La multifacética artista vive un gran momento laboral, conduce un programa hecho a su medida y fue la elegida para capitanear Intrusos; en una charla con LA NACION habló de todo lo que aprendió en su carrera, sus deseos conquistados y los prejuicios que derribó
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Cuando era chica soñaba con casarse de blanco y formar una familia, aunque tiempo después lo desestimó porque cayó en la cuenta de que ese anhelo era imposible. Pero el deseo persistió y luchó hasta que todos sus sueños se hicieron realidad.
Todavía hoy acaricia uno: “Quiero ser abuela, porque nosotras tenemos un promedio de vida de 35 o 40 años. Mi sueño es llegar a vieja, creo que nuestra venganza va a ser esa”, dice Florencia de la V, y sus palabras emocionan.
Rompió todos los moldes y derribó prejuicios en su incasable lucha por los derechos del colectivo LGTB+, y conquistó logros mucho más allá de sus sueños. Hoy es mamá de Isabella y Paul, de 10 años, esposa de Pablo Goycochea y acaba de estrenar La noche de la V, los sábados a las 22 y los domingos a las 21, en América.
Aunque está transitando un cuadro (leve) de Covid positivo, Flor se hará cargo de la conducción de Intrusos a partir del próximo lunes 24, en principio hasta fin de febrero. “Me siento bien, por el momento aislada pero para el fin de semana ya tendré el alta”, aclara. “Voy a estar solamente un mes en Intrusos porque necesito ocuparme de mi familia y de mi programa, que es todo lo que soñé”, justifica. En una charla íntima con LA NACION, Flor abre su corazón y recorre toda su historia.
-¿La noche de la V es un programa a tu medida?
-Me explota el corazón de la emoción. Así como lo vieron, lo soñamos. Todo fue concebido de esa manera desde el primer día: plasmamos la idea, garabateamos, tiramos cosas e iba creciendo a medida que pasaba el tiempo. Y cuando lo vi en mi casa con mis hijos, fue un flash. Me dio mucha satisfacción porque soy una mujer de televisión y de teatro y sé que estas cosas no suelen suceder. Estoy feliz con el director de mi banda, Pablo Citarella. No es fácil que haya química con todos, que se vea prolijo. Obviamente hay muchas cosas por ajustar, pero así y todo, superó ampliamente mis expectativas.
-Hacía tiempo que no conducías...
-Hacía muchísimo tiempo que no conducía y tenía muchas ganas de hacerlo. En estos dos años de pandemia siento que todo se fue opacando de a poco, se bajaron los telones, se apagaron los luces y todo eran médicos e infectólogos y entonces había que volver a poner la industria en marcha. Sentía que la televisión necesitaba color, programas de entretenimientos para ver con la familia. Me pasó algo especial cuando estábamos en casa mirando el programa con mis hijos y en un momento explotaron y decían ‘quiero ir a jugar, quiero invitar a mis compañeros’. Automáticamente dije ‘este es un buen síntoma porque si a mis niños de 10 años les está pasando esto, seguramente les suceda a muchos otros’. Estoy muy contenta de verdad.
-Además te sumás a Intrusos, ¿dejás A la tarde?
-Todo se va a ir acomodando. En lugar de todos los días, ahora estoy yendo tres veces por semana a A la tarde porque quiero a las chicas y me gusta el programa, pero vamos a ver cómo fluye todo. Siento que a La noche de la V hay que dedicarle tiempo y me gusta estudiar bien a cada invitado: el entrevistado merece que esté informada. En cuanto a Intrusos, se dio todo sorpresivamente. Tuve una reunión con las autoridades de América y me dijeron que soy la persona ideal para hacer este reemplazo en febrero. Yo me sorprendí completamente, lo pensé y acepté.
-¿Podrías quedarte todo el año?
-Por el momento sólo pienso en un reemplazo en Intrusos y seguir creciendo con mi programa La noche de la V. Vamos a ver hasta cuándo aguanto porque tengo hijos de diez años que demandan.
-Desde que fuiste mamá bajaste varios cambios en cuento al trabajo y a la exposición, ¿fue una decisión o se dio así?
-Fue una decisión porque sentía que tenía que estar. Fueron años importantísimos de mucho acompañamiento, aprendizaje personal y mutuo. Con mi marido fuimos aprendiendo cómo ser padre y madre porque no hay un manual sobre eso, pero yo sentía que era muy importante estar presente. Trabajo mucho, es verdad, pero también estoy mucho en mi casa porque soy una mamá que cocina, que está sobre ellos, me gusta estar atenta al día a día, a sus actividades, a la comida sana. Me preocupo mucho por la salud de mis hijos, les enseño una vida sustentable. Y además soy muy organizada, y el domingo sé lo que vamos a comer toda la semana, en el almuerzo y en la cena, y sé a qué hora salen de la escuela, sus horarios de cada actividad. Ahora estoy más aliviada porque no es lo mismo los tres años que los diez, ya están más grandes. Recuerdo que en los primeros años no tuve un momento de paz ni descanso, era estar 24 horas x 7. Ellos son un amor, re tranquilos, educadísimos, nunca me dieron trabajo y me siento bendecida. A veces me preguntan cómo hice para que sean tan educaditos y contesto que hice lo que creo que es lo normal; seguí mis instintos. Mis hijos son mi orgullo y mi debilidad, todo lo que había soñado en la vida. No existe un sueño más grande. Muchas noches cuando apoyaba la cabeza en la almohada creía que iba a despertarme y que todo iba a ser un sueño.
-Derribaste muchos prejuicios y tuviste muchos logros en tu vida...
-Lo soñé pero nunca imaginé que iba a construir una identidad sólida, que iba a ser querida por el público, aceptada, con todo lo que eso conlleva. Es un gran logro.
-¿Valió la pena cada lágrima que habrás soltado?
-Nada se compara con el inmenso amor que he recibido después. Las lágrimas y esos momentos de sufrimiento no se comparan con el amor desmesurado que vivo diariamente, tanto de mi familia, mis hijos y también del público. Lohana Berkins, una de las principales referentes del movimiento trans-travesti de nuestro país decía: “el amor que nos negaron va a ser el impulso para cambiar el mundo”. Y te juro que es así. Es increíble poder tener esta resiliencia y no quedarme con lo negativo, de tirar para adelante a pesar de cualquier adversidad y no ponerme en el lugar de víctima sino en salir fortalecida, de haber atravesado y conquistado tantos derechos importantísimos para nuestra sociedad y saber que hoy muchas personas pueden gozar de esta hermosa libertad en la que vivimos.
-¿Pudiste reconciliarte con tu familia que te echó de tu casa cuando eras adolescente?
-Sí, pude reconciliarme hace mucho tiempo porque lamentablemente esta sociedad patriarcal en la que fuimos criados y en la que aún vivimos, es una máquina de fabricar odios, de separar familias. Nadie es culpable acá, y todos somos víctimas de ese sistema violento que lo único que hizo fue generar división en lugar de amor y abrazos. Además, después de la maternidad terminás de comprender un montón de cosas. Es difícil juzgar a una familia que actúa de determinada forma porque son muchas familias, y nuestras historias son muy similares. Entonces muchas familias pensaron como mi papá y expulsaron a sus hijos e hijas de sus casas, por su condición sexual. Tiene que ver con una construcción sexual negativa que se hizo sobre nuestras identidades. Por suerte todo ha cambiado y podemos ver que ya no existe la familia tipo sino que hay varios tipos de familia. Y el valor más importante es que mi nombre, mi carrera y mi vida entera tuvieron que ver con llevar la bandera de la diversidad con orgullo y bien en alto, y poder mostrarle a la sociedad que no importa lo que uno es, que puede conseguir lo que quiere en la vida a pesar de cualquier adversidad. Sueño con una sociedad en que los niños y niñas sean abrazados, queridos, contenidos y se construyan con un autoestima firme, sólida, de poder. Me emociona solo pensar que eso va a suceder.
-¿Nunca te cansó llevar esa bandera?
-No, y pienso llevarla siempre. Mi fama, por decirlo de una manera, conlleva una responsabilidad que tiene que ver con comunicar. Mi postura en la vida es política, mostrarme con orgullo con mi marido es política y poner una foto con mis hijos en Instagram también es política. Es parte de una postura de lo que se viene, de la construcción cultural nueva de nuestra Argentina y del mundo.
-¿Cómo te acompaña tu marido, Pablo?
-Hace 23 años que estamos juntos y me acompañó siempre. Es un tipazo, un gran compañero que supo sostenerme la mano cuando más lo necesité, que me puso el hombro para llorar, que me supo aconsejar, que estuvo en los peores momentos. Es la persona que elegí para formar una familia y sueño envejecer con él. Lo elijo todos los días. Cuando me cayó la ficha de que él era el indicado, me cambió la vida para siempre porque es como que dejé de buscar. Creo que fue el primer hombre al que no le quise poner ningún tipo de rótulo, ni amigo, ni novio, ni nada. Eso le quitó la presión. Fue pasando el tiempo y fuimos dándonos cuenta de todo lo que estábamos construyendo juntos.
-¿Cómo esquivan el desgaste y las rutinas de una pareja que comparte la vida desde hace 23 años?
-Estuvimos mucho tiempo solos hasta que nacieron nuestros hijos, tuvimos un noviazgo largo, viajamos, hicimos todo lo que teníamos que hacer. Un día nos miramos y dijimos, ‘acá falta una cuna’. Nunca me lo había planteado, aunque de muy chica lo soñé y se lo decía a mi hermano, que yo iba a tener una familia y me iba a casar de blanco. De más grande me di cuenta que eso iba a ser imposible y después sucedió todo lo que deseaba; debo habérselo pedido muy fuerte al universo... (ríe). Sentimos que nos faltaba algo, cambiar pañales, que la casa se dé vuelta, las canciones de cuna. Eso necesitábamos.
-Alguna vez dijiste que querían tener más hijos, ¿sigue ese deseo?
-En algún momento lo pensamos y en la vida todo puede pasar. Esta puerta y estos corazones están abiertos siempre a lo que la vida mande, a lo que surja. El amor solo trae más amor. Por ahora estoy dedicada a Isabella y a Paul. Ella quiere ser veterinaria, le encantan los animales desde muy chiquita, dice que ella los va a curar y que yo voy a entender todo sobre veterinaria y los vamos a bañar juntas. Y Paul quiere ser Youtuber; me hizo leer una carta en la que destaca sus virtudes. La vida dirá, son chicos. Tienen muy buen promedio en la escuela y estoy atenta a sus deseos. Por ejemplo, Isabella pinta muy bien y entonces le compré el atril, las acuarelas, oleos, acrílicos y hace unas pinturas hermosas. Lo importante es que lo que quieran hacer, lo hagan con amor, vocación y energía.
-Fuiste vedette, hiciste comedia, conducís desde hace tiempo... ¿Hubo un personaje o rol que haya sido bisagra en tu carrera?
-Laisa de Los Roldán fue bisagra en mi carrera porque en ese momento era algo impensado para el prime time de Telefe, el canal de la familia, que mi pareja con Uriarte se volviera protagónica. Era un personaje secundario y terminé haciendo 31 escenas con el Puma Goity, desopilantes y con mensajes muy profundos porque el arte tiene eso tan maravilloso que atraviesa, modifica y transforma.
-¿Quién fue la persona que más te marcó y te ayudó?
-Mis primeros años con Gerardo (Sofovich) fueron maravillosos porque era un país extremadamente prejuicioso y él me puso de vedette en un teatro en calle Corrientes cuando todo el mundo decía que por mi condición no podía encarar ese personaje. Fue un visionario y vio lo que nadie vio en su momento, que yo tenía algo especial. Y eso se lo voy a valorar mucho. Si hoy miro para atrás y veo lo que sucedió con las chicas como yo en la Argentina y en el mundo en general, lo único que recibíamos era hostilidad; y mientras a mi me aplaudían en el teatro había amigas que morían en el calabozo. Sin embargo, despacito íbamos empezando a ocupar lugares que en otro momento eran inesperados y eso se lo debo a Gerardo Sofovich. Me acuerdo que en un momento quiso que lo acompañara en Canal 9 como co-conductora y no lo pudo lograr, por prejuicios.
-Deben escribirte muchas chicas trans, ¿qué les decís?
-Me escriben muchas chicas trans sobre todo del interior, porque no saben adónde ir, y a pesar de que tenemos la Ley de Identidad de Género, desconocen su contenido y los derechos que tienen. Hay mucha violencia en las provincias. Muchas no saben que tienen el derecho de ir a un hospital y exigir el tratamiento hormonal. Siempre les digo que las redes sociales son maravillosas para esto, que pueden concurrir a cualquier centro LGBT+, que hay muchas organizaciones, entre ellas la de Florencia Guimaraes o Paloma Fernández en la Villa 31. Muchas trabajan colectivamente para brindar ayuda, porque a pesar de hay leyes que nos protegen sigue habiendo muchísimo desamparo y carencias.
-¿Tenés otro de esos sueños que parecen utópicos?
-¿Sabés con qué sueño? Con ser abuela, porque nosotras tenemos un promedio de vida de 35 0 40 años. Mi suelo es llegar a vieja, creo que nuestra venganza va a ser eso.
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