"Mi edad y mi salud no me permiten ya llevar a cabo mis funciones", dijo en su discurso; lo sucederá en el trono su hijo, el príncipe Felipe
Las especulaciones sobre la posible abdicación del rey Alberto II de Bélgica se cumplieron. A los 79 años, el soberano anunció en un discurso emitido por los cuatro grandes canales de televisión y sus respectivas emisoras de radio su decisión de ceder el trono a su hijo, el príncipe Felipe, de 50 años, en una ceremonia que tendrá lugar el próximo 21 de julio, día de la fiesta nacional.
"Mi edad y mi salud no me permiten ya llevar a cabo mis funciones", dijo en su discurso, que reproducimos a continuación:
Señoras y señores,
Con profunda emoción me dirijo a ustedes.
He alcanzado los ochenta años, una edad a la que ninguno de mis predecesores llegó en el cumplimiento de sus funciones. Mi edad y mi salud no me permiten ya llevar a cabo mis funciones como ustedes se merecen. No podría cumplir con mis obligaciones. En mis circunstancias, creo que ya no estoy capacitado para desempeñar mi trabajo.
Después de un reinado de veinte años creo que ha llegado el momento de pasar el relevo a la siguiente generación. Les garantizo que el príncipe Felipe está totalmente preparado para sucederme. Tanto él como la princesa Matilde tienen toda mi confianza.
Con el tiempo, y sobre todo con las innumerables misiones económicas que ha dirigido en el extranjero, el príncipe Felipe ha demostrado que su dedicación por nuestra nación reside en su corazón. Y sobre todo, a lo largo de los años le he enseñado que nuestra nación posee un tesoro extraordinario, su pueblo.
Con un pueblo tan rico en talento, tan diverso, con tanta nobleza de espíritu y energía, me hace afirmar que el futuro de Bélgica está en las mejores manos.
Con total serenidad y confianza les comunico que el 21 de julio de 2013, día de la Fiesta Nacional, abdicaré a favor de mi sucesor: mi hijo el príncipe Felipe.
El papel del Rey de los Belgas encuentra su legitimidad en el servicio a la democracia y a los ciudadanos. Son ellos los titulares legítimos de la soberanía de Bélgica. Por ello, estoy convencido que el Reinado no debe estancarse en el pasado. El 20 de julio les dirigiré, como todos los años, un discurso y el día 21 junto con la Reina y los nuevos Soberanos, participaré en las ceremonias oficiales de nuestro Día Nacional.
Deseo comunicarles con cuánta felicidad he dedicado una gran parte de mi vida a servir a mi patria y mi pueblo. La reina Paola y yo mismo nunca olvidaremos los cándidos vínculos creados con el pueblo belga en todos estos años. Les agradecemos su confianza, su simpatía, su apoyo e incluso sus críticas. Tenemos tantos recuerdos de días alegres, pero también de días marcados por la tristeza. Mi abdicación no significa en cualquier caso que me separaré de ustedes, sino todo lo contrario. ¡Viva Bélgica!
Nadie esperaba esta mañana en Bélgica que el Rey abdicara. Sin embargo desde hace meses se rumoreaba sobre un posible abandono de las funciones por parte del Rey, debido, sobre todo, a su delicada salud.
Los analistas políticos belgas subrayan que el hecho de que la abdicación se produzca durante el verano (boreal) es algo lógico, habida cuenta de que se trata de un periodo tranquilo desde un punto de vista político. Además, al anunciarse el final del reinado de Alberto II en estos momentos, el futuro rey Felipe tendrá tiempo suficiente para estar preparado para las elecciones legislativas del año que viene y sobre todo para las negociaciones para formar gobierno, un proceso siempre complejo en Bélgica y en el que el Rey suele tener un papel clave. Aún así en los medios belgas se destaca el escaso tiempo, apenas un par de semanas, entre el anuncio de la renuncia al trono y la ceremonia oficial de abdicación.
Según el historiador Mark Van den Wijngaert, en declaraciones al diario De Standaard, el Rey llevaría unas tres semanas anunciando a sus colaboradores más cercanos su intención de abdicar. En la prensa belga se mencionan tres temas que podrían haber llevado a tomar esta decisión al Soberano, que el próximo 9 de agosto haría veinte años en el trono belga: sus problemas de salud, los últimos acontecimientos en torno a la figura de su supuesta hija, Delphine Boël, y el desgaste que podría ocasionarle el año que viene enfrentarse de nuevo a una larga negociación para formar un gobierno estable.
La abdicación del Rey es un hecho extraordinario en Bélgica. De hecho tal acción no aparece en la constitución belga, que da por hecho que el Monarca muere en sus funciones. El primer ministro Di Rupo tendrá que explicar cómo se llevará a cabo la abdicación del Soberano desde un punto de vista jurídico. La fórmula que se baraja es que el Rey firme una acta en la que renuncie de forma voluntaria al trono. De este modo, el príncipe Felipe podría ser coronado.
Si bien el rey Alberto es el primer Soberano belga que abdica por su propia voluntad, no es el primer Rey belga que tiene que abandonar sus funciones antes de su fallecimiento. Así, el Leopoldo III fue obligado a abdicar en 1950. En ese momento su hijo Balduino, futuro Rey, pasó a ser Príncipe Real hasta su mayoría de edad.
Fue el pasado mes de mayo cuando los rumores sobre una posible renuncia del rey de los Belgas comenzaron a tomar fuerza, hasta tal punto que se barajaban fechas. La investidura del príncipe Felipe se celebraría el próximo 15 de noviembre, conocido como Día del Rey. Y la renuncia al trono de Alberto de Bélgica tendría lugar el 20 de julio, víspera del Día Nacional.
Será la tercera abdicación en este año después de que la reina Beatriz de Holanda dejara el trono en manos de su hijo Guillermo Alejandro y en su nuera, Máxima de Holanda y tras la entrega del poder del país del emir de Qatar, Hamad bin Jalifa al Thani, a su hijo, el jeque Tamim, de 33 años.
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