Ernestina Pais reveló que estuvo seis meses internada para tratar su adicción al alcohol: “ Cuando salí, tenía miedo de pisar la calle”
La conductora y actriz brindó una entrevista a Ángel De Brito y Dalma Maradona en la que repasó su último año, en el que decidió encarar sus problemas con la bebida
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Tras meses de silencio, Ernestina Pais decidió contar el calvario por el que atravesó en el último tiempo, debido a su adicción al alcohol. La conductora y actriz decidió que el lugar indicado para abrir su corazón ante el público era Ángel responde, el programa capitaneado por Ángel De Brito y Dalma Maradona en Bondi.
En el principio de la charla, Pais contó la historia de Million, el mítico restaurante que tiene junto a tres socios en el barrio de Recoleta y luego, junto a Maradona, recordaron entre risas la temporada que compartieron en Villa Carlos Paz con la obra Familia de Mujeres, bajo las órdenes de José María Muscari. Aquella experiencia, a pesar de que ambas la recuerdan con cariño, terminó en escándalo, con Luisa Kuliok expulsada del elenco y una Luisa Albinoni enojadísima.
En aquella temporada, las actrices forjaron una muy buena relación y el hijo de Pais, Benicio, solía pasar buena parte del tiempo con la heredera de “el diez” y su marido, Andrés Caldarelli. “Ahora tiene 20 años, mide un metro noventa y calza 45″, contó la exnotera de La biblia y el calefón. “Fue muy difícil atravesar la pandemia con un hijo de 15 años. Estuvo desde los 15 a los 17 encerrado. Por suerte no se le dio por el tema de la ludopatía, lo cual es un grave problema en los jóvenes. De hecho, en el lugar en el que estuve internada hay muchos chicos con esa problemática. A los 13 años empiezan a robarle a los viejos la tarjeta (...). Es tremendo. Hay que tener control sobre lo que los pibes ven en los celulares”, relató Pais, introduciendo el tema de su internación.
Y continuó: “Ahora le gusta mucho la gastronomía, ama Million y cocina muy bien; creo que por una cuestión de adaptación (risas). Y le gusta medicina, también, creo que por una cuestión de adaptación. Debe pensar: ‘Tengo que asistir a mamá’. Con el papá de Benicio tenemos un muy buen vínculo. A mi hijo le voy a dar una familia siempre. Yo sufrí el no tener papá. Cuando estábamos por separarnos, nos peleábamos por mail. Benicio nunca escuchó un grito”.
“Hasta diciembre del año pasado conduje a la mañana en la Televisión Pública y después hacía radio. Durante mucho tiempo hice ese doble turno y en algún momento el cuerpo me pasó factura. Por eso, por más que tuve propuestas, este año decidí dedicarlo a mi salud. Ahora decidí hablar de todo (...). Antes, mi hijo era mucho más chico y la sufría y la padecía, y hoy lo puede entender”, explicó.
“Nunca fui una persona violenta en consumo, pero hay gente que sí. De hecho, en pandemia, la mayoría de los femicidios se han dado bajo consumo. Ahí arrancó mi consumo... En 25 años de restaurante nunca tuve consumo problemático de alcohol. Nunca. Sí hubo episodios previos, porque el consumo siempre te da señales; por ahí vos no bebés todo el tiempo, pero cuando bebés tenés problemas o te metés en situaciones que no están buenas. Y en pandemia, detonó”, reveló la conductora de CQC.
Su recuperación, reveló, no fue sencilla y tuvo algunos traspiés: “En enero de este año, me autointerné en un lugar que parecía un hotel de lujo, y eso no sirve. Ahí estuve un mes y me autoexterné. A las dos semanas me fui a Uruguay y fue un horror. Era carnaval y en La Pedrera se festeja en la calle y todos los bares sacan sus barritas... En cualquier estación de servicio hay una cantidad de oferta de lo que quieras de alcohol, que era mi consumo. Y después, la embarcación de ida y de vuelta... No, ¡fue un horror! Fui sin consumo y tuve una recaída. A veces te dicen: ‘Vos tocaste fondo y saliste’. No. Siempre hay un fondo más abajo, y quizás el próximo fondo sea la muerte. Y cuando habla de la muerte me refiero a un paro cardíaco, chocar el auto, caerte por la escalera... Un gran porcentaje de las muertes por consumo se dan en accidentes domésticos”.
“Yo me caí por la escalera en su momento y me hice pelota. Me quebré... Fue un horror. Y le echaron la culpa a mi pobre hijito, porque era la única persona que estaba en mi casa conmigo”, rememoró. Y señaló: “La salud pública ignoró esta problemática. Porque, a través de lo que el mundo vio en pandemia es que es una enfermedad. Las adicciones generalmente vienen a tapar otras problemáticas. En mi caso, la angustia profunda que me causaban muchas situaciones no resueltas, incluidas las muertes mis socios y las deudas que empezamos a tener con el restaurante cerrado”.
Con respecto a la segunda internación, que fue la que sí surtió efecto, Pais indicó: “Estuve seis meses y medio internada, con salidas paulatinas. Los primeros dos meses y medio sí estuve sin celular y sin computadora. Obviamente, vos tenés contacto con tu familia, lo que no te dejan es tener contacto a través de redes, para que no te enteres, en mi caso, de lo que se estaba diciendo sobre mí, que era una barbaridad tras otra. Después, te los dan para que puedas empezar a laburar, pero con mucho cuidado. El celular una hora por día y la computadora mucho tiempo después. Al principio, tu ansiedad te lleva a pensar que te vas a morir sin teléfono, pero no es así, hay una vida hermosa sin teléfono”.
En referencia a cómo la adicción altera los vínculos, Pais explicó: “Cuando entré a la internación, mi terapeuta vincular me dijo que tenía todos los vínculos rotos. ‘Los angustiaste tanto que no pueden verte’. Se cansan, se angustian. Julieta Ortega, que es mi amiga, me dijo: ‘Yo no quiero ser más tu enfermera. No puedo salir con vos a comer porque tengo que llevarte a tu casa a ver si te dormís, si no te levantás para irte al chino...’ Todos eran mis enfermeros y no da”. E indicó: “Milka, mi mamá, que tiene 82 años, estaba tan angustiada que los últimos tres meses antes de mi internación no quería verme, porque no lo podía tolerar. Uno cree que no se dan cuenta y se da cuenta todo el mundo. Hoy mi vieja tiene una hija de nuevo y estamos en la gloria”.
Al final de la entrevista, brindó algunos detalles de cómo transcurrieron sus días en la segunda institución en la que estuvo recluida. “Los que sirven son los lugares estrictos. Los lugares en los que no importa si vos sos Chano, Ernestina Pais, Ángel De Brito o Diego Maradona; donde sos uno más y el grupo mismo te lo hace notar. El segundo lugar en el que estuve, que se llama Udi Gens, es una unidad de desintoxicación intensiva. Tenés dos terapeutas personales, es decir cuatro terapias individuales semanales; un terapeuta vincular que se ocupa justamente de revincularte con el afuera, con tus amigos, con tu familia con tu trabajo. Después, tenés de dos a cuatro grupos por día, sábados y domingos incluidos. Hay un mito de que te tiran ahí y te medican y no es así: los buenos lugares de internación te hacen trabajar, tenés medicación, pero están en contra de las benzodiacepinas, porque generan mucha adicción. Tenés desayuno, almuerzo, merienda y cena y no podés picar entre comidas. Solo podés comer lo que está en la dieta, que es equilibrada y diseñada por un nutricionista. Nadie te puede llevar comida de afuera. Después, tenés un gimnasio, yoga dos veces por semana, educación física tres veces por semana. Cuando entrás, te prohíben tres cosas: la violencia, el consumo y las relaciones sexoafectivas, porque lo corrompen todo, empezás a tener tu atención en eso que no es el tratamiento”.
“Vas saliendo de a poco del lugar. ¡El miedo que yo tenía de pisar la calle! Al principio, salís siempre acompañado de un amigo o un pariente; sin celular y sin dinero. Después, de a poco te van dando el teléfono, la billetera. Las primeras veces que salí fui a dormir a lo de mi mamá y fue hermoso, porque recuperamos esas charlas, tomamos mate en la cama, fue muy lindo. Y los domingos tenía que volver y me preguntaban si me daba cosa. Y no, amaba volver, porque era un lugar en el que me sentía a resguardo. A medida que vas ganando confianza, empezás a salir más. Pero yo sigo yendo, sigo teniendo las cuatro terapias semanas, la terapia vincular y hoy lunes tengo grupo de externados que es una terapia virtual de una hora y media donde compartimos lo que nos pasa con el afuera”, rememoró. Y, sobre su presente, reveló: “Hace 9 meses que estoy sobria y volví al restaurante desde el minuto uno”.
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