"Escribir es manejar mis horarios sin rendir cuentas a nadie"
teatro. El autor y director Mariano Tenconi Blanco ocupa un lugar de referencia de la escena actual
Estrenó su primera obra en 2010 y, en ese momento se propuso dar a conocer una nueva producción en cada temporada. El dramaturgo y director Mariano Tenconi Blanco siguió ese derrotero hasta el año pasado cuando presentó dos propuestas que acaba de reponer. En el Teatro Cervantes, La vida extraordinaria; en el Metropolitan Sura, Todo tendría sentido si no existiera la muerte.
Hasta estos proyectos su producción fue creciendo lentamente aunque fue sumando reconocimiento entre sus pares y el público. Los primeros textos, Montevideo es mi futuro eterno o Lima Japón Bonsái, lo exponían como un creador inquieto aunque productor de textos de pequeña duración que apenas dejaban entrever una carrera que tuvo luego intensos disparadores con piezas como Quiero decir te amo y La fiera. Dos materiales con los que logró afianzarse y con mucha fuerza.
Hoy Tenconi Blanco resulta una referencia importante dentro del campo dramatúrgico contemporáneo argentino. Desde muy joven sintió un profundo interés por la escritura. Comenzó tímidamente escribiendo poemas y cuentos hasta que descubrió el teatro. Dos maestros lo marcaron, Alejandro Tantanian (de quien luego fue asistente en varias producciones) y Ricardo Bartis. En el taller de este último sucedió algo inesperado y determinante. "Me gustaba mucho como enseñaba Ricardo -cuenta el autor-, pero él me decía: 'cuando actúas sos un estúpido, pero cuando opinás sos muy inteligente'. Todos mis compañeros me pedían que opinara sobre sus trabajos y entonces actuaba poco. Un día le conté a un grupo que escribía y ahí cambió mi relación con ellos. El teatro fue el lugar en el que me dejaron escribir".
En la actualidad a Mariano Tenconi Blanco no le interesa montar textos de otros autores ni tampoco entregar sus obras a determinados directores. "Me gusta montar mis obras porque en cada montaje tengo cuestiones a investigar", aclara.
Los textos que hoy tiene en cartel poseen un punto en común, ambos exponen cierta correspondencia con la literatura, algo que el creador defiende mucho. Tanto que considera que la dramaturgia es literatura y de la mejor, "sobre todo en la Argentina", agrega.
El germen de Todo tendría sentido si no existiera la muerte está en el fallecimiento de su abuela, una persona que marcó mucho su vida. Empezó a leer libros vinculados con gente que moría y descubrió una suerte de subgénero en el que ciertos autores se referían a la desaparición de sus padres. Poco a poco fue surgiendo la idea central de la obra. Una mujer con una enfermedad terminal que decide como última voluntad filmar una película pornográfica. El proceso de trabajo demandó cerca de ocho meses.
"Cuando comencé a trabajar como autor me sentí muy cómodo -reconoce-. No quería irme de la obra. Escribía largas escenas y me daba cuenta que me gustaba estar dentro de esa casa, con esos personajes. Logré tener una relación de intimidad muy fuerte con ellos". El espectáculo está interpretado por Maruja Bustamante, Bruno Giganti, Andrea Nussembaum, Agustín Rittano, Juana Rozas y Lorena Vega.
Si en Todo tendría sentido... había jugado con la relación teatro-novela, en La vida extraordinaria decidió transformar la literatura en teatro. "Lo que hice fue probar todos los géneros que conocía -explica-. Trabajé muy cerca de Ulises, de James Joyce, que leí y releí y después me surgió trabajar sobre la literatura argentina". La obra posee una estructura conformada por relatos, cartas, poemas.
En esta pieza en particular resulta muy elocuente la relación entre dos amigas que al cabo de los años logran mantener una amistad muy entrañable. Tenconi pone en valor de forma muy singular las historias de esas dos mujeres y desde la dirección les aporta una vitalidad notoria. Son sus intérpretes Valeria Lois y Lorena Vega.
"No tuve ni hermanas, ni primas, fui a un colegio de varones, tanto en la primaria como en la secundaria -relata el autor-. En algún punto las mujeres eran lo que no existía, además era muy tímido. Siempre hubo un territorio de enorme ficción sobre lo que no existía en mi vida". Pero a la vez repara en la fuerte relación que tenían su mamá y su abuela en su casa familiar. "Había un diálogo entre ellas que yo escuché toda mi vida -cuenta-. A veces pienso que estoy recreando esas conversaciones. Hay una suerte de dúo femenino muy particular que para mi ha sido constitutivo".
Heredero de la tradición que lleva a un dramaturgo a dirigir sus propios materiales, Mariano Tenconi Blanco sigue encontrando en la escritura un profundo placer. "Para mi es puro goce", afirma. En cambio el acto de dirigir le promueve cierto amor/odio. "Escribir es manejar mis horarios sin rendirle cuentas a nadie -comenta-. Dirigir es cumplir horarios, pensar el montaje. Todo el tiempo debo hacer una negociación con el mundo real que me resulta bastante ardua. Al trabajo con los actores también lo amo y lo odio. Como soy muy obsesivo hago esfuerzos por mejorar. Lo logro poco, pero lo hago".
Todo tendría sentido si no existiera la muerte
Metropolitan Sura, Corrientes 1343.
Martes, a las 20.
La vida extraordinaria
Teatro Cervantes. Libertad 815.
Jueves a domingos, a las 21.
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