La actriz y conductora vuelve la televisión con un show humorístico que, asegura, lo pensó e ideó exactamente a su medida; sobre ese programa, su llamativo título y todos los demás sucesos que rodean su vida habló con LA NACION
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“Necesito reencontrarme con la Florencia actriz”. Palabras más, palabras menos, así anunciaba y explicaba hace tan solo cinco meses Florencia Peña su salida de Telefe y del programa que llevaba su nombre e impronta: Flor de equipo. Mucho ruido se generó desde entonces, sobre todo cuando se supo que su nuevo destino sería otro programa propio, ahora en América TV y en el horario nocturno, en el tan deseado y estirado prime time de las 22 hs.
¿Contradicción? ¿Pelea? Nada eso, asegura la propia Florencia, quien en diálogo con LA NACION explica: “En Flor de equipo sentí que había cumplido un ciclo. Después de un año y cuatro meses de haber sido muy feliz, sentí que me había estancado y que todo lo que tenía para darle al programa ya se lo había dado. Y sentí la necesidad de hacer otras cosas, algo que, por el horario, por el vivo y por el tipo de programa, me resultaba francamente imposible. Si bien había filmado dos películas en ese tiempo, la verdad es que casi me muero haciéndolas. Y esa necesidad de abrirme, de hacer algo que me representara por completo, comenzó a ser cada vez más poderosa. En Flor de equipo era genuina, pero necesitaba ser más yo”, sentencia.
Y ahí, continúa la actriz y conductora su relato, aparecieron nomás los directivos de América TV con una propuesta que, como el Padrino, “no podía rechazar”, no por taxativa sino justamente por ser todo lo contrario y por materializarse, de hecho, en forma de interrogante.
“‘¿Qué querés hacer?’, me preguntaron. Y ahí nomás se los dije: ‘Quiero hacer un programa de humor, con sketches, entrevistas, musicales, desplegando toda mi actriz, pero también toda mi faceta de conductora que me encanta y de la que siento aprendí mucho en este último tiempo. Y quiero que podamos experimentar, que tengamos un elenco hermoso y que yo pueda hacer humor como una capocómica y quiero hacerme cargo de ese lugar y que el programa se llame La Puta Ama”.
El silencio, jura, duró muy pocos segundos, seguido luego por un “OK, adelante con eso”. Y en ese momento, relata Flor, se completó el ciclo. “Ahí entendí que era acá donde tenía que estar, porque de verdad no hubo ningún tipo de resistencia. Estamos en 2022 y para mí es un título natural para este contexto en el cual el feminismo está hablando de hacernos cargo, de tomar las riendas de nuestras vidas, de romper con mandatos ajenos. Obviamente, hubo luego una suerte de planteo por el tema comercial, pero finalmente la respuesta fue esa: ‘Dale, vamos para adelante’ Y acá estamos”, dice, a punto de estrenar nomás La Pu*@ Ama (LPA), programa que arranca mañana lunes 9 a las 22 por América y que podría ser definido como una mezcla de un late night show (monólogos, una banda –en su caso, una girl band- en vivo, un escritorio y entrevistas) con muchos sketches y cuadros humorísticos, bien al estilo del también norteamericano Saturday Night Live (SNL).
-¿Creés que aparecerán también las comparaciones locales? Pienso en principio en Jay Mammon, quien sorprendió el año pasado también desde América...
-No tiene nada que ver con lo de Jay. Jay es músico, y su propuesta estaba bastante atravesada por eso, de hecho, el invitado cantaba sí o sí. Acá la columna vertebral son los skteches. Y las ganas de ser incorrectos, disruptivos... Es muy difícil presentar algo que rompa esquemas en la televisión de hoy, eso está sucediendo en otros lugares, en las plataformas de streaming, en YouTube, en redes sociales. Bueno, acá estaremos intentando hacer eso. Pero porque básicamente yo soy así, disruptiva, inquieta, inclasificable.
-¿Indefinible?
-Creo que soy una mujer que ha vivido siempre de una manera muy genuina, quizá sea eso lo que más defina. Esto que ven es lo que soy, muestro el culo en Instagram pero también me gano premios y también hago obras de teatro como Cabaret y también estoy en Divas Play y hago un programa de humor como capocómica. Mucha gente todavía me quiere encasillar en algo, pero ya se darán cuenta de que es imposible, soy todo eso a la vez. Y si eso que soy genera resistencia, pero también debates y cambios, bienvenido sea.
-¿Seguís haciendo terapia?
-Sí, toda mi vida hice. Pasé por todas las escuelas posibles, del psicoanálisis para abajo, todo. Es que realmente es muy difícil sostenerse en este medio, y sobre todo sostenerse ahí arriba. En el medio, siendo parte del montón, vaya y pase, pero sostenerse arriba, y por 40 años... Uff.
-¿Y cómo dirías que hiciste?
-Me reinventé. Mucho. Imaginate, estoy por cumplir 48 y hoy prácticamente no hay lugar ni espacio para la gente de 50. En la tele ni tampoco en el mundo. ¡El mundo hoy es de los jóvenes! Cuando yo era chica, el mundo era de los grandes, ahora que soy grande es al revés... Y bueno, acá estoy, peleándola. No es fácil ser yo, y por eso tengo que mantenerme en eje. Para no perder de vista lo importante, que sigue siendo lo mismo de siempre: tratar de ser feliz.
-¿Y lo lográs?
-Sí. Y es tremendo, pero hoy siento que realmente estoy en mi mejor momento. Pasé por muchas dificultades, mucho sufrimiento hasta llegar acá. No me victimizo, eh, simplemente miro mi vida hoy y digo: valió la pena.
-¿Y qué te quitó haber estado siempre “ahí arriba”?
-Tiempo, sin duda. La verdad es que trabajo mucho, pero ojo que no lo hago para estar ahí arriba, simplemente trabajo. Soy la actriz que más se repitió en la historia de la televisión con una comedia [Casados con hijos], que va camino a convertirse en obra de teatro de básicamente porque el público quiere que nos juntemos como si fuéramos los Beatles. Hice programas exitosos, me gané muchos premios, hice obras de teatro taquilleras, musicales de culto... La verdad es que me ha muy ido bien en la carrera, aún con las resistencias que siempre tuve y generé. Definitivamente hay algo de mi personalidad que llama la atención, para bien o para mal. Es algo que me excede, pero que no lo busco a propósito. Yo soy esta.
-¿No se cansa tu entorno, tu familia, de ese nivel de exposición, de actividad?
-Sí. Se agotan. Tengo una energía particular, ya soy conocida en el medio por eso. Y en casa lo mismo. Pero me bancan. Saben que funciono así, en base a esa adrenalina. Pero que es buena. No es esa adrenalina de pegármela en la pera o de meterme cosas en la nariz (hace el gesto con la mano). Es una adrenalina creativa, nací así, artista. Lo supe desde muy niña.
-¿Dirías que Divas Play es lo más polémico que hiciste hasta ahora?
-No. Quizá muchos te dirían que sí, gente que piensa que si soy actriz no puedo estar mostrando mi cuerpo o desplegando toda mi sensualidad. Pero la verdad es que para mí hacer eso es lo más natural del mundo, hace rato que soy así.
-Quizá lo más llamativo sea que no hay un fin artístico detrás, sino más bien monetario…
-Bueno, es una manera de verlo. Que no comparto. Para mí se trata de inspirar a otras mujeres de mi edad, de mostrarles a ellas, y al mundo, que a los 48 años podés seguir sintiéndote bien, gustándote. Y haciendo lo que quieras, no siguiendo las reglas de los señores que con un dedo dicen “esto sí, esto no”. El día que me canse, o cuando no pueda, no tenga tiempo ni ganas, lo dejaré de hacer. Y lo loco es que se arma polémica porque lo hago yo, otras personas con un perfil quizá un poco más sensual no generan ese ruido. Pero lo hago yo y molesta. Porque se supone que no debería, porque soy actriz, porque tengo hijos, y por otras tantas razones pacatas y estúpidas que solo me generan más ganas de hacer más fotos y videos, más sensuales y explícitos.
-¿Es un tema muy presente en tu vida el cuidado físico?
-No, soy cero obsesiva con eso. Entreno tres veces por semana y una vez por semana voy a mi esteticista. No es tanto. Soy actriz y mi cuerpo es mi herramienta de trabajo, necesito poder bailar, cantar, hacer teatro... Me cuido, pero no soy una mina obsesiva con mi cuerpo, para nada.
-Hablando de teatro, ¿pudiste hablar con Érica respecto a su ausencia, ya consumada, en la obra de Casados con hijos?
-No, no pudimos hablar aún. En algún momento se dará la posibilidad, eso espero al menos, ya que yo la quiero y respeto mucho a Érica. No coincido con ciertas cosas que dijo, pero la quiero igual, y no tenemos que estar de acuerdo en todo, para nada. Sí creo que puso de manifiesto ciertas cosas con respecto a la sororidad, como que tanto Luisana [Lopilato] como yo no fuimos sororas con ella, y la verdad es que no concuerdo con eso. No voy a entrar en detalles porque no quiero hacer un escándalo de esto. Sé perfectamente como soy como compañera... El que me conoce te lo puede decir sin vueltas. Y además tengo una cosa muy trasversal en ese sentido: podés estar en completo desacuerdo conmigo, pero siempre voy a ser buena compañera.
-¿Creés que hay una relación directa entre este momento del país y tu necesidad de reencontrarte con tu faceta más lúdica y humorística?
-La verdad es que este país siempre pasa por momentos difíciles. Dicho esto, sí creo que el humor es muy necesario en este momento, sobre todo pospandemia. No lo pienso tanto en términos políticos, sino más bien sociales: necesitamos reírnos más de nosotros mismos. No puede ser que miremos y admiremos tanto a los yanquis y no podamos copiarle un poquito su poder de autocrítica, de autoparodia…
-¿No estará cambiando eso un poco a raíz del famoso “slapgate” y los mentados “nuevos límites del humor”?
-Mirá, en este programa vamos a usar mucho una frase que resume este momento a la perfección: “como no nos podemos reír de nada, nos vamos a reír de todo…” Yo me río de todo, de la muerte de mi papá, de cuando nos entraron a afanar en casa y casi me matan a mí y a mi familia a tiros... Para mí, el humor sana. Y nos ayuda a vivir. El agradecimiento que recibo a diario por eso es infinito. Te diría más: yo creo que la gente que más me odia no termina odiándome del todo porque en algún punto les saco una sonrisa. Por eso, y por tantas otras cosas más, es que me tomo el humor tan en serio. Y estoy feliz de volver a él, imagínate que lo último que hice con sketches humorísticos en televisión fue Poné a Francella…
-¿Hay que cancelar, como cada tanto se desliza en redes, ese programa?
-¡No! No hay que cancelar nada, menos aun cuando se trata de cosas de hace 10, 15 y 20 años atrás... En todo caso, hay que cancelar las cosas que aun sabiendo que son de determinada manera, las hacés igual, en el presente. Pero hace 15 o 20 años, el humor, los códigos, las ideas, eran muy diferentes. Yo hoy tengo casi 48 años, a los 18 trabajaba con un actor que me tocaba por completo, las tetas y la entrepierna. Sin parar. Yo le decía: “Dale, cortala, déjate de joder”. Pero no la cortaba, claro. En ese momento no era algo tan grave.
-¿Siguió trabajando ese señor?
-Sí, es un actor muy groso, pero jamás diré su nombre. Me lo he cruzado varias veces y nunca hablamos al respecto. Yo creo que, en el fondo, no registra del todo lo que hacía. Y sin embargo, no se perpetuó en esa. Distinto es el caso de alguien que mantiene ese comportamiento toda una vida. Y sí, ahí las denuncias que aparezcan serán tanto de hace 20 años atrás como de hace dos. Pero no podemos no tener en cuenta la época. Hoy seguramente no haríamos el sketch de “El papá de la nena” o “Sambucetti”. Pero eso no lo convierte en cancelable. ¿Qué hacemos con Olmedo si no? ¿Y con Los Simpson? ¿Vamos a cancelar todo?
-¿Es más difícil hacer humor hoy?
-Sí, pero se puede. Yo, por ejemplo, no me río de las personas, sino de las situaciones. Me río de la maternidad, no de una madre. No me río de la condición física o sexual de alguien. Eso ya lo entendimos. El bullying no va más. Y lo loco es que la tele está lleno de eso.
-¿Sí?, ¿te parece?
-Y… sin ir más lejos, yo vengo de ser la “amante del presidente” por haber ido a una reunión con él durante la cuarentena. Y hablaron de orgías y fiestas sexuales. Lo dijo Fernando Iglesias al aire de una canal de noticias... Por eso es que pienso mantener mi demanda judicial. Porque está todo mal en esa frase.
-Nombraste a Alberto Fernández y mi primera duda es si te aparece la palabra decepción a la hora de evaluar su gobierno...
-No, para nada. Menos aún con dos años de pandemia encima… Yo soy peronista. Quiero un Estado presente, quiero un Estado más amplio, quiero que el que menos tiene pueda acceder a más cosas, a más derechos. Y que los que más tenemos, banquemos ese esquema. Vivimos en sociedad, un país muy desigual, no puede ser que un tipo tenga 100 mil hectáreas y tantísima otra gente viva sin techo. No está bien eso. Lo pienso para acá y para la Cochinchina. Y respecto al gobierno, la verdad es que no me meto en internas y no hablo más de nombres propios. Me trajo muchos dolores de cabeza eso. Prefiero hablar de esto otro, de ideas.
-¿Pensás invitar políticos al programa?
-Sí, claro. Y los quiero pasear por lugares distintos. A mí me encanta la política, estoy todo el día leyendo al respecto, pero dejé de hablar de política, básicamente porque intentaron destruirme. Soy una resiliente de eso. Estuve dos años perdida, censurada, llamalo como quieras. Y me bajoneé mucho, me costaba horrores no poder ser honesta con lo que pienso. Sobre todo porque yo jamás voy a ser irrespetuosa o agresiva con quien no piensa como yo. Tengo muchísimos amigos con los que disiento por completo. Me siento con Susana [Giménez] a charlar y al toque me tira cinco titulares catastróficos que si yo tuviese otra cabeza sólo me quedaría levantarme e irme. Pero no, nos reímos, discutimos un poco y ya. Con Marley lo mismo. Cada vez que pasa algo con el gobierno, me manda unos audios tremendos. Y está todo súperbien con eso.
-En tu próxima obra de teatro, Network, trabajarás con Juan José Campanella…
-Exacto. Y pensamos de manera completamente opuesta en términos políticos, pero es hermoso trabajar con él, y claro que podremos charlar de política también. Es que ese es el camino, respetarse, escucharse. Realmente creo que es así. Jamás pensé que el camino era odiarnos y cavar cada uno su trinchera.
-¿Qué te gustaría lograr con este nuevo programa?
-Que los televidentes se rían... Y generar que haya más programas de este estilo y más mujeres haciendo humor. En la tele abierta, porque por fuera de ella, hay un montón, pero en la televisión abierta, no. No tanta Polémica en el bar y más La Puta Ama.
-Y en lo personal, ¿qué?, ¿querés ser la nueva “ama de la televisión”?
-No, no. El título sólo refiere a mi vida. Es más, en un momento quisieron ponerle “del humor” al final del título y yo me negué. La idea es esa: no ser más, ni menos, que la puta ama de nuestras vidas. Y es un montón. Sobre todo para nuestra generación. Yo fui criada con los mandatos de mi padre, con una educación católica, súpertradicional... Y haber podido sortear todos esos mandatos y poder llegar así a mis 48 es algo que me emociona profundamente. Me costó muchísimo llegar a esto, entender que las críticas no me pertenecen, sobreponerme a ellas, ser honesta conmigo misma, preservar en ciertas convicciones... No fue fácil, y no lo es. Me sigue costando, y lo sigo eligiendo.
-Por último, y por si fuera poco, en breve se viene tu casamiento...
-Mirá (muestra su anillo de compromiso). Lo de Ramiro [Ponce de León, su pareja] es genial en serio. Es un tipo muy libre, que me enamoró por completo. Mirá, cuando nos encontramos yo estaba en un momento muy especial, venía de una separación de una relación muy larga, muy monogámica y lo cierto es que me costó horrores esa ruptura. Estuve muy mal de veras, con antidepresivos, y cuando logré levantar la cabeza apareció él, y fue un cambio de cabeza total. Una nueva forma de amar, muy libre y genuina. Durante mucho tiempo vivimos separados, por eso también nuestra relación fue abierta, distinta. Encontramos una manera de ser y de compartir que es muy plena. Y el respeto que tiene por mí es enorme. Y no puedo más que amarlo por eso. Sé y entiendo lo que significa estar al lado mío. Más viniendo de una familia como la suya, súpertradicional también, de Salta, muy religiosa...
-¿Vos le abriste la cabeza?
-Fue mutuo, los dos nos abrimos la cabeza, porque para empezar yo estaba convencida de que ya no iba a poder encontrar un compañero de vida. Y sin hablar de cuentos de hadas, ni de relaciones perfectas, lo cierto es que la relación que hoy tengo con Rama es lo más parecido a lo que siempre soñé. Tenemos tres pibes, dos con mi expareja y uno con él y somos una familia muy hermosa. Nos cagamos de risa, la pasamos bien. Hay mucha libertad. Y mucho respeto. Mis hijos varones me respetan de una manera que me emociona decirlo. Antes de meterme en Divas Play charlé con ellos y lo primero que me dijeron fue: “Mamá, no des explicaciones, hacé lo que quieras hacer”. El más grande, que es el que quizá más carga con ciertas responsabilidades, me miró y me dijo: “Quizá no esté del todo de acuerdo, pero si es lo que vos querés hacer, adelante. Sé perfectamente quien sos”. Está bien, lo mandé a un colegio “progre”, como a todos, pero eso no te salva de nada. Que nadie les haya dicho nunca “tu mamá es una puta” o le hayan hecho bullying con eso para tiene mucho que ver con cómo se relacionan ellos con lo que yo soy, con lo que debe ser una mujer y demás. Y siento que así, libres, son las mujeres que luego van a elegir. Y eso me llena de orgullo, más que ninguna otra cosa.
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