MAR DEL PLATA. –Hace ocho años que viene llevando adelante sus propios espectáculos y temporada tras temporada suma público y premios. En el verano de 2018 ganó aquí el Estrella de Mar de Oro por su labor en Fátima Superstar y, en el verano pasado, el Carlos de Oro en Villa Carlos Paz por Fátima es mágica, el show que tras una gira nacional ahora presenta en el teatro Roxy de La Feliz y que está primero en el ranking de espectadores. No es poca cosa en un país que, salvo excepciones, siempre ha privilegiado el humor masculino sobre el femenino.
De todos modos, Fátima Florez no se conforma con lo obtenido. "Yo soy de las que siempre quieren más y por eso me invento nuevos desafíos. No me va eso de: bueno…llegamos hasta acá, ya está y ahora hacemos la plancha. No, por el contrario: siempre estoy tratando de encontrarle una vuelta al espectáculo para ofrecerle más y más a la gente, viendo cómo perfeccionar los personajes conocidos y agregar otros nuevos. Y en el caso de esta temporada en Mar del Plata, sumando mucha más tecnología, agregando pantallas y trucos de todo tipo. Y aunque ya haya ganado el Estrella de Mar de Oro, por supuesto que los premios me siguen interesando. Así que espero que me vuelvan a tener en cuenta, ¿eh?", advierte.
–Más allá de los premios, ¿sentís que el medio te reconoce como una verdadera número uno?
–Lo más importante es que el público me acompaña. Durante estos ocho años de trabajo con mis propios shows he ido demostrando a través de los números, tanto aquí como en Villa Carlos Paz y en el resto del país, que la gente me elige. Por algo será, ¿no? A mí esto me pone muy feliz. No es fácil llevar gente a las salas, son muchas las propuestas teatrales y además está Netflix y todo lo otro que quieras sumar, así que el hecho de que la gente me venga a ver para mí lo es todo. Soy una mujer agradecida y no quiero que nada conspire contra lo que hemos logrado con mi marido. Pensá que nosotros somos una productora familiar, empezamos hace ocho años bien de abajo y salimos a competir con monstruos, con los grandes popes del teatro, con los productores de años. Éramos como pecesitos nadando entre tiburones. Luego fuimos adquiriendo cada vez más fuerza y aún hoy cada peso que ganamos lo invertimos en el nuevo espectáculo.
–Volviste a Mar del Plata y estás otra vez primera en convocatoria.
–¡Sí, es maravilloso! Si bien en los listados de los productores aparezco segunda, eso es porque ellos miden las recaudaciones y no la cantidad de espectadores. En cuanto a gente, estoy primera y por lejos. No estamos primeros en recaudación porque nuestra entrada es más accesible, ya que nuestra prioridad es acercar el teatro a la gente. Yo quiero que me vea todo el mundo.
Soy una mujer agradecida y no quiero que nada conspire contra lo que hemos logrado con mi marido
–¿Te gusta ser una artista popular?
–Sí, sí, sí. Es lo que siempre quise ser. A veces la palabra popular se presta a malos entendidos. Pareciera ser que popular significa no tener talento. Y yo creo que lo tengo, ¿no? Para mí ser popular es que te conozca toda la gente y trabajar para todas las edades. Ese es mi caso, y por eso estoy muy orgullosa de ser una artista popular.
–Algunos colegas te critican porque en tu espectáculo incluís un segmento con sorteos. Argumentan que es una competencia desleal.
–Eso es una tontería. De ninguna manera se trata de una competencia desleal. Si en una función a la que asisten 700 u 800 personas sólo dos se llevan un premio, eso no influye en la cantidad de gente que decide venir a verme. Lo que influye es la calidad del espectáculo que brindamos y el boca en boca que gracias a Dios siempre nos acompaña. Los sorteos son sólo una anécdota. Yo más bien le diría a los que me critican que aprendan del ejemplo y que también lo hagan. ¡Suelten un poco del dinero que les entra y devuélvanselo a la gente! ¡Que la larguen, que no se la queden toda ellos y que sean generosos!
–Este verano también están en Mar del Plata Carmen Barbieri, Flor de la V y otras actrices que hacen humor. ¿Será la temporada de las mujeres?
–Yo creo que hace rato que viene siendo el tiempo de las mujeres. Vengo luchando por eso desde hace ocho años, cuando empecé con mis espectáculos personales. Entonces no eran los momentos actuales, donde por suerte las mujeres pueden hacer escuchar sus voces, y estamos cerca de tener los mismos derechos que los hombres. Cuando empecé, a las mujeres nos costaba mucho hacer humor. Muchos actores me hacían saber de una u otra manera que los cómicos eran ellos y que las mujeres estábamos simplemente para acompañarlos, que las mujeres no cortan tickets y que las mujeres no hacen reír. A veces hasta llegué a naturalizarlo. Hoy todo aquello me parece un horror.
Hace rato que viene siendo el tiempo de las mujeres. Yo vengo luchando por eso desde hace ocho años, cuando empecé con mis espectáculos personales
–¿Qué opinás de Carmen Barbieri y Flor de la V, otras número uno como vos?
-Me encantan, por eso las interpreto sobre un escenario. Son mujeres fuertes, avasallantes. Les tengo mucha admiración. Valoro el esfuerzo que hacen porque es el mismo que el mío, así que las comprendo. Somos mujeres que nos preparamos mucho para trabajar y dejamos huella sobre los escenarios. Además tengo muy buena relación con ambas. No somos amigas porque nunca hemos trabajado juntas, entonces no se dio esa cosa de ir a cenar y charlar largo y tendido.
–¿Podrían alguna vez trabajar juntas?
–Sí, claro que sí, totalmente. Porque me encanta el trabajo que hacen y porque tenemos muy buena onda. Además, creo que lograríamos un show muy potente. ¡Llenaríamos el Luna Park!
–¿Te costó mucho desarrollarte como capocómica en un mundo de hombres?
–Costó pero lo logré. Creo que cuando uno realmente tiene muchas ganas y el potencial necesario tarde o temprano las oportunidades llegan y uno logra lo que quiere. Las primeras que me dieron un apoyo muy grande fueron las mujeres, que se pusieron contentas con que otra mujer las represente en el humor; y las mujeres me empezaron a traer a los maridos y a sus familias. Las mujeres fueron y son mis grandes aliadas. A la salida del teatro a veces me dicen: 'Sacate una foto con mi marido, te lo presto, tomá'. No me ven como rival ni como competencia, me ven como una amiga.
–En tu show compartís el escenario con tres hombres muy talentosos: Ariel Tarico (que imita a Carlos Tévez, al presidente Alberto Fernández y a Mauricio Macri), el mago Emanuel y el cantante Fernando Samartín (que interpreta a Sandro, a Paul McCartney, a Elton John y a María Martha Serra Lima).
–Los tres son unos números uno totales, los tres son puro talento y se lucen por igual. Tengo muy buena onda con ellos. Yo creo que no hay que ser rencoroso sino todo lo contrario: más bien generoso. Yo quiero darles el mayor lugar posible porque se lo merecen y porque además así el show brilla más. En mis espectáculos se nombra a todos al final, uno por uno. Así todos trabajamos contentos y con ánimo de fiesta. Y eso se traslada a la platea.
–Vos estás en el mismo complejo teatral que Antonio Gasalla: él en la sala de arriba y vos en la de abajo. ¿Cómo es la relación entre ustedes? ¿Se ven?
–Yo estrené muy temprano, el 19 de diciembre, y él una semana después. Y nunca nos hemos cruzado en el complejo, ni siquiera con (Marcelo) Polino ni nadie del elenco de Antonio. Pero sí en un restaurante, el día en que ellos debutaron, y la verdad es que todos tuvimos la mejor. Yo me acerqué a su mesa y les deseé a todos mucha merde, inclusive a Antonio, por supuesto. Esa fue la única vez que nos vimos, después nunca más.
–¿Cómo te cayeron sus supuestas declaraciones?
–No sé exactamente qué dijo y qué no. Me comentaron que habría dicho: "La h de p del teatro de abajo". Yo creo que él hace un humor muy fuerte, donde mete muchas puteadas, y como la gente sabe que tiene una cosa conmigo…bueno…nada, yo lo dejé pasar. No quiero líos con nadie, estoy muy focalizada en mi trabajo y por eso necesito toda la energía del mundo para mi show. No quiero pelear. Pero por supuesto que vi lo que pasó entre Antonio y las cronistas, y creo que el respeto debe prevalecer ante todo. En el caso de ellas no sólo por tratarse de periodistas sino de mujeres. No podés andar puteando por la vida.
–¿No existe la posibilidad de limar asperezas con Antonio?
–Todo empezó en el programa de Susana, cuando estando él me llamaron para incorporarme y hacer mis personajes. Al principio hubo una serie de rumores que pensé que no eran ciertos, pero parece que sí. En honor a la verdad, no sé lo qué pasó, de mi parte no tengo ningún problema con él. Para mí fue un placer haber trabajado con Susana y Antonio, gente que tiene mil años de trayectoria. Yo, cuando era chiquita, los miraba a cada uno como si fueran Dios. Imaginate cuándo me enteré un día que iba a trabajar con ellos. No lo podía creer. Hacia ellos sólo tengo agradecimiento total.
–¿Y si las diferencias resuelven artísticamente, apareciendo de golpe un rato cada uno en el espectáculo del otro?
–Yo no tendría ningún problema. A lo largo de una temporada todo puede pasar. Yo creo que hay que dejar de lado un poco los egos…yo sé que los artistas somos así, pero hay que intentar bajarlos. Al fin y al cabo los artistas somos personas que lloramos cuando estamos mal, vamos al baño; en fin, que nos pasa lo mismo que a todo el mundo. Así que está bien poner el ego arriba del escenario porque uno tiene que creérsela, pero después cuando volvés a tu casa sos vos, una persona al desnudo, y no tenés coronita. Y hoy te va bárbaro y mañana no sabés, hoy la gente te elige y por ahí mañana no tanto.
–¿Cuántos kilos bajás por función?
–Bajo dos kilos por función, o sea cuatro las noches en que hago doblete. Ya no me peso para no hacerme drama, pero sí, bajo un montón porque en el escenario transpiro como loca. De todos modos, también bajo por el estrés, por el nerviosismo. Soy hiperactiva y estoy todo el día trabajando para el show, pensando en cómo mejorarlo noche a noche. Eso un poco me va consumiendo. Y luego no hay alimentación que me alcance. Así que me cuesta recuperar el peso que voy perdiendo. Encima soy de estómago chiquito: si tengo hambre y me como dos medialunas es como si hubiera comido una docena. Lo que hago en el medio del show, luego del número donde interpreto a Tina Turner y bailo como una descosida, y más tarde entre las imitaciones de Vidal y Cristina, es tomarme un batido con proteínas.
–Sos famosa por hacer muchas funciones semanales. ¿Se pueden hacer dos funciones diarias sin afectar la calidad artística del show y el rendimiento personal? ¿Cómo se logra?
–Yo sí las puedo hacer. Es más, el verano pasado en Carlos Paz llegué a hacer tres sin ningún descanso en el medio, una tras otra. Nunca achicamos una función, para mí no existe eso de sacar un número u otro de acuerdo a la cantidad de funciones del día. Yo lo doy todo, siempre, tanto en la primera como en la segunda función. ¿Cómo se logra? Es todo una cuestión mental y luego tratar de descansar lo máximo posible. Por ahora no estoy yendo a la playa porque el aire del mar te da sueño y a la noche tengo que tener mucha energía. También hay que cuidarse mucho del frío, yo soy una obsesiva con eso: estoy todo el tiempo con mis pañuelos y bufandas. Dirán: 'esta mujer está completamente loca', pero no me importa, me tengo que cuidar para el teatro, no puedo hacer una función muda. Voy a empezar a ir a la playa recién a mediados de febrero.
–¿Cuáles son los personajes que más te piden en la calle y cuáles disfrutás más hacer?
–La gente me pide de todo, por supuesto que a Cristina (Fernández de Kirchner). El personaje de Cristina marcó un antes y un después en mi carrera, me dio mucha popularidad. Me encanta que la gente me haya identificado con un personaje, lo mismo les debe pasar a los cantantes cuando los reconocen por una canción, quiere decir que ese tema pegó y caló hondo en el público. También me piden mucho a (María Eugenia) Vidal, a Mirtha (Legrand), a Moria (Casán) y a Susana (Giménez). Yo disfruto haciendo a cada una de ellas, pero también a Shakira, Jennifer Lopez, Tina Turner y Michael Jackson, porque a mí, además de actuar, me encanta cantar y bailar.
–Además, tu base es el baile, ¿no?
–Sí, yo empecé como bailarina, trabajando con Pepito Cibrián. Y recién después seguí con la actuación y el canto. Mi intención es no perder nada de eso y volcarlo todo a la vez en un escenario. Por ahí la gente que me conoce por mis imitaciones en la televisión no sabe que también canto y bailo. Por eso, cuando me vienen a ver al teatro, se quedan asombrados.
–A Susana Giménez es imposible abandonarla, ¿no?
–¡Imposible! Es muy fuerte el personaje de Susana, ya cuando el locutor la anuncia el público brama. Y es entendible: Susana es muy querida, son muchos años de estar metida en el hogar de todos los argentinos. A mí me sirve para recibir a otros personajes, como hago con (Carlos) Tévez, de la mano de (Ariel) Tarico, que es un genio.
–A propósito, ¿qué te parecieron sus últimas declaraciones públicas sobre la pobreza en la Argentina?
–Obviamente no estuvieron bien. Creo que tuvo una declaración poco feliz. Pero, bueno…por ahí equivocó la forma, o pasó que la agarraron a la salida de una fiesta. Susana es muy auténtica y tal vez no supo expresar lo que quería decir. Yo no comparto sus declaraciones, y no hago chistes con eso en mi show. No da. Además, es una forma de cuidarla. Yo cuido mucho a mis personajes. Ninguna de las personas que imito puede estar enojada, porque yo me pongo en sus lugares y los defiendo como si yo fuera su abogada.
–¿Alguna vez te llamó Cristina o tuviste alguna devolución de parte de su entorno?
–No, nunca me llamó. No la conozco en persona, mientras que al resto de los políticos los conozco a todos, ya sea porque hemos compartido alguna mesa en lo de Mirtha (Legrand) o algún evento. Yo la hago desde hace muchos años, no empecé imitándola en el programa de (Jorge) Lanata, sino cuando estaba con Moria (Casán) en La revista de Buenos Aires. Así que si le molestara algo ya hubiera levantado un teléfono o me hubiera mandado a decir algo. Por eso pienso que, si bien pueden no haberle gustado algunos de mis chistes sobre ella, en líneas generales le debe gustar cómo la imito. Además debe pesar otra cosa: yo la imité con el mismo respeto siempre, tanto cuando fue presidenta como cuando perdió, e igualmente ahora, que está nuevamente fuerte. Cuando perdió yo no me reí de ella, siempre la interpreté igual, y yo creo que eso a ella le debe llegar, y también al público: mi respeto de artista a la hora de componer un personaje.
–Uno de los cambios fundamentales de Fátima es mágica, con respecto a las versiones vistas en Villa Carlos Paz y en la gira nacional, es el final. ¿Cómo surgió la idea de cerrar la grieta entre Macri y Cristina sobre el escenario?
–Para mí el escenario es un lugar no sólo para hacer chistes y hablar de lo que va pasando en el día a día, sino también un espacio para la utopía, para lo mágico, para algo que todos tengamos ganas de que pase; aunque sea que sólo ocurra allí, pero que pase. Es muy omnipotente pensar que lo que proponemos en el escenario luego se trasladará a la realidad, pero la gente lo agradece. Primero se quedan en silencio, luego se emocionan. Aún con la máscara de Cristina puesta, yo los observo por el rabillo del ojo y veo que hasta lloran, es evidente que el mensaje les llega al corazón. Cuando Tarico y yo, en la piel de Macri y Cristina, nos damos la mano y nos proponemos trabajar por el bien común, se crea como una emoción general, es como un gran abrazo. Es algo realmente único, por eso lo vamos a seguir haciendo. Yo soy partidaria de unir, así que este es mi granito de arena para cerrar para siempre la grieta. Yo nunca la padecí, nunca me sentí condicionada por nada ni nadie, pero me apena que las familias estén divididas por cuestiones políticas. Con eso nunca podría hacer humor.
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