se espera un resultado conmigo, como que se me demanda un resultado y si no es el esperado viene un poquito el látigo. Mientras tanto, estoy pasándola bomba con mis cosas y viéndolo desde afuera diciendo: “Demándenme lo que quieran, pero yo sigo acá. Sigo estando en las primeras ligas, sigo haciendo lo que tengo ganas, sigo teniendo la posibilidad de grandes papeles, sigo teniendo la posibilidad de trabajar con grandes directores”. En estos años, no hay crítica que haya hecho mella en quién soy como artista. Después te puede gustar o no, puedo hacerte reír o no; eso es subjetivo. Lo importante es que nada de lo que ha pasado en estos últimos años ha podido contra mi deseo.
-Me estoy encontrando con otra mujer. Te conozco y es como que ahora estás plantada de verdad en otro lugar. No sé si es Ramiro, si es un nuevo hijo, si es la familia...
-Yo creo que todo lo que viví es lo que me llevó hasta acá. Lo bueno y lo malo, lo que me hizo feliz y lo que me hizo doler. Somos una combinación de esas cosas. Obviamente, mi familia es el éxito más grande de mi vida, de mi historia personal. Y en esta instancia puntualmente, en donde Toto tiene 21, Juan tiene 15, Feli tiene 6, estamos pasando un momento muy alucinante familiarmente hablando. Somos una familia muy divertida y muy llena de anécdotas constantemente. Mi casa es como un petit hotel, en donde entra y sale gente todo el tiempo. Amo la vida que tengo, la amo profundamente con sus altibajos porque no todo es color de rosa, pero sí hay algo que es verdad y es que trabajamos siempre muy fuerte para hacernos cargo de las cosas que no están buenas. Y eso lo hacemos todos: mis hijos, mi marido y yo. Somos una familia que tiene mucha autocrítica y nos reímos mucho de nosotros, siempre con el humor trascendemos. Entonces esa fuerza que me da hoy mi familia es un poco lo que me hace estar y sentirme en este lugar de solidez que vos estás viendo.
-¿Hacés terapia?
-¡Sí, mucha! He hecho terapias de todo tipo. Ahora lo que estoy haciendo son Registros Akáshicos, que es abrir los registros con tus guías. Desde que mi papá murió, él empezó a aparecer como mi guía entonces me conecto con él y es muy alucinante lo que me está pasando con esa conexión. Eso también emocionalmente me tiene muy estabilizada porque yo con mi padre no tuve la relación que quizás me hubiera gustado tener. Él era un tipo muy duro, muy cerrado, le costaba expresarme su amor y le costaba expresarme cuán orgulloso estaba de mí. Y cuando se enferma, nosotros empezamos a tener una relación muy distinta. Tuvimos casi dos años para despedirnos y entonces él se pudo acercar de otra manera y pudo decirme cosas que no me había dicho por su cabeza un poco más estructurada que tenía que ver con cómo fue criado. Él siempre creyó que yo era la hija débil, y yo siempre le expliqué que era una mina fuerte y que nunca iba a estar sin trabajo; que siempre me iba a reinventar. Me acuerdo en la última función de Cabaret, me abrazó muy fuerte y me dijo: “Ya entendí. Sé que vas a estar bien”. Y, hoy por hoy, me manda mensajes muy puntuales donde me cuenta cosas que vivimos y es muy lindo sentir que él me entiende en ese otro plano en el que ahora está. Le costó mucho entender mi libertad.
-¿Y tu mamá acepta que tengas estas charlas con tu papá?
-Sí, porque mi mamá también las tiene. ¡Ya la convencí! Al principio, le costó un montón, pero mi viejo fue re sabio porque inmediatamente le marcó un par de cosas que solo ellos sabían y ahí mi mamá aflojó. Yo tenía la necesidad de tener una relación mejor con mi papá, sobre todo porque hay algo de la valoración de los padres que es muy importante y que yo la sentí más con mi madre, pero no porque él no lo sintiera, sino porque no me lo podía expresar. Y quizás tanta crítica que yo sentí durante tantos años de mi vida (no es que no la siento ahora, es que la puse en otro lado) también tuvo que ver con tener un padre que no era el más efusivo o el más contenedor en cuanto a: “No te preocupes, hacé la tuya, que acá estoy”. Pero no por falta de amor, sino por una cuestión de estructuras mentales.
-Cuando tu papá se enfermó vos estabas atravesando una situación personal con Ramiro y las críticas por tus opiniones políticas...
-Sí, hubo un momento que fue muy duro. A mi padre le encuentran cáncer y también tuve un momento complejo con Rama y algunas cuestiones, pero yo siempre intenté estar sólida emocionalmente porque eso sí se lo debo mucho a mis padres. Ellos me criaron con mucha fortaleza. Yo soy quién soy porque no proyectaron nada en mí, dejaron que yo sea. No había nada que yo tuviera que hacer para que ellos estuvieran contentos. Quizá lo que más recibí fue exigencia, pero porque mi madre venía del clásico. Mi mamá bailó 20 años en el Teatro Argentino de La Plata y su exigencia tenía que ver con su formación. Ella me exigió que yo estudiara y yo se lo agradezco. Y también que en cada cosa que hiciera lo diera todo, que realmente llevara al extremo mi potencial y yo se lo agradezco. Yo tuve que pelear por ser quién soy, primero en mi ámbito familiar, porque yo rompí con muchos moldes. Yo siempre me interponía ante las estructuras y las demolía y eso era algo que en mi familia era complicado, pero como fui adentro fui afuera. A mí me costó un montón ser esta que soy hoy, tuve que andar y caerme mucho.
-Con la política también estuviste en la mira hasta que un día dijiste: “No hablo más”
-Yo sigo diciendo lo que pienso. De hecho, ya saben lo que pienso, pero aprendí a decirlo. Yo creo que en ese momento estaba muy expuesta políticamente y tenía como una necesidad de marcar la cancha y decir: “Pará, pará, pará, porque yo tengo un pensamiento, yo tengo una lectura sobre la vida”. Estaba muy peleadora, pero eso no tenía que ver tanto con el afuera sino con una necesidad mía de encontrarme, de saber quién era. Ahora todo se acomodó en un espacio de mucha más armonía, en donde yo convivo con gente que no piensa como yo, donde puedo decir lo que pienso sin faltarle el respeto al pensamiento de nadie, donde me parece que el disenso siempre es una buena manera de vivir la vida. En el disenso hay cosas maravillosas que pueden suceder. Me gusta el debate, me encanta la política, pero no necesito ponerlo por delante.
-¿Sentís que la grieta llegó a los actores?
-Yo creo que la grieta está atravesándonos a todos y a todas por igual. Nosotros somos personas que nos pasan las mismas cosas que a todos, lo que pasa que rápidamente se sabe que pensamos porque tenemos un micrófono delante. Pero no hay nada que no esté pasando en las oficinas o en la vida de las familias. Me parece que es un momento donde tenemos que respirar un poco, no prestarnos a un juego que no tiene que ver con nosotros. No es importante lo que nosotros pensemos -o sea cada uno tiene derecho a opinar lo que quiera-, pero nosotros no le cambiamos la vida a la gente ni vamos a tomar la decisión de nada porque no somos funcionarios públicos. En todo caso, somos parte del sistema cultural de nuestro pueblo. ¿Podemos dar una opinión? Claro que sí. Ahora, si eso es utilizado para tapar otras cosas, nosotros no nos tenemos que dejar utilizar. Durante mucho tiempo, yo fui utilizada con mis dichos, no tanto por lo que decía, sino lo que se hacía con lo que yo decía para generar determinadas cuestiones. Y desde hace mucho tiempo que yo no quiero ser utilizada. Yo puedo decirte lo que pienso, pero no utilicen las cosas que yo digo para ponerme a mí en el centro de la escena porque yo no soy el centro de la escena. Yo soy una actriz.
-¿Cómo lo lograste?
-Hablando bien (risas). Tratando de no dar títulos, pensando mucho lo que voy a decir, sobre todo en materia política. Yo pienso mucho, no estoy relajada nunca, pero aprendí a declarar. Yo sé cómo decirte lo que pienso sin dar nombres propios, sin que alguien se sienta afectado. Yo no quiero que el votante (determinadas personas con las que yo no acuerdo) se sienta afectado. Que sienta que yo tengo un pensamiento bueno o malo sobre eso; o sea, yo no quiero que nadie se afecte con mis dichos. Yo te voy a decir lo que yo pienso desde mí, lo que yo creo, pero yo no tengo la verdad. Ahora nunca me vas a escuchar decir: “No, porque Fulanita…” No, eso ya lo aprendí porque fui muy utilizada a niveles de operaciones.
-¿Cuál fue la que más sufriste?
-La del expresidente, que fue hace poquito... Decían que yo iba a la quinta de Olivos a hacer eso, y eso vino de funcionarios públicos. La sufrí con mil llantos en mi casa. Lo importante es que yo salí siempre muy fortalecida de esas situaciones porque yo lloraba en mi casa una hora y media, después me levantaba y decía: “Bueno, ¿qué hay que hacer para salir de esto?” En eso sí soy una resiliente, pero no quiere decir que las cosas no me afecten. A mí no me duele la opinión de los demás sobre mí. A mí no me duele que vos me digas: “Che, la verdad que te fui a ver y no me gustó”. Mientras sea con respeto, no me duele. A mí me duele que mientan sobre mí. A mí me duele que inventen sobre mí, a mí me duele que digan y que afirmen cosas que no son verdaderas.
-¿Leés todo en Twitter?
-Yo no estoy en Twitter, fui retirada de Twitter. Renzo, mi amigo que me maneja las redes, me dijo: “Hasta acá, ya está”, porque yo era una tuitera importante y me metía en quilombos. Entonces él me borró la App. Como soy una analfabeta tecnológica, sabía que yo no la iba a saber poner... (Risas).
-Pero sos la reina de Instagram...
-Pero tampoco leo nada malo. Cuando leo algo malo en general es algo que me divierte, lo comparto incluso con mi hijo Juan, el de 15. Nos divierten un poco los haters a esta altura de nuestra vida. Nos divierte ver gente que no sabemos quién es decir barbaridades como chiquillos, como niñitos, como mi hijito cuando hace un berrinche que necesita llamar la atención. Siempre pienso la energía vital que nos lleva vivir y que pena que haya gente que la gasta en tirar mierda a lugares que nunca van a llegar, porque yo voy a ser siempre la que soy. No hay nada de eso que pueda afectarme. Realmente tengo un máster en críticas.
-¿Qué te pasa con un Presidente tuitero? Hace poco Pablo Echarri puso un tuit y la hermana del Presidente le contestó y después él también...
-No me parece que esté bueno mezclar los tantos. Me parece que Pablo o cualquiera de nosotros (no importa cuál sea la ideología) tiene el derecho a hablar y decir lo que quiera. No me parece que tengamos que utilizar gente como para tirarle dardos. Yo a Pablo y a Nancy los conozco mucho, los quiero, son buena gente. Sé que lo que dicen y piensan es coherente.
-¿Cómo ves el país?
-Yo no voté este Gobierno, lo digo abiertamente. Eso no quiere decir que yo quiera que este Gobierno fracase; son dos cosas distintas. Yo siento que es momento de esperar. Siento que es muy pronto. Siento que tenemos que ser respetuosos de que la mitad de un país eligió esto y que la única verdad es la realidad y que el tiempo nos va a dar a nosotros la perspectiva para saber si este es o no el camino. Hay una mitad del país que creemos que no lo es, hay otra mitad que cree que lo es. Me parece justo y es democrático darle la chance a la mitad del país que cree que es por acá y esperar. Yo soy argentina hasta la médula. Amo mi país. No me vas a escuchar nunca militar el éxodo. Obviamente mis hijos harán lo que se les cante, pero no es algo que yo haga. Yo soy quién soy, gracias a mi país. Le agradezco cada centímetro de mi historia personal a mi país. Quiero mucho a la Argentina y quiero que a la Argentina siempre le vaya bien. Creo fehacientemente que tenemos un país lleno de cosas muy hermosas. Tenemos cosas buenas y malas como todas las sociedades del mundo. Sí, somos un país no desarrollado, pretender serlo es una estupidez. También tiene lo suyo pelearla todos los días porque te hace fuerte.
-Vos como actriz de teatro también la peleás para que la gente vaya a comprar una entrada, ¿cómo ves el teatro hoy?
-Yo creo que la resistencia cultural está en el teatro hoy. Hay una resistencia cultural tan enorme, tan hermosa. Todos los actores más importantes de la Argentina están haciendo teatro con propuestas para todos los gustos. Desde Mercedes Morán rompiéndola, Adrián con Griselda, Nancy, Carla, Nico; todos con propuestas distintas y que el público está eligiendo. Es re loco, pero desde la post pandemia la gente salió a consumir entretenimiento. Hay algo de: “No me puedo ir de vacaciones donde quiero, no puedo cambiar el auto, entonces salgo a pasarla bien”. Obviamente sé que es un momento complejo, sé que hay gente que le está costando comer, sé todo. Pero sí, tengo que contarte desde mi punto de vista, creo que la gente está necesitando encontrar escapes y Mamma mía! es de esas obras para que la gente se vaya feliz y llena de energía.
-Hay algo muy particular que pasa en los últimos dos o tres temas, la gente se pone de pie y baila con ustedes...
-Yo jodo con que soy la Lali Espósito que no me dejaron ser porque cuando tenía su edad no existían las mujeres en el pop. Entonces me desquito con esos tres temas y soy una barrabrava (risas). Estoy feliz. A mí cantar y bailar me conecta mucho con la niña que arrancó a dar los primeros pasos y también con esa niña interna que tengo tan viva, tan a flor de piel, que es la que se sube al escenario todas las noches a ser feliz.
-Contame de Ramiro, sé que estuvieron en Salta hace poco...
-Nosotros tenemos una casita en Salta que es como nuestro búnker de amor, que nos costó un montón hacerla porque en un momento cuando él se vino a vivir acá, hubo que terminarla a la distancia. Entonces para nosotros tiene un valor muy especial porque es nuestra casa familiar y la casa, a donde a nuestros hijos les encanta ir. Y cuando podemos nos escapamos solos. Siempre tenemos como nuestras escapadas en soledad porque necesitamos un poco eso. Yo creo que es una pareja que consolidamos con mucho esfuerzo, con mucho trabajo, con mucho amor.
-Y que nos enseñó tanto... porque con ustedes aprendimos de “poliamor”
-El amor es un trabajo. Hay contratos particulares y personales y eso lo aprendí porque yo siempre fui muy distinta en mis maneras de encarar el amor. Con Rama fue una pareja absolutamente distinta, básicamente porque nosotros vivíamos separados. Cinco años vivimos separados, entonces encontramos una manera de consolidar esta relación distinta, quizás al resto. Ahora eso no quiere decir que nosotros tengamos la verdad o que eso tenga que ser de esa manera. Yo siento que el amor nos salva. No siempre las cosas fueron color de rosa. A nosotros nos pasó de todo, pero nosotros conocemos nuestro núcleo, sabemos desde qué lugar pudimos habernos equivocado y apostamos.
-¿Rama ahora vive en Buenos Aires?
-Sí, ya vive en Buenos Aires. Cuando nació Felipe, los dos entendimos que estaba bueno que tuviera a sus papás juntos. El fracaso de mi anterior pareja me había dejado un poco esa sensación de “qué pena que no pudimos criar a mis hijos juntos”. Yo tengo un costado Susanita, que no lo puedo evitar porque tiene que ver con mi historia personal, con cómo fui criada, con la historia de mis viejos que estuvieron 53 años juntos. Entonces de alguna manera yo creo que está buena la estructura amorosa.
-Por un lado aparece la Susanita y por otro, el poliamor... ¿Cómo se congenia eso?
-¡Yo soy todo eso! Como soy en la actuación (que necesito encontrar diferentes personajes que me hagan bien), yo tengo un montón de yoes adentro mío y creo que también eso es lo lindo que tiene mi vida. Yo tengo muchas facetas y muchas cosas que me gustan. A veces necesito esto y a veces esto otro y me permito dudar siempre. Yo no tengo sellado nada, siempre estoy en la búsqueda.
-Contame de tus hijos, Juancito debutó en un streaming...
-Juancito está en el streaming de Telefe. Fui al primer programa. Juan es como yo a la enésima potencia. Yo le doy la libertad que a mí no me daban. Juan vuela, siempre está como mil kilómetros adelante. Cuando yo pensé una cosa, él ya pensó diez. La tiene muy clara. Me cuesta ponerle el límite porque se comporta como un señor de 46 y a veces me doy cuenta que tiene 15. Entonces le digo: “frená”, pero él me enseña mucho. Lo más lindo de mis hijos es que siempre han estado a la altura de ser mis hijos y yo les debo estar a la altura de ser su mamá porque ellos me han respetado mucho siempre mi individualidad. Nunca jamás me hicieron un planteo de nada de lo que haya hecho o dicho; al contrario, siempre es si te hace feliz... nosotros acompañamos. Siempre fue así, así que yo les debo a ellos ser una mamá consciente y amorosa que los estimule a ir siempre por más.
-¿Estoy ante la Mujer Bonita 2025/2026?
-Ja, ja, ja. No sé, ¿vos qué pensás? ¿Podría estar bien? Yo creo que matcheo… Es una obra muy linda y lo lindo es que es muy distinto el personaje de Donna... Me encanta la idea del teatro siempre, me da mucha alegría, mucha satisfacción.
-Hace poquito fuiste a ver la obra a Madrid...
-Sí, fui a verla y me gustó mucho. A mí hay algo de Mujer Bonita que me encanta y es esta cosa de ese espíritu lúdico, de esa mujer niña que está dentro del personaje que hizo Julia Roberts. Me encanta la idea de ser Julia Roberts y sobre todo, a esta edad; que no es la edad que Julia Roberts tenía cuando hizo la película.
-¿Con que Richard Gere soñás?
-¡Ah nooo, eso no te lo puedo decir! (Risas). Ojalá que con el mejor que tengamos.
-Benjamín Vicuña podría ser...
-¡Podría ser, vamos a ver! Con Benja vamos a estar en Amazon haciendo La Isla de las tentaciones, un reality muy picante. Ya habíamos laburado en una peli juntos, así que lo quiero mucho. Es un tipo muy copado, muy lindo.
-¿Con Donna de Mamma mía! todavía nos queda un gran proceso?
-¡Sí, nos queda un Mar del Plata! Florencia Peña continúa, me van a tener que sacrificar cuando esté quebrada... (risas).
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