En su autobiografía, Brian Cox dispara munición gruesa contra varios actores y directores
El protagonista de Succession define allí a Johnny Depp como “exagerado y sobrevalorado”, a David Bowie como “un actor no particularmente bueno” y a Quentin Tarantino como un director “ostentoso”
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Edward Norton “es un buen muchacho, pero un poco molesto porque se imagina a sí mismo como guionista y director”. Johnny Depp es “agradable”, pero al mismo tiempo se siente “exagerado y sobrevalorado”, y David Bowie es un “niño muy flaco y un actor no particularmente bueno”. Con honestidad brutal y sin guardarse ni un solo adjetivo, Brian Cox habló de varios de sus colegas en las páginas de Putting the Rabbit in the Hat, libro autobiográfico que acaba de publicarse en el Reino Unido.
Los primeros anticipos del libro firmado por el protagonista de la laureada serie Succession, cuya nueva temporada y las anteriores están disponibles en la plataforma HBO Max, hablan de una de las confesiones más francas y descarnadas de los últimos tiempos por parte de un intérprete de alto perfil en la industria del entretenimiento. Gracias a su personificación de Logan Roy, el poderoso dueño de un imperio del entretenimiento enfrentado ferozmente a sus hijos en Succession, el escocés Cox alcanzó a sus 75 años un reconocimiento nunca antes obtenido en su larga y destacada carrera actoral, con premios como el Emmy 2020 al mejor actor en una serie dramática.
“Si vas a hacer algo como contar tu vida en un libro no queda otra cosa que decir la verdad. En mi caso fue algo catártico, como dispararle al mismísimo diablo en la cara. Al llegar a cierta edad creo que es importante mirar hacia atrás y explorar algunas cosas con la luz de la experiencia y ser lo más honesto posible con ellas. Al escribir estas cosas uno empieza en un momento a sentir pánico y se pregunta: ‘¿He dicho toda la verdad? ¿Lo he inventado todo? ¿Estoy siendo cruel o injusto con alguien? He atravesado con este libro todo tipo de extrañas emociones”, señaló el actor a The Scotsman, diario decano de la prensa escocesa.
En esta autobiografía, Cox recorre su vida, recuerda una infancia marcada por la pobreza, la muerte de su padre cuando él tenía apenas ocho años y las constantes internaciones de su madre, afectada por problemas mentales. Y cómo esta situación lo forzó a criarse con la ayuda de tres hermanas mayores.
Pero el tramo del libro que concentra la atención es el que le dedica a algunos de sus colegas y directores, para los cuales no ahorra adjetivos tanto en el elogio como en la crítica. Fue particularmente duro con Edward Norton, con quien trabajó en la película La hora 25, dirigida por Spike Lee, y a quien considera como una persona que se sobrevalora a sí misma. “Es un buen muchacho, pero un poco molesto porque se imagina a sí mismo como escritor y director”, dijo.
Peor le fue a Steven Seagal, con quien Cox compartió el rodaje de Un hombre entre sombras (The Glimmer Man) en 1996. “Es tan ridículo en la vida real como cuando aparece en la pantalla”. Y sobre Johnny Depp, Cox dijo estar seguro de que se trata de un “muchacho muy agradable, pero tan exagerado y sobrevalorado… Seamos realistas, si vienes como Eduardo Manos de Tijera, con las manos así, el maquillaje pálido y lleno de cicatrices, no hace falta hacer nada. Y Johnny no hizo nada. Después hizo todavía menos”. En el libro, Cox recuerda que rechazó un papel en una de las películas de Piratas del Caribe, uno de los grandes éxitos de Depp en el cine.
También evocó a David Bowie, compañero de elenco en la serie británica Red Cap. “Lo recuerdo como un muchacho flaco y no como un actor particularmente bueno, que encontró su lugar como estrella del pop, de eso puedo estar seguro”. Y dijo que estaría dispuesto a trabajar con Quentin Tarantino, pero sin ahorrar algunos reparos. “Encuentro su trabajo bastante ostentoso. Todo en sus películas es superficial. Una trama mecánica donde debería haber profundidad y un ejercicio de estilo donde debería haber sustancia. Dicho esto, si suena el teléfono y me llama, aceptaría irme con él”.
Del otro lado, Cox fue muy generoso con Keanu Reeves (“es un gran buscador, que con los años se transformó en un actor muy bueno”) y mucho más con Morgan Freeman. Los tres protagonizaron en 1996 la película Reacción en cadena (Chain Reaction). “En un momento del rodaje tenía frío, estaba enojado y veía reinar el caos a mi alrededor. Y me complace decir que en esas circunstancias Morgan Freeman siguió comportándose como un absoluto caballero. Es el Freeman que esperarías conocer y que encuentras en tus sueños”.
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