Los que lo conocieron en ficciones como Clave de sol, Pelito y Regalo del cielo no lo olvidaron, tampoco quienes notan su gran parecido con su hermano Guido; cómo volvió a actuar y cuáles son los planes que tiene para esta segunda oportunidad
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Empezó a trabajar en televisión a los 10 años, de atrevido y tuvo que pasar mucho tiempo para que Emiliano Kaczka se diera cuenta de que la elección no fue errada. Participó de muchos programas exitosos, como Pelito, Clave de sol, Regalo del cielo, La hermana mayor, hasta que en el 2000 las oportunidades empezaron a mermar y sintió la crisis en carne propia. Ahí decidió dar un volantazo y volcarse a la carrera que estaba haciendo de a poquito, Derecho.
En los últimos 20 años, el hermano de Guido Kaczka se ganó la vida como abogado y dejó la actuación en suspenso. Pero un personaje de fiscal en la serie María Marta, el crimen del country (Netflix), lo empujó a recalcular. En diálogo con LA NACION, Emilianohabla de este regreso a la actuación, repasa el momento en que decidió cambiar su vida y reflexiona sobre su futuro. “Ahora estoy filmando otra serie para una plataforma, pero no puedo decir nada porque firmé un contrato de confidencialidad. Es una gran producción y es hermosa. Estoy muy entusiasmado con esta vuelta”, se sincera.
-¿Cómo se produjo este regreso a los orígenes?
-Tengo que ubicarlo en una manifestación cuántica. En la pandemia todos tuvimos mucho tiempo para pensar y me volvieron las ganas de actuar. Nunca me desvinculé de lo artístico, hice talleres literarios y esporádicamente algo aparecía. Hasta me dieron ganas de dedicarme otra vez profesionalmente. Hice un casting para María Marta, el crimen del country, buscaban un fiscal y quizá asociaron que soy abogado y podía interpretar ese personaje y conozco el léxico, pero no lo sé. Disfruté mucho de hacer esa serie y tuvo buenas repercusiones y muy lindas devoluciones. Volvió a armarse ese engranaje y estoy feliz.
-¿Qué pasó en la pandemia que te dieron ganas de volver a actuar?
-(Ríe) Vi una serie que se llama El método Kominsky (Netflix) y me inspiró mucho. No sé si asociarlo a mi vuelta, pero tengo ese recuerdo. En realidad, en ese momento pensé en dar clases de teatro y entrenamiento actoral, cosa que hice durante muchos años. Me inspiró ver a ese profesor de teatro de la serie, entrado en años. Me dio nostalgia.
-¿Te costó ese regreso o se dio naturalmente?
-Fluyó muy bien. Nunca dejé de tener representante, aunque trabajábamos poco y no teníamos comunicación asidua. La verdad, me costó diez segundos volver. Cuando estuve en escena, con la letra aprendida y tuve que interactuar con actrices, enseguida me hallé. Dicen que el cuerpo tiene memoria, y lo comprobé.
-¿Qué dijo tu familia?
-Mi mujer Ingrid (diseñadora de interiores) siempre me apoya. Y mis hijas, Lara (13) y Lucía (8), no lo podían dimensionar. Sabían que yo había actuado, pero no vivieron esa época. Cuando empezaron a ver los carteles de la serie fue una sorpresa y lo incorporaron de a poco.
-¿Qué hiciste en estos años que no trabajaste como actor?
-Soy abogado y así me gano la vida todavía. Llevo casos, hago derecho laboral, derecho administrativo. Ahora aflojé bastante, pero sigo haciendo cosas. Por ahora estoy con las dos cosas y vamos a ver cómo se desarrolla todo.
-¿Los clientes se sorprenden cuando te reconocen?
-Si, aunque siempre me tuvieron como actor y hasta se sorprenden cuando me ven en esa otra actividad. Empecé de tan chico que hasta me puedo dar el lujo de cortar, hacer otra cosa y retomar.
-¿Lo vivís como un empezar de cero o como una continuidad?
-Es un volver a empezar de cero porque hoy tengo otra mirada, otra madurez.
-¿Tenés miedos?
-Sí, pero sé que tengo la experiencia de los errores. Si pudiera, me dedicaría cien por ciento a la actuación y creo que mi familia me va a bancar. En esta etapa puedo disfrutarlo más que antes, que en un punto me agobiaba.
-¿Qué extrañabas?
-Extrañaba a los compañeros. La paso muy bien actuando, es un trabajo muy creativo. Y el contacto con el público siempre lo tuve, quizá también por el parecido con mi hermano Guido. Hasta dicen que tenemos la misma voz. Haber empezado de tan chico mantuvo el recuerdo.
-¿Influyó la popularidad de Guido en alguna de tus decisiones?
-No. Siempre nos manejamos de forma independiente. Lo admiro mucho y es un referente en cuanto a su capacidad de trabajo, su amor por el oficio y su inteligencia para generar. Cuando me pudo dar una mano, lo hizo. Tenemos muy buena relación. Charlamos mucho.
-Sos el mayor de cinco hermanos, ¿cómo fue que empezaste a trabajar a los 10 años?
-En esa época estaba el concurso de Annie, que ganó Noelia Noto. Y mi hermana Analía estaba entusiasmada. Al poco tiempo pidieron chicos para Canal 13, para ser parte de Pelito, y mi hermana insistió para ir. Yo, en cambio, acompañé poco convencido. Mi mamá, Susana, es actriz vocacional y yo iba a ver las obras de teatro, y me aprendía la letra de memoria y me gustaba. Y mi abuelo era actor y mi bisabuelo, utilero de teatro en San Juan. En ese momento yo jugaba al rugby, era otra mi onda, pero me convencieron. El asunto es que en el casting quedé yo y no mi hermana, aunque después sí trabajó. Y a partir de ahí hice un montón de programas como Clave de sol, Regalo del cielo, La hermana mayor, Alta comedia, Solo para parejas. Después hubo un cambio en la industria, se achicaron las posibilidades de trabajo y no me interesaron las cosas que me ofrecían. Mientras tanto estudiaba Derecho, en forma lenta.
-¿Y cuándo cambiaste una cosa por la otra?
-Cuando empecé a pasarla mal. Porque un actor no es como un comerciante, que si baja el trabajo en vez de vender un 100%, vende un 30% e igual tiene una entrada. El actor se queda en cero. Pasé momentos difíciles, decidí dedicarme más a la abogacía y en dos años me recibí. Durante muchos años hice las dos cosas, y los fines de semana estaba de gira con una obra de teatro, Confesiones del pene. En un momento fue muy desgastante, empecé a tener más trabajo como abogado y me fui quedando con la responsabilidad de llevar casos.
-Y le soltaste la mano a la actuación...
-Sí, pero ya no había tanta posibilidad de trabajo. Lo último que hice en televisión fue Los buscas y alguna que otra aparición en algún programa. Y en el 2005 la película La mano de Dios, sobre Diego Maradona, donde interpreté a Jorge Cysterszpiler, pero nunca se estrenó porque hubo problemas legales. Y fue una frustración bastante grande. Yo vivía solo, tenía mi departamento, y tuve que alquilarlo y volver a la casa de mis viejos. No es fácil hacerlo después de haber conseguido una independencia. En ese momento mi papá estaba enfermo, luego falleció, y rescato haber podido acompañarlo durante ese tiempo. Cuando no salió la película de Maradona, me frustré y decidí dedicarme más que nada a mi carrera de abogacía.
-¿Pero te gusta?
-Es mi profesión, no mi pasión. Lo hago con mucha responsabilidad, pero mi pasión tiene que ver con el arte. Me gusta escribir también.
-¿Y tenés otras pasiones?
-Escribir. Todos estos años fui al taller de escritura de Liliana Heker y por ahí canalicé mi veta artística. He mostrado algún cuento y ahora estoy escribiendo una novela. Liliana cortó su taller porque siempre dijo que a sus 80 años quería escribir su novela. Los alumnos armamos un taller autogestionado y los lunes nos juntamos y compartimos textos.
-Cuando hiciste tu primer casting jugabas al rugby, ¿continuaste?
-El rugby no era para mí (ríe). Pensé que iba a crecer un poco más, pero quede ahí. Me copé con la actuación, a los 18 años estudié en la escuela de Raúl Serrano, y de más chico Jorge Palaz, que era el director de Pelito y Clave de sol, nos dictaba clases de teatro. Al principio fue un juego.
-¿Qué cosas te perdiste por empezar a trabajar de tan chico?
-Varias. Por ejemplo, me tocó ver cómo se iba a Bariloche el micro con mis compañeros de 5º año y creí que no me iba a generar nada, pero cuando los vi se me vino el corazón al suelo. Estaba haciendo Clave de sol y era imposible ir una semana. Terminé la secundaria porque quería y también porque no sé si mis viejos hubieran permitido que dejara.
-¿Fue un mandato estudiar una carrera universitaria?
-Puede ser. De todos modos, siempre me gustó estudiar. Me interesa leer, soy inquieto.
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