Difícil imaginar que algo en la existencia de Elton John pueda parecerse a la modestia. Con cincuenta años de carrera, algunas de las canciones más famosas de la historia, caprichos millonarios, un título de Caballero de la Orden del Imperio Británico y unos cuantos escándalos, el hombre de los trajes estrafalarios, el ícono gay, el el amigo y confesor de la princesa Diana, a sus 71 años decidió que ya era tiempo de quedarse en casa."Mis prioridades cambiaron. Ahora lo más importante en mi vida son mis hijos y mi marido. Creo que es momento de agradecer a todos mis fans alrededor del mundo y decir adiós", contaba en la edición inglesa de la revista ¡Hola! a principios de este año. Hoy está de gira con el Farewell Yellow Brick Road, que arrancó en septiembre pasado y que, con intervalos, lo llevará a recorrer el planeta hasta 2021. Uno de sus hitos será el concierto de Londres planeado para diciembre de 2020. En esa ciudad se casó con David Furnish cuatro años atrás, apenas se legalizó el matrimonio igualitario en su país y tras nueve de unión civil. Pero su gran historia de amor con el director y productor de origen canadiense y padre de sus dos hijos -Zachary y Elijah, de 8 y 5 años respectivamente- comenzó mucho antes. Y lo cambió todo para siempre.
Elton John nació como Reginald Kenneth Dwight. Se crió en un suburbio al noroeste de la capital inglesa, Pinner, en una de esas típicas casas de tejas y pequeños jardines de la clase trabajadora británica. "Mis padres discutían todo el tiempo, se odiaban, así que me encerraba en mi cuarto y escuchaba discos o la radio. Me rodeaba de música, me creaba mi pequeño mundo". Su madre, Sheila Farebrother, era fanática de los cantantes populares de la época y su padre, teniente de la Fuerza Aérea, era trompetista amateur. Tímido y acomplejado por su gordura, Reginald tenía sin embargo un talento sobresaliente y a los 11 años consiguió una beca para estudiar en la Real Academia de Música. Pocos años después abandonaba la escuela secundaria para reinventar su destino en la exuberante bohemia londinense de los años 60.
Tuvo una primera banda, Bluesology, y Reginald quedó definitivamente en el pasado, como un mal sueño de otra vida. "Odiaba mi nombre", recordaba el músico en una entrevista. "Cuando me convertí en Elton John todo encajó. Por fin podía ser quien quería". Para elegir su nueva identidad, el autor de "Rocket Man" se inspiró en un compañero de banda de esos días, Elton Dean. Para su apellido pensó en su gran amigo y mentor, el cantante de blues Long John Baldry, un personaje decisivo en más de un sentido. Baldry era abiertamente gay en una época en que ni aún en el under del revolucionado Londres resultaba tan sencillo salir del clóset.
Después de haber tenido su debut sexual con una amiga y algunas relaciones ocasionales con mujeres, con poco más de 20 años Elton John comenzó a salir con hombres. Logró sincerarse con su familia al respecto, pero todavía faltaba para la confesión pública. La cuestión lo persiguió como una sombra y su manager por décadas, John Reid, peleó por mantener oculta su homosexualidad. Lo terrible de la paradoja es que Reid fue también su pareja durante años.
Mucho se habló (él mismo lo hace cada vez que puede) sobre su época de excesos. Un largo infierno que comenzó en los 70, con el despegue de su carrera, y que lo tuvo varias veces al borde de la muerte. Las cantidades de cocaína que podía consumir, cuentan sus amigos, eran ingentes. El alcohol era la otra sustancia infaltable, entre tantas más. "La cosa era así de lúgubre: me levantaba, fumaba algo y me tomaba una botella de Johnnie Walker. Me quedaba despierto por tres días y dormía uno y medio. Cuando me despertaba estaba tan hambriento de no haber comido nada en tanto tiempo que me atracaba con tres sandwiches y un pote de helado y después vomitaba porque era bulímico. Luego empezaba todo de nuevo". A mitad de esa década, además de las canciones, sus gafas y trajes ya eran una marca registrada. El éxito muy pronto trajo el dinero; en ese aspecto, el autor de "Candle in the wind" también es célebre por sus despilfarros. Su pelea definitiva tanto personal como contractual con John Reid, a quien acusó judicialmente por negligencia, se disparó luego de que se filtrara a la prensa una carta de sus contadores en la que se daba cuenta de sus meteóricos gastos; así se supo, por ejemplo, que sólo en un mes el músico había gastado 15.000 libras esterlinas en flores, casi unos veinte mil dólares. En ese tren desenfrenado, su vida sexual no fue la excepción.
Hoy, ya convertido en uno de los referentes más importantes de la lucha contra el SIDA, Elton John sigue reconociendo que es un milagro que no haya contraído la enfermedad durante esos años. Salía de fiesta con David Bowie, Marc Bolan, John Lennon, Keith Moon. Junto con los dos primeros (también célebres por esos días) eran habitués de los boliches gay. Histriónico y desbocado, los esfuerzos de marketing no alcanzaron para ocultar la verdad. En 1976, en una entrevista con Rolling Stone, Elton John se asumía como bisexual y opinaba (con su habitual desparpajo e ironía) : "La gente tiene que ser sexualmente libre, el único límite son las cabras". Temerario, en 1979, fue uno de los primeros artistas en tocar en la Unión Soviética. El gobierno le adosó un intérprete que, a las claras, era un espía. "Terminamos teniendo sexo en el techo del hotel", contó John años más tarde.
Pero el mundo todavía era un lugar hostil y en 1984, en lo que se cree fue un desesperado montaje por tapar su homosexualidad, Elton John se casó con una mujer, Renata Blauel, una ingeniera de sonido alemana. Fue el día de San Valentin, en Sidney, Australia. Su salud estaba al borde del desastre. Las adicciones lo habían convertido, según sus palabras, en "un monstruo". Así las cosas, se separó de Blauel en 1988. Ese año se declaró públicamente gay y hace no mucho recordó por primera vez aquella unión. "Quise más que nada ser un buen esposo, pero yo negaba quién era realmente, lo cual le causó pena a mi esposa y a mí, una enorme culpa y remordimiento", escribió en su cuenta de Instagram. Por esos años el SIDA se llevaba la vida de grandes amigos, entre ellos, la de Freddie Mercury. Era hora de parar.
En paralelo a su recuperación de las adicciones, Elton John abrió su fundación de lucha contra el SIDA, hoy una de las instituciones más respetadas y prolíficas a la hora de recaudar fondos. Esta vez como parte de un círculo virtuoso, en 1993 el cantante conoció a Furnish, el amor de su vida. "La atracción fue inmediata. Tenía un trabajo de verdad, un departamento, un auto, era independiente. Yo no tenía que ocuparme de él. Pensé: 'Dios, esto es territorio desconocido para mí, alguien que quiere estar conmigo sólo porque le gusto'. Supe que él era el elegido porque no me tenía miedo". Desde entonces son una de las parejas favoritas de la prensa británica y voceros de los derechos civiles del colectivo LGBTT. Se convirtieron en padres a través de la subrrogación de vientre, una causa que defienden tanto que el cantante no dudó a la hora de llamar a un boicot contra la marca Dolce & Gabbana, a partir de un comentario despectivo de Domenico Dolce sobre las paternidades y maternidades diversas.
John y Furnsih también son socios: juntos produjeron el documental Tantrums and tiaras (algo así como "Berrinches y tiaras", lo primero en relación a los insoportables caprichos del cantante, que solía revolear pieza de vajilla a sus colaboradores o acusar a su manager por el mal tiempo en una gira), y en Broadway, la obra de teatro Next Fall, que cuenta la historia de una pareja gay entre un cristiano y un ateo. Este proyecto tiene un lado verídico: en 2010, John se enteró de que uno de sus examantes, un joven cineasta, se había suicidado por no poder asumir su sexualidad. En la actualidad, la pareja apuestan a Rocketman, la biopic sobre la vida del cantante cuyo estreno se espera para mayo de 2019, protagonizada por el actor inglés Taron Egerton (quien también canta) bajo la dirección de Dexter Fletcher.
A pesar de alguna que otra tormenta (como un guardaespaldas que acusó al artista de acoso sexual), el matrimonio vive estable y feliz entre sus varias mansiones. Después de algunos problemas severos de salud del cantante (una apendicitis y una infección intestinal que sufrió en medio de una serie de shows), éste también se reconoció como "un adicto al trabajo. Siempre con los caballos desbocados, ya sea con cocaína u otra cosa". Aunque quedan casi dos años, el Farewell Yellow Brick Road Tour promete ser su última gira. "Nunca sabemos cuánto nos queda. Podés salir de tu casa y tal vez te pisa un auto. Pero mejor ser precavidos si queremos vivir mucho. Y yo quiero envejecer junto a mis hijos".
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