Tras ser cancelado en 2020 a causa de la pandemia, el encuentro cinéfilo comienza esta noche con la exhibición de Anette, de Leos Carax; no habrá mascarillas al aire libre ni aforo reducido en las salas de proyección
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CANNES.- El Palais des Festivals, la sede central del Festival de Cine de Cannes, es lo más cercano a un templo cinematográfico: es un enorme bastión de salas con nombres de cineastas y pantallas de cine inmaculadas. Para ingresar, se suben unas escaleras con alfombra roja. En los últimos dieciséis meses, tras ser primero pospuesto y finalmente cancelado el festival a causa de la pandemia, el Palais de Cannes se convirtió en un enorme centro de vacunación. En esta nueva edición, no habrá actividades virtuales ni restricciones en el aforo de las salas, aunque las funciones serán con tapabocas. Los asistentes deben estar vacunados contra el COVID-19 o hacerse una prueba cada 48 horas.
A partir de hoy, finalmente abrirá sus puertas para su edición 74 y probablemente, la más crítica. Su afamada alfombra roja estará otra vez inundada de estrellas. “Este año es una especie de peregrinación a la Meca, o incluso más”, dijo Mark Cousins, un cineasta con sede en Escocia cuya obra “The Story of film: a New Generation” se estrenará hoy en la playa. En el Palais, Leos Carax, el director cuyas ficciones independientes reflejan sueños de cines reales, lanzará su anticipado musical Annette, con Adam Driver y Marion Cotillard. Al anunciar el programa el mes pasado, el director artístico de Cannes, Thierry Frémaux, declaró: “El cine no está muerto”. Las estrellas harán lo imposible para confirmarlo.
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