Flor de la V: "El Estado está en deuda con las mujeres argentinas, y ya es hora de que la pague"
MAR DEL PLATA.-Luego de encabezar la lista de los espectáculos más exitosos de Villa Carlos Paz durante varios años, en el verano pasado Flor de la V volvió a Mar del Plata como parte del show Bien argentino, una marca registrada a lo largo y ancho del país en cuanto a musicales. Envalentonada por la respuesta obtenida, decidió reincidir en La Feliz esta temporada, pero con una propuesta diferente: una revista "de neto corte igualitario, inclusiva y diversa" que se titula La fiesta inolvidable. Allí baila como nunca antes, recupera a la capocómica y le brinda homenajes a su amigo Jorge Ibáñez y a las mayores figuras del show business local.
En cuanto a recaudación y público, los números están de su lado, pero como su productor no integra Aadet (Asociación Argentina de Empresarios Teatrales), no aparecen en ningún ranking. De todos modos, las dos funciones diarias a full en el teatro Corrientes son incuestionables, y de por sí vaticinan "una temporada gloriosa, de punta a punta", al decir de la conductora de Flor de tarde.
–Eras la reina de Carlos Paz y desde hace dos temporadas te mudaste a Mar del Plata. ¿Por qué?
–Después de mucho tiempo de trabajar en Carlos Paz me convocó Juan Anzúa y me convenció para que viniera a Mar del Plata a hacer Bien argentino. No fue una decisión fácil de tomar ya que en Córdoba tengo un público muy fiel y un montón de amigos que me esperan año a año. ¿Pero sabés qué pasó? Después de cada ensayo empecé a ir todos los días a la playa con mis hijos. Y la playa de Mar del Plata me conquistó. A partir de ahí no faltamos nunca. Sin dudas fue y es una experiencia muy distinta a la que viví en mis comienzos profesionales, cuando vine a trabajar con Gerardo (Sofovich). Entonces ni pisaba la arena. Como estaba soltera salía mucho de noche, luego dormía todo el día y más tarde me iba al teatro. Así que ni hablar de la vida de playa. Ahora, en cambio, hago una vida de madre con hijos chicos y los traigo diariamente a la escuela de surf. En fin, descubrí una Mar del Plata completamente distinta y me encantó. Mi familia y yo nos enamoramos de esta ciudad y hacemos la vida de Los Benvenuto: venimos todos los días a la playa con la heladerita, los baldecitos y las paletas. Si bien me acuesto como a las cuatro de la mañana, a las nueve ya estoy arriba, preparando los bolsos, para aprovechar bien el día de playa. Y aquí estamos hasta las siete de la tarde. Esto fue lo que me hizo volver este año y ahora, encima, en el teatro nos va brutal.
Mi familia y yo nos enamoramos de esta ciudad y hacemos la vida de Los Benvenuto: venimos todos los días a la playa con la heladerita, los baldecitos y las paletas
–Cuando eras una niña y vivías en un barrio humilde de Monte Grande, ¿soñabas con conocer Mar del Plata?
–Yo conocí Mar del Plata recién al final de séptimo grado, en mi viaje de egresada de la primaria. Y ahí también conocí el mar por primera vez. Nunca me voy a olvidar de ese momento, de la emoción y la enorme sensación de felicidad que tuve. Es que el mar te deja sin palabras. No creo que exista una única palabra para definir la intensidad de lo que te provoca esa primera vez, es algo mágico. Yo era de una familia muy humilde y por eso nunca había tenido vacaciones. La municipalidad de Monte Grande costeó el viaje de varios colegios de zona sur y paramos en Chapadmalal. Todavía recuerdo las playas enormes de Chapadmalal, era arena y arena y más arena, y esa inmensidad y ese mar fabuloso; una postal que me acompañará por el resto de mi vida. En fin, fue un viaje hermoso, inolvidable, un recuerdo para siempre.
–¿Y desde entonces, siempre te gustó el mar?
–Siempre. Al punto que sueño el día de mañana tener una casa aquí, a orillas del mar, entre los médanos. Me gustaría salir de la casa y caminar unos pocos metros y ya estar en la playa.
–¿Qué te atrajo de la propuesta de La fiesta inolvidable?
–Yo había tenido varias propuestas para volver a la comedia, algunas de Carlos Paz y otras de aquí, de Mar del Plata. Pero después de todo un año en el "Bailando" sentí que quería volver a hacer un musical, volver a la revista. La temporada pasada había hecho un musical más bien folclórico, ahora quería hacer algo distinto. Se lo planteé al productor y ahí fuimos tirando ideas hasta llegar a esto: un homenaje a diferentes artistas argentinos y a personalidades destacadas de la cultura. Una cosa fue tirar ideas y hacer bocetos, pero luego, cuando lo vi plasmado en el escenario y ahora, cuando constato noche a noche lo que ocurre con el público, ¡no lo puedo creer!, superó ampliamente nuestras expectativas.
–¿Cuál es la inversión de La fiesta inolvidable? Parece millonaria.
–Muchísima. La inversión de Juan Alzúa fue impresionante. ¿Y viste lo que es el vestuario? ¡Parece de Hollywood! Convocamos a varios diseñadores y vestuaristas: hay prendas de Connie Celeste, otras de Gaby Girls, algunas de Laura Buon Cuore y todos mis modelos son de Manuel González, que es un genio al que adoro. Este fue un espectáculo muy pensado, cada cuadro trabajado como una unidad en sí misma. Son como distintas películas. Y para ratificar lo visual están las pantallas que ocupan todo el escenario. Un lujo. Esto es un mérito del productor que sigue invirtiendo y que piensa en el público. Y la gente lo agradece, toda la gente que me cruzo en la calle y que ya vio el show me habla de una producción increíble y de cómo esto los emociona.
–Además de bailar mucho, en este espectáculo recuperás a la capocómica. ¿Por qué la habías dejado de lado?
–El año pasado me tuve que limitar a lo que quería el director, que bailara y dijera unas pocas palabras, todas serias. Ahora digamos que la batuta la manejo yo. No sé si a la capocómica la había dejado de lado, digamos que la profesión me fue llevando por otros lados. Me fui a hacer comedia y otro tipo de cosas. Hacía un montón que no hacía de capocómica y la verdad es que me encanta.
–Algunos llegaron a sostener que habías perdido el humor. ¿Lo recuperaste en 2019 con tu participación en el "Bailando"?
–Tiene que ver con distintos momentos que uno va atravesando. Es fácil criticarme o decir que perdí el humor, pero no veían las cosas que me sucedían, que me pasaban. Yo, en todos estos años, atravesé una infinidad de veces en la televisión hechos de violencia de género. No se veía como violencia de género, pero lo era; se veía como simples ataques mediáticos. Así que yo no había perdido el humor, yo estaba siendo agredida, que es otra cosa. Por eso ahora, que se comprende más lo que es violencia de género y el respeto a la identidad, cambió la forma de la televisión, la forma de dirigirse a una mujer trans, cambió absolutamente todo. Entonces bajo estos nuevos conceptos y leyes yo me siento mucho más respetada. Esa es la diferencia. Por eso hoy puedo relajarme nuevamente, porque no tengo que estar defendiéndome a toda hora. Por eso el año pasado pude brillar artísticamente en el "Bailando" y desplegar todo lo que sé hacer, porque me sentí contenida.
–En el show te acompaña todo tu equipo del "Bailando", tu bailarín, Gabo Usandivaras y tu coach, Georgina Tirotta. Sorprende el espacio que les das. ¿Te sentís más respaldada o protegida por ellos?
–Sí, armamos un trío muy singular. Además, yo creo que nos dirigimos hacia un trabajo más horizontal. Para mí se terminó lo piramidal, aquello de la diva inalcanzable y el resto bien a lo lejos. Yo creo en el trabajo en equipo, y así los resultados son mucho mejores. Y lo que digo se puede comprobar en este espectáculo, donde cada uno tiene su espacio y brilla, y la gente lo disfruta más. Esto también habla de mi seguridad; yo siempre fui una mujer segura, con todas las personas con las que he trabajado siempre lo he hecho de esta manera.
–Vos sos sin dudas la figura central de La fiesta inolvidable pero, para algunos, Gabo Usandivaras es la vedette. ¿Estás de acuerdo?
–Sí, puede ser. Y me gusta. Me encanta por la época que estamos viviendo. No me genera ningún tipo de conflicto. Porque esta es una revista de igualdad. A su trabajo no le ponemos rótulos, él es un bailarín excelente y si la gente lo ve también como la vedette del espectáculo, me parece perfecto. Porque esta es una revista de la diversidad, de la pluralidad.
–Durante todo el "Bailando" te pasaste diciendo que no eras una bailarina. Sin embargo, acá bailás más que nunca. ¿Qué pasó, te picó el bichito de la danza? ¿O es que de golpe perdiste todos tus temores e inseguridades?
–Los bailarines me dicen que la corte con eso de que no soy bailarina. Quizás no tengo escuela, pero que soy una bailarina, lo soy, me aseguran. Dicen que soy una bailarina indiscutible, porque para bailar hay que hacerlo con sentimiento y saber transmitirlo. Al bailar yo genero emoción, insisten. Y si todos me lo dicen ya es hora de que les crea. Aún recuerdo las devoluciones que tuve en el Bailando, de parte de grandes bailarines. Eso me restó inseguridades. Pero los que más tuvieron que ver en mi cambio fueron Gabo y Georgina, ellos despertaron algo en mí que estaba dormido y me encantó. Parte de este espectáculo tiene que ver con eso: con haber vuelto a encontrar esa artista que siempre tuve, que se había puesto a descansar en algún momento y que ahora me encanta que haya vuelto a las pistas. No sabés lo que disfruto noche a noche hacer los cuadros musicales, las presentaciones, el monólogo y todo lo demás.
Lo que queremos expresar como mensaje es que cada uno sea lo que quiere ser, que cada uno se muestre como quiera
–En un momento de la noche decís que el tuyo "es un espectáculo inclusivo". ¿Fue una idea tuya o del productor?
–Fue una idea nuestra, mía y de los directores (Horacio Sansivero y Georgina Tirotta). Cuando empezamos a gestar el espectáculo tiré el nombre de María Castillo (la primera cantante trans del Teatro Colón). Yo la había tenido de invitada en mi programa (Flor de tarde) y me había encantado. Yo creía que teníamos que ir para ese lado, porque para mí el arte hace pensar, provoca cambios y quizás gente que puede pensar de una forma luego cambie cuando, por ejemplo, ve semejante artista en escena. Sin dudas el arte transforma. Yo me acuerdo de Liza, mi personaje en Los Roldán. Era una época en la que la televisión era totalmente prejuiciosa, y a nivel sociedad no teníamos ni Ley de identidad de género ni Matrimonio igualitario. Sin embargo, yo hacía mi sketch con el Puma (Goity) y era híper celebrado por todo el mundo. Entonces, ¿cómo algo era tan aceptado y se naturalizaba tan rápidamente cuando el contexto general era adverso? Nosotros queremos que nuestro espectáculo vuelva a provocar eso. Nuestro público es extremadamente popular, como aquel de Los Roldán, por eso queremos ir con este mensaje de igualdad, de diversidad, de mostrar a un bailarín como Gabo que puede tener semejante versatilidad, y luego a María, que canta toda la noche con su voz de soprano y cierra entonando La Traviata a dos voces: con su voz actual y la anterior, de tenor, de cuando era un hombre. Así lo que queremos expresar como mensaje es que cada uno sea lo que quiere ser, que cada uno se muestre como quiera. Me encanta ser parte de todo esto. Yo recuerdo cuando hace muchos años Gerardo me dijo: "vos sos mi vedette", y fue tan cuestionado por muchísima gente, que se desgarraba las vestiduras y decía: "¡Cómo puede ser!". Que hoy me esté pasando esto a mí lo celebro, celebro formar parte de este cambio.
–Dedicada Carmen Barbieri a la comedia, ¿te ocuparías vos de ahora en más de mantener vivo el género de la revista?
–La revista es algo tan argentino como la birome y el dulce de leche, es parte de nuestra idiosincrasia, parte de nuestra historia. Fijate que ésta no tiene sketches, y sin embargo sigue siendo revista. Una revista tenía que tener de todo: una atracción, números musicales, cuerpos exultantes, vedettes. Ésta también tiene todo eso, pero está aggiornada y a mí me gustaría seguir por este camino.
–Los sketches sufrieron mucho desprestigio en los últimos años, ¿no?, con el empoderamiento de las mujeres y las críticas a la cosificación de los cuerpos femeninos.
–Sí, efectivamente. Los sketches ya fueron, ahora a la revista hay que encontrarle una vuelta por los monólogos y el stand up. Y buscar una historia, un hilo conductor, como nosotros hacemos. Contar el cuentito que uno quiere contar.
–Mucho se ha hablado sobre un antagonismo entre vos y Lizy Tagliani. ¿Existe la posibilidad de que se reúnan en un escenario?
–Sí, ¿por qué no? Podría ser una buena dupla. En una comedia o en una revista. Lizy podría estar muy bien en una revista. Nosotros, los artistas, somos los únicos que podemos trabajar con cualquiera, no importa si somos kirchneristas, radicales o macristas, nuestro medio es muy diverso. Entonces, cuando nos convocan, tenemos que saber trabajar con todo el mundo. Las diferencias siempre hay que dejarlas afuera. De todos modos, a mí nunca me tocó trabajar con alguien que no quisiera.
¿Viste el discurso de Michelle Williams en los Globo de Oro? Bueno, yo pienso exactamente como ella. El estado argentino está en deuda con las mujeres argentinas. Y ya es hora de que la pague
–Y en cuanto a lo personal, ¿cuáles son tus objetivos para 2020? ¿Tal vez volver a ser madre?
–No, por ahora no. En un momento lo pensamos, pero... No lo descartamos definitivamente. De todos modos ¡yo ya soy abuela! Me hizo abuela Martina (la hija del primer matrimonio de su esposo, Pablo), y hoy estamos todos locos con ese nietito. Rafaelo se llama y es un gordo precioso. Nunca pensé que iba a decir: "Soy abuela"
–¿Y cómo sos como abuela?
–¡Soy una abuela vedetonga! (risas). Evidentemente la familia tipo ya se terminó y ya no existen más las abuelas de antes, de chancletas y batón. Las abuelas de ahora hacen pilates y van a bailar zumba. Rafaelo es un amor, es un bebote hermoso y cariñoso. Todavía no se quedó con nosotros solos, porque es muy chiquitito, pero en cuanto eso suceda lo malcriaré como hacen todas las abuelas.
–Durante las anteriores gestiones kirchneristas se promulgaron el casamiento igualitario y la Ley de identidad de género. ¿Qué le pedirías en materia de leyes igualitarias a la nueva gestión?
–El aborto legal, seguro y gratuito. Algo que se le debe a las mujeres desde hace mucho tiempo. ¿Viste el discurso de Michelle Williams en los Globo de Oro? Bueno, yo pienso exactamente como ella. El estado argentino está en deuda con las mujeres argentinas. Y ya es hora de que la pague.
Con las chicas trans hay gente que pierde la humanidad
–¿Y con respecto, específicamente, a las mujeres trans?
–Se acaba de reglamentar el cupo laboral para mujeres trans. Lo importante ahora es que se cumpla. Obviamente que hay mucho trabajo por hacer. El promedio de vida de una chica trans es de 35 años, bajó en estos últimos cuatro años. Fueron años y años de abusos y de vivir en condiciones espantosas. Yo creo que lo que trajo la Ley de identidad de género fue un poco más de visibilidad y le otorgó a muchas chicas la posibilidad de conseguir otros tipos de trabajo o de seguir en la escuela. El año pasado di varias charlas para empresas que quieren incluir a mujeres trans, pero se les hace difícil porque las postulantes a veces no tienen ni documentos ni partidas de nacimiento. Yo les explicaba que eso era entendible: a muchas chicas trans se las echó de pequeñas de sus casas, quedando en la calle sin documentos, sin escolaridad, sin ningún tipo de derechos y sumergidas en la prostitución.
–¿No ha cambiado un poco la situación?
–Algo ha cambiado la situación y por suerte ahora muchas pueden estudiar, pero la violencia sigue existiendo. Hay algo que sucede con las mujeres trans que a mí me sorprende: la violencia sobre ellas, sobre nosotras, es infinita. En algunos pueblos hasta las apedrean. Ni a un animal se lo trata de esa manera. Con las chicas trans hay gente que pierde la humanidad.
–¿Vos viviste en carne propia semejantes horrores?
–No. A pesar de algunas cosas que me han sucedido, siempre he sido y me he considerado una privilegiada. Ahora están Mariana Genesio Peña y Lizy y algunas más, pero la realidad que viven las chicas trans anónimas es muy difícil todavía. Estamos en un proceso de cambio. Por suerte las nuevas generaciones, la de nuestros hijos, ven la cosa con otro color, con otra mirada, una mirada de no prejuicio, y aceptan que cada uno es lo que es y no importa tu condición sexual ni de quién te enamores, y eso está bueno. Por eso me parece que es importante el mensaje que deja el espectáculo que estoy haciendo: porque habla de diversidad absoluta y de libertad en su máxima expresión.
–Y a tus hijos, ¿qué mensajes les das? ¿Cómo los educás?
–Los criamos con muchísima libertad y mostrándoles la vida y la diversidad en su máxima expresión, y el mundo con todas sus diferencias y desigualdades. No les ocultamos nada. Saben que su mamá es trans y sus compañeritos también lo saben. Los educamos dando el ejemplo, siempre. Yo creo en la educación de la casa, no creo que los chicos se eduquen afuera. Por eso los educamos nosotros mismos. A mí se me cuestiona mucho que se me ve sola en los eventos, sin Pablo, como si estuviéramos siempre a punto de separarnos. ¿Pero sabés por qué pasa eso? Porque nosotros decidimos educar a nuestros hijos solos, y no depender de nadie, así que si uno sale a trabajar el otro se queda con los chicos, y viceversa. Esa es nuestra elección y estamos muy contentos con los resultados. Hoy Isabella y Paul son niños libres y felices, criados para que lo sean el resto de sus vidas. Ese es sin dudas mi mayor orgullo.
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