Fernando Samartin le devuelve el Gran Rex a Sandro
El premiado intérprete es casi un espejo del Gitano y vuelve al escenario donde su ídolo batió sus propios récords de público para presentar El fuego continúa…
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La “locura de querer ser Sandro” comenzó el día en que Fernando Samartin vio un fragmento de Operación Rosa Rosa (1974), uno de los pocos films donde el astro cantaba “en vivo”, simulando un recital y sintió ese deseo irrefrenable de hacer lo que él hacía.
Desde entonces pasaron casi 20 años, un premio ACE y un premio Hugo a la revelación masculina por su labor en el musical Por amor a Sandro y el posterior derrotero por los escenarios más prestigiosos del país y el exterior.
La gran notica para sus fanáticos es que el próximo 8 de abril, el mejor intérprete de Sandro volverá a ponerse en la piel de El Gitano para presentar El fuego continúa…, en el mismo escenario donde Roberto Sánchez batió sus propios récords de público.
“Volver al Gran Rex es una fiesta. Un templo sagrado, tierra santa para mí. Me da mucha alegría, y mi público también está feliz de volver a sentarse en esas mismas butacas donde celebraban a Sandro, y hoy pueden seguir celebrándolo. Es muy emocionante. Por supuesto no faltarán los clásicos, porque si no me harán un piquete y no me dejarán salir, pero también tengo ganas de hacer algunas canciones perdidas”, anticipa el cantante sobre el espectáculo.
Pero volvamos a los inicios. Transcurría 1997 y Sandro estaba batiendo sus propios récords de público en el Gran Rex con el espectáculo 35 años de magia cuando Operación Rosa Rosa se atravesó en la vida de Fernando, que por entonces se dedicaba a su otra pasión, la ilustración, y ni siquiera estudiaba canto. Para cuando se cruzó en su vida, a los 12 o 13 años, ya tenía un muy buen nivel como dibujante y hasta hoy sigue trabajando como ilustrador freelance.
“Lo vi y dije quiero hacer esto, quiero hacer de Sandro, ponerme a cantar eso de esa manera, así como lo estaba viendo, algo totalmente inédito para mí. Yo soy artista plástico, dibujé toda mi vida y lo sigo haciendo, pero nunca me imaginé que podía cantar. De hecho, estaba convencido de que no podía hacerlo”, admite Samartin.
Después se fue a Parque Rivadavia a comprar algunos CD y VHS de Sandro. Se llevó un CD trucho de 20 Grandes éxitos, donde escuchó los primeros grandes hits como Quiero llenarme de ti, Porque yo te amo o Dame fuego y quedó deslumbrado con sus versiones originales, aunque asegura que el clic lo hizo cuando escuchó el disco Historia Viva, con un Sandro cantando en vivo en 1996.
“A partir de 1990 Sandro cambió su manera de cantar, se fue un poco a lo nasal, y es ahí donde naturalmente encuentro un color parecido que de alguna manera me permite empatar. Entonces empecé a construirlo desde esa nasalidad, digamos. Además, el vivo tiene esa cosa vital, de verdad, que me ayudó mucho más para captar esa esencia. Me costó mucho y lo sigo trabajando”, explica Samartin.
Poco a poco, un joven Fernando empezaba a seguir la pista de aquellos arreglos, los efectos de cada tema, un trabajo de orfebre que fue materializando poco a poco en su habitación de la casa donde vivía con sus padres, en Avellaneda y recién se puso a estudiar canto cuando lo contrataron para su primer show.
Comenzó en Cinema, un cantobar que quedaba en Santa Fe y Callao. Un amigo le preguntó al dueño si podía cantar con sus propias pistas y cuando terminó, le ofrecieron hacer un par de shows en 15 días. Después cantó algunos años en un local de San Telmo, donde conoció a su primer manager, Leonardo Cambiasso, el gerente del local. Empezaron las primeras giras de verano en Villa Gesell haciendo cenas- show. Cada año les iba mejor, invertían en equipos, ampliaban su público, hasta que en 2012 llegó la propuesta para hacer Por Amor a Sandro, musical que fue un boom y bisagra en su carrera y que lo llevó a presentarse en los escenarios más prestigiosos como el Gran Rex, el Ópera o el Luna Park así como el Teatro Caupolicán y Nescafé de las Artes, en Santiago de Chile; el Conrad de Punta del Este; o el Teatro Popular Melico Salazar de Costa Rica, como invitado de la prestigiosa Orquesta Filarmónica.
Estudioso de Sandro, Samartin dedicó los últimos 20 años a pulir minuciosamente su interpretación en los más mínimos detalles. Un trabajo que va desde las botas, idénticas a las de Sandro, hasta el movimiento de los dedos del artista.
“Uso una técnica que tiene que ver con la ilustración, que es la memoria visual. Tengo tan entrenado el ojo que mi cabeza proyecta la imagen de Sandro de algún video, de algún recital, y con el cuerpo trato de emularlo. Esa es mi manera de laburar a Sandro”, explica.
El salto al teatro lo hizo con el productor Juanjo Taboada, y también se sumaron algunos músicos de El Gitano como Jorge Bertinetti –tecladista que falleció el último año–; el guitarrista histórico Jorge Villareal; Black D’Auría en batería y Osvaldo Bosch en el saxo.
“Tengo parte original de su banda y eso me da mucha alegría. Además de excelentes músicos son excelentes personas con las que comparto muchas horas, siempre me cuentan anécdotas de Roberto y aprendo mucho de la vida porque son muy buena gente”, señala.
Por supuesto, el vestuario es otra pieza clave para su interpretación, al punto que se volvió un obsesivo para lograr la máxima verosimilitud en su caracterización. Incluso se contactó con Juan Carlos, el sastre personal de Roberto Sánchez desde fines de los años 60 hasta el último tiempo, para que le hiciera algunos trajes.
“Soy bastante nerd con ese aspecto y dentro de mis posibilidades siempre traté de hacer réplicas, por más que me costara mucho encontrar telas o accesorios parecidos a los suyos. Con el tiempo lo fui logrando y tuve la suerte de conocer a Juan Carlos, que me hizo algunas cosas. Ahora tengo mis realizadores, siempre con el fin diseñar sus mismas prendas. Lo último que hice es un buzo que usa al principio de la película Muchacho, que lleva un escudo naval de los Estados Unidos y lo dibujé yo de una foto, a ese nivel de hincha”, señala, y sostiene que más allá del esfuerzo por parecérsele cada vez más no lo convierte en un imitador, palabra que le hace un poco de ruido.
“Al menos en la cultura rioplatense, al imitador se lo asocia a alguien que hace humor. Yo interpreto a Sandro, interpreto sus canciones, y una de las herramientas que utilizo además de mi preparación vocal o mi condición de cantante es la imitación, un vehículo para lograr una interpretación lo más cercana posible a lo que era el personaje. Si bien utilizo una herramienta como es la imitación para lograr la interpretación, no me considero imitador”, sostiene Samartin, que también trabajó en un espectáculo con Fátima Flórez donde interpretó a otras personalidades como Elton John o Paul McCartney, y hoy tiene un proyecto musical para interpretar a Chavela Vargas.
Y concluye: “Nunca quise ser Sandro. Eso lo tuve siempre claro. Simplemente quiero hacer de Sandro cuando la situación lo amerita, en escena. Si me paran de un camarín a un escenario para hacer una foto es complicado para mí, porque en ese trayecto estoy en el limbo, no soy Fernando, pero tampoco soy Sandro”.
PARA AGENDAR
El fuego continúa… Fernando Samartin rinde tributo a Sandro.
Única función, 8 de abril, a las 21, en el Teatro Gran Rex, Corrientes 857. Entradas desde 1300 a 3700 pesos en la boletería del teatro o por Ticketek.
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