Emilia Mernes: el vínculo con Neymar y el cover hecho desde el baño que le cambió la vida
Después de dejar la banda Rombai con la que dio sus primeros pasos en la música, la cantante entrerriana lanzó su carrera como solista y hoy está radicada en Miami y comparte manager con Maluma y Wisin
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Se enciende la cámara que grabará el videoclip, la música comienza a sonar y -automáticamente- algo en ella se activa. Osadía. Sensualidad. Sin embargo, termina y vuelve a brotar la ternura y la inocencia que mamó en su infancia en Nogoyá. Emilia Mernes nació en ese pequeño pueblo de Entre Ríos, pero un día grabó un cover desde el baño de su casa y todo cambió. Con 19 años, salió de su tierra natal y se convirtió en la cantante de Rombai, la banda uruguaya de “cumbia cheta”. Dos semanas después de incorporarse a ese conjunto, debutó ante 12 mil personas en el Velódromo (Uruguay) y el siguiente destino fue el Luna Park.
Hoy, lanzada ya como solista, comparte manager con los cantantes Maluma y Wisin, firmó contrato con Sony Music y supera el millón y medio de oyentes mensuales en Spotify. Por su trabajo, Mernes debió instalarse en Miami, aunque siempre vuelve a la Argentina. De hecho, fue en uno de sus últimos viajes a Buenos Aires (cuando vino a grabar la serie Entrelazados, que se emitirá por la plataforma Disney+) que le propusieron convertirse en la quinta coach de La Voz Argentina y ser, entonces, la encargada de conducir la sección digital, “El regreso”: un concurso que se desarrolla en paralelo al show de talentos y que le da a algunos participantes una segunda oportunidad. Claro, si ella los elige...
-¿Qué tiene que tener una voz para conquistarte?
-Considero que hay personas que tienen ángel. No sé exactamente qué es, pero los ilumina. Es algo especial que traen en la mirada y, por supuesto, en la voz. Me tiene que comprar el color de la voz y lo que me transmita cada uno. Voy mirando cómo es la persona; por ejemplo, si habla con humildad.
-En “El regreso” estás como única coach, ¿en qué te apoyás?
-Es muy subjetivo. Quizás yo elijo a uno, de acuerdo a lo que a mí me gusta y la gente no está de acuerdo, pero me apoyo en mi confianza. Tengo mucha libertad y, por eso, es tanta la responsabilidad que siento. Yo decía: “¿A quién puedo “coachear” si las voces que se van a presentar van a ser mucho mejores que yo?”. Tengo que aconsejar desde un lado muy humilde y desde mi sabiduría hasta un punto para darles aliento. Me encanta tener esa decisión y dar el nombre del participante que va a seguir concursando, pero me parte el alma ver la carita triste del que se va. Me meto mucho en la piel de ellos y me cuesta separar. Veo un poco de ellos en mí, en esa ilusión de tener la oportunidad de volver a hacer algo y de cumplir un sueño.
En su caso, esa “segunda oportunidad” fue cuando tomó la decisión de dejar Rombai, en pleno auge, para lanzar su carrera como solista. Una apuesta arriesgada, pero que la impulsó en la escena musical dado que antes era parte de un todo que la precedía y ahora es el centro del proyecto artístico. La última canción que lanzó, “Como si no importara”, es una colaboración con Duki, un fenómeno del trap argentino, y ya recolectó más de 3 millones de reproducciones en Spotify y tiene 7,7 millones de visualizaciones en YouTube.
El tema surgió un día que el músico la encaró y le dijo: “Estoy esperando que me pidas hacer una canción juntos”. Así de simple. Esas palabras fueron el pie para fusionar sus estilos. “La competencia y las comparaciones las crea el público. Nosotros nos vemos como colegas y, en cada lanzamiento, estamos todos compartiendo y poniéndonos felices, de corazón, con lo que le pasa al otro. Es un mensaje re lindo que damos los argentinos hacia el mundo porque quizás no es tan común que eso suceda”.
-Y en medio de esta ola de artistas urbanos, ¿qué te hace diferente?
-Estoy en esa búsqueda, que es lo más difícil, pero siento que mis canciones tienen una esencia “Emilia” en la imagen y que donde me tengo que desarrollar más es en la identidad musical. Me metí en el género urbano, donde hay tantos artistas, que diferenciar el sonido de cada uno se torna aún más complicado. Es cuestión de encontrar un equipo e ir probando cosas. Yo llevo solo dos años como solista y creo que tengo que hacer muchas canciones para darme cuenta. Me gusta tanto todo que me cuesta definirme en algo.
-En cuanto a esa identidad visual, tus videoclips están marcados por una fuerte carga de sensualidad, ¿cómo te sentís jugando ese rol frente a las cámaras?
-A mí me encanta. Siempre estoy en ese papel de perra empoderada (risas), interpretando una historia para que el que la vea haga suya esa canción. Cada tema tiene su concepto, pero lo que genéricamente siempre trato de transmitir en mis letras es un mensaje de confianza. Me gusta empoderar, pero también soy romántica y le canto al amor y al desamor.
-¿En el hecho de apostar a la sensualidad se te juzga distinto por ser mujer?
-Sí, obvio. “Ella era modelo, entonces no piensa”. Mucha gente cree que me manejan como a un robotito. La verdad no me afecta, la gente opina sin conocerte. Ya les demostraré lo contrario.
-En vos hay una contracara constante entre la inocencia y la osadía porque, fuera de los videoclips, tenés un costado tierno y hasta naif...
-Soy las dos cosas. No hay algo escondido o armado, sino que es parte de mi esencia y de lo que me sale. Al fin y al cabo, termino siendo yo siempre, pero cuando se prende una cámara es como que me convierto y algo se apodera de mi cuerpo. Tengo momentos de ser más tierna y otros, más sensual, pero me gusta jugar con las dos cosas.
-En “No soy yo” te das un beso con Oriana Sabatini. Si bien en todos los videoclips jugás con el erotismo y vas al límite, ese es en el único en el que das ese paso, ¿por qué al animarte a dar tu primer beso en cámara elegiste una mujer para hacerlo?
-No es que quería que se hable o piense algo, pero no lo había visto en ningún video y me pareció que iba llamar la atención esto de jugar con un hombre, que la gente piense que yo fantaseaba con eso, pero que termine siendo con una mujer. Mucha gente pensó que lo hice para sexualizar, pero no era la historia que yo quería contar. Tampoco puedo elegir que no sexualicen, eso es incontrolable, pero me pareció súper lindo hacerlo con Oriana, que somos tan amigas y que la amo tanto. Chapármela... ¡qué afortunada yo!
-Por otro lado, tu canción “El Chisme” ironiza con esa otra cara de la noticia, ¿qué te genera que, desde que te invitó a su fiesta de Año Nuevo, se hable de que tenés una relación con Neymar?
-Realmente, me molesta mucho cuando adjudican lo que yo hago y mi trabajo a un hombre, ya sea mi ex (por Fer Vázquez, líder de Rombai) o quién sea. Hay mucho dinosaurio aún ejerciendo de pseudoperiodista, pero siento que eso siempre va a pasar. Hubo una periodista que me denigró mal, sin tomarse el tiempo de informarse de lo que hago. “Estos bichitos que se cuelgan de los jugadores de fútbol”, dijo y me dio mucha impotencia, pero no solo por mí sino porque vi que lo hace con muchas mujeres. Entonces me salió “la tigra” de tener que salir a responderle, pero en general ignoro y me quedo con el vínculo que tengo con él que es súper lindo. Somos amigos y ya. Entiendo la repercusión por lo que significa él en el mundo futbolístico, pero eso a mí no me importa, lo quiero por lo que es.
-¿Hablaron después de la final de la Copa América? ¿Le hiciste algún chiste?
-No, no, es más cuando vi que se puso tan mal me dio tristeza. Sí, obviamente, yo estaba feliz porque la Argentina salió campeón, pero cuando lo vi llorar dije: “¡Pobre! No quiero que esté así”. Lo quiero mucho.
-Yendo hacia lo romántico, dijiste que te dan pánico las citas y que las evitás lo más que podés...
-Tuve solo una en mi vida, pero fui estando enamorada de otra persona. ¿Viste cuando “un clavo saca otro clavo”? Bueno, no me salió. Estaba todo el tiempo queriéndome ir, pero tampoco quería quedar mal con el chico. Fue tremendo y como que entré en pánico. Siempre que estoy con una persona es porque ya lo conozco o por un amigo en común porque prefiero evitar las citas.
Todo empezó con un cover desde el baño
La carrera de Emilia nació como un golpe de suerte. Hija de un panadero y de una cocinera, había dejado su casa en Nogoyá para irse a estudiar a Rosario. “Me impuse estudiar Literatura para tener una estabilidad económica y porque mis papás me decían que querían dejarme un buen título: ‘Es lo único que te podemos brindar, Emilia, aprovechá’. Entonces, yo pensaba que, si estudiaba Música, quizás los iba a decepcionar. Tenía una cabeza retrógrada, muy de pueblerina”.
Pero, en 2016, esta joven -que algunos años atrás (en 2012) había ganado el concurso “47 te busca” para convertirse en modelo de la marca 47 Street- decidió saltar a lo incierto para perseguir su sueño. Dejó la carrera y comenzó a subir videos a Instagram. Un día compartió un cover, en blanco y negro, desde el baño de su casa para aprovechar la acústica y, tras ello, recibió un mensaje de Fer Vázquez, líder de Rombai y, posteriormente, su exnovio: “Emi, queremos contactarnos con vos porque nos interesás”. Así ingresó a la banda uruguaya y comenzó su carrera como cantante.
-¿En qué momento caíste de que te había cambiado la vida?
-Yo creo que fue cuando pisé el Velódromo y vi 12 mil personas gritando mi nombre cuando yo había entrado a la banda hacía dos semanas. Pasé de estar en mi cuarto tocando “Zamba de mi esperanza” a estar cantando cumbia con una banda súper conocida. Siempre estuve muy bien acompañada y pude vivir cada proceso muy sanamente. Nunca me enloquecí, se me subieron los humos ni me creí más que nadie. Simplemente lo vivo y lo disfruto como el reconocimiento a mi trabajo.
Para ella, la clave para no “perderse” es rodearse de las personas correctas, algo que se potencia en su historia dado que, cuando entró a Rombai, se fue a vivir sola a Uruguay y, desde los 21, vive sola en los Estados Unidos. “Es difícil si no estás con una base de educación muy fuerte. Lo que más me inculcaron mis papás son los valores y eso lo llevo a todos los ámbitos”, celebra y agrega: “La sociedad te impone ciertas cosas que te enloquecen la cabeza y no es lo real. Son cosas con las cuales hay que luchar y más cuando estás en el ojo público”.
-¿Qué conservás de tu infancia en Nogoyá?
-Sigo siendo la misma, siempre. Eso es lo que más rescató de mí y me pone orgullosa porque es muy fácil deslumbrarse con la vida de la artista, donde te ofrecen todo. Pero yo muchas veces me olvido de que soy “Emilia, la cantante”, no me pongo en ese papel y nunca jamás me van a escuchar hablar de esa manera. Eso se lo agradezco mucho a mis papás porque ellos me educaron con mucha humildad. Para llegar lejos uno de los valores fundamentales es que el trato con la gente siempre debe ser con respeto.
Emilia hace una pausa. “Vivo yendo de acá para allá, pero por más de que trate de ponerle mucho amor a mi casita en cada lugar al que voy, nunca lo siento como hogar porque mi único hogar está allá, lejos, en Nogoyá. Voy a llorar. Extraño mucho eso: el amor de mi casa, mi perrito, la comida caliente. Voy a llorar -repite, ya emocionada-. Los extraño mucho”.
Eso es lo que busca Emilia en los participantes de La Voz Argentina que pasan por “El regreso”: humildad y que tengan ganas de cumplir un sueño.
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