Era “la rival” de Andrea Del Boca en las novelas, se alejó del medio para criar a sus hijos y al querer regresar se encontró con un cambio enorme
El público la recuerda y la sigue reconociendo por sus papeles en Andrea Celeste y Papá corazón; el espectáculo de tangos que acaba de estrenar y la gran decisión personal que está a punto de cumplir
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Empezó a trabajar en televisión al tiempo que entraba en la escuela primaria. Fue la contrafigura de Andrea Del Boca en Andrea Celeste y Celeste, e interpretó a villanas que todavía hoy muchos recuerdas. También hizo comedias como Aquí llegan con Manfredi o las de Darío Vittori. Se llevaba muy bien con la popularidad, pero cuando Liliana Simoni fue mamá decidió alejarse para criar a Giuliano y Eugenio, sus hijos. Regresar más tarde al medio no le resultó tarea sencilla. En una charla íntima con LA NACION, la actriz recuerda algunas de las muchas anécdotas de novelas, habla del abandono de su profesión cuando estaba en pleno éxito, dice que probablemente se mude a España donde están radicados sus hijos y cuenta detalles de su vida.
Hace unas pocas semanas estrenó su espectáculo Tango sentimental, en La Botica del ángel, que marcó su regreso a un escenario luego de mucho tiempo. “Es un trabajo que vengo haciendo desde hace años y tomó mucha más fuerza cuando falleció mi papá, antes de la pandemia, porque era un consumidor potente de tango y en casa lo escuchábamos todo el día. Es un homenaje a mi papá. Por otra parte yo tenía una necesidad de ver qué hacía con mi vida artística. Es un espectáculo que produje y digo que es mi tercer hijo. Me tomé más de cinco años para hacerlo porque estoy en una etapa de mi vida en la que puedo y elijo hacer lo que me hace feliz”.
Para Liliana Simoni “el arte es sagrado” y de ese modo se toma su trabajo. “Sé que la gente me recuerda, me quiere y me respeta y eso me da más fuerza. Hay ideas para seguir presentándolo y estoy trabajando en eso. Siempre me gustó la música y aunque no soy cantante, soy una actriz que interpreta el tango, que son dos cosas distintas. La única vez que había cantado fue para el disco de Jacinta Pichimahuida, hace muchos años (risas). Es una experiencia hermosa y en un lugar tan especial como La Botica, donde hay fotos de nuestros maravillosos artistas, y canté en el escenario con maniquíes que lucían vestidos de Tita Merello, de Nini Marshall. Un mimo al alma. Me animo al tango porque es un género absolutamente visceral, lo que es un plus para una actriz. Mi repertorio tiene tangos del 35 al 45 y otros más contemporáneos como ‘Garganta con arena’, de Cacho Castaña. Mi preferido por sobre todo es Roberto Goyeneche y también me gusta mucho Julio Sosa”, cuenta Liliana quien, lejos de ser “la malvada” de las novelas, es muy simpática e histriónica. Le gusta gesticular cuando habla, herencia de su familia italiana, y su risa es fuerte y contagiosa.
-Cuando empezaste tenías apenas 6 o 7 años. ¿Cómo se dio?
-¡Sí! En Música en libertad infantil. Mi mamá trabajaba con la mamá de Gabriela Toscano en un espacio municipal que recibía chicos del interior que venían de vacaciones. Con Gaby éramos muy amigas, somos familia, y ella ya estaba en el programa. Como yo era tan histriónica y bailaba, cantaba, actuaba, la mamá de Gaby le dijo a la mía que había un último casting que hacía la coreógrafa Beatriz Ferrari, y me llevó. Fui la última en entrar porque había miles de chicos y quedé yo. Me encantaba. Actuar siempre fue un juego para mí.
-¿En qué momento decidiste que la actuación fuera tu medio de vida?
-Nunca tuve la necesidad de pensar eso. No me interesa ganar plata con el arte, aunque no debería decirlo (risas). No me pasa por la plata sino por el disfrute. Siempre me dio tanta felicidad y tanta gratitud. Empecé y todo fue una rueda.
-¿Qué hiciste después?
-Papá corazón. Entré como extra y en un momento Alejandro Doria, el director, necesitaba a una nena para un personaje y me eligió a mí. Fue el destino, creo yo. Me acuerdo que mi abuela me llevaba a grabar y se iba con los sandwichitos, la gaseosa. Yo terminaba mis escenas y le pedía quedarme hasta el final y observaba cómo trabajaban los otros. Nadie me decía nada porque me portaba re bien.
-Fuiste la villana favorita de muchas novelas...
-De muchas. Y no aprendí nada (risas). Pura actuación. Los personajes de villana quedan en la memoria de todos, mucho más que el de las heroínas, a veces. La verdad es que me gusta ser villana. La última fue en Por amor a vos, donde interpreté a la mamá de Nicolás Cabré. Me llamaron para hacer muy pocos capítulos y me propuse que el personaje fuera querible, a pesar de sus características. Le busqué la vuelta, pegó y me quedé hasta el final.
-Con Andrea Del Boca trabajaste en varias oportunidades. El público las veía como rivales, ¿cómo era la relación?
-Éramos muy amigas. Me acuerdo que íbamos a comer juntas al bar cuando grabábamos. Ella comía re sano y yo era un desastre, así que me decía qué me convenía comer y qué no. ¡Me tenía cortita! (risas). Estábamos mucho tiempo juntas. Trabajamos en Papá corazón cuando éramos muy chiquitas y nos reencontramos muchos años después en Andrea Celeste, cuando Nicolás Del Boca me eligió para ser la contrafigura de Andrea. También trabajamos en Peperina y en Celeste y Celeste siempre Celeste. Es el destino, porque también Alberto Argibay hizo de mi papá en la película La Mary y después en Andrea Celeste, y mi primer novio en la vida real fue Topi, su hijo. Mi suegro era mi papá (risas).
-¿Recordás alguna novela con especial cariño?
-Todas tuvieron su encanto. Me acuerdo que en María de nadie yo hacía de la hermana de Jorge Martínez y me dio satisfacciones internacionales. Ese personaje era lo más bueno del mundo; Jenny Arocha era lo más parecido a un ángel. Tenía leucemia y se moría. Terminé de grabar y me fui a Ecuador, a hacer algunas presentaciones, pero tuve que volver porque me llamó el productor diciéndome que la gente no quería que Jenny se muriera e iba a volver a grabar. Así que le dieron una vuelta de tuerca a la historia y reaparecí (risas). Grecia Colmenares era encantadora, generosa y Jorge Martínez también. Mi mamá era Hilda Bernard, hermosa. Recuerdo las comedias con Darío Vittori también, que me amaba y me perdonaba todo. Era bravo y se enojaba si llegabas tarde o te olvidabas la letra; no tenía filtros. En cambio conmigo era distinto y si me equivocaba decía: ‘Vamos de nuevo que la nena se equivocó’. Era muy mimada. Y Andrea Celeste fue en el 79, cuando recién empezaba la televisión a color y fue un éxito tremendo, con picos de 52 puntos de rating. Por eso la gente me reconoce todavía, porque como no me hice cirugías... sigo con la misma cara (risas).
-¿Es una decisión no hacerte cirugías?
-Un toquecito está bien, pero no cambiarte la cara.
-¿Pensaste en seguir otra carrera alguna vez?
-Sí, pensé en hacer muchas, pero no hice ninguna (risas). Soy profesora de dactilografía, ¡qué antigüedad! Y me formé como actriz con Carlos Gandolfo y Augusto Fernandes. Tengo una escuela increíble, aprendí trabajando al lado de actores tremendos y me dirigieron Diana Álvarez, Alejandro Doria, Nicolás Del Boca, Daniel Tinayre. Estoy muy agradecida por todo lo que me pasó.
-¿Por qué te alejaste de la profesión?
-Me alejé cuando fui mamá y volver fue complicado. Quise dedicarme a mi familia y fue una linda etapa. También tuve una separación complicada y debí dejar de lado mi profesión. Después me llamó Adrián Suar para hacer Por amor a vos y me dijo que le costó encontrarme porque yo no tengo representante. Soy actriz a la vieja usanza y me cuesta ir a los castings y tampoco voy a eventos ni me hago ver. No me gusta esa franela que veo y conozco. Había pasado mucho tiempo y me encontré con un sistema de trabajo totalmente diferente. Cuando arranqué, de muy chica, éramos los Campanelli. Tuve la bendición de haber sido en la ficción hija de Dora Baret, Bárbara Mujica, Irma Roy, Nora Cárpena, Susana Campos... Fueron como segundas mamás. Trabajé con todo el mundo.
-¿Tuviste otros trabajos cuando mermaban las oportunidades de actuar?
-Si, fui directora comercial de una empresa de pisos de madera, trabajé en una concesionaria de autos y pasé por todos los sectores.
-¿Tenés algún proyecto?
-Mis hijos Giuliano (32) y Eugenio (25) viven en Valencia (España) y mi idea es irme allá para estar cerca de ellos. Son técnicos electrónicos y les va bien. Tengo dos hijos que son tesoros y mi orgullo. Mi casa de General Rodríguez está en venta.
-¿Estás en pareja?
-No, estoy sola. Conviví con Carlos, el padre de mis hijos, durante muchos años. Lo conocí cuando estaba haciendo en teatro Posdata tu gato ha muerto, con Gerardo Romano, Germán Palacios y Jean Pierre Noher. El papá de mis hijos fue a vernos porque era sobrino de Gerardo. Y después estuve en pareja con el artista plástico Jorge Álvarez Toledo hasta que falleció, hace siete años. Fue el amor de mi vida, mi alma gemela.
-¿Volviste a enamorarte?
-Tuve algo, pero no. Si aparece un amor, bienvenido.
Agradecimiento: maquillaje Claudia Albarracín
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