El testamento de Aretha Franklin: se encontró bajo un sofá tras su muerte hace cinco años y ahora definirá quién heredará su fortuna
La cantante falleció en 2018 y un año después se encontraron tres documentos con distintas versiones sobre su herencia con un un valor de 80 millones de dólares, por la que sus cuatro hijos estaban enfrentados
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Pasaron casi cinco años desde que Aretha Franklin, reina del soul, dueña de una voz poderosa y de una de las carreras más prolíferas y observadas del mundo, falleciera en Detroit, Michigan, a los 76 años. Cinco años de ausencia, pero también de dudas sobre su legado: la cantante, pese a ser una artista reconocida desde su juventud y a amasar una fortuna de 80 millones de dólares, nunca formalizó el reparto de esa herencia. No es que no hiciera testamento, sino que, efectivamente, no lo formalizó. Porque tras su muerte se encontraron tres testamentos diferentes. Ahora, tras un lustro de lucha legal y dos días de juicio, los tribunales reconocieron en apenas una hora de deliberación que el documento que data de 2014, encontrado bajo los almohadones de un sofá y que tiene cuatro páginas, es el que tiene validez legal, y, por tanto, rechazaron otro confeccionado en 2010.
Franklin tuvo cuatro hijos de (al menos) tres relaciones diferentes. Tras su muerte y, cómo no, por el dinero, todos los herederos estaban enfrentados. Son el segundo y el cuarto, Edward (de 66 años) y Kecalf (de 53), quienes se alzan como vencedores de esta pelea, los que batallaron por dar este testamento como el legal. El documento de 2014 está escrito en un cuaderno y lo encontraron bajo los almohadones del sillón de su casa a las afueras de Detroit. En ninguno de los dos se daban detalles sobre sus derechos, ni sobre sus objetos.
Tanto el documento de 2010 —en realidad son dos, encontrados en un armario bajo llave— como el de 2014 no son formales. Son manuscritos y tienen tachones, notas al margen y palabras, a veces, incomprensibles. La cantante falleció en 2018 y, casi un año después, aparecieron de repente estos papeles, casi a la vez, supuestamente encontrados por uno de sus sobrinos, que buscaba discos por su casa. Ninguno estaba firmado por un testigo o una tercera persona. Mucho menos por un escribano.
En las dos versiones de los escritos hay diferencias, aunque sus cuatro hijos heredarían su dinero y los derechos que generó gracias a la música, pero ellos no se llegaron a poner de acuerdo y dos de ellos, Edward y Kecalf, decidieron acudir a los tribunales para impugnarlos.
El testamento de 2010, según publicó este martes la agencia AP, obligaba a Kecalf y Edward “a tomar lecciones sobre negocios y a obtener un certificado o un grado” para poder acceder a la herencia, algo que, en cambio, no aparecía en el de 2014. En este último se decía que sus tres hijos varones tendrían derecho a partes iguales a recibir los ingresos por los royalties generados por su música. Su hija Clarence sufre una enfermedad mental y está tutelada; sus tres hermanos decidieron de forma unánime apoyarla de forma financiera.
Además, esas últimas voluntades de 2014 beneficiaban especialmente a Kecalf y a sus hijos: heredarían la mansión de Franklin en Bloomfield Hills (Michigan), considerada una de las ciudades más ricas de todo los Estados Unidos. La casa, cuando ella murió, estaba valorada en más de un millón de dólares, pero en estos cinco años su valor subió enormemente. Kecalf recibía, además, sus coches: dos Cadillacs, un Mercedes y un Thunderbird descapotable.
Su tercer hijo, Ted, guitarrista, aseguró en uno de los momentos del juicio —donde se vio frialdad entre los hermanos— que no confiaba en ese testamento porque su madre habría hecho un trámite así “de un modo legal y convencional” junto a un abogado. Además, él apostaba por el de 2010, porque era más detallado y estaba firmado por ella en todas sus páginas.
Franklin tuvo tres hijos, los dos mayores cuando la cantante tenía apenas 12 y 14 años. Clarence es la mayor (ahora de 68 años) y Edward, el segundo. Ambos llevan el apellido Franklin desde que nacieron, pero se desconoce quién o quiénes son su padre o padres. Los crió la madre de Aretha Franklin mientras ella trataba de despegar con su carrera musical. El tercero de sus hijos es Ted White II, de 59 años, fruto de su primer matrimonio con Ted White. El más pequeño, Kecalf, de 53 años y que también ha adoptado el apellido Franklin, nació de su relación con Ken Cunningham, uno de sus representantes, con quien no se casó. Entre 1978 y 1982 estuvo casada con Glynn Turman, con quien mantuvo una relación cordial hasta su muerte. Su última relación fue con Willie Wilkerson, un bombero retirado de 75 años con quien que no llegó a pasar por el altar y con cuyo noviazgo sus hijos no estaban de acuerdo.
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