Fabián Mazzei: cómo se recupera de su operación y cómo transita el duelo por la muerte de su madre
"Fue un año difícil y complicado, sobre todo en temas de salud. Primero se murió la mamá de Ara, después ella estuvo internada, se enfermó mi mamá, falleció, me operaron a mí. Fue todo muy rápido y todos palos", resume Fabián Mazzei que en marzo pasado fue operado de urgencia de un tumor en la boca, que resultó ser benigno. Y hace poco más de dos semanas murió su mamá, Chiquita. Recordemos además, que Araceli González estuvo internada hace ocho meses cuando una bacteria invadió su cuerpo. En una charla íntima con LA NACIÓN, el actor cuenta cómo está de salud, cómo lleva el duelo y cómo vive la cuarentena.
"Me operaron ocho días antes de que se declarara esta pandemia y estoy guardado desde entonces. Cuando los médicos me dijeron que podía salir, fui a ver a mi mamá pero a los pocos días se declaró la cuarentena obligatoria y ya no pude volver a salir. Fue una semana tremenda, de mucha angustia y nervios porque esperábamos los resultados de la biopsia. Por suerte el susto pasó porque era un tumor benigno. Además fue la primera vez que entré a un quirófano, nunca me habían operado ni de amígdalas ni de apendicitis ni de nada. Cuando se declaró la pandemia el médico me dijo que me cuidara mucho porque tenía las defensas bajas. Soy un tipo que siempre tira para adelante pero la verdad es que me asusté. Además mamá ya estaba delicada", se sinceró el actor.
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-¿Estaba enferma tu mamá?
-Mi mamá no murió de coronavirus pero el clima que creó esta pandemia hizo que se le cambie todo su mundo. Por eso digo que cuando tenemos a nuestras abuelas o a nuestras madres es necesario el abrazo, el beso. Tuve que hacerme los permisos para poder llevarle comida a mamá. Ella estuvo un tiempo internada, salió y andaba bien. Tenía cáncer de mama, y los médicos dijeron que iba a avanzar lento y además tenía una hernia hiatal, en la boca del estómago. Eso le trajo otras complicaciones, que se sumaron a la osteoporosis y a sus 84 años. Sin embargo, los médicos aconsejaron que estuviera en su casa, contenida, en su mundo. Entonces contraté a dos chicas para que la cuidaran y yo iba tres veces por semana a visitarla, a comer con ella. Además las vecinas iban a tomar mate. Todo eso fue antes de la pandemia porque después las cosas se complicaron. Mi mamá estaba bien pero empezó a apagarse, entristecida por todo lo que vivimos. Nuestros mayores necesitan mucho de lo afectivo. Al principio le llevaba la comida y los últimos quince días la visitaba casi a diario y me iba de mi casa en Pilar hasta Caseros, donde ella vivió toda la vida y me quedaba cinco o seis horas haciéndole compañía.
-A pesar de estos tiempos difíciles, pudiste acompañarla...
-Sí. Tenía una relación muy estrecha con mi mamá porque mi papá murió cuando yo tenía 26 años, y soy hijo único. Nos llamábamos todos los días, éramos muy unidos. Fue un pilar muy importante en mi vida porque si me pasaba algo, una llamada de ella me levantaba el ánimo, me daba consejos. Era adrenalina pura, una mujer positiva, muy fuerte y con mucha energía. En el barrio la adoraban. Me han llegado mensajes por Instagram en los que me contaban que mi mamá les compraba caramelos cuando eran chicos o cocinaba para los vecinos. Cuando mi papá murió, ella se quedó manejando la fábrica familiar y trabajó hasta los 73 años porque yo me dediqué a la actuación. En realidad estuve cuatro años trabajando en la fábrica, pero un día no aguanté más y ella me dijo que me quedara tranquilo y me dedicara a mi carrera, que ella se hacía cargo y así fue. Para que te des una idea, esa era mi mamá: una mujer con todas las letras. No quiero hablar de feminismo, pero lo mamé y siempre defendí a las mujeres luchadoras, trabajadoras. El rol de las mujeres en la sociedad no es de ahora.
-Tu mamá fue una mujer empoderada mucho antes de que se hablara de eso.
-Totalmente. Yo mamé eso. Mi familia es un matriarcado. Los hombres eran guapos pero las que manejaban todo eran las mujeres, todas fuertes y respetadas cien por ciento. Mamé eso y lo sostengo. Hace años que las mujeres luchan por sus derechos y yo las acompaño.
-¿Cómo fue la despedida de tu mamá?
-Fue angustiante. Mi abuelo tenía almacén en Caseros y todos conocían a mi mamá y la querían. Por eso el dolor más grande es que no la pudieron despedir como se merecía. En el cementerio estábamos dos primos míos, que sacaron un permiso especial, Araceli y yo. Nadie más. Eso me angustió más todavía, pero entiendo que nos toca vivir esta época complicada.
La despedida de mi mamá fue angustiante porque no la pudieron despedir como se merecía""
-¿Cómo transitas el duelo?
-Mal, no te voy a decir que la piloteo. Me agarran momentos de llanto y angustia. Araceli sabe por lo que estoy pasando porque hace poco más de un año también perdió a su mamá y me entiende. No tengo que explicar nada ni esconderme por los rincones para llorar. Al contrario, tengo libertad y tranquilidad porque me acompaña y lloramos juntos, porque Ara la quería mucho también.
-¿Cómo estás de salud, luego de la operación?
-Ahora bien, pero fue una tras otra. En septiembre de 2018 murió mi suegra. El año pasado Ara estuvo internada y fue complicado. Todos temas de salud que desestabilizan emocionalmente. Después lo de mi mamá, y lo mío. Tenemos que cuidar el cuerpo y la mente también, por eso me hace bien el yoga y trato de conservarme en mi eje. Pero la situación económica mundial y el coronavirus te desestabilizan. No sé si tengo mucha imaginación, pero siempre fantaseé en qué pasaría si se creara un virus mortal. Me encantan las películas de ciencia ficción y de acción, así que esto que vivimos lo vi muchas veces en cine pero vivirlo es terrible. Cuando estábamos de vacaciones en México se me inflamó un cachete. Hace un año que tenía este quiste que es un tumor. Yo no lo sabía, pero empecé a notar que de un lado de la cara no se me hacía el hoyuelo. Me llamó la atención porque lo tuve toda la vida, pero pasó y en México explotó, me tomé un antiinflamatorio y algo bajó la hinchazón. Y cuando volvimos, fue una corrida porque el tumor tenía tres centímetros y medio. Me operaron y me dieron 6 puntos. Por suerte, era benigno. La pasé muy mal en el postoperatorio. Es como diez veces más fuerte que un dolor de muelas porque el tumor estaba agarrado a la parte del hueso maxilar inferior, y tuvieron que sacar todo y limar el hueso. Tomaba medicamentos, pero todos los días de 19 a 22, el dolor era tremendo. Fueron siete días terribles. Hoy estoy bárbaro, la operación salió muy bien, no tengo ni molestias, estoy muy agradecido al cirujano y en el Sanatorio Finochietto me atendieron de primera. Voy a tener que hacerme controles más adelante. Por ahora mando fotos a mi médico, para que vea como estoy.
-¿Cómo pasan la cuarentena?
-Ahora estamos solos. Flor (Torrente) y Toto (Suar) estuvieron en casa, pero ya no. No nos aburrimos nunca: Ara está modificando su web, muy metida en la revolución de internet desde hace años, y yo estoy con la película Sola,que hicimos el año pasado. Iba a estrenarse ahora, pero se paró todo. Quizá la estrenemos en alguna plataforma un par de días y eso puede ser un trampolín para que se vea en Netflix o en Amazon. En eso estamos. Nosotros, además de actuar, produjimos Sola y estamos esperando el dinero del INCAA, por eso está bueno que la película se vea en una plataforma para recuperar algo de los costos y no seguir perdiendo. Además estamos empezando a armar contenidos para web, una especie de micro ficciones. Estamos buscando ideas y ya presentamos un libro terminado en distintas entidades, para conseguir sponsors. Ara y yo siempre fuimos muy generadores de proyectos y nunca nadie nos regaló nada. Intentamos generar individualmente y en conjunto y, por supuesto, hay que limpiar, cocinar, lavar.
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-¿Cómo se reparten el trabajo?
-Ara hace las habitaciones, la cocina y el baño. Todo lo que tenga que ver con limpieza exigente lo hace ella porque si limpio el baño yo, ya sé que va a estar mal [risas]. Para no pelearnos, ella hace eso y a mí me toca limpiar el comedor, el patio, bañar a las perras, juntas las hojas, sacar la basura y también salgo a hacer las compras. Al principio nos obsesionamos un poco con la limpieza, pero hablamos y decidimos tranquilizarnos. Claro que usamos mucho alcohol en gel, nos lavamos las manos, y tenemos todos los cuidados.
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-¿Sos de los que piensa que de esta pandemia vamos a salir más sabios?
-Algunos sí y otros no, a cierta edad, evolucionás o te quedás y esto va a ayudar a que la gente evolucione más rápido o se quede. No creo en el cambio total porque es una utopía. La gente no cambia del día a la mañana, pero esta pandemia te hace pensar, analizar, tomar conciencia de ciertas cosas que, quizá, antes no valorabas. Por ejemplo, el hombre que no valoraba el trabajo de su mujer en la casa, ahora que tiene que estar encerrado y limpiar y cuidar a los chicos y hacer las compras, entonces va a valorarlo porque estoy seguro que van a pensarlo. Empezás a darle importancia a cosas que antes no tenías en cuenta. También creo que cuando se termine la cuarentena va a haber muchos divorcios.
-Esta convivencia de 24 horas los siete días de la semana, ¿en qué los modificó como pareja?
-Hace mucho tiempo que compartimos todo con Ara. Justamente hablábamos de eso el otro día, con Ara. Obviamente nos angustia lo que pasa afuera, pero somos caseros, no somos de ir a reuniones y fiestas. Nos gusta estar en casa y no lo padecemos para nada. Extrañamos a los chicos pero, en la cotidiana, hace años que compartimos juntos todo el día. Discutimos como puede hacerlo cualquier pareja normal. Es así en la convivencia y en el encierro más. Tenemos una vida como la de cualquier persona. A veces estamos en desacuerdo, a veces no tenemos ganas de hablar o discutimos por pavadas. No creo en la vida color de rosa en todos los sentidos. Somos como cualquier matrimonio.
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