Tras un tiempo fuera de los medios, el actor vuelve a subirse a las tablas con En el aire; la decisión de volver con este unipersonal, la importancia de los afectos y la particular forma de crianza de sus hijos junto con su gran amor, María Susini
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Su nombre es sinónimo de humildad, solidaridad y resiliencia. Es que, más allá de ese galán de telenovelas que supo traspasar fronteras y conquistar a varias generaciones a fines de los 90, Facundo Arana se convirtió en el referente de muchos. Fue ese músico pelilargo que tocaba el saxo en el subte y que, con mucho esfuerzo y constancia, pudo alcanzar su sueño. Fue ese muchachito que, con perseverancia y optimismo, le ganó la batalla al cáncer y también, ese que, a través de desafíos y pruebas arriesgadas, siempre levanta la bandera de la solidaridad en pos de las causas más justas. “Tengo un oficio (actuar) pero cuando me voy a escalar o me voy a hacer algo que a mí me gusta poder hacerlo con una bandera que no me pesa nada y poder decir algo, me da alas”, le confiesa el actor a LA NACION, mientras repasa las distintas campañas a las que le puso el cuerpo a lo largo de estos años.
Si bien en el último tiempo Arana prioriza los proyectos que más tiempo le permiten estar con su familia, esta segunda mitad del año será bastante ajetreada para él. Mientras planea volver a la pantalla grande y repetir dupla con Gianella Neyra -una de las parejas de novela que fue furor a principios de los 2000 al frente de Yago, pasión morena- el actor y músico vuelve a subirse a las tablas con En el aire, una obra que estrenó hace 12 años y que es muy especial para él. “La presento siempre como la obra más linda del mundo porque creo con toda mi alma que lo es. Estoy muy orgulloso de hacerla”, confiesa quién se presentará todos los viernes de agosto en Paseo La Plaza.
-En el aire sigue siempre presente...
-Es un eterno amor. Ya tiene 12 años y no hay mucha gente que pueda tener en este oficio 12 años para trabajar con un texto y dejarlo, ir a hacer otras cosas y volver a agarrarlo con 40 y seguir haciéndolo después, a los 52. Es súper interesante lo que pasa, porque es como una semilla que se convierte en un pequeño tallo y después da un árbol que tiene sus frutos y En el aire pudo ver eso.