El bailarín, acróbata y productor habló con LA NACIÓN sobre su show, sus inicios, su familia, su posición política y qué tendría que hacer Furia para ser parte de su próximo proyecto
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No hay dudas de que Flavio Mendoza lleva el talento en la sangre. De familia circense, el bailarín y productor se prepara para romper la taquilla en vacaciones de invierno con su Circo Ánima; un espectáculo al que define como un homenaje a sus ancestros y que esta temporada desembarcó en Tecnópolis. “El circo es el show familiar por excelencia. Tiene eso de que vos ves a los abuelos, a los padres y a los hijos juntos y se sorprenden y se ríen y se emocionan de la misma forma”, le confiesa el acróbata a LA NACIÓN mientras asegura que su espectáculo circense es el mejor que hay en la Argentina y en Latinoamérica. “Soy muy obsesivo con las cosas y fui a ver todos los espectáculos del mundo. No le tiene envidia a ninguno”, advierte muy orgulloso y agradecido con ese público que lo elije una y otra vez: “La gente sale y me dice: ‘gracias por el espectáculo que nos das. Vale cada centavo’ y eso es maravilloso”.
Y si bien para estar donde está tuvo que pasar muchas tormentas, Mendoza asegura que la Argentina siempre le dio muchas satisfacciones por eso, en cada una de sus apuestas decide invertir, dar trabajo y superarse. De hecho, ya está pensando en su espectáculo para la próxima temporada de verano en Córdoba y para el que se rumorea que quiere contratar a Furia, de Gran Hermano. “Me gustaba su perfil para un personaje. El tema es que tiene que saber que conmigo tiene que laburar y tiene que prepararse. Igual tendría que tomarle un casting”, advierte mostrando su exigencia y profesionalismo.
-Estás recién aterrizado...
-Sí, vengo de un viaje increíble. Estuve por Asia, China, Dubai. Con algunas proyecciones internacionales que eso está muy bueno. Creo que todo esto se lo debo no solamente a mi carrera sino al circo. A partir de Ánima me han salido muchas cosas afuera.
-¿Cuando viajás lo hacés con el objetivo de buscar cosas nuevas o con ganas de irte un tiempo de la Argentina?
-No, irme no, pero sí me están buscando. Quieren que yo cree espectáculos afuera. Yo siempre me niego un poco porque quiero llevar lo mío primero y después armar lo que quieren los otros, pero estamos ahí cerrando unas cosas. Ya hice algo en Canadá y los Estados Unidos. Ahora en este viaje fui a hablar con productores de allá porque quieren que arme algunas cosas y a comprar también (hemos hecho unos gastos muy importantes para algo muy groso) porque si vuelvo a Córdoba, no voy a volver así nomás; quiero volver renovado.
-¿No te irías a vivir afuera entonces?
-No. Si bien tengo propuestas y me gustaría trabajar afuera para mostrar que también somos buenos, no me quiero ir a vivir afuera. Sí me gustaría ir a hacer una temporada como he hecho, pero no dejar la Argentina porque a mí la Argentina me da satisfacciones. Mi país me dice que sí siempre y no sé si tantos artistas tienen eso.
-Sos de los artistas que cuando le fue mal no tuvo dudas en contarlo, ¿cómo es eso de volver a creer y de seguir trabajando?
-Para mí la pandemia fue un antes y un después en mi vida personal. Un antes y un después de lo que pienso del medio y de muchas personas. Ahí me di cuenta que yo no me sentía parte del medio. Vi mucha crueldad y mucho acomodo, según el pensamiento político y eso me alteró. Era papá de un nene muy chiquitito y no sabía qué iba a pasar entonces eso me hizo trabajar en mí y en lo que yo quiero mostrarle a mi país. Por eso es que yo tampoco soy de los artistas que siempre dicen: “Debutamos a sala llena”. Nunca se debuta a sala llena; es imposible, no se vende. Se debuta con invitados y después va mejorando. La temporada es así y yo no tengo esa cosa del folclore del artista que tiene que decir siempre que le va bien.
-¿Pero te ha ido muy mal?
-No, gracias a Dios no. Por eso te digo que soy profeta en mi tierra. Este verano a Córdoba me fui con mucho cagazo, no soy tan seguro como piensan. Soy muy cagón. Pienso si la gente va a ir, si va a tener plata, si le va a gustar, si es un riesgo muy grande. Imaginate que el circo no es como el teatro que ya está ahí. Yo al circo lo tengo que llevar. Llevo 150 personas, son 150 sueldos, 150 viviendas, comida y si no te va bien en la semana vos tenés que poner la plata de toda esa gente. Yo siempre fui de los artistas que me hice productor a la fuerza y he tenido que pagar sueldos y mantener gente trabajando o no. Esa parte es difícil entonces nunca estoy tranquilo. Pero a la vez nunca me fue mal de decir: “uy, no llegué a pagar”. Por ahí no gané pero tampoco perdí, y eso es increíble que te pase en tu país.
-Siempre fuiste muy abierto al hablar de política, ¿hoy lo seguís haciendo?
-Sí, yo no tengo problema. Nunca entendí esta cosa de que el voto tiene que ser secreto y no lo podés decir. Me parece que ser una persona honesta es decir lo que hacés. Yo lo he dicho cuando he votado a Cristina. Yo creí en la mujer (soy fanático de la mujer) y a mí me decepcionó. Después el último presidente con la pandemia me pareció de terror. Y me pareció de terror cuando se juntaron los artistas en la Quinta de Olivos porque si yo me hubiera juntado como representante de algunos artistas, yo lo hubiera dicho. ¿Por qué lo tengo que ocultar? Ahí te das cuenta que hay mucha gente que tiene el culo sucio y no me gusta ser de esas personas, me gusta ir con la verdad, siendo honesto. También tiene que ver con la educación que le estoy dando a mi hijo. Hoy tengo una personita que todo lo que yo haga es el reflejo de lo que él va a hacer de grande. Entonces ser un tipo laburador, que da trabajo, que invierte en el país me hace sentir más relajado conmigo. A mí la gente que me para en la calle me abraza, me besa, me quieren. Creo que ven a una persona que realmente se sienten reflejados.
-¿Y qué te pasa con Javier Milei como Presidente? ¿Cómo lo estás viviendo vos que sos un empresario de este país?
-Desde que tengo uso de razón siempre fue muy difícil Argentina para trabajar en cualquier tipo de cosa. Yo veía a mi viejo que vendió su anillo de casamiento en la época que los circos tenían animales para darle de comer a los leones porque no es que los dejaba cagar de hambre. Siempre fue muy difícil la Argentina y en todos los gobiernos yo siempre salí a flote porque fui laburador. Me parece que cuando vos tenés la herramienta de trabajar, la honestidad y hacer las cosas bien, te va a ir mejor o peor pero siempre vas a trabajar. Yo creo en este Presidente. Hay montones de cosas que escucho y no me gusta como las dice, las formas, pero no creo que quiera hacer las cosas mal, entonces ya eso a mí me da esperanza. También creo que no se la están haciendo fácil. Hoy es el Presidente y yo voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para ayudarlo a que salga adelante, porque es necesario que también tengamos esa visión de que no solamente te tiene que ir bien a vos.
-Te lo preguntaba porque cuando Francella opinó del tema se armó un revuelo entre los propios actores...
-Sí, pero cuando no tenes nada que ocultar es más fácil. Acá se le pega todo el tiempo a todo el mundo y a veces uno calla y creo que está mal también. Uno no tiene que callar tanto. Por eso digo que a mí la pandemia me hizo ver que no me sentía parte del medio artístico. Cuando empecé como bailarín, yo admiraba mucho a los artistas y cuando empezás a trabajar y los empezás a conocer te das cuenta que tienen errores y cosas horribles, y eso no me gustó. Entonces siento que no soy parte de esta jungla. Esto de haber trabajado con muchos grandes artistas me ha mostrado lo que quiero y lo que no.
-¿Quiénes eran esos artistas, se puede saber?
-Bueno, por ejemplo, Antonio Gasalla, pero en este caso él estaba mal de salud. En un momento yo me enojé mucho con él y él estaba transitando el comienzo de una enfermedad muy fea que también la tuvo mi vieja. Entonces lo entiendo pero, en aquel momento, lo que me dijo fue tan feo que me dolió; más que nada porque se había metido con algo del nene, pero después me di cuenta que estaba enfermo.
-¿Lo perdonaste?
-Sí, sí, tenés que perdonar; más cuando es una persona que está enferma. Pero cuando sos ya un prócer del espectáculo, tenés que ser generoso, ayudar al otro. A mí hay montones de artistas que me llaman, que me piden y me parece que es la forma de ser generoso sino no sirve.
-Siempre fuiste un hombre que nos tiraba muchos títulos. Eras combativo, salías y peleabas. ¿Eso ya no te divierte?
-Yo creo que nunca me divirtió; fui un gran mentiroso. Yo la pasaba muy mal. En la época de Bailando... que tenía las peleas, yo no dormía. Creo que ahí comencé a tener insomnio porque me cuesta mucho dormir y la pasaba mal, no es que me daba lo mismo. Creo que son cosas que no las termino de superar. Tengo una discusión con alguien y me quedo mal. Pero tampoco te voy a permitir la mentira, soy muy jetón, eso es lo que me pasa. Si me callara un poco más la boca, ganaría mucho más pero no puedo.
-Este año, el 1° de enero ya estabas en todos lados...
-Sí, pero bueno porque fue algo injusto. El caballo blanco de San Martín era blanco, no me vengas con que tenía una mancha. Vos podés contarlo como quieras pero hay una verdad. No fue agradable porque no se le hace eso a una persona.
-Estamos hablando de un productor (Miguel Pardo) con el que eran casi socios...
-Sí, no lo nombremos así no le damos prensa... (risas). ¿Sabés cuando me hizo el clic? Cuando sale en la tele a hablar mentiras y mi hijo me dice: “Está el tío en la tele diciendo que vos sos un enfermo”. Eso me cayó mal. Ahí sí se me erizaron los pelos del cuello y salí. Dionisio hacía unos meses había ido con él a una casa de hamburguesas entonces, no es para que un nene de seis años pueda ver o escuchar eso. Aparte lo tenía como un tío. Eso es lo que más me dolió, pero te vuelvo a repetir: son cosas que a mí me pasan y gracias a Dios después me encuentro con otro mercado y me reinvento. Hoy estamos con el circo en Tecnópolis, un lugar espectacular donde nunca hubo un circo.
-¿Cómo te llega la propuesta? ¿Pensaste que iba a hacer ruido?
-No, porque en realidad yo pago un alquiler altísimo. Cuando me llegó la propuesta me dijeron que querían realmente privatizar para que ese lugar (que daba mucha pérdida de dinero) empiece a dar ganancias. Entonces a mí me cobraron un alquiler; nadie me regaló nada. Si después hay otras personas que utilizan esto como para generar algo...
-Quiero hablar un poco del circo, tu mamá y tu papá se conocieron en un circo...
-Mamá era la que venía de familia de circo. Papá era carnicero de Nogoyá, Entre Ríos, va a la función, la ve a mi mamá que era la equilibrista y se enamora. Mamá me contaba que siempre iba a sentarse en el mismo lugar, había sacado las entradas de todas las funciones. Lo conoce a mi tío y él le hace gancho con mi mamá. Mi papá le va a pedir la mano a mi abuelo y él le dice: “Yo no tengo problema, pero el circo se va dentro de tres días” y mi viejo dejó todo y se fue con el circo, siguiéndola a ella, siguiendo a su amor. Es una historia de amor maravillosa que la voy a hacer algún día en teatro o en el mismo circo. Triste también en montones de cosas que le pasaron a ella, pero yo nunca encontré el amor de ellos. Eran tal para cual, contra viento y marea.
-¿Sos consciente de este legado de circo que llevás y que va a tener tu hijo el día de mañana?
-Somos 5ª generación y Dionisio sería la sexta. Yo pensé que se terminaba con nosotros porque yo había dejado el circo, mis tíos también. Un día mi tío me dice: “¿Querés que hagamos un circo?” Mi tío ya tiene 73 años, no tenía necesidad de hacer esto, entonces también es un proyecto familiar. Y dije que sí pero que tenía que ser el mejor circo y hoy cada vez que llego siento como que están ahí mis abuelos, mis viejos. Por eso le puse Ánima que significa alma y que tiene que ver con el alma de mis abuelos y de mis viejos. Es como un homenaje.
-Porque para tus viejos no todo fue color de rosa. En un momento se fundieron...
-Se fundieron y perdieron todo. Fue muy difícil para mí. En mi adolescencia, en Nogoyá, yo no me sentía bien porque era sapo de otro pozo en el pueblo. Me acuerdo que un día a la hora de la siesta me acosté en el asfalto y dije: “Dios mío, por favor que venga un platillo volador y me saque de acá”. Tenía creo que 14 años. Maxi, que es mi mano derecha, siempre me dice: “Tu película tiene que empezar así” (risas). Creo que estuve como diez minutos ahí tirado y como no pasó nada, me levanté y me fui. Pedía a Dios, al universo, a todos, que me ayuden a buscar otro camino porque sentía que yo no pertenecía ahí. Siempre fui inquieto, no era de los que me quedaba conforme con estudiar y ya está. Yo estudiaba, pero quería hacer otra cosa. Y aparece Michael Jackson en mi vida y fue él el que a mí me cambió. Dije: “Yo quiero bailar” y empecé por ese lado. Después mi hermana Adriana trabaja con Porcel y ella fue la que también me despertó toda esta cosa del teatro. Creo que hoy estoy donde estoy por el circo porque me hizo ser diferente a los bailarines. Ahí empecé a darle bolilla a la acrobacia, lo que yo tenía en mi cuerpo que no lo explotaba, y así empecé como a verme un poco diferente si no hubiera quedado como un bailarín más.
-Tu mamá te vio, pero tu papá no, ¿no?
-Papá no pudo. Cuando fallece, el estaba de casero en una casa en la Boca y se levantaba muy temprano para ir a trabajar de sereno a una fábrica, así que no pudo verme. Yo soy muy culposo y siempre me quedó eso de que cuando él fallece se estaba por ir a Tucumán, porque tengo una hermana que vive allá e iban a poner una forrajera en la montaña, en Tafi del Valle. Era su ilusión y no pudo. A él no le gustaba Buenos Aires, era muy de pueblo y ese lugarcito en la montaña para él era como ideal y no pudo llegar. Mamá sí fue, pero después ya empezó con problemas de salud y yo me la traje. Gracias a Dios ahí ya empecé a trabajar y pude darle un montón de cosas porque viste que dicen “lo económico no te cambia” bueno sí, te ayuda un montón.
-¿Qué pudiste darle a tu mamá?
-Una mejor calidad de vida. Mamá si tenía que esperar a que PAMI le diera el turno para atenderse, se moría. Entonces, yo pude pagarle una obra social, pude tener gente que la cuide porque no quería vivir con nosotros porque sentía que si vivía con nosotros nos sacaba nuestra intimidad entonces, pude pagarle gente que estuviese con ella las 24 horas. Fue re loco porque mamá estaba muy bien y fue un cambio muy grande de un día para el otro. Yo estaba haciendo el Bailando... de México (estaba de jurado), hacía Mahatma en el Teatro, Tabú a la trasnoche (que era un show erótico) entonces me iba lunes, martes y miércoles a México, y después volvía y me iban a buscar a Ezeiza para hacer las dos funciones. Una locura. En ese ínterin, en una semana que yo no la veo a mamá hace el cambio. Mi hermana me dice: “Mirá, mamá está como más perdida”. Es una enfermedad muy difícil de llevar y tenés que ser muy fuerte porque lo padece más uno que el enfermo.
-¿No llegó a conocer a tu hijo, no?
-No, y eso fue duro. Yo siempre tenía esa cosa de pasar por su casa antes de ir al teatro a tomar unos mates y a veces me la llevaba conmigo. Cuando fallece, yo siempre tenía esa intención de ir y me sentía solo. Si bien estaba mi hermana y mi familia, yo me sentía solo porque ellas también tenían su familia, tienen sus hijos. Cuando llegó Dio ahí cambió la cosa, pero sí tuve unos meses de sentir como que estaba solo en el mundo. También siento que siempre tengo que estar como atendiendo a alguien, como esa cosa de padre y entonces Dio ocupó ese lugar.
-¿Y el amor... estás solo?
-Sí, no digo que bajé la persiana, pero ahora está Dio y no puedo jugar con eso. En mi última relación, él tenía dos años y medio y cuando se terminó yo fui de los que dije: “Mantengamos una buena relación por Dio” y del otro lado no fue así y a mí me dolió mucho eso porque es un nene; ante todo era cuidarlo a él. Si tiene que venir, va a venir, pero estoy como un poco más egoísta.
-Dionisio es tu gran compañero...
-Es una personita maravillosa. Me pasó que viajé solo con él a Canadá cuando fui a trabajar y cuando volvíamos nos quedamos en Nueva York. Me acuerdo que un día llovía y habíamos ido a ver Volver al futuro. Yo le había contado de la película porque no es de su generación y le encantó. Y después le digo: “bueno, ya nos quedamos en el hotel” porque estaba lloviznando y me dice: “Me parece que no, aparte tenemos paraguas. Salgamos, papá”. Un nene de cinco años me está diciendo en Nueva York salgamos y yo me quería quedar tirado en la cama (risas). Creo que Dionisio vino a salvarme.
-¿Es buen alumno? ¿Te sentás a explicarle?
-Ahora está yendo a primer grado y no sabés lo que me cuesta enseñarle porque no sé enseñar. Está aprendiendo a leer y a escribir y le está costando un poquito más que al resto. Yo trato de enseñarle y te tenés que armar de paciencia porque no podés transmitirle nerviosismo ni nada al nene, pero no sabés cómo agarra. Y el otro día estábamos en un lugar y leyó algo y me mató.
-¿Hablés mucho en el chat de mamis?
-No, yo no hablo mucho porque cuando empiezan con algo dicen tantas cosas que ya me pierdo, pero siempre hay una mamá salvadora que me llama y me dice: “Flavio, te lo paso en limpio...” Siempre hay alguna que me salva. Hoy, por ejemplo, tenía que llevar naranjas y un exprimidor entonces una me dijo: “No te olvides las naranjas”. A veces me aturden un poco, pero a la vez son mis salvadoras.
-Para terminar, ¿es verdad que querés contratar a Furia para uno de tus espectáculos?
-Mirá, a mí me gustaba su perfil para un personaje. El tema es que tiene que saber que conmigo tiene que laburar y tiene que prepararse. A mí me gustaba para el nuevo espectáculo del circo, pero creo que ella va a hacer el Gran Hermano de Chile. Igual tendría que tomarle un casting. Hay muchos espectáculos de Argentina que contratan a la persona porque es el famoso del momento. Yo a la persona que contrato le tomo un casting. Cuando yo hice EDA, la serie de Netflix, a mí me tomaron un casting para ver si pasaba o no y me parece que eso es lo que tendría que pasar con ella.
-Algo le viste igual para querer conocerla...
-Sí, sí, tengo un par de conocidos que han hecho con ella cosas de doble de riesgo y me parece que para este personaje vendría bien. Y me parece que también sería despegarla un poco toda la parte mediática pero bueno, veremos.
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