En medio de los rumores de romance, Eva de Dominici visitó a Leonardo Sbaraglia
Sin su novio, Joaquín Furriel, la joven actriz disfrutó de la última función de la obra de teatro que protagoniza su compañero en el film Sangre en la boca
Hay romances que estallan como granadas, ante la vista de todos. Esos, por una razón o por otra, resultan escandalosos pero no sorprendentes. Escandalosos porque alguno de los protagonistas de la repentina historia está comprometido; pero no sorprenden porque alguno -o los dos- son figurita repetida en las páginas y programas que retratan las idas y venidas en el terreno del amor. Éste, sin dudas, no es el caso.
Leonardo Sbaraglia es uno de los actores más reconocidos de su generación, y supo construir su carrera sin que su vida privada ocupara, siquiera, más de un par de líneas en los medios. Eva de Dominici , a diferencia de otras actrices de su generación, supo también mantenerse al margen de los escándalos mientras iba ganándose un lugar gracias a su talento y su incomparable sonrisa. Pero todo cambió. Ayer, fueron los protagonistas indiscutidos de los programas de chimentos. ¿Por qué? Porque anteanoche se estrenó para la prensa la película que los dos protagonizan, Sangre en la boca. Y a la presencia de escenas de alto contenido erótico se sumó una ausencia sugestiva: Joaquín Furriel, flamante novio de Eva, nunca llegó. Eva intentó como pudo explicar esa ausencia. "No pudo", "Creo que estamos bien", le dijo a las cámaras, entre risas nerviosas. Sbaraglia, separado de Guadalupe, la madre de su hija, se refirió de una manera sugerente a las escenas de sexo de la película: "Ella se merece todos los aplausos". Y entonces, nacieron las sospechas.
Horas después de que el supuesto romance entre Eva y Sbaraglia se instalara como tema, ocurrió algo que echó más leña al fuego... El actor representó anoche la última función de su obra El territorio del Poder en el teatro Picadero. Y mientras la gente esperaba para entrar a la sala, llegó ella. Vestida con una chaqueta y un pantalón estampados, con el pelo suelto y su sonrisa angelada como escudo, pasó entre la gente y esperó, sola -sin Furriel y sin nadie- que la función comenzara. Una vez en el teatro, se sentó y disfrutó de la obra como el resto del público. ¿Nada que esconder? ¿La confirmación del romance? Sólo el tiempo dará una respuesta.
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