Elena Lucena: un sueño cumplido, un personaje para el recuerdo y un gran amor que la abandonó
Debutó a los 16 años en la radio, fue cancionista de tangos y su encanto y su gracia provocaron el nacimiento de Chimbela; querida por sus pares, sufrió una gran decepción amorosa
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“Estuve más volcada a la comedia que al drama, pero siempre hice de todo. A mí me gustaba trabajar y, si no fuera porque me duelen los huesos, seguiría arriba de un escenario. Actuar me hace bien y parece que lo sé hacer”, decía entre risas Elena Lucena en una de sus últimas entrevistas radiales. Y casi cumplió su deseo porque hizo una participación en Dos hermanos, junto a Antonio Gasalla y Graciela Borges, a sus 95 años. Se llamaba María Elena Lucena y había nacido en Buenos Aires el 25 de septiembre de 1914. Debutó como cancionista en radio con apenas 16 años y se convirtió en una prestigiosa actriz que brilló en cine, teatro y televisión. Murió a los 101 años, el 7 de octubre de 2015.
Elena la soñadora
Nació en el barrio de Boedo, luego su familia se trasladó a Villa Lugano. De chica trabajó con sus padres, José Lucena y Amelia Arcuri, en la sastrería familiar. Pero ella quería ser artista y escuchaba radio todo el día, fantaseando con ser una de esas heroínas. Y esos sueños se hicieron realidad cuando, a los 16 años, hizo un casting y firmó su primer contrato radial. Su mamá no estaba muy de acuerdo, pero Lucena logró vencer esa resistencia y convencerla. Trabajó con Blanca del Prado y Félix Mutarelli en La culpa la tiene el fútbol, episodios cómicos de la novela costumbrista, con libretos de Manuel Meaños; fue cancionista de tango en Radio Nacional junto a un grupo de actores y luego formó parte del grupo Estampas porteñas, en 1939. En 1941 tuvo un roce con Eva Duarte porque las dos querían estar en el horario central de la emisora y el empresario Jaime Yankelevich se lo cedió a Lucena.
Nace Chimbela
En Radio Belgrano la convocaron para interpretar a damas trágicas, pero en realidad era muy graciosa y en los cortes comerciales hacía reír a todos, por eso llamó la atención del director. Así nació Chimbela, el personaje que marcó toda su carrera. “Poco después de llegar a Radio Belgrano, me convocaron para interpretar a varias damitas trágicas porque yo tenía carita muy dramática. Pero en los ensayos y en los cortes les hacía muecas y contaba chistes a mis compañeras. Hasta que Arsenio Mármol, el director, me observó y decidió crear el personaje que marcó mi carrera y me llevó al cine y al teatro. Recuerdo que durante el primer ensayo, cuando llegó mi parte, Mármol me dijo: ‘Aquí llega Chimbela’. Fue él quien eligió el nombre, que a mí no me gustaba; yo quería que fuera Ana María o Marianita. Pero él me marcó ‘imaginate cuando se descorcha una botella de champagne y brota ese líquido burbujeante y espumante. Así tiene que ser Chimbela, alegre y brillante’. Chimbela tenía corazón, sinceridad; era dulce, tierna, y nunca se supo si tenía madre, padre o novios. El personaje tendría unos quince años, así que contaba con una gran carga de inocencia”. Chimbela le abrió las puertas de los elencos de Teatro Palmolive del aire y Radio Cine Lux, y luego del cine y la televisión.
Debutó en cine en 1938 con La que no perdonó, de José Agustín Ferreyra; siguió Chimbela, también de Ferreyra; Elvira Fernández, vendedora de tienda, de Manuel Romero; Cinco besos, de Luis Saslavsky; El ángel de trapo y Pájaros sin nido, de Ferreyra; Napoleón, de Luis César Amadori; La Rubia Mireya, de Romero, entre muchas otras. Fue bailarina y también interpretó personajes frívolos, por ejemplo, en El galleguito de la cara sucia. Su cabello platinado y sus peinados extravagantes provocaron que la compararan con la actriz húngaro-estadounidense Zsa Zsa Gabor. Y Elena Lucena se reía de estas comparaciones.
En teatro, reemplazó a Libertad Lamarque en Hello, Dolly! y hubo un cortocircuito entre ellas cuando Lamarque se reintegró a la obra, pero la producción se había comprometido con Lucena para que permaneciera más tiempo, motivo por el cual pidió que la indemnizaran. Hizo La pérgola de las flores, Dos corazones, Madame 13, Penélope ya no teje, Carnival, Cuando las mujeres dicen sí, Alquilo novio para mi hermana, Cuatro escalones abajo, Minas fieles de gran corazón, La pulga en la oreja. Trabajó en México, Cuba, Venezuela, Uruguay, España y Brasil. Con su personaje, Chimbela hizo giras por todo el país y encabezó su propia compañía teatral, Juventud.
En televisión, participó en varios ciclos, como Duro como la roca, frágil como el cristal, La casa del amor, Millonarios a la fuerza, Una viuda descocada, Piel naranja, Como pan caliente y 099 Central.
Un amor fugaz
Se casó muy joven con el actor Julio Bianquet y a los 19 años fue mamá de Hebe, pero no tuvo suerte en el amor porque Bianquet la abandonó cuando la beba tenía apenas siete meses. Su nieto, Juan Francisco Fernando Rodríguez Bianquet, fue guitarrista de la banda Duendes. Vivió en Colegiales, en la casa de su hija, hasta su último suspiro. “¡Nunca creí que iba a vivir hasta esta edad! No estoy espléndida, pero bastante resignada porque entiendo que el tiempo pasa y que una no es de plástico. Quiero vivir un poco más, aunque ya hice todo lo que tenía que hacer y ando un poco cansada. Hubiera querido despedirme de esta vida caminando sobre mis dos piernas, pero tengo que usar andador... Igual no quiero quejarme porque Dios me dio todo hasta una hija de oro, un nieto, y Tiziano mi bisnieto”, dijo en una de sus últimas entrevistas. “Yo aprendí a tomar la vida en forma de rachas”, repetía. Y esas rachas la acompañaron hasta el final.
Recibió muchas distinciones, entre ellas, los premios Podestá, María Guerrero y Cóndor de Plata, el premio Hugo a la trayectoria, un honor a su labor radial del Consejo Profesional de Radio de Argentores, el premio Raíces, e, incluso, el Honorable Senado de la Nación Argentina le otorgó un diploma de honor. En 2006 fue designada ciudadana ilustre de la ciudad de Buenos Aires.
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