Los actores se suben al escenario de un teatro independiente en una obra que escribió la actriz y que hacen en cooperativa; “Nos motivaron las ganas de trabajar juntos”, coinciden
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Se conocen desde hace más de 30 años y varias veces coincidieron en sets de filmación, aunque nunca en teatro. Las ganas de compartir un escenario crecieron hasta que un encuentro durante un verano en Mar del Plata, encaminó esa intención que se concreta ahora: Emilia Mazer y Alejo García Pintos protagonizan Un encuentro casual, que podrá verse los viernes de noviembre a las 21, en Mil80 (Muñecas 1080, Villa Crespo). “Estrenamos el viernes 5 y vamos a hacer cuatro funciones, con la idea de continuar el año que viene porque en el verano tenemos otros compromisos”, cuenta Mazer en su estudio del barrio de Núñez, donde ensayan desde hace algunos meses. En diálogo con LA NACION, los actores cuentan cómo se gestó la idea, dan algunas pistas sobre la trama de la obra y celebran este reencuentro sobre las tablas.
-¿Quién tuvo la idea de juntarlos?
Mazer: -Nosotros. Un encuentro casual nació como un proyecto independiente, por las ganas de laburar juntos. Empezamos a hablar una temporada de verano en Mar del Plata, hace dos años y haciendo obras distintas (Mazer protagonizaba Derechas, de José María Muscari y García Pintos, Qué tenés en la cabeza, de Beto Casella y con dirección dirigió Fabián Vena). (A Alejo) Me acuerdo que ese día que tomamos un café en el (Hotel) Provincial, me dijiste: ‘Tengo ganas de hacer teatro independiente, de encontrar un personaje que me haga sentir bien y hacer teatro por amor al teatro’. Y desde ese día estamos pergeñando algo. Leímos mucho material, pero no encontramos nada hasta que le di a Alejo mi obra, me sugirió algunas cosas para retocar y seguir trabajando. Empezamos a juntarnos para leerla y fuimos armando este proyecto de teatro independiente para estrenar cuando se pudiera y se puede en noviembre...
-¿Entonces es un texto tuyo que terminó de definirse con el aporte de él?
Mazer: -Hace diez años que estoy trabajando en esa obra, pero estaba verde, sin definir, y que mi compañero sea Alejo y las cosas que me sugirió terminaron de darle forma. Estamos ensayando y seguimos corrigiendo y estoy segura de que cuando estrenemos también vamos a retocar algo, porque una obra se configura en el laburo con el otro. Así empezó a tomar forma este encuentro artístico que teníamos ganas de tener. Hay muchas cosas del texto que mejoraron en un porcentaje muy alto y tiene que ver con el aporte de Alejo, sin duda. Eso sumado a lo que fuimos haciendo desde la dirección, que fue muy enriquecedor, de mucho crecimiento y aprendizaje. Y se parece a lo que nos propusimos hacer en ese primer encuentro en Mar del Plata. De entrada decidimos dirigirla los dos aunque lo que más nos interesaba era laburar juntos.
-¿De qué se trata Un encuentro casual?
García Pintos: -Es la historia de una mujer y un hombre que tuvieron un encuentro una noche en Madrid, hace 25 años, que quedaron en verse nuevamente pero por una razón fortuita no sucede. Cada uno sigue su vida, y ahora él, que es un director de cine famoso, vuelve a la Argentina para estrenar una película que narra un encuentro que tuvo 25 años atrás, en un marco histórico personal porque es exiliado, hijo de papá desaparecido y ella es una periodista de una revista y va a hacerle una nota.
Mazer: -El título, que no se nombra en la obra, tiene que ver con Rayuela, de Julio Cortázar, que dice que “un encuentro casual es lo menos causal en nuestras vida”.
-¿Casualidad o causalidades?
García Pintos: -No sabemos si es casual que se encuentren... No queremos spoilear nada, pero lo que termina sucediendo es algo que no estaba en los planes de ninguno de los dos. Es una obra muy íntima y la sala es propicia.
Mazer: -Mil80 nos resultó un lugar ideal porque la puesta tiene una mirada muy cinematográfica y la idea es que los espectadores se metan en esa película. Los dos llegamos a la conclusión de que nos gustaba que fuera en un teatro de barrio. Es un proyecto propio, hecho en cooperativa, por eso necesitábamos que fuera algo posible. La música es de Mauro García Barbe, las luces de Marcelo López Carilo y el vestuario de Pepe Uría. Después de los dos años que pasamos es muy difícil llevar a cabo un proyecto propio y por eso es tan importante que fuera posible. La idea es permanecer, más allá de otros trabajos y poder sostenerlo.
García Pintos: -La pandemia nos llevó a todos a pensar y a reformular cosas, a reinventarnos, y más allá de eso, había una necesidad de hacer teatro independiente y en un espacio que no fuera el circuito de salas independientes. De alguna manera, es como un volver a empezar.
-Teatro independiente, cooperativa, ¿es más el dinero que se pone que el que se gana, o salen hechos?
Mazer: -Se pone más y la idea es que salgamos hechos. Pero eso que ponés, vuelve de alguna manera. La idea es permanecer en Buenos Aires y si es posible, hacer gira los fines de semana en el Gran Buenos Aires o a determinadas provincias, o ir a algún festival, que además te recompensa económicamente.
-Se conocen hace más de 30 años, ¿cuántas veces se cruzaron trabajando?
García Pintos: -Emilia y yo nos conocemos desde mediados de los ‘80. Ella vino a ver La noche de los lápices y yo fui a ver Los chicos de la guerra. Trabajamos en la novela Nano, y también en El hombre de tu vida, donde hacíamos de novios: el chico goy y la chica judía.
Mazer: -En Floricienta, aunque no nos cruzamos, compartimos e hicimos un capítulo de Historias del corazón, donde también éramos pareja. Además compartimos cumpleaños, fiestas. La vida nos cruzó muchas más veces fuera de un set. No hicimos teatro, pero si tele y cine. Hicimos la película El Che, de Aníbal Di Salvo.
-Ahora se dan el gusto de compartir un escenario...
García Pintos: -Trabajar juntos es un poco el ideal porque de vez en cuando te planteás volver a sentir y a transitar física, emocional y espiritualmente que los ensayos sean un momento de placer en el que errar y equivocarse también tenga que ver con el goce; o que te propongan con buena leche, porque a veces te toca trabajar en lugares en los que tienen egos muy complicados. Y acá, los egos quedan afuera.
-¿Siempre están de acuerdo o hay situaciones de roces?
Mazer: -Lo más difícil fue ponerle voluntad en plena pandemia, encontrarnos primero por Zoom y después en los exteriores de bares, muertos de frío, leer la obra muchas veces, ir acotando cosas y creando la historia, buscando las circunstancias, el perfil de los personajes, cuando tal vez era más fácil quedarse en casa tapados con el edredón mirando series. De verdad, llevar a cabo este proyecto fue un acto de voluntad, sobre todo porque era muy difícil tener un ingreso de dinero. Teníamos tantas ganas que el año pasado cuando los teatros estaban cerrados todavía, le propusimos a Javier Margulis hacer la obra en la vereda de Mil80, y por suerte, no nos tomó en serio.
García Pintos: -Queríamos hacerlo en la vereda, pero enfrente paran dos líneas de colectivos y hubiera sido muy complicado... Tal era la necesidad. Es difícil comprometer a más gente en este tipo de proyectos y por eso hemos incorporado a nuestros propios hijos: Uma (hija de Emilia) es apuntadora y mi hijo Pedro proyecta las imágenes. Hace un tiempo atrás, hacer una obra que participen hijos era algo impensado.
Mazer: -Como necesitábamos algunas cosas, pensamos en pagarles a nuestros hijos y así también motivarlos y comprometerlos porque hubo una cuestión de caerse anímicamente y esto nos dio un horizonte creativo. No teníamos ganas de estar quietos y no sabíamos cuándo íbamos a tener trabajo, por eso era momento de los proyectos propios, de esos que nunca te podés dar el lujo de hacer porque a veces la prioridad pasa por otro lado.
Luego de las cuatro funciones de noviembre, Un encuentro casual volvería en marzo o abril porque en verano cada uno tiene sus propios proyectos: ella hará teatro en Córdoba con Arnaldo André y él tiene proyectos en la escuela de Cris Morena.
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