Ernesto Rodríguez murió el lunes 24 de septiembre a los 89 años. Aunque la relación con su hijo Jorge Ernesto (58) se habría tornado algo distante a partir de la muerte de su mujer Nélida –la mamá del empresario, en la década del 90–, en el último tiempo habían logrado un acercamiento empujado por Antonia (8), la hija de Corcho y Verónica Lozano (47).
El hombre, que pasó por la traumática experiencia del secuestro extorsivo –entre diciembre de 2003 y enero de 2004 estuvo cautivo más de cuarenta días y fue liberado en medio de un violento tiroteo entre bandas–, vivía en una quinta en General Rodríguez con Irma, su pareja, y tenía buen vínculo con sus otros nietos, Iara y Juan, del matrimonio de Corcho con Ana Vilardebó. Muchos lo recuerdan a Ernesto como un hombre austero, reservado y de pocos amigos, que acusó recibo cuando su único hijo varón se separó de Vilardebó y, con un CV bastante flaco como publicista y sus sueños de rocker a cuestas, cambió Villa Martelli, el barrio de toda la vida, por un monoambiente en Núñez. Después vendría la amistad (y los negocios) de Corcho con el ex montonero Rodolfo Galimberti (que en 1974 secuestró a los hermanos Born) y las fotos en las revistas de la mano de Susana Giménez (el amor entre Susana y Rodríguez se extendió entre 1998 y 2004), dos relaciones que catapultaron a Jorge Ernesto Rodríguez a la fama y lo convirtieron en un personaje de los medios. Un alto perfil ascendente y burbujeante del que don Ernesto renegaba bastante, acostumbrado a la existencia sin flashes a su alrededor: durante décadas se las arregló para mantener a los suyos –además de su mujer Nélida y de Jorge, la familia la completaban sus hijas Adriana y Viviana– con el pequeño taller metalúrgico que había montado en el fondo de su casa de Martelli.
El adiós definitivo fue en el cementerio Jardín de Paz de Pilar, la mañana del martes 25, y Corcho estuvo contenido por su incondicional mujer desde hace diez años, la psicóloga y conductora de televisión Verónica Lozano, sus hijos, Iara, Juan y Antonia, y por íntimos como Oscar González Oro (se conocieron durante los veranos que Corcho pasó en Punta del Este con Susana) y amistades que forjó de grande, como el banquero Jorge Brito y el empresario Sebastián Eskenazi (serían socios en la empresa Helicopter Corporation), y con quienes comparte jornadas de asado y de polo en su espectacular chacra esteña Yellow Rose o de reuniones y comidas en su casona de estilo francés en Las Lomas de San Isidro.
El pasado reciente de Jorge Rodríguez como "asesor" de Odebrecht, la constructora brasileña cuyos directivos reconocieron haber pagado coimas en la Argentina por 35 millones de dólares, lo volvió a poner en el centro de la escena judicial. El 21 de agosto de 2018, días antes de la muerte de su padre, Rodríguez declaró en los tribunales de Comodoro Py ante el juez Claudio Bonadío como imputado en la llamada "causa de los cuadernos". En 2017, la Justicia ya le había inhibido sus bienes. El hombre de barrio que ganó su primera plata grande con Rodolfo Galimberti y despuntaba el vicio del rock con Norberto "Pappo" Napolitano en la banda Los Thomas Brothers vive uno de los peores momentos de su vida.
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