Fabián Pizzorno, el actor argentino que abandonó el país tras sufrir una tragedia personal y hoy trabaja en Hollywood
Radicado en los Estados Unidos desde hace muchos años, el galán trabajó en más de veinte países y se emociona cuando piensa en el país que lo vio dar sus primeros pasos en la pantalla
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Nacido y criado en el barrio de Belgrano, Fabián Pizzorno supo desde niño que quería ser actor, y con apenas 10 años empezó a prepararse. Hizo decenas de novelas en nuestro país hasta que una tragedia personal lo expulsó y lo llevó a radicarse en los Estados Unidos, buscando consuelo en una nueva vida. Desde allí viaja adonde lo lleve algún proyecto, y así construyó una sólida carrera internacional, trabajando en diversas ficciones, en más de veinte países.
En diálogo con LA NACION, desde su casa en Hollywood, Pizzorno recorre su historia, cuenta cuánto extraña la Argentina, habla de su familia y su futuro.
-¿Cuál fue tu último trabajo en nuestro país?
-En el 2012 trabajé por última vez en la Argentina, haciendo Supertorpe, en Telefe. Después regresé a mi casa en los Estados Unidos y me contrataron de Televisa para hacer tres proyectos en México: Pasión y poder, Tres veces Ana y Médicos, línea de vida. Durante algunos años hice todas las novelas que te imagines en Argentina: Manuela y Pasiones, con Grecia Colmenares, muchas con producción de Quique Estevanez como Amor en custodia, Se dice amor. Y antes Por siempre mujercitas, Modelos 90-60-90 y Ricos y famosos, porque Alejandro Romay me contrató y volví a Buenos Aires.
-¿Ya a mediados de los 90 vivías en los Estados Unidos?
-Soy argentino, milanga a caballo toda la vida [ríe]. Pero por una situación muy triste nos fuimos del país, con mi ex (Ana Rivas) y mi hijito, porque por una negligencia atroz en una clínica porteña murió nuestra hija. Pero regresaba por proyectos y me quedaba un par de años. Llegué a los Estados Unidos con mi familia, muy tristes, una mano atrás y otra adelante, y al poco tiempo me llamaron para hacer una novela en Telemundo: llevaba el nombre de mi hija, Guadalupe, y mi personaje se llamaba Jesús.
-¿Lo interpretaste como una señal?
-Cosas del destino [hace una pausa larga]. Trabajé muchos años en México, y eso me abrió las puertas del mundo y logré expandirme en el mercado internacional. En plena pandemia me llamaron de Rusia para ser la tapa de una revista muy popular allí y me sorprendió mucho. Entonces me explicaron que me siguen desde hace 27 años cuando era el pianista gigoló de Manuela. Me dijeron que la gente me adora y soy el Kevin Costner latino. Me reí, porque pensé ‘no será mucho’. Así que soy una estrella en Rusia y siempre esperan que vaya. En las series que hice en México yo era el villano y son personajes que muchas veces son más recordados que los galanes. Hice Pasión y poder con Fernando Colunga, y yo era un gringo malísimo cuyo final fue tremendo, y luego hice Tres veces Ana, con Sebastián Rulli, que es argentino y hacía de hijo mío; es como el Brad Pitt de México y necesitaban a un papá lindo que pudiera haberlo concebido [ríe].
-¿Qué recordás de tus inicios?
-Estudié con Lito Cruz y Agustín Alezzo, aunque me preparo desde los 10 años, tomando clases de guitarra clásica y piano. Mi primer trabajo fue en Todos los días la misma historia, como hijo de Beatriz Taibo, en el ‘82. Toda la vida me esforcé mucho, solo por el mundo, y pude lograr muchísimas cosas: trabajé como en veinte países, protagonicé en Colombia, en Puerto Rico, hice ficciones en Hollywood. A veces el talento es la puerta hacia todo.
-Nunca dejaste de formarte...
-No sé si soy el gran talentoso, pero tengo una buena formación, y siempre digo que el conocimiento es poder. Y lo comprobé. Hoy en día sigo perfeccionándome, hago zapateo americano, estudio comedia musical, para tener opciones en todas partes del mundo. Un actor tiene que perfeccionarse. Voy donde está la oportunidad de trabajo, y me ha ido bien en los castings. En Rusia me están esperando para dar un concierto de piano. Claro que no va a ser un concierto del gran músico, pero me estoy preparando para no defraudar. La llave de todo es el esfuerzo. Todos los contratos que tuve fueron gracias a los castings, ganándolos entre muchos actores. Eso es perseverancia.
-¿Estás en pareja?
-No. Yendo y viniendo no es fácil tener pareja.
-¿Y tus hijos viven con vos?
-Tengo dos hijos, uno tiene 37 años, vive en la Argentina, y Francesca tiene 24 y vive aquí, cerca de mi casa. Fui papá muy joven, a los 23. Y en Buenos Aires vive mi papá, que cumplió 95 años y es una especie de Paul Newman en formol. Tiene la misma edad de Mirtha Legrand y sobreviven a todos. Fui hace tres años, por última vez, y ya no pude sobre todo por el Covid, pues me quedé aislado como le sucedió a todo el mundo.
-¿Extrañás?
-Cómo no voy a extrañar un país tan hermoso... Estar solo en el mundo no es fácil, a veces te va bien y otras no. Me siento un inmigrante porque aunque viva en un lugar fantástico, la Argentina es mi país, donde logré convertirme en actor, hacer más de 30 novelas. Amo a la Argentina y siempre llevo mi bandera, porque es un orgullo. Sé que pasan cosas difíciles, pero cuando estás lejos te das cuenta de que somos un país con estilo, con cultura, con pasión y muchas cosas buenas. Malos hay en todos lados, no nos engañemos. Extraño mi país [se emociona]. Siempre estoy abierto a volver, hay conversaciones con Diego Lerner, presidente de Disney... Si hay un proyecto interesante, encantado.
-¿Te gusta esta vida nómade que llevas?
-Mis hijos están grandes, fui muy buen papá y siempre los cuidé, y en momentos que hubo poco, traté de que no les faltara nada aunque yo me quedara con menos. Aprendieron a ser luchadores. Mi hija está becada en Oxford y mi hijo es un hombre de negocios. Su mamá fue modelo y es periodista, y aunque hace quince años nos separamos, somos una familia y si algo ocurre, ahí estamos. ¡Qué hay mejor que una familia en la vida! No sé si es la vida que me gusta, sino la que me toca y la que juego, porque puedo vivir como actor y voy donde está el trabajo. Trato de hacer lo mejor para ser feliz y viajo con mi perro Miller a todos lados, es el único que no se separa de mí.
-¿Es más difícil conseguir trabajo en Hollywood?
-En Hollywood no hay chamuyo, se enciende la cámara y tenés que demostrar quién sos. Hay mucha competencia y se presentan actores de todo el planeta. Hay periodos en los que no tengo trabajo, como les sucede a todos, pero intento estar online, activo siempre, buscando mi futuro. No me quedo siempre en el mismo lugar. No me ancla nada ni nadie, y cuando las cosas no funcionan intento cambiar algo. No soy de las personas cómodas que se quedan con su casa y su piscina, a la espera de que lo llamen. Jamás lo hice y la respuesta a mi esfuerzo es el trabajo.
-¿Te hiciste amigo de celebrities?
-No, amigos no, pero vivo cerca de muchos, en las colinas de Hollywood. Por ejemplo, conocí hace unos años a Justin Bieber y fui a su casa, me he cruzado con Whoopi Goldberg y con John Voight en el supermercado. Amigos no, porque no he compartido una serie, pero ya me voy a hacer de alguno [ríe]. Mi hija Francesca fue vecina de Camila Cabello durante años, y hoy es una estrella. En Hollywood todos trabajan en la industria, en todos los rubros.
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