A pesar de su buena racha laboral, la periodista no descarta la posibilidad de mudarse a Alemania para estar cerca de sus hijos; además reflexiona sobre el amor y el desamor
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“Estoy contenta, en un buen momento profesional y feliz en mi matrimonio”, precisa Evelyn Von Brocke. La periodista, que es parte de Intrusos (América), también conduce el programa de cable Somos Norte, escribe para una revista de actualidad y es asesora de prensa. En diálogo con LA NACION, Von Brocke cuenta cómo logró transformar la tristeza en amor, luego de su separación de Fabián Doman, padre de sus hijos Constance (25) y Marc (22). Hoy está casada con el cirujano Juan Viaggio, con quien se unió en 2017, y no descartan mudarse a Alemania, en un futuro no tan lejano. ¿El motivo? Constance vive en Holanda y Marc se irá a Alemania cuando termine sus estudios. Pero no todo es trabajo y familia para Evelyn, ya que desde hace unos años decidió escucharse más y prestar atención a sus deseos, por eso junto a un grupo de amigas planea un viaje por año, que aunque la pandemia puso en pausa es un proyecto de vida que no quiere perder. “Somos Las avespas y tratamos de hacer un viaje por año, aunque la pandemia nos frizó. La última vez recorrimos Italia y Francia en moto. Siempre me gustaron mucho los deportes, fui federaba en atletismo, campeona de handball y cuando empecé con la facultad y a trabajar, se terminó todo eso. Retomé el deporte más extremo hace nueve años. Ahora hago kitesurf en el Río de la Plata y, si puedo, viajo también. Aprendí de vientos, de navegación y quiero sacar mi licencia de conductora náutica”, detalla entusiasta.
-¿Alguna vez pensaste en hacer profesionalmente algún deporte?
-No, porque no tenía la posibilidad. Me fui a vivir sola a los 18 años y tenía que trabajar y estudiar. Me anoté en la UBA porque, además, la experiencia me parecía fascinante viniendo de un colegio privado como la Goethe.
-¿Fue una decisión tuya irte de tu casa a los 18?
-Fue un tema de familia y después mi padre, con quien vivía, se mudó a Alemania. Hoy sigue allá y mi mamá vive en Córdoba. Trabajé en una empresa alemana, después en otra y fui escalando hasta ser la primera mujer jefa de prensa de una automotriz de autos de alta gama y luego, fui gerente de comunicaciones del Banco Central, también la primera mujer en tener un cargo gerencial en un banco.
Evelyn y el mundo del espectáculo
-¿Cómo llegaste a la tele?
-Primero hice cable y hace 26 años que trabajo en televisión abierta. Un día Chiche Gelblung me eligió como una de sus panelistas para Memoria, junto con Viviana Canosa, Marcela Tauro, Marina Calabro y Flor de la V. No éramos nadie y qué ojo tuvo ese hombre. Chiche me dijo que iba a tener que elegir entre la televisión o hacer una carrera empresarial. Yo me camuflaba, cumplía un rol de día y a la noche iba a la tele.
-¿Por qué te quedaste en los medios?
-Porque me fascina. Siempre me interesó entrevistar a gente importante desde el punto de vista intelectual, que tuviera injerencia en la sociedad, y sabía que en el periodismo podía cumplir esa meta. De hecho la recontra cumplí.
-¿Cuál fue la nota que más disfrutaste?
-Tal vez, lo que más disfruté fue haber trabajado con Letizia Ortiz, hoy reina de España. Trabajamos en Washington. Yo había acompañado a Fabián, el padre de mis hijos, busqué trabajo y enseguida empecé en la Televisión Española y a los pocos meses cubrimos disturbios que sucedían en Afganistán y trabajamos con Letizia a la par, durante cuatro meses. Y me fascinó que tiempo después se convirtiera en princesa y luego en reina.
-¿Seguís en contacto con ella?
-No, en su momento le sacaron la conexión con todos, por protocolo, y de hecho, hubo un pequeño desamor por parte del periodismo hacia ella cuando volvió a entrar a la Televisión Española con título real y saludó a sus compinches a la distancia.
-¿Tenés límites a la hora de contar una información?
-Sobre enfermedades prefiero ser respetuosa, y en cuanto a infidelidades, creo que las parejas hoy pueden hablar y enfrentar la situación. Si sos infiel, hacete cargo; no me va el famoso que se enoja porque lo descubriste con una infidelidad.
-¿Qué famosos se enojaron con vos?
-En 26 años nunca recibí una carta documento, pero a veces te encuentran en algún lado y te dicen que no quieren darte nota. Cada uno tiene que hacerse cargo de su traición y si no que pongan en práctica el poliamor y listo. Avalo a las personas que quieren ser abiertas en su pareja, pero que estén de acuerdo los dos porque no es unilateral.
-¿Hay mucha competencia entre los periodistas de espectáculos?
-Lo que he visto en estas casi tres décadas es una guerra de egos entre conductores. Hay vanidades que algunos tienen mejor resuelta y otros están más en conflicto.
-¿Te adaptaste al nuevo formato de Intrusos, en el que el entretenimiento parece ganarle a veces a la información?
-Este Intrusos es un formato que se fue aggiornando a lo que la gente quiere: la noticia con humor. El equipo logró encontrarle la vuelta a las noticias del espectáculo y creo que cada integrante de la mesa está muy bien elegida y no paramos de reírnos desde que llegamos hasta que nos vamos. Lo mismo le sucede a la gente. Lograron que me descontracturara porque yo era muy durita. Estoy en un momento de cambios, de buscar la alegría y el humor. He hecho un gran esfuerzo de transformación en los últimos diez años y me gusta el camino que voy encontrando. Puedo decir que profesionalmente y en mi vida soy una persona simple y feliz.
El amor después del amor
-¿Por qué esa transformación se empezó a dar hace diez años?
-Porque fue un cimbronazo haberme divorciado y emprender la vida desde otro lugar. Yo era muy creída de la familia Ingalls, del casamiento para toda la vida, y la verdad es que hice un gran cambio interior, espiritual e intelectual, me relajé y conecté conmigo. Tal vez antes no había tenido el tiempo de lograr todo eso. Sería lindo tener esta madurez a los 20. Para muchas mujeres de mi generación el lema era que te casabas y eras feliz, y con el tiempo descubrís que podés ser feliz en muchas otras situaciones de la vida.
-¿Cómo fue ese proceso de transformación? ¿Pediste ayuda?
-Me relajé mucho cuando decidí enfrentar lo que me tocaba vivir y pensé que de esas cenizas tenía que salir algo maravilloso. Las tres fuerzas que me ayudaron a salir adelante fueron: terapia, amigas y caminatas. Fue mi salvación. Y además tener la suerte de trabajar en lo que me gusta y tener dos hijos maravillosos, una familia encantadora y haberlo conocido a Juan, que fue el broche de oro. Entonces pude decir qué maravillosa es la vida. Podría graficar lo que me sucedió de esta manera: iba por la Panamericana, después por la colectora, luego por una callecita de tierra hasta que volví a la colectora y subí otra vez a la Panamericana y hoy voy tranquila. Hay que dejarse llevar, la vida es eso, aprender.
-¿Fue difícil volver a convivir con un nuevo amor después de un matrimonio de 20 años?
-Para nada, somos una familia ensamblada y hace un tiempo estamos solos porque ya no vive ningún hijo con nosotros, ni los de él ni los míos. Nos conocimos en una gala solidaria de hospitales y como hablaba alemán, se acercó y me dijo unas palabras. No sabía quién era yo, me preguntó a qué me dedicaba y le hice el chiste de que me googleara. Volvió a la mesa, me googleó y no se asustó (risas). Somos muy compinches, muy compañeros, amigos, hablamos mucho, pero primero aprendí a enamorarme de mí, a conocerme. Porque esa familia Ingalls te hace salir del eje, de quién sos realmente y cuando estás en una situación de soledad, volvés a hablar con vos misma, a saber qué te pasa, por qué te duele el alma, la cabeza o el corazón, y cuando conectás sale sí o sí una persona mucho mejor. Recién cuando lográs amarte, podés volver a tener una pareja. Yo me di el tiempo de conectar primero conmigo.
-¿Cómo es la relación con Fabián Doman hoy?
-Tenemos una buena relación. Con el tiempo aprendí a tener paciencia, a entender al otro y puedo agradecer las situaciones y los procesos. Hay una tendencia a echarle la culpa al otro, pero la realidad es que cuando uno se separa, algo falla por el lado de los dos. Tenés que pensar por qué la pareja fue un éxito durante tantos años y de repente fracasa, y pude capitalizar esa energía en tener una lindísima pareja, viviendo el hoy. Me costó mucho porque tengo una educación muy germana: aprendí el castellano recién a los 6 años.
-Hace poco Doman presentó a su nueva novia, ¿la conocés?
-Tenemos buena comunicación, pero mayormente hablamos de nuestros hijos. Por mi lado, no hay interés de saber, no pregunto. Cada uno hace su vida y buenísimo si es feliz porque es el padre de mis hijos y quiero que esté bien, pero no me intriga saber con quién está. A veces, cuando una pareja no funciona, hay que agradecerle a quien tomó la decisión, por dejarte ir, crecer y desear felicidad para los dos. No hay que quedarse en el enojo, la bronca o el egoísmo. Hay que avanzar, dejar al otro libre y dar vuelta la página.
-¿Cómo están tus hijos?
-Muy bien. Coco vive en Holanda hace 4 años: se fue con un grupo de amigas y se quedaron todas allá. Estudió management entertainment y trabaja en una productora internacional. Vive en Rotterdam y está muy contenta. La extraño horrores porque tengo muy buena relación. Soy una mamá muy dedicada y muy libre a la vez. Y mi hijo estudia marketing digital, se recibe en dos años y ya me dijo que se va a vivir a Alemania. Gran parte de nuestra familia esta allá y bueno, viajaré mucho yo y en algún momento iré a acompañarlos.
-¿Intentaste retenerlos?
-Para nada, siempre les di libertad absoluta. Soy una mamá de opinar muy poco, yo acompaño. Lo mejor que puedo hacer es una rica comida casera y si voy a Holanda le cocinaré un locro, un buen guiso o milanesas con papas fritas (risas).
-¿Pensaste en irte con ellos?
-Sí, es una posibilidad. Además Juan hizo su residencia como médico en Alemania y tiene un hijo allá también, así que nos acompañamos en esos pensamientos que hoy son futuro. También viví el desarraigo cuando me fui a los Estados Unidos durante cuatro años y está bueno que quien quiera vivir esa experiencia la haga porque sino te quedás con ese pensamiento, de qué hubiera pasado.
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