De héroe romántico a estafador de juegos, hacemos un recorrido por la versátil carrera del actor británico
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Si sos una romántica o romántico empedernido, seguramente la película Orgullo y prejuicio se encuentra dentro del top five de tus películas favoritas. Basada en la novela de Jane Austen, esta historia de amor dirigida por Joe Wright y protagonizada por Keira Knightley y Matthew Macfadyen arrancó miles de suspiros, convirtiendo a esta pareja en una de las más atractivas de la pantalla grande. De hecho, 15 años después, este film estrenado en 2005 se sumó hace un tiempo al catálogo de Netflix y volvió a mayor la atención de sus usuarios.
Además de la atrapante trama, aquel galán inolvidable tuvo un rol fundamental para que este film quedara en el recuerdo de todos los cinéfilos. Si bien Mr. Darcy fue interpretado por muchos, la impecable actuación de Macfadyen se destacó, convirtiendo al actor en un nuevo atractivo para Hollywood. Es que, gracias a este gran papel, el británico que ya era conocido en su país por sus trabajos en la BBC, logró cruzar el océano y empezar a facturar en la meca del cine. Si bien es cierto que luego de este éxito lo quisieron encasillar, siempre supo mantenerse vigente en la industria y hacer su propio camino con apuestas como el film Robin Hood y la serie Succession.
Un galán sin igual
Nacido el 17 de octubre de 1974 en Norfolk, Inglaterra, David Matthew Macfadyen siempre llevó su vocación actoral en la sangre, ya que creció en una familia de artistas (su madre y su abuelo siempre estuvieron vinculados al mundo del teatro). De chico, vivió en las ciudades escocesas de Aberdeen y Dundee y desde los 9 hasta los 16 en Indonesia, ya que su padre trabajaba en la industria petrolera. Al terminar el colegio, volvió a su país natal para estudiar en la famosa Royal Academy of Dramatic Art y se sumó a prestigiosas compañías teatrales, donde participó de varias giras y obtuvo algunos reconocimientos.
“De esa época lo que más recuerdo son los viajes. Hice dos giras mundiales con Cheek by Jowl y otra con la Royal Shakespeare. Era muy joven y fue una experiencia fantástica que no creo que pudiera repetir ahora que tengo tres hijos”, confesaba el actor, quien está casado con su colega Keeley Hawes desde 2004.
Su gran experiencia en las tablas le dio la confianza suficiente para saltar a la pantalla chica con el telefilm Cumbres borrascosas, donde encarnó al célebre Hareton Earnshaw. Tras una breve carrera en la TV británica, el actor decidió probar suerte en el mundo del cine con la comedia romántica Como hacer bebés, papel que lo llevó a protagonizar, años después, la serie Spooks.
Sin embargo, este artista tuvo que esperar un tiempo más para que su nombre fuera conocido a nivel mundial, hecho que recién ocurrió en 2005 de la mano de Fitzwilliam Darcy, en Orgullo y prejuicio. Aunque no fue el primero en encarnar a este clásico personaje de la literatura creado por Jane Austen, su magnífica e inolvidable actuación fue una de las que más llamó la atención. “Fue raro porque poco antes Colin Firth lo había hecho en una serie de la BBC, pero pensé que era como si tuviera que interpretar a Hamlet o al tío Vania (un drama del escritor y dramaturgo ruso Antón Chéjov) que hay tanta gente que lo ha interpretado antes que uno. Así que me lancé a ello sin darle más vueltas”, contó sobre cómo fue elegido para el papel tras un largo casting.
Su porte, sus ojos azules y su gesto bonachón lo convirtieron en la primera opción del director Joe Wright para protagonizar esta emblemática historia, aunque al parecer la productora quería a Brad Pitt. Sin embargo, para el cineasta el Darcy de Macfadyen era simplemente encantador: arisco, serio, callado y hasta tímido, pero dispuesto a amar profundamente, aunque no lo supiera expresar en palabras.
“En su momento, no pensé que fuera lo suficientemente guapo o sexy para el personaje. Hoy, años después, le diría a mi yo más joven que sea menos quisquilloso, que se divierta más porque con el tiempo la película puede tener menos relación con el guion que leés. Está fuera de tus manos. Uno es sólo un engranaje en un proceso y eso es una cosa encantadora”, confesó en una entrevista con The Big Issue en 2015. Inmediatamente su química con Keira Knightley traspasó la pantalla y juntos formaron una de las parejas más atractivas del medio; dupla que se repitió años más tarde en una nueva versión de Anna Karenina también dirigida por Wrigth.
Si bien es cierto que el éxito de Orgullo y prejuicio le trajo nuevas oportunidades en Hollywood, todas lo encasillaban en la categoría de “héroe romántico” moldeado por Mr. Darcy, aunque mucho menos interesantes que este. “Después de Darcy pensé: ‘voy a ser quisquilloso’. Tuve un montón de guiones, pero eran comedias románticas livianas. Así que no hice nada durante seis meses, simplemente me senté a engordar y gruñir hasta que me quedé sin dinero. Podría haber sido diferente si hubiera llegado una propuesta bien escrita, pero no fue así”, recordó quien logró salir del encasillamiento aceptando formar parte de films como Muerte en un funeral (2007) y Frost/Nixon, La entrevista del escándalo (2008).
Cambio de rumbo
Tener talento, perseverancia y un poco de suerte es para Macfadyen la clave del éxito en esta industria. Con el correr del tiempo y mientras se cansaba de ponerle voz a un montón de anuncios de la televisión británica, otro tipo de guiones comenzaron a llegarle y una carrera bastante más interesante tomó forma, la de un actor con carácter. Tras varios años de lucha contra el encasillamiento, el británico encontró un nicho interesante en las películas de época, aunque esta vez dejó el traje de galán para calzarse el de caballero. De sheriff de Nottingham en Robin Hood (2010), pasó a encarnar a Athos en Los tres mosqueteros (2011) y hasta participó del live action de Disney: El cascanueces y los cuatro reinos (2018).
“Detrás de este tipo de películas hay muy buenas historias. En el caso de Los tres mosqueteros fue más bien una película de acción, aunque tiene muchos elementos: grandes batallas y naves voladoras, pero también tiene la historia de amor, la intriga política y todo lo demás. Cuando leí el guion pensé: ‘Esto es ridículo´. Pero enseguida me di cuenta de que también era muy divertido (...) A casi todos los actores les gustaría estar en una película así. Es casi como estar en un western”, advirtió quien tuvo que tomar clases de esgrima y lucir trajes fantásticos en el film.
En cuanto a si hay diferencias a la hora de encarnar este tipo de personajes, Macfadyen aclaró: “Soy bastante riguroso a la hora de aprender las líneas, ponerme la ropa y caracterizarme. Todo lo demás sucede naturalmente. Inevitablemente hay aspectos míos porque como actor uso ciertas cosas porque no me puedo desligar de quién soy. Pero lo encantador de actuar es que es muy liberador y puedo hacer cosas que normalmente no haría”.
Volver a la cima
Gracias a su enorme constancia, talento y versatilidad, Macfadyen se ha convertido en uno de esos artistas cuyo nombre tiende a ser un indicador fiable de un producto de calidad. “Creo que tengo buen ojo. Es bastante liberador estar en posición de leer un guion y decir: ‘No’. Realmente es el único poder que tenés como actor”, indicó quien parece tener un sexto sentido para encontrar los matices más interesantes en personajes incómodos.
Cualquiera que haya visto algún capítulo de Succession -la serie de HBO- puede dar cuenta que Tom Wambsgans es probablemente uno de los personajes más difíciles de interpretar. Mientras que su asociación con Greg Hirsh (Nicholas Braun) brinda a la serie la mayor parte de su tono hilarante, la dinámica de su matrimonio y su posición en la familia Roy tienen un matiz más dramático. Fue merito de Macfadyen balancear ambos extremos y brindar la interpretación de un personaje complejo con una sensibilidad apabullante; hecho que por cierto le valió una muy merecida nominación a los premios Emmy.
“Cuando llega un guion, sabés si será bueno participar en el proyecto o no. Aunque ciertamente diría que si trabajás en proyectos como este, que tienen una escritura maravillosa te echan a perder porque querés proyectos así de buenos siempre”, advirtió mientras asegura que desde que se convirtió en padre sus intereses a la hora de aceptar o no una propuesta cambiaron. “Me lo tendría que pensar mucho si me ofrecen algo que supone irme, por ejemplo, a Nueva Zelanda. No me quiero perder cómo crecen mis hijos”, admitió.
Ahora bien, Succession no era la única carta bajo la manga que el artista tuvo para que Hollywood volviera a poner los ojos en él. A principios de 2019, el artista apareció en The Assistant (un drama independiente que aborda el encubrimiento de los abusos en la industria del cine) y en 2020 fue el encargado de contar una historia verídica en la miniserie Quiz; que narra el escándalo de fraude en la versión británica de ¿Quién quiere ser millonario? “Durante un tiempo pensé: ‘tal vez sólo voy a hacer películas’, pero en muchos sentidos la televisión es fantástica: hay menos presión, podés tomar mayores riesgos, hay menos gente controlándola. Algunos actores británicos son esnobs con la tele, y no lo entiendo”, comentó sobre los motivos por los que aceptó estas propuestas.
Su interpretación como Charles Ingram, el excomandante del ejército británico que fue condenado por burlar las reglas del concurso, es otro despliegue de su talento dramático aunque en un tono más introspectivo y menos llamativo que la serie de HBO. “Si es culpable o inocente no sé, eso es demasiado binario. Nadie es realmente antipático, la gente hace cosas buenas y malas. Si un personaje es totalmente antipático, no son reales y no me interesa. Incluso los verdaderos monstruos tienen que tener una chispa de algo con lo que puedas relacionarte (…) Para un actor, solo estás interpretando momento a momento”, expresó el actor al tiempo que aclaró que su labor no incluye juicios de valor sobre los personajes en cuestión.
La emisión de esta serie en plena pandemia hizo que tuviera grandes picos de audiencia y que el actor siguiera despegándose del héroe romántico que lo llevó a la fama en 2005. Y señaló “La gente se vio obligada a sentarse con sus familias durante este período de cuarentena y la serie trajo alegría. El televidente conectó con la historia porque conoce el formato de ¿Quién quiere ser millonario?, y mucha gente recuerda el evento”.
Fuera de libreto
Al igual que su carrera, su vida privada no conoce de escándalos ni conflictos mediáticos. A no ser por la forma en que conoció a su actual esposa, la actriz Keeley Hawes, con quien se encuentra casado desde 2004. La pareja se vio por primera vez haciendo de espías en Spooks y la buena onda entre ellos fue inmediata. El problema era que ella estaba casada con el caricaturista Spencer McCallum e inmediatamente este “amor a primera vista” ocupó algunas portadas de la prensa del corazón.
“Matthew me dijo ‘te amo’ bajo la lluvia un día. Me encanta estar casada con él”, le confesó la actriz a The Telegraph sobre cómo comenzó su historia de amor. A pesar de que la relación con su exmarido y padre de su primer hijo, Myles, es excelente, Macfadyen adoptó al pequeño como propio y tras pasar por el altar ampliaron la familia con la llegada de Maggie y Ralph.
Actualmente, la pareja vive en Londres y mientras ella se destaca como una gran figura en su país, el reparte sus días entre su familia, su trabajo y sus hobbies, que van desde cocinar hasta correr maratones. “Él es el gobernante de nuestra cocina. El realmente lo disfruta y yo no, así que él se ocupa de la cocina y yo de la decoración”, reveló su mujer en una entrevista con The Daily Telegraph en 2015.
Sin embargo, su destreza en las hornallas no es lo único que lo define. Gran deportista, este hombre que le tiene fobia a los caballos y es alérgico a los gatos, suele participar de todos las maratones de su ciudad. “No tengo idea de cuál es realmente mi tiempo, pero es muy divertido. Me hacer sentir enérgico y empezar mi día de otra forma”, advirtió.
Hoy, a sus 46 años, el actor -que con el tiempo se volvió cada vez más quisquilloso a la hora de elegir sus proyectos- demuestra que su talento se mueve del drama a la comedia con una naturalidad brillante. “Hay momentos en los que anhelo continuidad y estabilidad, pero también me encanta la idea de no saber lo que voy a hacer a continuación, o incluso si voy a trabajar. La seguridad viene, como actor, al saber que no tenés el control. Si intentás controlar tu carrera, o cómo la gente te percibe, serás infeliz porque la vida no funciona así. Mucho es suerte, así que es mucho mejor dejarse llevar. Siempre será así, hasta que no pueda recordar las líneas”, admite este artista que día a día demuestra que no conoce de límites ni de imposibles.
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