La actriz habló con LA NACION sobre su nuevo trabajo en el teatro y cómo pasó la pandemia, que la obligó a pedirle ayuda económica a su mamá para poder mantenerse
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Tenía apenas 8 años cuando hizo su primera Alta comedia, en Canal 9. El protagónico le llegó unos años después, con Amigovios, en Canal 13, donde dio su primer beso en la ficción, que fue antes de experimentarlo en la vida real. Desde entonces Sabrina Carballo no dejó de trabajar nunca y aunque hubo épocas de más abundancia que otras, ella supo adaptarse. En televisión hizo Nano, Son de diez, Como pan caliente, Verano del 98, Locas de amor, Son de Fierro y muchas más, y en los últimos años se dedicó más al teatro: 8 mujeres, La nona, La casa de Bernarda Alba, entre otras. Ahora se mete en la piel de Eva Perón para protagonizar Eva y Victoria, de Mónica Ottino, junto a María Valenzuela y con dirección de Manuel González Gil. “Es un gran desafío porque es una obra que ya hicieron muchas actrices increíbles, pero es la primera vez que la hace una actriz que se acerca a la edad que tenía Eva... aunque ya pasé los 33”, confiesa con picardía Carballo a LA NACION. Y enseguida se pone seria otra vez: “Obviamente son todas grandes actrices, pero el temperamento que tiene una mujer de 60 años no es el mismo de una chica de 33”.
-¿Cómo es interpretar a un personaje tan emblemático como Evita?
-Un desafío enorme. Por supuesto sé quién fue Eva y qué hizo, pero no tenía tanta noción de todas las cosas que logró en su corta edad y en esa época del país en el que la mujer estaba completamente excluida. Es honorable todo lo que hizo. Es una obra hermosa, que está muy bien contada y no hace falta que sepas nada de historia para disfrutarla. Realmente estoy muy contenta porque comparto escenario con María Valenzuela, a quien conozco desde los 14 años, cuando hacíamos Como pan caliente, y siempre digo que es mi madre putativa y además soy amiga de su hija Malena.
Eva y Victoria narra un encuentro imaginario entre Eva Perón y Victoria Ocampo, en el que Eva va a ver a Victoria con la excusa de obtener su apoyo para tratar en el Congreso de la Nación una ley que permita votar a las mujeres. La obra está de gira por algunas localidades de la provincia de Buenos Aires: el sábado 13, a las 20 y 22, está en el Teatro Carlos Gardel de Valentín Alsina; en Semana Santa se ofrecerá en el Teatro Roxy de Mar del Plata; el 9, 10 y 11 de abril en La Pampa, en Santa Rosa, General Acha y General Pico; el 16, 17 y 18 de abril en el Teatro Coliseo Podestá de La Plata; el 1 y 2 de mayo en el Teatro Maipú de Banfield. “La idea es estar a mitad de año en un teatro de calle Corrientes, cuando todo esté más tranquilo. Me parece que fue una buena decisión arrancar con una gira para que la gente no tenga que trasladarse, le sea más fácil, tome confianza y se anime a volver al teatro”, dice Carballo a LA NACION.
Entre cloro y trapos de piso
-¿Es verdad que en cuarentena debiste pedirle dinero prestado a tu mamá?
-Sí, mi mamá me ayudó es cierto, pero no pasé por una situación desesperante. Lo máximo que me podía pasar es que no pudiera pagar el alquiler y tuviera que volver a la casa de mi vieja, que tampoco es tan traumático (hace un silencio). Bueno, no sé, eso lo vemos... [risas]. En serio, vivo en una casa linda, tengo un plato de comida todos los días. Me pasó como a muchos, que me comí los ahorros y los proyectos laborales no se concretaron. Vivo sola con mis perros, Romario -que es un caniche de 15 años y ya está cieguito- y Slash, que es un bichón frisé. Vivo limpiando porque tengo un TOC (trastorno obsesivo compulsivo) y amo estar en mi casa, tanto que si tuviese plata en el banco podría hibernar. Me mudé a Villa Urquiza, a un PH, y tengo una terraza, así que en pandemia pude tener algo de solcito. Planeé estudiar inglés, hacer gimnasia, pero me la pasé cocinando budines y pan.
-Ese TOC se habrá acentuado con la pandemia...
-Si antes no tenía huellas digitales ahora no tengo ni dedos. Amo el cloro porque uso cloro más que lavandina y no lo diluyo sino que lo uso puro. No tengo una persona que me ayude porque limpio atrás de ella y no tiene sentido. Me costó adaptarme a diluir el alcohol con agua: ponía todo puro hasta que un médico me explicó que para matar el virus hay que diluirlo con agua. Sin embargo, en vez de diluir 70% agua y 30% alcohol, pongo 60/40. Me encanta estar en mi casa, mis perros me llevan mucho tiempo. El más viejito es cardíaco y toma muchos remedios. Para el estreno me regalaron ramos de flores y para él son todos arbolitos así que levanta la pata en cada ramo y yo voy limpiando atrás del perro.
-Empezaste a trabajar siendo una niña, ¿es complicado mantenerse vigente?
-Es un remo. Una vez Graciela Tenembaun me dijo que muchas veces había pasado de comer caviar a mate cocido con pan, pero siempre vivió de lo que le gusta, y es así, siempre viví de esto, a veces muy bien, otras me iba de viaje y a veces no salía porque no tenía dinero. Hasta vendí mi auto porque no lo podía mantener. Alguna vez vendí ropa, pero les ofrecía pagar cuando pudieran y terminaba perdiendo. Otra vez volví a la casa de mi mamá... Los actores siempre ahorramos para vivir cuando no trabajamos y un poco es mi vida.
-¿Volver a la casa de tu mamá es la última opción?
-Es que cuando te independizás es difícil volver a lo de tus viejos y más a los 38 años. Digamos que veo más a mi vieja viviendo conmigo que yo con ella, quizá. Después de tantos años entendí que amo lo que hago y que es parte de mi vida, y cuando no tengo trabajo no quiero sentirme vacía. Una vez me sucedió eso y entendí que lo que me llena son mis amigos, mi familia. El trabajo es solamente una parte de mi vida y soy una agradecida de poder vivir de lo que me gusta. Y si el día de mañana tengo que hacer otra cosa, no se me van a caer los anillos. En ese caso, lo más complicado es manejar la exposición y por eso algunos compañeros prefieren lavar copas y no ser meseros porque la gente te reconoce y te pregunta qué hacés ahí. En los últimos años hice mucho teatro y algunos piensan que ya no me dedico más a la actuación. A veces no es todo popularidad.
Los primeros pasos
-¿Qué momento de tu vida laboral recordás con especial cariño?
-No tengo buena memoria, pero cada época me trae una emoción porque de todo aprendí algo. Di mi primer beso en televisión antes que en la vida real. Fue en Amigovios cuando besé a Carlitos (Javier Santos) y no había dado ni un poquito en la vida real. Tenía 14 años y nunca había tenido novio. Cuando estaba en el colegio trabajaba mucho y grabábamos muchas horas porque todavía no existía la ley laboral de menores. Mi mamá quería que yo cumpliera con el colegio y como ella trabajaba muchas horas, no podía llevarme y traerme del canal. Me acuerdo que me decía que podía ir a grabar mientras me gustara, que si no la pasaba bien lo dejara. Mi hermano a veces me llevaba al canal, entonces salía del colegio y en el auto me hacía las trenzas, comía lo que me mandaba mi mamá en el tupper y enseguida me metía en el estudio. Recuerdo que cuando pasé a tercer año estaba agotada y dije que quería dejar el colegio, pero no hubo chances. No había opción B en casa y tuve que terminar el secundario porque si no estudiaba no podía ir a grabar. No vivíamos de mi sueldo y mi mamá ponía en una cuenta en el banco lo que yo ganaba. Quizá no tenía zapatillas de marca, pero tenía zapatillas. Nunca me faltó nada. Si quería algo mejor, entonces ponía la diferencia de mi plata.
-¿Nunca pensaste en seguir alguna otra carrera?
-Empecé a estudiar dirección y producción, pero estaba trabajando y me dormía en la facultad. Tampoco soy muy del estudio, en realidad... [risas]
-¿Estás en pareja?
-Estoy sola y muy bien, pero soy noviera y no me dura mucho la soltería. De todas maneras, intento no abrir las puertas de mi vida privada porque después es difícil cerrarla.
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