Enrique Piñeyro: las causas que lo llevan por el mundo, sus críticas al piloto presidencial y la foto de Rod Stewart en la Argentina que se volvió viral
El piloto y documentalista regresa con Volar es humano, aterrizar es divino, la imponente puesta teatral que muestra cómo es el trabajo dentro de la cabina de un avión y ayuda a perder los miedos más comunes
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Desde este viernes y durante los próximos fines de semana de octubre, Enrique Piñeyro se subirá al escenario del Teatro Coliseo con su exitoso unipersonal Volar es humano, aterrizar es divino, que cumple diez años. Con efectos visuales inmersivos, la puesta convierte a la sala en una cabina de avión donde el actor, director y piloto invita a los espectadores a reflexionar, desde el humor, sobre el miedo a volar.
¿Ha logrado con su espectáculo el también médico, activista, documentalista, filántropo y cocinero que parte de ese público pierda el temor a las alturas? “Sí, totalmente. Mucha gente me lo ha dicho, porque les explicás y se va deshaciendo el cuco mientras toman conciencia de otros cucos reales que normalizamos”, explica a LA NACIÓN el polifacético artista en la previa al primero de los shows.
El autor de investigaciones volcadas en películas como Whisky Romeo Zulú (2005), que narra la tragedia de LAPA de 1999; Fuerza Aérea SA (2006), en relación a los casos de corrupción y negligencia en la aviación, y El Rati Horror Show (2010), que reveló la injusta condena a Fernando Carrera, habla con cifras. “En 2017 volaron 4.000 millones de personas en 38 millones de vuelos y no se mató nadie a bordo de un jet de línea aérea. No hay parámetro de seguridad en ninguna industria que se le acerque. Y ese mismo año se murieron 256 personas cazando pokemones en la calle. ¿Y la gente le tiene a los aviones? El avión no te va a matar”, sostiene quien ya desde niño soñaba con ser piloto.
En el teatro, la puesta recrea el accidente del vuelo 052 de Avianca. En ese abordaje ficcionado, Piñeyro está acompañado de otros dos pilotos interpretados por los actores Roberto Cervera, amigo suyo de la infancia, y Patricio González Ericsson. La cabina, de 400 kilos, es una réplica a escala real de un Boeing 787, de iguales características al avión de su propiedad que el actor pilota en sus viajes humanitarios a zonas de conflicto como Níger o Ucrania. La escenografía se completa con un despliegue audiovisual con un monumental juego de proyecciones sincronizadas. Al desarrollo teatral y los monólogos de Piñeyro -adaptados a la actualidad año tras año- se suman videos. “La parte que me quedó de cineasta está puesta en los videos que se producen para el show, que son bastantes. Por ejemplo, si comparamos la seguridad en los vuelos con la del hogar, vemos un par de situaciones, en general graciosas, que están alertando sobre lo que decimos”, precisa el realizador.
“La idea es sacarle a la gente el miedo a volar y que salga aterrorizada de todo lo demás que hace en su vida cotidiana. Por ejemplo, los perritos se comen a 25.000 personas por año y nadie dice nada”, bromea el protagonista, a la vez que recuerda cómo evolucionó la puesta, que también gira cada año por Europa, desde su estreno una década atrás impulsada por Lino Patalano. “Empezamos en el Maipo con cuatro pantallas”, recuerda.
Volar es humano, aterrizar es divino presenta funciones los días viernes y sábados, desde este fin de semana al 22 de octubre. Lo recaudado en la venta de entradas de las últimas fechas será destinado a beneficio de la Fundación Favaloro -que décadas atrás funcionó como garante ética de confiabilidad para que los asociados de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA) pudieran hacer denuncias de episodios vinculados con la seguridad aérea de forma anónima-, para construir un centro integral que permitirá “atender a más pacientes y salvar más vidas”, una acción altruista que se suma al abultado currículum de acciones solidarias de Piñeyro.
Hoy llegó @rodstewart al país. Se bajó de su avión, vió el Boeing 787 de Solidaire y quiso sacarse fotos con las imágenes de Mahsa Amini y Amir Nasr-Azadani. Ella fue asesinada por el régimen iraní y él fue condenado a 26 años de prisión por defender los derechos de las mujeres. pic.twitter.com/qRCmahTlgP
— Enrique Piñeyro (@epineyro_ok) October 3, 2023
El propio Rod Stewart, en su reciente visita al país, posó en Ezeiza junto al Boeing con el que el actor y piloto realiza vuelos humanitarios con su ONG Solidaire, el cual surca los cielos con imágenes sobre su estructura de Mahsa Amini, asesinada por el régimen iraní, y Amir Nasr-Azadani, condenado a 26 años de prisión por defender los derechos de las mujeres en ese país. Piñeyro celebra “ese tipo de gestos de gente que tiene poder de comunicación y lo usa para algo útil”, dice a este diario. “Me parece poderoso, un uso responsable de la imagen, valioso, que una megaestrella como Rod Stewart se acuerde de estas figuras y quiera sacarse una foto, conmovedor, porque la gente toma conciencia a veces de ciertas problemáticas a través de los personajes famosos”, apunta.
“Me hice cargo del niño que fui”
El enamoramiento de Piñeyro por las alturas se remonta a la niñez. “Desde que tengo recuerdos, éstos están ligados a los aviones. A los 3 años ya era piloto, no tenía la licencia pero sabía todo de aviones: los miraba, preguntaba, veía los diarios, armaba aviones, hacía el ruido de los jets. Me acuerdo de la primera vez que entré a una cabina, con esas palancas que parecían submarinos”, relata. “Hoy sigo con ese mundo que me prefiguré cuando era niño. En el fondo, se trata de poder resistir la indagatoria de vos mismo siendo niño, encontrarte con vos de seis años ahora volando en 787, el avión más moderno que hay. Saber que me hice cargo del niño que fui y seguir jugando”.
Hoy, con más de 6.000 horas de vuelo encima, reconoce que no suele pasar más de una semana sin volar. “Estoy volando unas 800 horas por año, mucho”, dice quien ha recorrido unos tres cuartos del planeta y se ha encontrado en los cielos con “paisajes alucinantes, puestas de sol vedadas para el resto de la humanidad, un combo soñado en tierra; además de tormentas, rayos azules del Fuego de San Telmo y fuertes lluvias como en La guerra de las galaxias”.
¿Puede el ser humano ya soñar con aviones que recorran distancias a una mayor velocidad? “No tanto, el salto al supersónico es carísimo, tiene un beneficio limitado, una complejidad técnica altísima y unos costos siderales en combustible, tecnología, materiales. Además, ir de Nueva York a París en 3 horas, ¿en qué te cambia?”, opina. Respecto a si los avances tecnológicos podrían aportar nuevas formas de volar, comenta: “Los vuelos suborbitales sí podrían cambiar el paradigma. En la estratósfera no tenés vientos, nada, y saliendo al espacio exterior más cercano podés lograr velocidades al no tener fricción o resistencia al avance”, dice quien se inició en la aviación general pasados sus 30, tras estudiar medicina, y luego trabajó durante más de una década en LAPA, compañía a la que renunció dos meses antes del fatídico accidente, cuya posibilidad él mismo había advertido.
Al rodar Whisky Romeo Zulú volvió a volar, pero no comulgaba con la idea de tener un jet privado sin más. Más tarde, decidió adquirir los aviones que utiliza para fines sociales tras constatar en África la necesidad de que los vuelos de ayuda humanitaria y de apoyo a refugiados se realizaran bajo procedimientos de seguridad de línea aérea ante operaciones de riesgo. ”Ahí cobró sentido tener un avión”, afirma quien destinó parte de su herencia familiar (Piñeyro es nieto de Enrique Rocca, cofundador de Techint) al servicio de un “capitalismo disruptivo” que otorga a los objetos de lujo una utilidad social.
Maniobras de riesgo: del cine-denuncia a la acción sobre el terreno
Piñeyro considera haber cumplido sus objetivos con sus obras de cine-denuncia. “Sentí que tenía que empezar a redefinir el concientizar para la acción, actuar. Cuando salió Fuerza Aérea SA, el Gobierno dijo que le sacaba el control a la Fuerza Aérea; con El Rati Horror Show pudimos sacarlo a Carrera de la cárcel. Siempre me interesó que pasaran cosas en la realidad con el cine, pero en ese terreno ya dije todo lo que tenía para decir. Creo que uno tiene un par de cosas para decir en la vida, después lo que se empieza es a opinar de todo. Ahora estoy empeñado en cambiar las que pueda. Tenemos un barco para el Medierráneo -con la ONG Open Arms, que rescata a exiliados-, y hacemos vuelos de refugiados, de búsqueda, de relevamiento de la pesca ilegal”, detalla.
En Ucrania, Solidaire asistió ya a unas 3.000 personas. “Hay un montón de amputados, uno se sacó una foto en una bicicleta que llevamos para discapacitados, donada por la Fundación Jean Maggi. Es impactante darte cuenta de que lo que llevaste llegó a destino en un contexto de bombardeos de la población civil, de crímenes de lesa humanidad donde en medio de tanta cosa mala se ve mucha cosa buena”. En el país en conflicto con Rusia, el piloto y director tuvo oportunidad de conocer a Sean Penn. “Está haciendo un trabajo increíble de acción humanitaria, no solo ahí”, opina.
Además, el actor y piloto se implica en el proyecto Antártica Press, un nuevo medio de comunicación creado por el periodista Joaquín Sánchez Mariño dedicado a “hablar de temas más que de noticias, como por ejemplo la mutilación genital femenina, que afecta a 200 millones de mujeres” y que cuenta ya con su propio documental.
En Argentina, el piloto participó de la repatriación del avión Skyvan PA-51, utilizado en los denominados “vuelos de la muerte” de la última dictadura militar. “Diez años atrás yo había hecho todas las pericias sobre este avión y denuncié todo lo que vi. Ahora está en la ESMA, se exhibe. Fue muy horrible, veías que los vuelos no existían, que no podían ser vuelos Punta Indio-Buenos Aires de cuatro horas, vuelos de entrenamiento e instrucción en Aeroparque, lo cual estaba prohibido, con nombres conocidos, colegas de la línea. Muchos nombres”, lamenta.
¿Hay mucho por mejorar en la aviación nacional? “Mucho, mucho. Está mejor que cuando estaba la Fuerza Aérea pero necesitamos radares de aproximación, una prolongación de pista con un asfalto que frena el avión si te vas de largo (eso hubiera parado el accidente de LAPA), tenemos que seguir entrenando a los controladores, agilizar los procedimientos y más”, apunta.
¿Y cambiar al piloto presidencial? “Sobre todo. Fabián Chionetti fue el principal acusado por el accidente de LAPA, era el gerente de operaciones, el tipo que presionaba a todos los pilotos para que salieran en malas condiciones con los aviones, luego lo pusieron a tomar examen a los pilotos”, cuestiona Piñeyro con respecto a la designación del piloto.
Próximo destino: ¿el espacio exterior?
Convencido de que el conocimiento sobre los viajes aéreos tiene mucho para enseñar para afrontar los miedos con los que “alguien siempre hace negocio”, Enrique sueña con traspasar otras fronteras, como las del espacio exterior. Para hacerlo, quién sabe, procure antes que ese desplazamiento se inspire en algún cometido altruista.
“Todos los pilotos somos astronautas frustrados. Estamos muy bien posicionados. El Challenger era un avión aunque se disparaba como un cohete. Me encantaría hacerlo, pero no quiero comprar un boleto e ir como un salame. De formación estoy fenómeno, bien calificado, soy médico, piloto, vuelo aviones grandes. Otro mundo es cómo llegar hasta ahí y cuánto tiempo de tu vida dedicar a eso”, confiesa antes de emprender nuevos vuelos en su cabina de mando en el Teatro Coliseo.
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