A un año de la muerte del protagonista de Amigos son los amigos, su hijo lo homenajea trabajando en la misma obra que lo consagró, La lección de anatomía
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“Estar en una obra con tanta historia, por donde pasaron tantos actores, para alguien que está comenzando, como es mi caso, era muy importante”, sostiene Facundo Calvo, acodado en las butacas de un teatro vacío, marco acorde para pensar en voz alta su rol protagónico en la icónica pieza teatral La lección de anatomía, creada por Carlos Mathus, que este sábado 11 de diciembre culminará su actual temporada en el Teatro Buenos Aires, coronando una larga historia que comenzó en 1972, cuando se representó por primera vez.
“Tenía que pasar por una experiencia así, enfrentarme al desnudo y a lo que significa pisar el escenario con una obra con tanta historia. Siempre sentí que me iba venir muy bien poder hacerlo”, reconoce el actor, hijo del recordado Carlos Andrés Calvo, quien también formó parte del elenco de esta pieza en los albores de su trayectoria. Luego de la muerte de Mathus, el material es dirigido por Antonio Leiva, quien también integró el elenco a lo largo de innumerables temporadas.
-Que tu padre haya interpretado la pieza, ¿le dio connotaciones emocionales extra a tu interpretación?
-Fue algo muy fuerte y fue una de las razones por las que sentía que tenía que hacerlo.
-¿Viste imágenes de tu padre protagonizándola?
-No, pero sé que, para él, fue muy lindo hacerlo. Mientras estábamos ensayando, mi mamá encontró una carta que papá le escribió a un amigo de San Antonio de Padua, el lugar de donde era él.
-¿Qué decía en esa carta?
-Contaba que, luego de hacer La lección de anatomía, su carrera había tomado un giro. Lo curioso es que él la hizo a los 22 años, que es la edad que yo tengo ahora, aunque no interpretó el personaje que me tocó a mí. Antonio Leiva, el director, compartió elenco con mi papá, todo es muy fuerte y muy lindo.
-Imagino que la experiencia tiene mucha carga emocional para vos.
-En una de mis escenas aparezco hablando con mi padre, por eso siento que el dramatismo que tiene la obra me permite conectar con otras zonas actorales muy profundas. No se trata de forzar el llanto, sino de ir algo muy interior.
-La obra cuenta con una extensa escena donde todo el elenco aparece completamente desnudo, generando un momento de despojo, ¿cuáles son las herramientas a las que apelás para poder cumplir con ese tránsito de entrega física y emocional absoluta?
-No nos desnudamos hasta el ensayo general, así que tenía muchas dudas sobre qué me iba a pasar, si iba a sentir pudor o no. Durante la primera función sentí algo de vergüenza, pero uno debe concentrarse en lo que sucede en ese momento. Imaginé que iba a tener miedo, pero la verdad es que la imaginación fue mayor a la realidad.
-¿Por qué?
-No sufrí desnudarme en el escenario. En ese momento, estuve más preocupado por hacer bien la escena y no pensé en quién me podía estar mirando. Uno se olvida de eso.
-Es una escena de gran poética, donde la desnudez resulta orgánica al relato.
-Ese momento está muy alejado de lo sexual, pasa por otro lado mucho más metafórico.
-Quizás, el mayor pudor es pensar que puede haber gente de tu entorno cercano presenciando la función.
-Absolutamente. A la primera función vinieron mis abuelos, mi mamá, mis primos...
-¿Qué te comentaron?
-Me dijeron que tenía buen lomo. No fue un tema, además, las luces te dan en la cara y no ves a la gente.
Facundo Calvo se ríe, algo que sucederá en varias oportunidades a lo largo de la charla, y es inevitable no asociar esa simpatía y la forma en la que lanza su carcajada con los modos de su querido padre.
Los últimos días de Carlín
Paradoja del destino, la última función de la temporada de La lección de anatomía coincide con el primer aniversario de la muerte de Carlos Andrés Calvo, quien partió luego de años de padecimiento como consecuencia de dos ACV devastadores: “Del primer ACV no me acuerdo nada, era muy chico. La primera imagen que tengo de mi papá ya es con su dificultad en su mano y su pierna”.
-Naturalizaste a un padre con esa característica.
-Sí, para mí era normal eso. Además él estaba bien mentalmente. Ya con el segundo ACV, se afectó la parte cognitiva.
-¿Cómo fueron los últimos años junto a él? ¿Te escuchaba?
-Hasta 2016, estuvo muy bien, dentro de sus posibilidades. Si bien, yo lo tenía que cuidar a él, era lindo, me entendía, podíamos hablar. Su momento más feliz fue cuando hizo la obra Leonas, donde aparecía al final y decía: “Es una lucha”. Esa temporada lo hizo sentirse vivo. Cuando eso terminó, se mudó de departamento y empezaron a aparecerle pequeñas complicaciones que lo fueron apagando. Los dos últimos años, me entendía, pero ya no hablaba. Fue duro y triste. Supongo que cuando uno se ve así, las ganas de seguir luchando se van terminando. Por eso, cuando falleció, sentíamos que ya no sufría, que era lo mejor para él.
-¿Recordás lo último que le dijiste?
-Me acuerdo de la última vez que lo vi. Estábamos con mi mamá y mi hermana, en la clínica, creo que le dije: “Te quiero, viejito, podés ir”.
Carina Galucci, madre de Facundo, fue un sostén de la familia y quien jamás dejó de estar pendiente de su exmarido y cumplió un rol esencial en la crianza de sus hijos: “Como toda relación de madre e hijo, a veces, nos peleamos, pero ella es la que más me apoya. El día que estrenamos La lección de anatomía, el primer llanto que se escuchó en el escenario fue el de mi mamá. Cuando hice una comedia, ni bien abrí la boca, la única risa que se escuchó fue la de ella. Esa vez, estaba muy nervioso y, al escucharla, me tranquilizó. Sé que siempre puedo contar con ella”.
-La tuya es una familia muy querida.
-Creo que sí. A veces me escriben admiradores de mi papá que me cuentan que lo querían mucho.
-Trascendió el rango de actor para convertirse en un ídolo popular. Imponía frases, modismos, eso habla de su penetración en el afecto colectivo.
-Fue un ícono de los ´90.
-Uno de sus grandes éxitos fue Amigos son los amigos, junto a Pablo Rago. ¿Tenés contacto con él?
-Sí. Justamente, fue muy lindo debutar en 100 días para enamorarse y que Pablo estuviera en el elenco. Tenemos buena relación. Además cuando era chico jugaba con su hijo y, cuando hicieron Extraña pareja, Pablo me prestaba la Play.
-Ricardo Darín fue otro compañero de tu padre durante varias temporadas, ¿tienen relación?
-Antes de fallecer papá, Darín me escribía para saber cómo estaba. Hace poco me escribió para saber cómo andaban las cosas en la familia. Lo quería mucho a papá.
-Es inevitable que no se te mencione a tu padre, ya que fue una figura muy arraigada en el sentimiento popular.
-Eso va a estar siempre y es un orgullo, mi responsabilidad es armar una carrera propia y construir mi nombre. Está en mí, que Facundo Calvo se gane un lugar propio.
-¿Te molesta que te pregunten por él?
-Para nada. Soy Facundo Calvo y es lógico que me hablen sobre él. Si me voy a poner a rezongar, estaría equivocado. Tengo que estar muy contento de ser el hijo de quien soy.
-¿Hay algo que no te gusta del medio?
-No. Quizás todo lo vinculado a los chimentos no es lo que más me divierte, pero entiendo que son las reglas del juego.
-A partir de la enfermedad de tu padre, ¿te sentiste invadido con lo que se decía sobre él?
-Me invitaban a muchos programas para hablar sobre él y, si bien no me interesaba ir, tampoco me molestaba. Es lógico que quisieran saber y, además, entiendo que vendía, pero jamás me sentí invadido ni agredido. Nunca hubo una falta de respeto. Aunque no me ha interesado ir a lugares donde no me sumaba estar.
Vocación propia
Facundo Calvo comenzó su carrera profesional en la tira televisiva 100 días para enamorarse y el teatro le abrió sus puertas con la pieza Convivencia obligada, dirigida por Ernesto Medela. “En plena pandemia pude hacer la serie Días de gallos para HBO y, al mismo tiempo, hice en televisión Pequeñas Victorias, donde tuve que hacer mi primera escena hot con Natalie Pérez”, dice.
-¿Fue difícil concretarla?
-Natalie es muy buena actriz, estuve muy cómodo, no podía creer estar grabando una escena así, fue muy lindo...
Se vuelve a reír con picardía. Es un Calvo con un ADN definido: “Estoy muy orgulloso de mi papá, y sé que siempre van a surgir las comparaciones. Si eso me molestase, hablaría mal de mí”.
-Desde lo actoral, ¿te ves parecido a él?
-Físicamente, no. Pero sí encuentro que tengo gestos de él. A veces me sorprendo cuando lo veo en videos de Amigos son los amigos y reconozco gestos míos en papá. También me gustó verlo en Adiós, Roberto y Comodines.
-¿Viste tapes de El Rafa?
-No, ¿podés creer que nunca lo vi?
A sus 22 años, la serie televisiva El Rafa, producida en la década del ´80, es todo un arcaísmo para el actor que está rodando El encargado para la plataforma Star+, serie creada por la talentosa dupla que conforman Gastón Duprat y Mariano Cohn: “Francella es el encargado de un edificio y yo interpreto a un vecino que vive solo y siempre está de joda. Estoy muy contento con todos estos trabajos que se van sumando”.
Desde hace tiempo, su trabajo como actor, lo complementa con la tarea de producción, ya que trabaja en la oficina del empresario Javier Faroni, uno de los productores teatrales más prolíficos del país, quien comenzó su trayectoria siendo un adolescente, impulsado por Carlos Andrés Calvo. “Tuvieron una relación muy linda. Primero mi papá le dio una mano muy grande y después Javier lo ayudó mucho a él. Es parte de nuestra familia, y ahora me da trabajo a mí”.
-¿Cómo recordás tu infancia?
-Aparecen los recuerdos de los veranos en Mar del Plata, compartiendo días de playa con los compañeros de mi viejo o con mis primos y las noches en los teatros, viendo las funciones atrás del escenario, pienso que de ahí viene mi vocación por la actuación. Eran tres meses hermosos.
Si bien, en esas temporadas germinó su vocación por la actuación, su primera inclinación fue la de acercarse al arte a través de la dirección. Un breve paso por la carrera de psicología terminó de confirmarle que sus intereses pasaban por otro lado. Sin embargo, reconoce que la falta de continuidad es uno de los escollos de la vida del actor: “El trabajo en la oficina de Faroni me permite tener un ingreso fijo y me organiza el día”.
-Pensando en el futuro, ¿con quiénes te gustaría trabajar?
-Ya cumplí el sueño de compartir un elenco con Guillermo Francella. Ahora me gustaría trabajar con Nicolás Vázquez, que es un gran actor y tengo un afecto muy grande por él, ya que pasamos muchos veranos en familia.
-¿Estás en pareja?
-No... No, no.
Reafirma la negativa para que no haya dudas. Sobre todo, en su entorno. Cuando se le sugiere la idea de la familia propia, la negativa es aún mayor: “No sería el momento. No me veo a los 25 casado o haciéndome cargo de un hijo, es muy pronto. Si se da estar en pareja, eso sí será bienvenido”, finaliza el actor protagonista de La lección de anatomía, la pieza que, como aquella pintura de Rembrandt, bucea en los cuerpos para hallar las profundidades de la esencia humana.
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