De Seinfeld a Gwyneth Paltrow: los hobbies que las estrellas convierten en grandes negocios
Desde que Hollywood se vio obligado a desarmar su sistema de estrellas por el que contrataba a actores novatos y los moldeaba a su gusto y según su necesidad para vender ilusiones en forma de entradas de cine, los intérpretes de la industria ganaron independencia y un poder de decisión sobre sus carreras que iba aumentando según su habilidad para atraer espectadores a las salas. Hoy en día una película de presupuesto alto –alrededor de 300 millones de dólares– destina gran parte de él a conseguir a la estrella más universalmente comercial. Y aunque la balanza de poder siempre está inclinada para favorecer a los estudios, lo cierto es que los actores ya hace tiempo se dieron cuenta de que aunque a veces alquilen su carisma para la película o la serie más esperada de la temporada, ellos son sus dueños absolutos. Y que gracias a su popularidad pueden hacer bastante más que ayudar a que los estudios se llenen los bolsillos.
Para muchas estrellas, el éxito es apenas una excusa para poder cumplir el sueño de mostrarle al mundo cuáles son sus verdaderas pasiones. Esos hobbies que en general poco y nada tienen que ver con aquello que los hizo ricos y famosos. Pero, claro, como eso es lo que son, famosos y millonarios, sus caprichos privados a veces se transforman en material de consumo para el público. Uno de los ejemplos más acabados de ese recorrido es Comedians in Cars Getting Coffee, el ciclo en el que Jerry Seinfeld se da el gusto de combinar sus dos pasiones: los autos y la comedia.
En la nueva temporada del ciclo que estará disponible en Netflix este viernes, el comediante vuelve a divertirse mostrando los autos más elegantes, curiosos y absurdos de su amplia colección personal, además de algunos que consigue especialmente para los episodios, que esta vez tendrán como invitados a Eddie Murphy, Ricky Gervais (reincidente a pesar del miedo que tuvo con Seinfeld al volante la primera vez que lo visitó), Martin Short y Seth Rogen, entre otros.
"Hago esto como si fuera uno de esos proyectos artísticos que nos pedían hacer en el colegio. Ya soy famoso. No lo hago por el dinero. No lo hago para figurar. Es como la tarea que hacías con arcilla para la clase de arte, y mis invitados lo saben. No lo hago para promocionar nada ni para ayudarlos en sus carreras o que ellos me ayuden a mí. Lo hago por pura y simple diversión", decía Seinfeld cuando su ciclo se estrenó en Netflix el año pasado para explicar que se trataba nada más y nada menos que de un capricho suyo que llegaba a la pantalla gracias a que él es quien es, y sin ninguna otra razón detrás más que su propio entretenimiento.
Y la misma premisa parece estar detrás del programa de History El garage de Jay Leno. El reconocido comediante y conductor retirado del ciclo Tonight Show aprovechó su jubilación de la TV diaria para realizar este ciclo en el que demuestra por qué es considerado uno de los coleccionistas de autos y motos más grandes de los Estados Unidos. Un apasionado de la mecánica, en la cuarta temporada del programa Leno recorre distintas rutas mostrando sus autos y motos favoritos además de cruzarse con amigos como Arnold Schwarzenegger, con el que prueba un tanque, y mostrar coches legendarios como el Alfa Romeo de Muhammad Ali y el Mustang que Steve McQueen manejó en el film Bullit.
Algo de ese espíritu apasionado y rebelde también está presente en The Chef Show, una serie documental de ocho episodios disponible en Netflix en la que Jon Favreau, actor de Iron Man, la saga Avengers y Spider-Man, además de director de El libro de la selva, la inminente nueva versión de El rey León y Chef : La receta de la felicidad, pone en práctica lo que aprendió en aquella película que también protagonizaba. En el film, Favreau era un cocinero temperamental que lograba encontrar su lugar en el mundo gracias a un foodtruck. Para que todo se viera lo más auténtico posible en la película, el director le pidió ayuda a Roy Choi, chef responsable de la moda de camiones de comida en Los Ángeles.
De aquella colaboración surgieron la amistad entre ambos y la curiosidad culinaria del cineasta que se ve en cada uno de los episodios del programa. Sin un formato demasiado definido ni claro, los capítulos varían entre el clásico programa de cocina y las entrevistas, que pueden incluir a Robert Downey Junior, Tom Holland y los hermanos Russo comiendo luego de un día de filmación de la última Avengers o a Gwyneth Paltrow , otra estrella que aprovechó su fama para convertir su pasatiempo en algo más.
De hecho, en el caso de Paltrow, su interés por la vida sana y la buena comida pasó de ser un hobbie a un negocio valuado en 250 millones de dólares. Se trata de Goop, su página dedicada al estilo de vida, que comenzó como unas recomendaciones que la actriz escribía en un newsletter gratuito, luego se transformó en el gigante de la venta por internet que es hoy y pronto tendrá su versión televisiva en unos especiales que la ganadora del Oscar conducirá para Netflix. Si los espectadores se preguntaban porqué Paltrow aparecía cada vez menos en la pantalla grande, la respuesta está en Goop.com. Por supuesto que la actriz que forma parte del elenco de la serie The Politician –se estrena en septiembre en la plataforma de streaming – no es la única que transformó su pasatiempo en un negocio que creció impulsado por su reconocido nombre.
En algunos casos es difícil separar dónde empieza el personaje y termina el actor, y viceversa. Así sucede con Norman Reedus , conocido por su papel de Daryl en The Walking Dead y un apasionado de las motos que luce bastante parecido a su personaje cuando hace el ciclo Ride with Norman Reedus, donde demuestra su pasión recorriendo junto a amigos famosos y no tanto distintas ciudades para conocer la cultura local y celebrar a los mejores y más brillantes coleccionistas, mecánicos y artesanos motoqueros.
Y por esa misma senda transita el programa The Titan Games, una competencia de fuerza y destreza presentada y producida por Dwayne "The Rock" Johnson. El concurso de desafíos atléticos fue construido a partir de la imagen del héroe de acción, una marca registrada que antes que a los estudios para los que trabaja ahora le genera diversión y ganancias a él.
El rentable negocio de ser una cara conocida
Durante unas semanas, los fanáticos de Breaking Bad estaban en las nubes. A través de unos posteos en su perfil de Instagram, Aaron Paul mostraba fotos de él junto a Bryan Cranston en poses y locaciones que sugerían un regreso de sus adorados personajes. Con mensajes crípticos e incitantes como "pronto" y "más pronto", el actor agitaba a los fans, hasta que hace pocos días reveló el misterio. Su reunión con Cranston no tenía que ver con la serie, sino con Dos Hombres, la marca de mezcal que lanzaron juntos. Y si la movida promocional destrozó las ilusiones de los seguidores de Breaking Bad, al menos volvió a demostrar la avidez del público por esa historia y sus personajes. De hecho, esa simbiosis entre personaje y persona en pos de un proyecto personal también funcionó con Ryan Reynolds y Hugh Jackman .
En sintonía con sus personajes en Deadpool y Wolverine, lo actores llevan un tiempo sosteniendo una falsa y graciosa pelea en las redes, un enfrentamiento que aprovecharon hace poco para difundir sus iniciativas. En el caso de Jackman se trata de The Laughing Man, una marca de café que el actor creó para ayudar a zonas cafeteras en lugares poco desarrollados. Por el lado de Reynolds, el proyecto es un poco menos solidario. Apasionado por la marca de gin Aviator, el protagonista de Deadpool compró el negocio y puso su nombre y su cara al servicio de la promoción. Algo similar a lo que hizo George Clooney hace unos años con un tequila que solía tomar con sus amigos. En busca de ayudar a la pequeña destilería que lo producía, Clooney y sus amigos la compraron y empezaron a comercializarlo. Tal fue el éxito del emprendimiento que hace dos años lo vendieron a un conglomerado británico por mil millones de dólares. Un hobbie tan rentable y taquillero como su dueño.
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