La protagonista de Euphoria cumple cinco años como “la actriz del momento”; trabaja desde los 13, odia el tiempo libre y utiliza sus redes sociales como una plataforma para sensibilizar sobre los temas que le preocupan, como la salud mental
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MADRID.- Zendaya (Oakland, California, 26 años) fue una de las protagonistas indiscutibles de 2022. Otra vez. Desde su debut en el cine con Spider-Man Homecoming en 2017, el pasado 2022 fue el quinto año consecutivo en el que la actriz se colocaba en la cima de la cultura de la celebridad. Empezó el año confirmando, por fin, su relación con el también actor Tom Holland, seis años después de conocerse, y estrenando la segunda temporada de Euphoria. La serie adolescente de HBO se convirtió en la segunda más vista en la historia de la plataforma, solo superada por Game of Thrones, y en la serie más tuiteada de la década. En septiembre, Euphoria le dio su segundo Emmy a la mejor actriz dramática consecutivo, un año después de convertirse en la mujer más joven en lograrlo a los 25 años. Zendaya ha pasado la segunda mitad del año centrada en el rodaje de Challengers, la próxima película de Luca Guadagnino (Llámame por tu nombre), pero el público ha suplido la falta de noticias con cotilleos. En verano se rumoreó que estaba embarazada, lo cual ella misma desmintió, y ahora se especula con que podría haberse prometido con Holland. Haga lo que haga, incluso aunque no haga nada, Zendaya no deja de fascinar al público. Es la mayor estrella de la Generación Z.
A los 13 años protagonizó la serie de Disney Channel Shake It Up y ya se mostraba consciente de los peligros de las “niñas prodigio”, por eso prometía que no iba a acabar metiéndose en problemas como Miley Cyrus. Ella tenía planes a largo plazo. Explicaba que su objetivo era ser una mezcla de Oprah Winfrey, Beyoncé y Shonda Rhimes. Y no exageraba: a los 17 años Disney le propuso protagonizar una serie llamada La superdetective Katy y ella exigió ejercer como productora para participar en las decisiones. “Hay otras cosas que una chica puede ser además de cantante y bailarina. Quería que K. C. fuese un cerebrito. Que los niños, y no solo las niñas, viesen la serie y soñasen con ser como ella”, explicó la actriz en una entrevista en Vogue.
A los 14 años contrató a su propio estilista. Conoció a Law Roach cuando era dependiente de una tienda de segunda mano y juntos idearon una estrategia para hacerse notar: Zendaya lucía vestidos en las alfombras rojas que habían llevado recientemente otras famosas como Beyoncé o Kylie Jenner para aparecer en las secciones de “¿Quién lo lleva mejor?” de las revistas. En febrero de 2015 acudió a los Oscar en calidad de, como ella misma admite, “el +1 de un +1″. Llevaba un diseño de la recientemente fallecida diseñadora Vivienne Westwood y unas rastas que llevaron a Giuliana Rancic, del programa Fashion Police, a exclamar que al mirarla le llegaba olor a pachuli y marihuana. Zendaya, lejos de agachar la cabeza, criticó en su cuenta de Instagram —donde hoy acumula 163 millones de seguidores— las connotaciones racistas de ese comentario. “Mi padre, mis primos y mis amigos de la infancia llevan rastas. La cineasta Ava DuVernay, la escritora Terry McMillan, el profesor de estudios afroamericanos de Harvard Vincent Brown o la historiadora de Yale Heather Andrea Williams llevan rastas. Decidí llevar rastas a los Oscar para mostrarlas en un contexto positivo, para recordarle a la gente de color que nuestro pelo es bueno, que es un símbolo de belleza y fuerza, casi como la melena de un león”. Días después, Mattel anunció que fabricaría una Barbie Zendaya con ese look. De este modo, la actriz llamó la atención del público que no sabía lo que era KC Agente especial. No había rodado ni una sola película y ya se posicionaba como un ícono cultural.
Zendaya estudió en un colegio de mayoría de alumnos negros, en el que era la más blanca, y luego en un instituto de mayoría de alumnos blancos, donde era considerada negra. Un día se alisó el pelo y todos la felicitaron. Se sintió tan extraña que le pidió a sus tías, algunas de ellas parte de la organización Panteras Negras, que le explicasen la importancia del pelo entre las mujeres negras y cómo a menudo se ha usado para ridiculizarlas, cuestionar su higiene o negar su belleza.
Y con la misma actitud inquisitiva desembarcó en Hollywood. Convenció a su agente de que la enviase a castings de papeles sin raza, no solo a los de personajes de color (como fue el caso de MJ en Spider-Man, Rue en Euphoria o Chani en Duna). Y una vez alcanzó el estatus de estrella, lo utilizó para concientizar al público de las causas en las que creía. Cuando en 2019 lanzó una colección con Tommy Hilfiger convenció a la marca de incluir por primera vez tallas grandes en su colección de pasarela: “No voy a hacer ropa que ni mi hermana, ni mi madre, ni mi sobrina puedan llevar”, sentenció.
Zendaya utiliza las redes para sensibilizar en torno a los desafíos de la salud mental. Ella misma ha sufrido ansiedad por su perfeccionismo, hasta el punto de ser incapaz de disfrutar de sus triunfos. “Siempre tengo miedo a hacer cosas por temor a no ser la mejor”, admitía en una entrevista con la revista Interview. Odia el tiempo libre y no sabe qué hacer mientras no está trabajando, por eso le pidió al creador de Euphoria Sam Levinson que escribiera y rodase Malcolm & Marie durante el parón por covid de la serie. “He trabajado todos los días desde que tenía 13 años. Toda mi vida social está en el set de rodaje”, ha dicho también.
A principios de 2020 se tomó vacaciones por primera vez (un viaje a Grecia) y le pidió a su asistente, quien trabaja con ella desde los tiempos de Disney, que pagara todo con tarjeta, y no le dijese cuánto se estaba gastando para no estresarla. En aquellas vacaciones la acompañó Jacob Elordi, su compañero de reparto en Euphoria, lo cual desató rumores de noviazgo. Mucha gente se lo tomó como una traición personal: Zendaya y Tom Holland son la pareja favorita de internet incluso cuando no admitían ser pareja. En septiembre de 2021, la felicitación de Holland a Zendaya por su cumpleaños se convirtió en la quinta foto con más Me gusta de la historia de Instagram: 20 millones de corazones. En junio, ya como pareja pública, Zendaya lo superó cuando le devolvió la felicitación con una captura (“Feliz cumpleaños al que me hace más feliz”) que derritió internet: más de 25,7 millones de likes.
Los actores han llevado con tanta discreción su relación que nadie sabe el momento exacto en el que empezó. Se conocieron en 2016, cuando ambos tenía 20 años (él es tres meses mayor que ella, aunque por el físico y la actitud todo el mundo presuponga que es al revés), pero la primera foto de ellos besándose es de julio de 2021. “Es extraño, confuso e invasivo”, afirmaba Zendaya en la revista GQ. “Ambos estamos de acuerdo en que cuando amas a alguien y te importa esa persona, quieres que vuestros momentos sean solo vuestros”. La actriz se refiere a la persecución de la prensa, pero también a la insistencia de los fans que se obsesionaron con la relación no confirmada y les presionaban en las redes sociales para que lo admitiesen. En una cultura de la celebridad que potencia la cercanía de las estrellas, internet se comportó como si Tom y Zendaya fueran sus amigos y el secretismo con el que protegían su relación fuese un juego de despistes que descifrar.
Y desde que el noviazgo es oficial, esos fans se dedican a especular con embarazos y compromisos. Ninguno de los dos ha reaccionado ante los rumores de su boda, aunque la madre de Zendaya publicó el pasado diciembre en su Instagram una definición de la palabra clickbait, lo cual se ha interpretado como un desmentido. De momento, la actriz guarda silencio. Se está tomando el mayor descanso de su carrera, hasta que empiece el rodaje de Be My Baby, el biopic de la cantante Ronnie Spector, y estrene la película de Guadagnino y la segunda parte de Duna. Se case o no se case, este 2023 volverá a ser el año de Zendaya.
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