Con una obra en el Picadilly y otra en el Teatro Border, el actor y ahora también director cuenta cómo lleva adelante la relación con su hijo adolescente, habla de sus amores y de la Argentina, “un país rico, que recorrí más que cualquier político”, asegura
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Esteban Prol se percibe solitario, y también muy inquieto. Ejercía como maestro jardinero cuando tuvo oportunidad de sumarse a El agujerito sin fin, en Canal 13, y durante algunos años hizo ambos trabajos a la par, hasta que se decidió y apostó a un futuro como actor. Hoy dirige El ascensor, en el Teatro Border, y protagoniza Solo es sexo, en el Picadilly. En diálogo con LA NACION, luego de un ensayo, el actor habló de su vida, de la relación con su hijo Juan y de su pareja, la también actriz Florencia Marcasoli.
-¿Qué pasa cuando un actor dirige? ¿Te dan ganas de subir al escenario y actuar?
-No, pero hay algo que tiene que ver con lo corpóreo y quizá necesito que un actor esté parado de determinada manera en el escenario, por ejemplo. Me divierte la propuesta del otro y me sumo a ese juego. Yo crecí así también, y todos sumamos a la obra porque lo importante es la historia que se quiere contar y está bueno enriquecerla. Me nutre y aprendo con cada nueva aventura. El ascensor es todo un desafío y lo que más me gustó fue la dificultad que tenía: dos personajes encerrados en un ascensor, durante un apagón. Susana Giannone y Juan Paya interpretan a dos personajes muy antagónicos, y elegimos contar el encierro emocional y no solo físico. ¿Qué pasa cuando uno no puede fluir con las emociones y queda estancado? Disfruto mucho la dirección, me divierte la libertad de poder crear y jugar con los actores. El proceso creativo es hermoso.
-También actuás en otra obra. ¿De qué se trata Solo sexo?
-Estamos en el Teatro Picadilly con Adriana Salonia, Sergio Surraco, Paula Morales, Mechi Lambré, Alejandro Botto y Yani Giovanetti. Es una obra tan linda y tan divertida, que interpela tanto. A veces la gente se ríe de los nervios, y me sorprende que se identifiquen tanto que quieran participar desde la butaca y que griten, arenguen, aplaudan. Creo mucho en la química del trabajo en equipo y disfrutamos haciendo la obra. Son tres parejas de amigos que, por una circunstancia, se intercambian; es como una venganza que toma una de las mujeres y no todos están de acuerdo. Es una comedia incómoda y muy divertida porque tenes todos los colores de vínculos y reclamos posibles.
-Hay muchos mitos y leyendas sobre el sexo. Alguna vez alguien dijo que está sobrevalorado, ¿qué pensas?
-Cada uno opina desde la sexualidad que tiene, y es tan personal y subjetivo. No hace mucho que podemos hablar de sexo. Ya hay un cambio de paradigma, porque hasta hace unos años se cosificaba a la mujer, y el rol del hombre está empezando a cambiar y se nota; ahora se comparte. Es necesario aprender y aprenderse socialmente porque cambió la manera de vincularse sexualmente. Antes llegabas virgen al casamiento, y se podía tener sexo en el matrimonio, o solo para tener hijos. Sentir placer estaba mal visto. Por eso es tan importante la educación sexual y la emocional también; deberían ser obligatorias en la escuela.
-Tenes un hijo adolescente, ¿qué aprendes de él?
-Juan tiene 14 años. Aprendo todos los días de mi hijo y él de mí. Puede darme otra mirada sobre la vida y también tengo que estar atento a lo que necesita, ayudarlo a que tenga su propia opinión, decisión y libertad, que no se haga daño y tampoco a los demás. Compartimos mucho. Un hijo es el amor más puro que podes tener, y yo me desespero por estar con él. No sé qué pasa después de la muerte, pero si me garantizan que no voy a extrañar a mi hijo, está todo bien (risas). Sino me quedo como fantasma o ángel, acompañándolo. Quiero compartir, pero también respeto sus tiempos, su manera de vincularse. Y por más que saque temas y hablemos, quiero que tenga la suficiente confianza como para preguntarme lo que quiera. Ahora tienen demasiada información a través de la web, pero no todo está bueno, y gana el algoritmo entonces terminas relacionándote con los que hablan tu mismo idioma. Y la calle no era así, yo me juntaba con todas las clases socioculturales y hablábamos desde el juego, y el que tenía compartía. La educación pública era la mejor manera de conformar una sociedad. Hoy es diferente, y podés hablar por internet con alguien que está a miles de kilómetros. Hay que estar atento como padre.
Romances, ese tema privado
- Hablemos de amor, ¿estás en pareja?
-Sí, con Florencia Marcasoli. Nos conocimos en el verano de 2022, haciendo una comedia que se llamaba Cenemos en la cama, y desde entonces estamos juntos. No me oculto, pero tampoco me gusta hablar de mi vida. Estamos bien.
-¿Cómo un maestro jardinero terminó siendo actor?
-Tengo una formación actoral y estudié teatro de los 11 a los 19, hice una película, una obra de teatro y después necesité curtir la docencia a pleno. Fui maestro jardinero durante diez años y también animaba fiestas; de bebés a adultos, me tocó de todo (risas). Hice El agujerito sin fin, estuve cuatro años en Cablín, y con Montaña rusa tuve que dejar el jardín porque no podía con todo. Sobre todo porque se desdibujaba el rol y era raro que el maestro estuviera en la tele. Entendí que tenía que cerrar una etapa.
-¿Fue difícil la elección?
-No, me entregué a Dios y pensé que si la vida me llevaba para ese lugar, iba a sumar para construir algo mejor o dar un mensaje. Estoy feliz de los proyectos que hice, de los compañeros que tuve. Fui muy malcriado (risas).
-Creciste en una televisión donde había mucha ficción en todos los canales de aire, ¿te adaptaste al cambio en la industria?
-Hay ficción, pero en otro tipo de formato. Hice una serie que se llama DT: la misión y ahora se está dando en Bolivia. Acabo de terminar una serie que se llama Previa, de Victoria Chaya Miranda, que filmamos en Córdoba. Hay audiovisuales y se hacen cosas hermosas. Hay mucho talento y también hay ataques contra el INCA, y no se termina de entender que es autárquico. Hay que defender lo que hacemos porque nuestros productos tienen un nivel muy bueno. Nuestro arte es hermoso y el argentino es hermoso. Recorrí el país tres veces, de punta a punta y más que un político, podría decir. Y me creo que el mejor paisaje que tenemos en la Argentina, es el argentino; aunque no en las grandes urbes, donde somos tristemente diferentes. El argentino es solidario, generoso y nos merecemos una república como soñaron nuestros próceres y sé que va a ser así. Ese ADN no se pierde nunca.
-Sos positivo, a pesar del caos preelectoral…
-Porque en mi adolescencia viví parte del gobierno militar, tuve conocidos desaparecidos y entendí qué es la democracia. Creo que hoy se está cuestionando mucho esa parte de nuestra historia, y ni siquiera es negacionista, están reivindicando la desaparición, la tortura, y es grave. Pase lo que pase voy a seguir dando lo mejor de mí porque quiero dejarle a mi hijo una república, una nación. Tengo que pelear por eso y para que sea para todos. Un plan económico tiene que ser para todos, y que el que nació con menos posibilidades pueda acceder a la educación. Es simple: hay ideología inclusiva y otra exclusiva. Tenemos un país rico.
-¿Qué recuerdos tenés de esos años de muchas ficciones?
-Los mejores. La plata pasa, los proyectos también y quedan las risas compartidas. Me quedaron amigos hermosos y anécdotas de gente que me ha ayudado muchísimo a crecer. Por ahí no nos vemos por años, pero sabes qué lindo es el abrazo cuando nos vemos; es como si hubiéramos compartido ayer. Comparo un poco mi historia con un disco doble y cada canción es un proyecto. Con cada uno aprendí y me llevé gente maravillosa. Por otra parte, ir de gira es una aventura; he estado un año y medio continuado y he necesitado parar para festejar un cumpleaños con mi vieja, arreglar un enchufe en casa (risas).
En modo fan
-¿Nunca padeciste un trabajo?
-Si me sucedió, lo di vuelta. Tengo un serio problema: digo lo que pienso, hago lo que pienso y me expreso, equivocado o no, guste o no. Si me equivoco, pido perdón. Todo de frente porque es más honesto y me deja más tranquilo. Creo que me padezco más a mí que al otro, y mi enemigo número uno fui siempre yo, cuando me resistía a cambiar, a desapegarme, o me aferraba a un vínculo o situación que me hacía mal.
-¿Tenes otras pasiones?
-Soy fan de la música y de los cómics. De chico tuve la mejor banda de rockabilly, La Rockabilly Buggy Boys, y con ellos íbamos a todos los recitales y siguen siendo amigos hoy. Estoy grabado con el maestro Rafa Varela unos temas míos. Hice tantos y no grabé nada. No soy un gran músico, pero toco muchos instrumentos, me gusta componer, escribo y cada día aprendo un poco más. Siempre me dediqué a lo que me gusta.
Para agendar
El ascensor. Jueves y viernes a las 20, en el Teatro Border (Godoy Cruz 1838, CABA).
Es solo sexo. Viernes y sábados a las 21.15, y domingos, 20.45. Teatro Picadilly (Av. Corrientes 1524, CABA).
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