El cielo cubierto de nubarrones y la lluvia incesante son el preludio perfecto para lo que será una jornada muy british. En Gelly y Obes 2333, sede de la Residencia Británica, nos reciben el embajador del Reino Unido, Mark Kent (53), y su mujer, Martine Delogne (57), para guiarnos por un tour fascinante por el que fuera el Palacio Madero Unzué.
Según cuenta la historia, en 1898, Carlos María Madero se casó con Sara Unzué Baudrix y decidió construir una propiedad que pudiera albergar bajo un mismo techo a la familia y a las generaciones venideras. Eligió la urbanización que entonces estaba haciendo el municipio en tierras de la ex Quinta de Hale (hoy conocida como La Isla, delimitada por las avenidas Las Heras y del Libertador, y las calles Agüero y Agote) y compró los lotes 1,2,3,4,7 y 8 en la manzana E.
La construcción sucedió entre 1913 y 1917, a cargo del estudio de arquitectos británicos Walter B. Bassett Smith y Bertie Hawkins Collcutt, autores de algunas casas emblemáticas de Mar del Plata, como Villa Blaquier o la residencia de los Aberg Cobo. "Nuestro padre vivió personalmente la decoración de su casa y la fue amueblando con piezas y objetos que trajo de cada uno de sus viajes (…). Pero su orgullo fue demostrar la calidad de los artesanos argentinos. La guerra limitó la importación de materiales y mano de obra extranjera. Entonces se trabajó la boiserie y el hierro con elementos nacionales. El éxito fue absoluto", recordó en 1970 su hija Mercedes Madero de Ayerza, según da cuenta el libro Residencia británica, 1917-2017, que la Embajada Británica editó en 2017 para celebrar el primer siglo de la residencia, considerada un claro ejemplo de estilo eduardiano.
La muerte de Carlos Madero, y años más tarde de su mujer, incidieron en la decisión familiar de vender la casa, habitada hasta entonces por sus hijas con sus familias, los matrimonios Ayerza, Bengolea y Demaría.
DE HÔTEL PARTICULIER A RESIDENCIA DIPLOMÁTICA
En 1945 el gobierno británico decidió dejar la residencia que tenía en Buenos Aires desde 1938 en la antigua Quinta Hale y comprar una nueva. En diciembre de ese año adquirió el palacio Madero Unzué en cerca de 125.000 libras, unos 2.400.000 pesos de entonces. La operación permitió anexar la propiedad lindera con grandes espacios verdes.
En 1946, antes de que el embajador la ocupara, renovaron la fachada sobre el jardín posterior, con una terraza, a modo de galería, con escalera imperial desde el primer piso. También abrieron ventanas con balcones semicirculares en la biblioteca y la habitación principal del segundo piso para integrar visualmente la casa con el nuevo lote.
VISITANTES ILUSTRES
Felipe, el duque de Edimburgo, el príncipe Carlos y Diana de Gales se alojaron en la residencia en diferentes oportunidades. En el caso de Felipe, el marido de la reina Isabel, el 6 de octubre de 1966, dijo presente cuando se puso la piedra fundamental del nuevo edificio de la Embajada. Él plantó un palo borracho y admiró las gigantescas tipas que desconocía. La princesa Diana se instaló en la residencia en noviembre de 1995, cuando vino a Argentina para un "tour de caridad". Samuel Eduardo Victoria, mayordomo de la residencia hace veinticuatro años, la recuerda así: "Era un ser humano espectacular. Miraba a los ojos y hablaba con todo el personal. Un día, al salir de la pileta, me comentó que jamás había visto un cielo tan lindo como el de Buenos Aires. Y aunque yo la invitaba a subir por el ascensor, ella prefería las escaleras. Años después conocí a su hijo, Harry, y, para mi sorpresa, cuando le quise llevar el bolso enorme que traía me dijo que no hacía falta.
En 1995, otros príncipes, pero del rock & roll, revolucionaron la casa: los Rolling Stones fueron a tomar el té. "Había muchísimos fans afuera. Les gustó tanto el jardín y la pileta que pidieron permiso para venir todos los días con sus familias", rememora Sam.
HABLA EL ANFITRIÓN
El escritorio de Mark Kent está plagado de objetos preciados. "La foto de Churchill que estuvo acá durante la Segunda Guerra Mundial. Y el mayordomo de entonces, al retirarse, pidió llevársela de recuerdo. Años después, cuando murió, la foto se puso a la venta, alguien la compro y nos la hizo llegar hace dieciocho meses", dice, señalando el cuadro. También hay una réplica de ala del caza monoplaza Spitfire, y hasta ladrillos del Parlamento que datan de 1942, después de los ataques de los alemanes. El embajador llegó a Argentina en julio de 2016, tras cumplir funciones en Tailandia y Vietnam. "Mi primer puesto fue en Brasil y después serví en México", dice, para dejar claro por qué tanto él como su mujer hablan español fluidamente.
–¿Qué fue lo que más lo sorprendió a su llegada?
–Buenos Aires tiene una imagen bella y romántica con gente muy cálida. Yo venía de Asia, donde la cultura es muy diferente. Allá nadie muestra su opinión, en cambio acá todo el mundo dice lo que piensa y eso es muy positivo porque podemos tener un diálogo muy abierto. Tenemos muchas posibilidades con esta residencia, donde sólo el año pasado recibimos con gran gusto a más de catorce mil personas, y también con las redes sociales, donde podemos tener contacto directo.
–¿Sus hijos lo visitan seguido?
–Alec (26) y Aurélie (23) vienen todo lo que pueden. Lo bueno es que ahora tenemos dos vuelos diarios, así que facilita las cosas. Ellos viven en Londres. Nuestra hija nos acompañó la última Navidad.
–La casa es Monumento Histórico Nacional, ¿qué significa para usted habitarla?
–Es un honor. Me gusta porque es grande, pero cozy, quizás por toda la madera. Cuando vivía la familia Madero Unzué, cada uno tenía un piso. Nosotros repetimos el esquema en cuanto a que en la planta baja tenemos oficinas, en el primero la parte social, el tercer piso es el de invitados y por último el mío, que es como un departamento. Hace diez años se la puso en valor porque hay que cuidarla. Y su ubicación es privilegiada.
–El jardín es un capítulo aparte.
–Lo usamos muchísimo. Ahora estamos organizando la Harry Potter Book Night porque, además de afianzar las relaciones entre los gobiernos, queremos llegar a distintos sectores de la sociedad. El evento más intenso que organizamos anualmente es la fiesta de cumpleaños de la Reina, en abril (asisten unas ochocientas personas). Veremos cómo sorprendemos este año.
–¿Qué disfruta de Buenos Aires?
–Gané seis kilos, no sé si eso responde. El asado, el Malbec [Se ríe]. Me gusta la ciudad, es una de las más lindas del mundo para vivir. Cada tanto recibo llamados de mis colegas preguntándome cuándo me voy. Por el momento no está en mis planes. También me gusta el verde que tiene, Palermo, sus lagos, y que es una ciudad viva, con mucha gente en las calles, en los parques.
–¿Tuvo oportunidad de conocer el resto del país?
–Sí. Mi último viaje fue a Ushuaia, Calafate, El Chaltén, Trelew… También fui a Neuquén por Vaca Muerta, a Salta, Tucumán, Santa Fe. Este es un país muy grande y siento que como embajador tengo que conocerlo. Yo no soy de Londres, soy del campo, del norte. De Spilsby, un pueblo muy chico.
–Usted contribuyó al Proyecto Humanitario que permitió identificar a 107 soldados argentinos enterrados en Darwin.
–Cualquier persona de buena voluntad que conozca y se reúna con los familiares de los caídos sabe que tiene el deber de ayudarlos. Mi propio abuelo fue conscripto en la Segunda Guerra Mundial. Él siempre me enseñó que la guerra es algo terrible y que no hay que odiar al otro bando. Fue una gran lección, y para mí este proyecto fue de suma importancia humanitaria. No había razón para que las familias sigan angustiadas. Las relaciones diplomáticas y personales se basan en la empatía. Hay muchas personas que han contribuido en este proceso. Desde el coronel Geoffrey Cardozo, que construyó el cementerio, hasta Julio Aro y Gabriela Cociffi, quienes lucharon durante varios años para darle visibilidad al reclamo. Eduardo Eurnekian apoyó todo el proceso y permitió el viaje de los familiares.
–El año pasado recibió a la princesa Ana. ¿Cómo es ella?
–Es una mujer muy cálida, simpática. Justamente hace muy poco recibí una carta de Navidad de su parte. Nuestra familia real es muy impresionante, me encantaría tener más visitas reales acá.
Otras noticias de Palacios porteños
Más leídas de Personajes
“Me pareció muy osado”. Corrado: de su curioso mantra oriental a las cachetadas que recibió y qué hizo su esposa para seducirlo
En Nueva York. Mafalda, invitada especial en la gala de los Emmy Internacional, cumplirá uno de sus grandes sueños
“Eternamente agradecido”. Gastón Pauls reveló el rol que cumplió Marcela Kloosterboer en su recuperación de las adicciones
In fraganti. Paul Mescal: amores, coqueteos y conquistas de un Gladiador